La agricultura moderna enfrenta uno de sus retos más cruciales en su tarea de producir una mayor cantidad de alimentos, a la vez que trabaja en reducir el impacto que esta tiene en la generación de gases de efecto invernadero.
Es así que parte de la lucha contra el cambio climático requiere de un conjunto de prácticas agrícolas responsables que -además de reducir su huella de carbono- contribuyan a lograr un futuro agroindustrial carbono neutral.
“Cuando vemos las emisiones totales del mundo, se habla que aproximadamente un 25% proviene de la agricultura, entonces el desafío es cómo seguimos trabajando en prácticas para poder reducir esas emisiones”, explicó Pablo Leguizamón, gerente de Operaciones Comerciales de Carbono de Bayer Crop Science.
Ante este desafío la industria posee la singular capacidad de revertir parte de este daño a través de decisiones agronómicas que la convierten también en parte de la solución. “Tenemos la oportunidad como industria, de capturar carbono en los suelos, eso nos va a permitir revertir parte de lo que se viene haciendo que lo que se viene emitiendo en los últimos años”, agregó Leguizamón.
La captura de carbono implica el almacenamiento de las emisiones de CO2 producidas en procesos industriales o de generación de energía antes de que se liberen a la atmósfera. De esta forma, gracias a la aplicación de prácticas inteligentes y el uso eficiente de recursos e insumos se logra un camino hacia la mitigación y adaptación a estos desafíos.
Además, la integración de la innovación tecnológica en campos como la biotecnología, la digitalización y la inteligencia artificial presenta una oportunidad para incrementar la productividad agrícola reduciendo su impacto ambiental.
Iniciativas como PRO Carbono de Bayer demuestran que es posible la transición hacia una agricultura más sostenible. El programa pretende colaborar con productores argentinos en la expansión de su productividad mediante la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, que abarcan desde el uso eficiente de recursos hídricos hasta la selección de cultivos y prácticas de manejo que promuevan la reducción del impacto ambiental y el secuestro de carbono.
“Acá es fundamental el rol de la ciencia, el rol de la tecnología para poder producir más en menos tiempo, para ser más eficientes porque también hay una problemática de que cada vez va a ser más restringida al área para producir y de alguna manera el foco también es como regeneramos más”, explicó Pablo Leguizamón.
La transformación requerida en la agricultura de cara no solo al presente, sino también al futuro, es profunda y abarca múltiples facetas. Un ejemplo de ello es la agricultura sin labranza, un enfoque que conserva la estructura del suelo, mejora la retención de agua y favorece la captura de carbono.
Esta técnica, combinada con la protección de cultivos y tecnologías de mejoramiento, se disminuye la necesidad de insumos gracias a herramientas digitales que permiten una aplicación más precisa y racionalizada.
El Acuerdo de París establece la meta de reducir las emisiones globales en un 45% para 2030 y lograr la neutralidad de carbono para 2050. En este contexto, la agricultura se encuentra ante la urgencia y la oportunidad de transformarse y alinearse con objetivos globales de sostenibilidad ambiental.
“Todo el conocimiento que Bayer viene generando hace más de diez años tratamos de transferirlo a referentes en cada una de las regiones de país, que lo que hacen es entender la situación, hacer un diagnóstico para definir junto al productor, cuáles son las mejores prácticas a implementar”, aseguró el gerente de Operaciones Comerciales de Carbono de la compañía alemana.
De esta forma, la adaptación de prácticas agrícolas sustentables representa un pilar fundamental para Bayer, en este esfuerzo conjunto por un futuro viable, no solo para el sector agroindustrial sino para la sociedad en su conjunto.