La industria frutícola es uno de los grandes fuertes de las distintas economías regionales a lo largo y ancho de la Argentina, donde no solo se consumen a nivel local, sino que por su variedad y calidad son demandadas por los mercados más exigentes del mundo.
Fundada en 1932, Kleppe logró consolidarse como el principal productor de peras y manzanas del país. Conocidas bajo el nombre de Frutas Gaucho, la historia de su éxito se basa en la combinación de tradición, tecnología avanzada y una sólida relación con el Banco de la Nación Argentina (BNA), clave en su desarrollo y expansión.
Con 43 chacras propias, tres plantas de empaque y cinco frigoríficas en Cipolletti, General Fernández Oro y Contralmirante Guerrico, la compañía tiene una capacidad de producción de 80.000 toneladas. Este volumen la posiciona como la empresa con mayor capacidad de conservación de fruta del país. Además, exporta el 72% de lo producido a 40 países, que incluyen mercados como Europa, Norteamérica, Asia y África.
Innovación y tecnología en la producción de frutas
“Participamos en un mercado global, y la estructura de costos es un factor clave para nuestra capacidad de competir. Incorporamos tecnologías para hacer nuestros procesos más eficientes y estables, lo que nos permite ofrecer un producto de alta calidad a un costo razonable”, afirmó Pablo Kleppe, gerente General de la empresa.
De esta manera, uno de los diferenciales de Kleppe es haber logrado modernizar por completo su proceso productivo. Es así que en 2015, no solo equiparon sus campos con mallas antigranizo y un sistema de riego de última generación, sino también adquirieron una revolucionaria máquina clasificadora de frutas -basada en IA- que toman 400 fotos por cada fruto y lo comparan con una base de datos, separan las peras y manzanas por tamaño y color.
Esta inversión no pudo haberse llevado a cabo sin el apoyo del BNA. “Realmente, la relación con el banco es fundamental para el crecimiento y desarrollo. Nos permitió consolidar nuestra producción y realizar inversiones clave en tecnología y equipamiento”, destacó Kleppe.
Por su parte, el cambio climático representa un desafío significativo para esta industria. “Vivimos en una zona donde los veranos son muy cálidos y las tormentas de granizo son cada vez más frecuentes. La incorporación de estas tecnologías nos permite mitigar estos efectos y garantizar la calidad de nuestros productos”, explicó Pablo Kleppe. En ese sentido, la incorporación de las mallas antigranizo fue crucial para proteger las cosechas y mantener una producción constante año tras año.
Si hay algo que caracteriza a las compañías de este tipo es su relación con la comunidad donde operan. “Somos conscientes de que en muchos pueblos somos una de las principales fuentes de trabajo, y eso lo tomamos como una gran responsabilidad”, afirmó el gerente General. En temporada alta, la empresa frutícola emplea a casi 3000 personas, de las cuales 2185 son empleados activos durante todo el año.
“El apoyo del BNA nos ha permitido concluir procesos de consolidación de la producción que de otra manera no hubiéramos podido realizar”, enfatizó Kleppe. Actualmente, la empresa tiene una calificación que les permite acceder a distintas opciones para la prefinanciación de exportaciones, lo cual es vital para mantener su competitividad en el mercado internacional.
Los planes a futuro de la compañía, incluyen la consolidación de las inversiones en curso y la expansión en la producción de cerezas y otros cultivos. “Estamos viendo una demanda creciente por productos orgánicos, y queremos estar a la vanguardia de esta tendencia”, agregó el empresario.
La inversión en estas tecnologías le han dado una ventaja competitiva destacable, no solo en el mercado argentino, sino también a nivel internacional. “Nuestros clientes buscan consistencia y calidad, y eso es lo que hacemos”, expresó el gerente General, para finalizar.