Camila Lamarca y Sol Pochat se conocieron hace poco más de diez años, en un taller de arte de la Universidad Di Tella, donde las horas y las actividades compartidas fueron forjando un vínculo que trascendió lo personal. El 2014 las unió comercialmente en Hilo -la galería de arte propiedad de Sol, ubicada en el corazón de Palermo- y fue el comienzo de una historia profesional que hoy trasciende fronteras.
“Hace siete años yo inicié una galería de arte que se llamaba Hilo, en esa galería Cami y yo empezamos a trabajar juntas, ella como artista representada y yo como galerista y artista. Es ahí donde también conocimos a Marga quien era la asistente, o nuestra tercera pata”, detalló Sol Pochat sobre los comienzos de esta relación y la incorporación de Margarita Cerquetti, quien se uniría al proyecto Fonda más tarde como productora.
Comenzado el confinamiento por la pandemia de 2020, Sol decidió cerrar la galería de Palermo, para poder seguir con el desarrollo de su actividad como artista en un espacio cercano a su hogar, un local alquilado que compartiría con Camila y otros dos artistas más.
Muchas personas podrían decir que lo que les pasó fue tener suerte, pero estuvo en ellas ver la oportunidad de encontrar un vacío en un nicho de mercado. “Tengo unos amigos que tienen una marca de indumentaria y hacen muchas producciones fotográficas; uno de ellos un día me muestra una tela pintada que usaba de fondo en sus fotos, comprada por internet. Me encontré con un producto que podía mejorar en cuanto a calidad y técnica enormemente”, contó Camila.
En ese momento ella no dudó. “Le dije a mi amigo que yo podía hacerle uno mucho mejor, pintado y curado a mano. Automáticamente, volví al taller y le conté a Sol; ese fue el germen para empezar a pensar en el emprendimiento y producir fondos pintados a mano para fotografía”, detalló Camila Lamarca sobre los comienzos de Fonda.
Este proyecto, logró -en poco tiempo- no solo reinventar el concepto de fondo fotográfico, sino que también planteó una reflexión sobre la importancia del arte manual en una era dominada por lo digital. “Cada fondo de Fonda es único, pintado a mano y personalizado según las necesidades del cliente. Este enfoque no solo asegura la originalidad del producto, sino que también reafirma el valor de la artesanía y la creatividad en el proceso de creación”, concordaron las Sol, Camila y Margarita.
La expansión vino de la mano -en primer lugar- del “boca a boca”, para luego recibir pedidos que llegaban a través de la web y las redes sociales. Pero no tardó en llegar la oportunidad de trabajar con clientes del exterior, por lo que el desafío de Fonda reside en la esencia de equilibrar la demanda a escala con su compromiso por el trabajo manual y la calidad artística de sus fondos.
“A pesar de los desafíos que esto implica, estamos convencidas que es posible mantener la integridad artística mientras desarrollamos un modelo de negocio rentable en el ámbito del arte aplicado”, aseguró Sol Pochat.
“Fonda no solo enriqueció el mercado con sus productos únicos, sino que también está reafirmando el valor del trabajo hecho a mano en una era dominada por la producción en serie y la digitalización”, explicó por su parte Camila Lamarca.
Para conocer más sobre Fonda y sus propuestas se puede visitar su cuenta de Instagram o su sitio web oficial.