“Me quieren hacer desparecer y echarle la culpa a Mauricio Macri”. Con esta frase, Fernando Sabag Montiel, el acusado de haber intentado matar a Cristina Kirchner, terminó la nueva carta que escribió desde su lugar de detención. La misiva esta fechada el martes 14 de marzo, luego de que trascendieran los detalles de su carta anterior y de que un productor televisivo del canal de C5N lo entrevistara a través del teléfono que él dejó de contacto en el escrito judicial para que el fiscal Diego Luciani lo llamara.
Lo que los funcionarios de los tribunales de Comodoro Py 2002 se preguntan es cómo puede ser que el preso atienda libremente el teléfono en el pabellón del Servicio Penitenciario Federal donde se encuentra alojado, sin contacto con otros detenidos. Es que el joven no está incomunicado, pero les llama la atención la situación ya que se trata de una causa considerada de “gravedad institucional”.
“Pronto despacho”, arranca diciendo. Esta vez, la carta no está dirigida al fiscal Luciani, que acusó a Cristina Kirchner en la causa Vialidad, sino a los jueces que la condenaron a seis años de prisión. “Me dirijo a la Cámara Oral en lo Criminal Federal número 2 a cargo de los jueces Andrés Basso, Jorge Gorini y Rodrigo Giménez Uriburu. Les pido que recusen a María Eugenia Capuchetti”, escribió. El pedido de recusación lo motorizó la querella de la ex presidenta, que asegura que la magistrada no quiere investigar las vinculaciones políticas del atentado.
Sabag Montiel le pidió a los jueces del tribunal oral que “tomen la causa ya que hice el habeas corpus”. Con la misma letra apretada de la misiva anterior, el joven insistió en que quiere que le saquen a sus abogados, los defensores oficiales que lo asisten, y a los que él se niega a recibir. “Están comprados por CFK. Me rompieron el celular en la PSA y me robaron mis instrumentos musicales y mis tres automóviles”, repitió. “Coimearon a Leandro Ulliarte, el padre de Brenda Ulliarte. CFK le dio una casa para tenernos secuestrados”.
El joven también asegura que a Gabriel Carrizo, el jefe de los copitos y preso como partícipe secundario del ataque, le “plantaron un arma” y agregó “como Lagomarsino en el caso Nisman”. Aseguró que “arreglaron” con su inquilino y al que le alquilaba para quedarse con sus propiedades.
Y repitió: “Lo de Revolución Federal es falso. Están armando una historia falsa para los medios y me tienen secuestrado y no me dejan comunicarme con nadie ni que reciba visitas”. Fue así que añadió: “Me quieren hacer desaparecer y echarle la culpa a Mauricio Macri. Llamenmé (y vuelve a dejar su número de teléfono). Gracias”.
El lunes pasado, Infobae reveló la carta que Sabag había escrito para el fiscal Luciani, que nunca llegó a sus manos y se incorporó al expediente. Databa del 3 de marzo, antes de que la Cámara Federal instara al elevar a juicio oral la situación de los tres detenidos en el ataque contra CFK: Sabag Montiel, Brenda Uliarte y Nicolás Carrizo.
La jueza Capuchetti le pidió a la fiscalía cumplir con las instrucciones del tribunal, pero el fiscal Carlos Rívolo, que tiene delegada la causa, entendió que aún faltan una serie de medidas para dar por cerrada esta parte de la investigación. Un último intento en busca de recuperar el contenido del teléfono de Sabag Montiel, que se perdió en las primeras horas de su detención después de que Policía Federal y Policía de Seguridad Aeroportuaria manipularan el equipo.
En ese contacto telefónico, Sabag Montiel confirmó que él quiso matar a la Vicepresidenta y aseguró que actuó solo. “¿Por qué la quisiste matar?”, le preguntaron “Básicamente, a ver (piensa), por la situación del país”. Ante la repregunta si efectivamente la quiso asesinar a Cristina Kirchner, Sabag Montiel no dudó: “Sí, (el arma) estaba cargada, tiré el gatillo y el tiro no salió. Tenía cinco balas el arma”.
“Yo, en vez de tirar el pestillo, imaginate los nervios de estar en un lugar y en vez de tirar la corredera, tiré el pestillo para atrás y cuando tiré el gatillo, no salió el tiro. Porque entre tanto tumulto, tanta gente, estaba nervioso”, simplificó. ¿Te arrepentís de haber hecho esto?, le preguntaron. “No”, respondió el joven sin titubear.
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