El domingo seré autoridad de mesa en las elecciones presidenciales. Entonces, mi 22 de octubre empezará bien temprano porque aquellos que fuimos seleccionados para controlar la votación tenemos que estar en las escuelas a las 7, una hora antes de la apertura de los comicios.
No es la primera vez que seré autoridad de mesa. Ya he cumplido esa función en otras elecciones. En las últimas PASO no me habían convocado, pero me llegó la citación y este domingo seré suplente en la mesa en la que voto: la 6881 del circuito electoral 158 de la Comuna 15. Seré autoridad en la misma mesa que votan mi hija y mi hijo, en el Instituto San José de la Palabra de Dios, en Villa Crespo, a unas pocas cuadras de mi casa.
Como se ha dicho, la tarea de las autoridades de mesa comienza una hora antes del domingo a las 8 cuando se abren los centros de votación. Pero días antes de la elección también hay obligaciones: fui uno de los 500 asistentes a una capacitación obligatoria que dieron dos funcionarias de la secretaría Electoral de la Capital encabeza Martín Seguí y que depende del juzgado federal que conduce hace décadas María Romilda Servini. A las 14 del martes, el grupo se reunió en el auditorio de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires para saber cómo actuar este domingo.
Había que registrarse, para lo cual era imprescindible llevar Documento Nacional de Identidad y el telegrama de designación que había llegado a casa hace unos días. Ese trámite de registración es imperioso para cobrar el dinero que paga el Ministerio del Interior para ser autoridad de mesa.
En la capacitación nos dieron un cuadernillo/guía de 24 páginas en blanco y negro que tiene todas y cada una de las indicaciones indispensables para ser un buen presidente, presidenta o suplente en las mesas del domingo. Y luego hubo una exposición de algo más de una hora en la que se nos indicó qué debemos hacer para abrir la votación y para cerrarla. Las explicaciones de las funcionarias fueron acompañadas por imágenes que se proyectaban en dos pantallas gigantes.
La capacitación se dividió en dos módulos porque cada una de ellas refleja lo que sucederá el domingo. La primera parte es la que abarca lo que sucede entre las 7, cuando se prepara la mesa para abrirla a las 8 y va hasta las 18, cuando se cierra la puerta de entrada al lugar de votación.
Se nos dijo que recibiremos el material dentro de la urna, con instructivos claros para realizar el procedimiento de apertura de la mesa, del armado del cuarto oscuro móvil, de la distribución de las boletas. Se nos explicó cómo interactuar con los fiscales partidarios, cómo firmar los sobres que deben ir en la urna y cómo entrar a revisar el cuarto oscuro para verificar que todas las boletas que compiten estén allí, al alcance del elector.
Este domingo habrá listas separadas para las elecciones nacionales y para las de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Luego del fracaso del voto electrónico utilizado en las PASO, se determinó que las listas locales y las nacionales estarán en diferentes sectores del cuarto oscuro y que ambos votos se meten en el mismo sobre.
Se nos explicó qué hacer en caso de tener electores que, por alguna discapacidad, necesiten el traslado de la urna. Nos explicaron cuáles son los documentos válidos para votar y quedó claro que no sirve ninguno que sea digital.
En la segunda parte de la capacitación, aprendimos cómo contar los votos. Es la tarea más delicada y la que debe hacerse con mayor cuidado. Nos mostraron cómo apilar las boletas, cómo contar los votos válidos, los en blanco y los nulos. Nos dijeron que valen las tachaduras en las boletas, pero que no valen las boletas rotas. Luego de contar los votos, llega la tarea de volcar los resultados a los telegramas que irán al Correo y la copia de lo allí volcado que se llevará cada uno de los fiscales. Cuando hayamos terminado de asentar los resultados, deberemos meter todo el material que se usó en la mesa electoral dentro de la urna y guardar los papeles con el resultado en un bolsín transparente que tiene un precinto de seguridad color rojo.
Recién entonces, dijeron, habrá terminado nuestra tarea. Y podremos volver a nuestros hogares después de unas doce horas de haber sido presidentes (o suplentes) por un día.