La justicia federal de Rosario ordenó ayer “con carácter de urgente” el traslado del jefe narco Esteban Lindor Alvarado a otra cárcel porque en la unidad de Ezeiza, donde se encuentra actualmente, no se cumplieron las medidas de seguridad que se había ordenado sean más estrictas después de su intento de fuga en un helicóptero en marzo pasado.
La decisión fue tomada por el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario luego que el fiscal Fernando Arrigo constató en una visita sorpresa que hizo a fines de junio a Ezeiza que la mitad de las medidas que se habían dispuesto no se cumplían. La más grave, que Alvarado seguía compartiendo el pabellón con otros dos narcos con los que intentó fugarse. Y que no se habían instalado los inhibidores que evitar que se usen celulares, como los que usó el narco para intentar evadirse.
Los jueces Elena Dilario y Eduardo Rodrigues Da Cruz emitieron una resolución a la que accedió Infobae para que Alvarado sea llevado a una nueva prisión donde se “deberá dar cumplimiento a todas las medidas” de seguridad. Pero hasta tanto eso ocurra, los magistrados le ordenaron a la subdirectora del Servicio Penitenciario Federal (SPF), Sonia Álvarez, que “se cumpla todo lo oportunamente ordenado” sobre Alvarado en la cárcel de Ezeiza.
Pero además, por los incumplimientos que marcó Arrigo el tribunal también inició una causa penal en la justicia federal de Lomas de Zamora, que es la tiene jurisdicción en la cárcel de Ezeiza, por la “posible comisión de un delito de orden público” por parte de las autoridades del SPF. La decisión del tribunal fue ante la presentación del informe de la Fiscalía en el que pidió un “estricto y cabal cumplimiento” de todas las medidas.
Alvarado es uno de los jefes narcos más peligrosos de Rosario. Enfrentado con la banda de “Los Monos”, Alvarado quiso fugarse de Ezeiza de una manera insólita y preocupante de haberse concretado: en un helicóptero. El plan era que la tarde del 10 de marzo la nave sobrevuele una de las canchas de fútbol del penal donde Alvarado iba a estar preparado para trepar una red y escaparse. Las autoridades judiciales sabían lo que iba a ocurrir y detuvieron al piloto del helicóptero antes que parta del Aeródromo Gualeguaychú, en Entre Ríos.
Alvarado tiene dos condenas. Una a 15 años de prisión por ser el jefe narco de un cargamento de 500 kilos de marihuana y la segunda a prisión perpetua por dos crímenes, balaceras a edificios judiciales y lavado de dinero del narcotráfico.
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Por el intento de fuga, el Tribunal Oral Federal 2 de Rosario -con otra integración que la actual- había ordenado en abril que “de forma inmediata” se refuercen las medidas de seguridad sobre Alvarado en un régimen más estricto. El tribunal dispuso cinco: que este alojado “en una celda individual” y que “no mantenga contacto con otros internos procesados y/o condenados por delitos vinculados al narcotráfico o al crimen organizado”. También que sea requisado de manera sorpresiva para constatar que no tenga elementos prohibidos, principalmente celulares.
La tercera medida fue que se controle la prohibición de que tenga comunicaciones con teléfonos móviles. También que se instalen “inhibidores de señal en el pabellón o módulo del penal donde se encuentre alojado el imputado” y que esté bajo el control de cámaras de seguridad siempre respetando su intimidad.
La quinta decisión del tribunal fue que se registre en una grilla los nombres y apellidos de las personas con quien Alvarado se comunica desde el teléfono público del pabellón, además del número con el que habló. Los jueces también ordenaron que solo puede recibir visitas de familiares y sus abogados y que debían realizarse mediante un blindex para evitar que se pueden pasar papeles que contengan información de planes criminales. Por último le prohibieron tener útiles de escritura. Todas las medidas fueron ratificadas por la Cámara Federal de Casación Penal.
Sin embargo, a tres meses de la resolución, la mitad de esas medidas no se cumplían. Así lo comprobó el fiscal Arrigo el 30 de junio pasado cuando se presentó en Ezeiza. Según el informe de la Fiscalía, los inhibidores para que no se puedan usar celulares no se instalaron; tampoco se registraron las llamadas que Alvarado recibe en el pabellón; ni se instaló el blindex cuando recibe visitas.
El incumplimiento más grave es que Alvarado convive con otros dos internos con causas narcos y que además fueron dos de las personas con las que se sospecha intentó fugarse: Claudio Mansilla y Facundo Muñoz.
Alvarado está alojado en una celda individual de uno de los pabellones de la Unidad Regional VI de la cárcel de Ezeiza. El pabellón tiene capacidad para 15 personas, pero hay nueve, entre ellos Alvarado, Mansilla y Muñoz. Sobre por qué Alvarado convive con presos con prontuario narco -lo que se prohibió expresamente- las autoridades de Ezeiza le explicaron al fiscal que al ser una cárcel de máxima seguridad muchos presos tienen ese perfil y que se les dificulta encontrar un único pabellón para un solo detenido.
El informe destaca que tampoco se instalaron los inhibidores de celulares. Esa obligación no fue solo ordenada por el tribunal, sino que está expresamente legislada en la ley 24.660 desde 2017. “Es una medida que no se encuentra implementada dado que ello podría traer inconvenientes al aeropuerto de Ezeiza”, explicó el jefe de la unidad de Ezeiza, Diego Morel, según consta en el informe y que se trata de un tema que depende de la subdirectora Álvarez, del director general, Raúl Medina, y del viceministro de Justicia de la Nación, Juan Martín Mena. La cárcel está a 12 kilómetros del aeropuerto internacional y podría interferir en los radares de vuelo.
Tampoco se instaló el blindex para que Alvarado no tenga contacto con las visitas. Las recibe en una sala que se la conoce como “la pecera” que tiene un sistema de videovigilancia y cada visita es requisada con un scanner. Las autoridades del SPF explicaron que el blindex podría instalarse en una suerte de locutorio que tiene el sector.
Otro medida que no se cumplía es el registro de llamadas. Alvarado está en un pabellón que tiene un teléfono público que solo permite recibirlas pero el informe detalla que “no cuentan por el momento con tecnología suficiente para registrar esas llamadas”. Eso se podrá solucionar, le explicó Morel al fiscal, cuando comience a regir el “Protocolo para Presos de Alto Perfil” en el que se está trabajando.
¿Por qué eran importantes esas medidas? Porque la justicia buscaba eliminar, o por lo menos disminuir, la posibilidad que Alvarado -como otros jefes de organizaciones criminales- continúen con sus negocios delictivos desde las cárceles como se ha comprobado en muchos casos. Al de Alvarado se suma el intento de fuga.
Algunas ordenes del tribunal sí se cumplieron. Alvarado no recibe útiles de escritura ya que no hace ninguna actividad dentro de la cárcel. Solo sale del pabellón para recibir visitas. Tampoco tiene contacto con presos de otros lugares de la unidad. También se requisa su celda como 15 días de manera sorpresiva y aleatoria. El SPF informó que desde el intento de fuga no se le volvió a encontrar celulares a Alvarado.
“Es la cárcel dentro de la cárcel”. La frase es de Alvarado y así define el nuevo régimen que tiene, según le relató al fiscal Arrigo el jefe de Seguridad Interna de la Unidad Residencial VI, Damián Matosián. El funcionario judicial informó que Alvarado “buena conducta y que se ha resentido con las medidas adoptadas por el tribunal y manifiesta que ha dicho ´es la cárcel dentro de la cárcel´”.
El informe también detalla otras medidas que el SPF tomó desde el intento de fuga. Se pusieron más scanner y paletas para evitar el ingreso de celulares. Se instalaron 30 cámaras de seguridad en el pabellón de Alvarado que se suman a otras 30 que ya había. El pabellón tiene un puesto de monitoreo desde el que se controlan las cámaras pero todavía no fue designado el personal para esa función. Los pabellones son filmados las 24 horas y las cintas se guardan por seis meses. Por otra parte, se valló el patio de esparcimiento del pabellón para evitar que sea trepado.
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