Quizás el momento más conmovedor del juicio que comenzó hoy, en los tribunales de San Isidro, fue cuando Federico Storani, el histórico líder radical que jugó un papel clave en el Gobierno de Raúl Alfonsín y el regreso de la democracia, pasó frente al estrado y tuvo que describir cómo fue la desesperante búsqueda del cuerpo de su hijo, de 14 años, que había sido asesinado junto a su madre cuando la lancha en la que iban fue embestida, en la noche del 31 de marzo de de 2016, en las aguas del Canal Vinculación, a unos 200 metros del Río Luján. “Manu” tenía 14 años. Se escucharon sollozos en la sala de audiencias. Ahí estaban sus amigos, que hoy tienen 21 años. El acusado, Pablo Torres Lacal (55) miraba hacia abajo.
Torres Lacal llegó a juicio después de siete años y medio de aquella fatídica noche. No estuvo ni un día preso. Ante los jueces, intentó sostener la hipótesis del accidente. “Es imposible que yo viniera a todo motor. Nunca lo haría en una lancha de noche”, dijo. Sin embargo, el tribunal escuchó a un testigo que afirmó que el acusado habría estado ebrio al momento de manejar la lancha. Según la instrucción, el acusado venía a velocidad máxima y haciendo zigzag”. Al momento del impacto la visibilidad era prácticamente nula.
De ser hallado culpable, el acusado podría recibir una pena de entre 8 y 25 años de cárcel. Llega a juicio acusado de triple homicidio con dolo eventual. Allí perdió la vida Manuel Storani, 14 años; y su madre María de los Ángeles Bruzzone. También Francisco Javier Gotti, un amigo de Torres Lacal.
El testimonio de Fredy Storani
“La muerte de un hijo es un antes y un después en la vida de cualquier persona. ¿Cuál es la denominación para la muerte de un hijo a tan temprana edad? No existe ese concepto. La muerte es la única certidumbre, pero la muerte injusta, brutal y violenta no entra en los cálculos de nadie... Mi vida nunca será la misma. Y desde entonces fue un calvario...”, dijo con su voz fuerte frente a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de San Isidro.
El fiscal Diego Callegari tomó la palabra para interrogarlo, pero ante acotó: “aprovecho para pedir perdón en nombre de la justicia pidió disculpas públicas en nombre de la Justicia por la demora del juicio”
“A Manuel lo caracterizaba un humor fino, sutil , excelso -dijo Storani- Y su belleza se expresaba en el espíritu con el que acometía la vida. Era un sol. Tenía don de gente. Era un excelente estudiante del Cristoforo Colombo. Su proyecto de vida quedó frustrado por la tragedia.. Él era una persona con futuro que generaba una enorme empatía . Por lo tanto el golpe a mi familia fue devastador... Uno jamás espera la muerte de un hijo . Siete años y medio de padecimiento que podríamos definir como un calvario ... Nos queda aferrarnos a la posibilidad de aportar claridad y algo de paz con este juicio”
Storani relató la parte más difícil, si la hay, de aquella tragedia. “La búsqueda del cuerpo de su hijo durante tres días fue desesperante y angustiante. Lo buscamos por todos los medios (lanchas de la prefectura y lanchas de gente que se sumó) y helicópteros. Me enteré de su hallazgo por el fiscal, que me llamó.... Nos encontramos con un cuerpo hinchado, con la cara comida por los peces. Y la belleza se transformó en ese despojo”. Fue imposible no oir los llantos que se desataron en una sala de audiencias colmada de amigos de las víctimas y periodistas.
Fue entonces cuando habló del acusado: “Si alguien cree en su inocencia, ¿por qué no facilitar este proceso conforme al estado de derecho ? Si la conducta es de dilación es porque no se quieren afrontar los hechos. Su única aproximación fue a través de los abogados con la intención de cambiar la calificación del delito, solo para llegar a un juicio abreviado”. Tras declarar, Storani pasó a sentarse en el lugar de la querella. A un metro de distancia, estaba el acusado.
De inmediato, el primer testigo fue convocado. Fue Alejandro Macan, que guardaba su lancha en la misma guardería a donde apareció el acusado ese día, buscando la suya. Los dichos de Macan comprometieron al imputado. Según dijo, personal de ese lugar le comentó que Torres Lacal estaba “ebrio” cuando fue a buscar la lancha. En ese contexto, el acusado pidió declarar.
La versión del acusado
Tras oir las palabras de Storani y del testimonio, Torres Lacal pidió hablar: se dijo inocente y lamentó lo ocurrido. “Para mí fue lo peor que me pasó en la vida. Desde que me desperté, siete días después del accidente, no paraba de llorar. Entiendo el dolor de todos los familiares. Pido sinceras disculpas porque entiendo lo que están sintiendo”, afirmó.
Sin embargo, aseguró: “No entiendo cuando se me acusa de jugar a la ruleta rusa. Yo venía de mi mano, y el conductor de la otra lancha a contramano. Nada en mi aspiró a hacerle daño a nadie , y menos a mis dos amigos”. Según sostuvo, “en estos siete años y medio yo estuve trabajando en sanear el dolor por esa noche”. Y señaló: “Me puse en contacto con todos los familiares”.
El propio Storani había dicho que nunca se comunicó con él, mostrando la falta de empatía del acusado. Torres Lacal se justificó: “Con respecto a Storani, me parecía ofensivo llamarlo directamente por teléfono. Siempre quise darle mi explicación. Le escribí dos veces por facebook. Quise ser sutil en la forma de contactarme con él, para no ser invasivo. Es un acercamiento muy difícil de tomar. Incluso mi padre se comunicó con él. La última vez que le escribí fue porque quería acercarme y pedirle disculpas por el dolor que le y nos causé”.
“Me siento lejano a cómo se me describe”, acotó. El acusado contó que esa tarde iban a ir a un evento exclusivo que se llama Nerca con Di Rico en Olivos: habían sacado dos entradas. se sumó Francisco Gotti. Como no los dejaron entrar porque les faltaba una entrada, decidieron salir a pasear con su lancha, que la tenía hace 4 o 5 años. Fueron a la guardería de la lancha y no los dejaron pasar porque no tenía la tarjeta magnética. Fueron a buscarla a su casa, pero primero pasaron por una pizzería, compraron 12 empanadas y una cerveza. Volvieron a la guardería y sacaron la lancha. El motor estaba recién reparado. Lo probó en el canal que vincula la guardería con el río Luján.
“Es imposible que hayan visto un vaivén en el canal vinculación porque eso fue en el río Luján. Es imposible que yo viniera a todo motor. Nunca lo haría en una lancha de noche. No tiene ningún sentido esa afirmación. La noche estaba muy linda , fuimos a pasear. No íbamos escuchando música”, añadió.
“No recuerdo el momento del impacto. Cuando yo me despierto siete días después (me quebré la mano y la cara) me dolía todo y no sabía dónde estaba. Con el correr de los días comencé a recordar más cosas... Lo que después fue una tragedia para todos antes era una noche divina , entre amigos, donde la estábamos pasando bien. Noche linda , calma, pacífica , ese es mi último recuerdo”, afirmó.
E insistió: “Yo iba a una velocidad normal, razonable. Nunca en mi vida fui con la lancha al palo. Menos a la noche”. Sobre la visibilidad esa noche, el acusado afirmó: “Es un canal oscuro. Se ve poco. Tenía poca visibilidad”. Y aclaró que tenía todas las luces de su lancha encendidas.
Pablo Torres Lacal volvió a su asiento, junto al abogado Gabriel Palmeiro, a cargo de su defensa. Tras escucharlo, el tribunal comenzó a oir a los testigos.