“Hay balas para todos. Empezando por chiarela”, la amenaza le llegó por whatsapp en enero del año pasado a Sergio Maidana, secretario de Seguridad del municipio de Venado Tuerto, en Santa Fe, y Chiarela es Leonel Chiarella, intendente de la ciudad.
La justicia determinó que su autor fue el narco de esa provincia Nahuel Novelino que la hizo desde la cárcel federal de Marcos Paz. Por eso, los fiscales federales Mariano Barabani y Fernando Arrigo pidieron ayer que Novelino sea condenado a nueve años de prisión por el delito de coacción agravada.
Fuentes judiciales informaron a Infobae que lo plantearon en sus alegatos en el juicio oral que Novelino afronta por ese hecho en el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario. Los fiscales dieron por probado que Novelino fue el autor. La amenaza salió de una línea que se sacó a su nombre y con su DNI y las llamadas de ese teléfono impactaron en las antenas de la cárcel de Marcos Paz, donde está preso.
El juicio se da en un contexto de amenazas públicas del crimen organizado en Rosario contra la población civil. Esta semana aparecieron carteles intimidatorios en el country del jugador de fútbol Angel Di María (“Decile a tu hijo Ángel que a Rosario no vuelva más porque sino le cagamos matando un familiar”), en un colectivo (”Muerte a colectiveros. Con nosotros no se juega”) y en un supermercado (“Vamos a matar comerciantes, periodistas y a toda clase de personas que caminen en la calle”). Además de las balaceras y los crímenes que ocurrieron en el último mes y que llevó al refuerzo de las fuerzas de seguridad federales en la ciudad.
Novelino está preso en la cárcel de máxima seguridad de Marcos Paz cumpliendo una pena de 15 años de prisión por narcotráfico y robo, entre otros delitos. Desde su celular, se contactó con Maidana y sin ocultarse se presentó: “Nahuel Novelino”. Luego le preguntó “Tenes contacto con los de arriba? Desiles (sic) q me dejen de trasladar de aca para alla por hay balas para todos. Empezando por chiarela. Ok?”, decía la amenaza.
Novelino empezó a llamar a Maidana -así quedó registrado en el whatsapp- pero el secretario de seguridad no contestó. “Yyy. HDP. Hay balas para todos”, completó la amenaza. No fue la primera porque dos semanas después las reiteró. “Va a ver (sic) balas y granadas para todo el que avisa no traiciona”, decía en el mensaje ahora dirigido a Chiarela, al senador provincial de Santa Fe Lisandro Enrico, a la fiscal del Ministerio Público de la Acusación (MPA) Susana Pepino, al juez federal de Venado Tuerto, Aurelio Cuello Murúa y al fiscal federal Javier Arzubi Calvo. La amenaza iba acompañada de la foto de un arma: “Esta es para ustedes”.
Las amenazas tenía como objetivo, plantearon los fiscales Barabani y Arrigo en su alegatos, que Novelino no sea más trasladado de cárcel. Había estado en las unidades federales de Trelew, de Resistencia y ahora en Marcos Paz. Desde allí seguía manejando el negocio de la venta de drogas en Venado Tuerto, donde el intendente Chiarella hizo varias denuncias y fue uno de los testigos que declaró en el juicio.
Cuando estaba detenido en Resistencia, Novelino fue allanado: le encontraron celulares que fueron analizados y se concluyó como seguía con el negocio de la droga. De allí la justicia federal de Venado Tuerto obtuvo 11.200 archivos de audio, más de 35 mil fotos y 570 videos.
De esa información se recogió cómo negociaba la compra de cocaína con un policía jubilado y con una mujer, ambos de la provincia de Córdoba. “Acá tengo la máquina de contar el billete, que recién termino de contar, y hay 1.880.000 pesos. Faltan 120 mil pesos para los dos palos”, le reclamó la mujer mientras le exhibía los fajos de billetes en uno de los videos que la justicia obtuvo del celular.
También se descubrió que todas las noches Novelino hacía videollamadas con Lucía Estafnía Uberti, su ex pareja, está detenida en Rosario con una condena a 20 años de prisión por ser parte del grupo de gatilleros de “Los Monos”, la banda de narcotráfico más violenta de la ciudad. No solo hablaban del negocio de la droga. Todas las noches preparaban la cena y luego se unían a través de videoconferencias de whatsapp, Snapchat, o Facebook para estar juntos y jugaban con filtros.
Ambos además firmaban los panes de cocaína que vendía: le ponían sus iniciales “LN”, o la corona de un rey o una tijera para graficar que esa droga estaba cortada.
Del análisis de los celulares también se encontró que Novelino compraba armas. Así surge de videos en los que le mostraban seis estuches con las marcas de las armas. “Ahí están las seis, amigo”, le dice el vendedor. En los contactos de su teléfono estaban agendados los nombres de “Sicario 1″, “Sicario 2″, “Perrito sicario”. Hablaban de “hacer un par de boletas” y con esas personas intercambió mensajes sobre los precios de lo que costaba un crimen o una amenaza. Ninguno de los hechos se concretó.
En el juicio por las amenazas Novelino declaró desde la cárcel de Marcos Paz y negó los hechos. Dijo que fue una maniobra de terceros para perjudicarlos pero reconoció que estaba enojado con el intendente Chiarella porque salió en los diarios hablando de él y de otros acusados, lo que tomaba como una persecución.
El juicio continuará el 8 de abril con los alegatos de la defensa del acusado y a la espera de la fecha del veredicto.