Este jueves se realizó la sexta audiencia del juicio por abuso sexual contra el ex gobernador de Tucumán José Alperovich. Fue una larga jornada signada por declaraciones de peritos de ambas partes ante el Tribunal Oral Federal 29 de la Capital Federal. Esta vez fue el turno de los profesionales de salud que intervinieron en el expediente para entrevistar a las dos partes. Las posturas en pugna quedaron a la vista de todos. Mientras para un psiquiatra convocado por la defensa “no se detectó” que el ex senador “fuese una persona impulsiva” ni tuviese algún tipo de “alteración con respecto a la sexualidad”, una psicóloga del Cuerpo Médico Forense declaró que del relato articulado por la sobrina de Alperovich surgieron “los indicadores típicos específicos de agresión y de daño” vinculados al delito sexual analizado.
El juez Juan Ramos Padilla reanudó el debate pasadas las 11. José Alperovich (68), acusado por su sobrina segunda en 2019 de haber cometido nueve hechos de abuso sexual, dio el presente una vez más atrás de una cámara. Vestido con una camisa blanca, acompañó el desfile de testigos entre cigarrillos y mates, con comentarios silenciados a alguien fuera de campo y algunos chequeos a su celular.
El primer testigo fue llamado por la defensa, a cargo de Augusto Garrido, miembro del estudio jurídico Cúneo Libarona. Se trató del psiquiatra y médico forense Eduardo Espector, quien dio cuenta durante más de dos horas de la pericia que elaboró acerca de Alperovich tras entrevistarlo en dos ocasiones distintas de manera virtual durante la pandemia. “Una de las cosas que más sobresalió es que -el imputado- estaba en ese momento con un trastorno adaptativo con estado de ánimo ansioso a causa de la denuncia”, afirmó al inicio.
“No se encontró ningún tipo de alteración con respecto a la sexualidad. Tampoco con relación a sus impulsos sexuales. No se detectó que fuese una persona impulsiva. No he encontrado en él rasgos que puedan indicar impulsividad sexual. Tampoco a nivel de la conducta”, afirmó después ante una pregunta del fiscal Sandro Abraldes. Y abundó: “No se han detectado indicadores de ser un individuo que necesite someter a los demás”.
Luego pasó declarar la psicóloga Mónica Masculino de Herrán, perito del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia convocada por la fiscalía y la querella, en manos de Pablo Rovatti, Carolina Cymerman y Esteban Galli. La profesional, con 40 años de ejercicio, explicó que al entrevistar a F.L., la denunciante de entonces 29 años, detectó que su personalidad albergaba un “trauma cristalizado”, un concepto de la psicología que se refiere a un fuerte dolor psíquico que se vive con intensidad y que continúa vigente a pesar del paso del tiempo. Sobre esa línea, descartó que esa experiencia proviniera de la relación que en su momento mantuvo la joven con David Mizrahi.
En rigor, la hipótesis que plantea la defensa sostiene que la denuncia contra el tres veces gobernador estuvo “orquestada”, entre otros, por el ex concejal Mizrahi, un antiguo colaborador de Alperovich y, a su vez, expareja de la presunta víctima a lo largo de un año. De hecho, según declaró en una de las audiencias Sara Alperovich, hija del imputado, el malestar físico y psíquico que empezó a evidenciar la denunciante mientras trabajaba con ellos en la campaña política para que su padre volviera a la gobernación se debía puntualmente a un “vínculo tóxico” que mantenía entonces con Mizrahi. Esto fue negado por la psicóloga del Cuerpo Médico Forense en base a sus sesiones con la joven.
Su exposición fue larga. Mostró distintos test practicados sobre la “periciada”. Remarcó distintos indicios surgidos de algunas pruebas que, según su criterio, daban cuenta de una agresión sexual y de una patente imposibilidad para comunicarlo. Tal fue el caso de un dibujo de una persona con un teléfono pintado de color negro. También afirmó que “las verbalizaciones -de F.L.- son coherentes, lógicas y concordantes con las de la denuncia. Eso es un dato”. Y agregó: “En el material evaluatorio están los indicadores típicos específicos de agresión y de daño”.
Luego explicó: “Hay mujeres que estas situaciones de abuso las cursan por años. Hay muchísimas mujeres que en el ámbito familiar y laboral sostienen estas situaciones sin llegar al marco de la denuncia. Muchas veces detectamos este tipo de situaciones sin que la persona las ponga en palabras... Este caso está basado en el temor. Esta mujer tenía mucho miedo de lo que le podía pasar. Si bien se pudo enfrentar en un momento dado, tuve mis dudas de si no se retractaría después. Porque el miedo fomenta la retractación”.
La denunciante trabajó como mano derecha de Alperovich entre 2017 y 2019, mientras él ejercía la senaduría nacional y trabajaba para volver al máximo cargo ejecutivo de su provincia. El 24 de mayo de 2019, pocas semanas antes de los comicios donde el ex funcionario perdería contra Juan Manzur, presentó su renuncia. A fines de ese año publicó una carta donde acusó a su ex jefe de abuso. Allí se abrieron dos investigaciones -una en Tucumán y otra en Buenos Aires- que luego se terminarían unificando. Para la fiscalía de este juicio, el imputado cometió tres hechos de abuso sexual -dos de ellos en tentativa- y seis sucesos de violencia sexual agravada por haber sido con acceso carnal entre el 14 de diciembre de 2017 y el 26 de marzo de 2018 en las ciudades de San Miguel de Tucumán y Yerba Buena, y en un departamento de Alperovich en el barrio porteño de Puerto Madero.
En el último tramo de su declaración, la perito psicóloga hizo énfasis en que la sociedad tucumana era “altamente patriarcal, con figuras masculinas muy fuertes. Si a eso se le refuerza la autoridad que tenía -Alperovich-, eso era muy fuerte frente a una jovencita de la edad que tenía en el momento de los hechos”. Y remató: “Este tipo de situaciones generan una herida muy importante. Son el asesinato del alma”.
El juicio se lleva a cabo en los tribunales porteños de la calle Paraguay al 1500. Comenzó el 5 de febrero y se estima que durará al menos hasta el mes de julio, ya que aún hay cerca de 40 testigos anotados para brindar testimonio. Luego será el tiempo de los alegatos y de las palabras finales del imputado.