El 54% de las personas que trabajan en el Poder Judicial de la Nación son mujeres. Pero solo ocupan el 25% de los cargos jerárquicos. “Existen barreras invisibles que las desalientan a competir para ocupar puestos de mayor decisión y jerarquía”, dice un informe que publicó la organización Fundar y que estuvo a cargo de la abogada Johanna Cristallo.
Fundar hizo un análisis sobre los concursos públicos que realiza el Consejo de la Magistratura de la Nación desde 1999 hasta 2018. Se tomó la información de 3.963 postulantes a 104 concursos que se convocaron para cubrir 226 cargos de camaristas, explica el informe al que accedió Infobae. “Esta base proporcionó información acerca de la cantidad de postulantes en cada etapa, su edad y género, los puntajes que reciben en las evaluaciones de las distintas etapas, la relación entre la edad y el puntaje, y la evolución de la participación de las mujeres en los 20 años de concursos relevados”, explica.
El trabajo detalla la composición de género del sistema de justicia argentino. Las mujeres son más de la mitad de las personas que se desempeñan. Son el 54% del total. Entre el personal de servicio son el 67%, en el área administrativa representan el 58%, entre los funcionarios el 56% y entre los jueces de primera instancia el 31 por ciento. Pero ese número baja a la mitad en los cargos más altos: son el 25% entre los de ministros, procuradores y defensores generales. “Esta situación prácticamente no ha variado en los últimos 20 años”, describe Fundar.
La fundación analizó los concursos de camaristas y encontró que para esos cargos que las mujeres son el 23 % de las personas que se inscriben para acceder a esos cargos. “Sin embargo, una vez que se inscriben, las mujeres avanzan con mejores resultados que los varones en las sucesivas etapas de los concursos. El porcentaje de participación femenina va aumentando en cada etapa: pasa del 23% inicial al 32% en la etapa final”, marca como dato relevante.
Funda ensaya una explicación sobre esos números: “Una posible explicación podría encontrarse en que, a lo largo de las distintas etapas, las mujeres tienen mayor puntaje (tanto en los exámenes de oposición como en los antecedentes y en los resultados finales). Otra variable que influye en el proceso de selección es la edad. Las concursantes son mayores que sus pares varones: las mujeres que resultan exitosas tienen un promedio de edad de 54 años, mientras que los hombres, una media de 51″.
Hay tres dimensiones que el informe destaca: La falta de perspectiva de género de la normativa del concurso, la conciliación entre la vida familiar y la vida profesional y la autoexigencia a la hora de presentarse en un concurso. “El problema del ´techo de cristal´ en el Poder Judicial no puede pensarse de forma aislada, sino que está relacionado con la tensión entre la vida familiar y la laboral, y en cómo esta repercute de manera distinta para hombres y mujeres en detrimento de ellas”, agrega el informe.
Fundar propone seis recomendaciones para avanzar en un sistema de selección más inclusivo y que contemple a las mujeres. Una es modificar el reglamento de concursos para contemplar las distintas barreras sociales y culturales con las que las mujeres se enfrentan en la evaluación de sus antecedentes. También establecer un cupo de género -lo que ya está reglado en el Consejo de la Magistratura de la Nación- y que a la hora del puntaje final tenga más peso el examen escrito que el análisis de los antecedentes “pues está constatado que las personas jóvenes y las mujeres rinden, en promedio, mejores exámenes”.
Las otras propuestas son monitorear los datos y evaluar si se modifican o no con el tiempo los números de mujeres inscriptas a los concursos, impulsar campañas de comunicación para incentivar a las mujeres a presentarse a los concursos y diseñar una política presupuestaria de concursos con perspectiva de género, destinando recursos específicos a su planificación, desarrollo y evaluación.
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