El juez Julián Ercolini renovó esta mañana su subrogancia al frente del juzgado federal 11 que perteneció al fallecido Claudio Bonadio y que sigue vacante a la espera de la definición de los concursos en el Consejo de la Magistratura. Ercolini estuvo al frente de durante los últimos dos años de ese juzgado, pero se terminaba el plazo máximo que fija la ley para prorrogar esa subrogancia. Un nuevo sorteo debía resolver quién lo sucedería.
De los doce juzgados funcionando, tres están vacantes: el 11, de Bonadio; el 12, que estuvo al frente de Sergio Torres (hoy juez de la Suprema Corte de Justicia bonaerense); y el 6, que conducía hasta el 2020 Rodolfo Canicoba Corral hasta que se jubiló a los 75 años. El juez Daniel Rafecas, a cargo del juzgado federal 3, subroga el juzgado 6; y Ariel Lijo, que tiene bajo su orbita el juzgado 4, está al frente del 12.
En ese contexto, de los nueve jueces que hoy trabajan en primera instancia, fueron cuatro los que se excusaron para no ser incluidos en el bolillero. María Servini, a cargo del juzgado federal 1, que este año tendrá al frente el operativo de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires; Rafecas, por ya estar al frente del juzgado 6; el juez Marcelo Martínez de Giorgi, al frente del juzgado 8 que explicó que no podía hacerse de cargo de un nuevo juzgado por razones personales y laborales; y el juez Luis Rodriguez, del 9, que ya venían por razones personales no siendo parte de los últimos sorteos.
Aunque está al frente de dos juzgados, Lijo no se excusó, indicaron a este medio fuentes judiciales. No obstante, de haber sido elegido, la ley de subrogancias le hubiera permitido justificar que no podía hacer frente a un tercer juzgado de haber sido elegido. No fue necesario.
En el bolillero entraron las bolillas 2, en representación del juez Sebastián Ramos; 4, por Lijo; 5, por María Eugenia Capuchetti; 7, por Sebastián Casanello; y 10, por Ercolini. Es que, aunque no podía renovarse su subrogancia más allá de dos años, su número volvía a ser incluido en el sorteo. Todo ocurrió en el segundo piso de los tribunales de Retiro. Estuvieron presentes un empleado y un prosecretario del juzgado de Bonadio e Infobae.
Tras varias vueltas a la rueda, el empleado de la secretaría general de la Cámara Federal sacó al elegido. Salió el 10. “Seguimos con Ercolini”, dijo uno de los empleados. El trámite se dio por terminado. No dejó de ser una sorpresa: aunque lo definió la suerte, eran varios en Comodoro Py los que preferían que Ercolini, que viene de estar en el foco de la tormenta por el viaje a Lago Escondido, continuará al frente de ese juzgado.
Allí aún tramita una parte final de la causa de los cuadernos. Pero también las alternativas de lo que es la causa conocida como “Operativo Puf”, las escuchas que se hicieron en la cárcel de Ezeiza y en donde quedó registrado diálogos de Roberto Baratta, Juan Pablo Schiavi y el hoy diputado Eduardo Valdés, quien decía la frase “Stornelli, Bonadio, Puf” o se usaban expresiones como “Domingo de Ramo” o “dolor de muela”. Eran momentos en que estaba investigándose en Dolores la causa que llevó preso al falso abogado Marcelo D’Alessio y que apuntaba al fiscal Carlos Stornelli, a cargo de la causa de los cuadernos. Precisamente, el juez Juan Ramos Padilla, padre del juez Alejo Ramos Padilla que instruyó la causa en Dolores hasta su pase como juez electoral de La Plata, se presentó en la causa como imputado y pidió el apartamiento de Ercolini. Se trató de una discusión de varios meses que incluso llegó a Casación y que hubiera quedado abstracta si Ercolini no volvía a salir sorteado para estar al frente del juzgado.
En términos formales, la nueva subrogancia de Ercolini no cambia nada: todo sigue igual.
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