El 19, 20 y 21 de abril se realizará el XIX Encuentro Iberoamericano de Magistradas cuya temática principal será “Derecho al Cuidado y la Corresponsabilidad Social. Por una Justicia de Género”. El evento es organizado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos y la Fundación Justicia y Género de Costa Rica. Las reuniones se llevarán a cabo en el cuarto piso del Palacio de Tribunales de la calle Talcahuano 550 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Del encuentro participarán magistradas de 11 países, 20 ministras de Cortes y 3 presidentas de Cortes.
Para consultarla sobre los temas que se van a abordar en este evento, Infobae dialogó con la jueza Susana Medina, Presidenta del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos.
- Dra. Medina acaba de ser electa Presidenta de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina y por quinta vez va a ocupar este cargo. Tiene una vasta experiencia en esta tarea…
- Sí, gracias a Carmen Argibay que en el año 2008 me dijo “Susana te tenés que hacer cargo de la Asociación”. Carmen me dijo “vos te tenés que hacer cargo porque quiero que la Asociación se transforme en una Asociación federal”. Entonces en ese momento le pusimos “Lista Azul, Federal, Abierta y Transversal”. Hoy seguimos con el mismo color de la lista y con la misma consigna. Lo que pretendemos en esta nueva gestión es continuar con el legado de Carmen Argibay que fue una pionera en materia de temas de género, de introducir la perspectiva de género en los poderes judiciales.
- En el Poder Judicial sólo 3 de cada 10 mujeres llegan a altos cargos ¿cómo se hace para romper ese “techo de cristal”?
- Somos la mayoría en el padrón y sin embargo somos las que menos llegamos. Todo esto comenzó cuando Carmen crea la Oficina de la Mujer para trabajar hacia adentro en el Poder Judicial en el año 2009, introduciento la perspectiva de género y ahí es donde las Cortes provinciales, los Superiores Tribunales de provincia empezaron a designar ministras cuando había alguna vacante. Yo soy producto de ese trabajo de Carmen.
La verdad es que he sido una privilegiada en la vida porque he gozado de la amistad de Carmen, de Elena Highton, de Ruth Bader Ginsburg (ex jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos) a nivel internacional, de Sonia Sotomayor (jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos) con quien tenemos prácticamente la misma edad y la misma antigüedad en la función. Tenemos un arduo trabajo por hacer pero lo hacemos con convicción y con alegría.
- ¿Cómo podría definir el derecho al cuidado y la corresponsabilidad social?
- Esto es la promoción de la crianza compartida en la familia y en la comunidad. Se busca que la responsabilidad por los cuidados de las niñas, niños y adolescentes sea familiar pero también sea comunitaria y desde las instituciones del Estado, por ejemplo, la escuela, el centro de salud. Por eso hablamos de corresponsabilidad.
Hoy muchas escuelas, sobre todo en las provincias argentinas, se han transformado más que en escuelas en comedores. Creemos que las escuelas pueden detectar muchas situaciones de abuso, de maltrato, de violencia. Hay niños que prácticamente se crían solos, entonces nos parece que la escuela y el centro de salud y el centro barrial también pueden cumplir una función social en esto de la corresponsabilidad de la crianza y de las tareas de cuidado.
Esto no es un invento nuestro, fíjese que el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 5 de las Naciones Unidas se propone lograr la igualdad de géneros y en el punto 4 del OBS 5 dice “Reconocer y valorar los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados mediante servicios públicos, infraestructuras y políticas de protección social, y promoviendo la responsabilidad compartida en el hogar y la familia.” Ese es uno de los objetivos de desarrollo sostenible a los que se pretende llegar en el año 2030.
De eso se tratan los cuidados, de ser pares en las tareas de cuidados porque hoy en la mayoría de los hogares las responsabilidades y tareas de crianza y de cuidados recaen en las mujeres. En las madres y también en las hermanas, en las tías, en las abuelas. Las mujeres están en desigualdad a la hora de ir a buscar un trabajo, a la hora del crecimiento profesional, a la hora de querer, por ejemplo, rendir en los concursos que organiza el Consejo de la Magistratura para crecer profesionalmente dentro de la carrera judicial. Ahí se produce una desigualdad entre los géneros.
Históricamente, lo sabemos, las tareas de cuidados han quedado principalmente en manos de las mujeres, quedando las mujeres relegadas al ámbito doméstico. Hay una franja etaria entre los 30 y los 40 años donde las mujeres que se casan y son madres a esa edad tienen que relegarse profesionalmente.
De hecho yo fui una de ellas. Yo me recibí a los 23 años de abogada en la Universidad Nacional del Litoral, me casé a los 24 y hasta los 32 o 33 años me dediqué casi exclusivamente a las tareas de cuidado de mis hijas y después recién comencé a transitar la carrera profesional. Eso sigue pasando, creo que hay que revertir eso para permitir que las mujeres puedan acceder a los cargos de mayor jerarquía, para que puedan hacer carrera en el ámbito universitario, carrera en el ámbito laboral. Sin relegar las tareas de cuidado. No es que queremos no hacerlas, queremos que sean corresponsables.
- ¿Cómo está reaccionando la Justicia frente a esto?
- Mucho se ha avanzado, de hecho en los últimos 20 años ha habido más de 50 leyes con perspectiva de género, es decir, tenemos las herramientas legales, convencionales, constitucionales…sin embargo falta mucho por hacer y lo que falta es lo que Florentina Gómez Miranda llamaba la “revolución educativa”, necesitamos un cambio cultural. Aún hoy nos siguen asignando a las mujeres las tareas de cuidado, no sabemos por qué porque no está escrito en ninguna ley. Sin embargo somos nosotras las que nos ocupamos de los niños cuando son chicos, de los padres cuando son grandes. Me doy cuenta que todas esas tareas recaen solamente en las mujeres y lo que nosotros estamos diciendo es que tienen que ser iguales. Tenemos que ser iguales en todo. Necesitamos que haya políticas públicas que promuevan una mayor participación de los varones para una distribución más justa en las tareas de cuidado en los hogares, lo que incluye el cuidado compartido de niñas y niños y también de ancianos.
- ¿En los cuidados de personas mayores también existe desigualdad?
- Exactamente. En la sociedad hay una falsa creencia de que las mujeres tenemos una capacidad y una sensibilidad especial para las tareas del hogar, para el cuidado de las personas, para la maternidad mientras que los varones parece que tienen capacidades especiales para el liderazgo, para los trabajos de fuerza, para trabajos que habitualmente hacen ellos y no las mujeres. Eso es lo que tenemos que revertir.
Hombres y mujeres somos diferentes en cuanto al sexo por naturaleza pero somos iguales en derechos, en capacidad, en creatividad, en sueños. Eso es lo que hay que entender, que todos podemos hacer todo. Tampoco lo que queremos es que a los hombres los releguen a que no puedan cuidar a los hijos y que no puedan cuidar a los padres como si eso fuera un signo de debilidad. Acá en Argentina no tenemos tanto problemas las clases medias y altas de que el padre lleve al chico a la escuela, de que participe de las reuniones de padres pero eso no es así, sobre todo en los países de Iberoamérica por eso vienen a este encuentro cerca de 80 juezas, la mayoría de ellas son ministras de corte, de 11 países, y vienen para tratar ese tema.
También para tratar el tema del trabajo no remunerado en el hogar. No todos tienen como tenemos nosotros en Entre Ríos la Constitución de 2008 en la que hay un artículo que reconoce el valor social del trabajo en el hogar. Pocas Constituciones tienen este reconocimiento social, porque así lo entendieron los constituyentes entrerrianos que el trabajo que hace la mujer en la casa no sólo ayuda a la casa sino que también ayuda a la comunidad, ayuda al vecindario, ayuda a la ciudad. En definitiva ayuda a la patria porque todo ese trabajo que es silencioso y desconocido muchas veces es de un esfuerzo continuo, son las 24 horas del día todos los días del año.
- ¿Qué temas se van a tratar en el encuentro?
- El trabajo del hogar no remunerado, el trabajo del servicio doméstico que no todos tienen la ley que tenemos nosotros que lo regula, la prevención y la erradicación de la violencia en los ámbitos laborales que se da mucho contra las mujeres, el cuidado en el contexto internacional de los Derechos Humanos de las Mujeres. También vamos a contemplar las situaciones de los pueblos originarios porque hay muchos países en Iberoamérica que tienen muchas comunidades de pueblos originarios todavía con costumbres ancestrales. Vamos a tratar cuáles son las conductas delictivas que atentan contra el cuidado, la economía del cuidado, cuánto cuesta el cuidado. Y otros temas transversales como la discriminación, la violencia.
Entendemos que la igualdad entre hombres y mujeres es una cuestión de Derechos Humanos pero también es una condición indispensable para el logro de la justicia social y la consolidación democrática. Y es también un requisito previo, necesario y fundamental para el desarrollo económico y la paz social. Por eso es tan importante la remoción de situaciones de desigualdad fáctica que no se satisface sólo con que estén en las Constituciones, en los libros, en las leyes, es decir con la afirmación dogmática contenida en todos los principios jurídicos, en los postulados constitucionales o legales. Por el contrario, necesita de acciones positivas concretas acompañadas de una promoción integral que nos lleve a transitar un cambio sustantivo de paradigmas culturales. Esto lo decía con una frase muy cortita Florentina Gómez Miranda, ella decía “necesitamos 100 años más para hacer la revolución educativa y cultural en materia de género”.
Las juezas jugamos un rol fundamental para garantizar que los derechos sean reconocidos no sólo en los tratados y leyes sino también en los hechos.
- ¿Hay colaboración entre los poderes del Estado sobre este tema?
- En primer lugar, con relación a la capacitación soy una convencida de que es una valiosa herramienta de crecimiento individual pero también de fortalecimiento institucional y garantía para la ciudadanía. Por eso apuesto tanto a la capacitación y perfeccionamiento judicial continuo y entiendo que no son una opción sino una obligación de quienes ejercemos la judicatura. Esa es una gran discusión que hay entre muchos jueces y juezas que dicen “vos no me podés obligar”...No, yo no te obligo te obliga la ley.
En cuanto a la colaboración trabajamos de manera conjunta, de hecho formamos una mesa interinstitucional con los otros poderes del Estado y con los profesionales de la abogacía y trabajamos de manera conjunta. A nivel nacional, cuando yo era presidenta de la Asociación en el primer período, en 2009-2010, firmamos muchos convenios de mutua colaboración con distintos estamentos del Estado y con universidades. Eso permitió una inserción de la Asociación en estos ámbito y comenzamos a trabajar y se ha hecho mucho. Cuesta, pero bueno…es como en todos los ámbitos, hay que seguir profundizando estos temas y apelando al diálogo fundamentalmente.
Yo creo mucho en el diálogo, en la interacción porque en el medio está la gente. Esto parece una cosa repetida porque lo dicen mucho los políticos pero créame que nosotros vemos los resultados de la exclusión, de la violencia, de la marginalidad, y nuestra tarea -de los jueces y de las juezas- es justamente revertir estas situaciones. Para eso se necesitan el diálogo y la interacción, de otra forma no se podría hacer.
Desde el año 2004 tengo instrumentado un programa que se llama “La Justicia va a los barrios” que comenzó en la ciudad de Paraná y ahora está en las 18 jurisdicciones de la provincia de Entre Ríos.
Todo comenzó cuando una señora hace una denuncia por violencia de género contra el hijo que le pegaba y le sacaba el dinero de la pensión. Decido ir a buscar a la mujer y me encuentro con que vivía en un basural. Mientras yo le preguntaba por qué no había ido al juzgado la mujer me escuchaba pacientemente, y después que termino mi queja, mi injusta queja, la señora me dice “¿sabe por qué no fui doctora? porque no tengo ropa para subir a los tribunales.” Ese subir no sólo era geográfico sino también era no sentirse digna de llegar a los tribunales para hablar con un juez. Entonces ahí decido diseñar este programa “La Justicia va a los barrios”. En ese momento era jueza de instrucción y cuando llego al Superior Tribunal de Justicia lo propuse al pleno y mis pares lo aceptaron. Usted no sabe la cantidad de problemas que se resuelven.
Para llevar adelante ese programa se necesita del diálogo, de la interacción porque necesitamos hablar con el intendente del pueblo, con el jefe de la comuna, con bomberos, con policía, con el ministerio de desarrollo social, con el ministerio de salud. Entonces necesariamente tenemos que dialogar. Siempre que lo he buscado he encontrado respuestas, nunca he escuchado un no.
- ¿Cómo se siente respecto a la convocatoria a este Encuentro Iberoamericano de Magistradas?
- Yo estoy gratamente sorprendida de la repercusión que ha tenido este encuentro porque en esta situación que está viviendo latinoamérica haya venido este número impresionante de juezas, cada una pagándose sus gastos. Tener ese número de juezas interesadas en venir para tratar estos temas quiere decir que les importa. Esta temática es importante, es importante el abordaje interdisciplinario para que saquemos conclusiones y esas conclusiones las hagamos llegar a los otros poderes del Estado que tienen que hacer leyes y ejecutarlas. Creo que va a ser muy interesante esta reunión que está organizada por el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos que tengo el honor de presidir en este momento, por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y por la Fundación Justicia y Género de Costa Rica que es quien ha motorizado estos encuentros, este es el número 19.
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