Los primeros 1000 días de vida de un niño son claves para su futuro: la brecha de cero a tres años determina sus posibilidades de supervivencia, crecimiento saludable y desarrollo de capacidades de pensamiento, emocionales, sociales y verbales.
En ese sentido, la lactancia ocupa un lugar primordial. No solo es importante para la nutrición e hidratación de los recién nacidos, sino que la leche materna protege contra enfermedades: previene infecciones gastrointestinales y respiratorias, obesidad, diabetes, leucemia, alergias, cáncer infantil, hipertensión y colesterol alto.
De acuerdo con UNICEF, los niños alimentados con leche materna tienen menor riesgo de mortalidad en el primer año de vida que aquellos que no. Es por eso que la OMS la recomienda como fuente exclusiva de alimento hasta los seis meses de edad, para luego hacer una combinación con otros nutrientes hasta los dos años.
Pero, además de los beneficios para el sistema inmunológico, la lactancia es positiva por fomentar el contacto humano. El “piel a piel” contribuye en el buen sueño de los bebés, estabiliza su frecuencia cardíaca y reduce la ansiedad.
Es por eso que no hay que alarmarse si el bebé tiene manos o pies fríos. Esto se convierte en una oportunidad para colocarlo en el pecho: este simple acto regula su temperatura y le hace sentir el latido del corazón de su madre o padre.
Otro punto importante sobre las primeras horas de vida de los bebés es que deben ver al neonatólogo al menos dos veces para determinar si existen factores que puedan generar complicaciones en su salud. Esto se realiza a las 24 horas y luego antes de recibir el alta del hospital.
“Pesquisas neonatales”. El nombre puede llegar a asustar, pero se trata solamente de cinco gotitas de sangre del bebé que se analizan 40 horas después de su primera comida: así se detectan enfermedades como hipoacusia, hipotiroidismo congénito, fibrosis quística, entre otras.
El resultado de la pesquisa se verá en el primer control pediátrico. Se sugiere elegir cuidadosamente al médico que controlará la evolución del bebé, porque será este quien evacúe todas las dudas de las familias a lo largo de su desarrollo.
“¿Qué pasa con lo que queda del cordón umbilical en el bebé?” es una de las consultas más comunes. El procedimiento es bastante sencillo en realidad: limpiar con una gasa con alcohol (sin lastimar la piel que lo rodea), envolver con gasa seca y repetir el proceso cada vez que se cambian los pañales.
El cordón se desprenderá cerca de la tercera semana de vida. Esto indica que el bebé ya está preparado para recibir su primer baño.
Igualmente, una vez que ocurra la caída se debe continuar con el procedimiento de limpieza durante tres días. Puede aparecer un leve sangrado, pero se debe acudir al pediatra en caso de que sangre mucho, aparezca mal olor o surja un enrojecimiento alrededor de la piel.
Un dato a no olvidar: la pinza del cordón solo puede ser retirada por personal calificado.
Cuando el bebé ya se encuentra en casa, es importante tomarse un tiempo para acondicionar el ambiente “ideal”: nada de temperaturas ni ruidos extremos, teniendo en cuenta que los recién nacidos sienten el mismo frío o calor que los adultos.
También se recomienda vestirlos con ropa suave, cómoda, fácil de maniobrar y sobre todo, que no irrite.
En cuánto a los seguimientos médicos, se sugieren al menos tres consultas entre el nacimiento y las seis semanas de vida. Durante los primeros meses también existen vacunas de rutina que protegen contra enfermedades graves o potencialmente mortales, es importante respetar esos esquemas.
Algunas vacunas causan reacciones, por lo que hay que informarse con el médico para estar preparado y no asustarse.
Por último, el gran dilema de los padres: cómo prepararse para la hora de dormir. Algunas recomendaciones básicas son: contar con un colchón firme sin almohadas ni juguetes, que la cuna tenga barandas de 60 cm y que los barrotes cuenten con una separación de entre 4,5 y 6 centímetros.
Posicionar la cuna cerca de la cama matrimonial puede crear tranquilidad tanto en los adultos como en el bebé. En ese sentido, los recién nacidos no deben dormir con sus hermanos ni sus padres, tampoco en cochecitos, sillones o incluso en el “huevito”.
Para favorecer su desarrollo y disminuir el riesgo del “síndrome de muerte súbita del lactante”, el niño debe dormir boca arriba, con ropa cómoda y sin mucho abrigo. Sus pies deben permanecer apoyados contra la parte inferior de la cuna y con los brazos por arriba de la sábana.
¿Por qué son tan importantes estos cuidados?
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), todos los días fallecen 255 bebés antes de cumplir su primer mes de vida en América Latina y el Caribe. Las causas son prevenibles: complicaciones durante el parto, nacimiento prematuro o infecciones. La falta de acceso a una atención médica de calidad es clave.
Es por eso que Huggies se une a UNICEF con la misión de que más bebés sobrevivan a sus primeros días de vida y se desarrollen de forma saludable. La compañía contribuyó con 5 millones de dólares que beneficiarán a 4,5 millones de bebés, familias, cuidadores y profesionales durante los próximos dos años.
“Somos una empresa que cree en el poder del cuidado temprano y en su capacidad de hacer del mundo un lugar mejor. Por eso, estamos orgullosos de renovar nuestra alianza con UNICEF y hacer todo lo que esté en nuestras manos para brindar a los bebés, niñas y niños de nuestra región todos los cuidados necesarios desde el inicio de la vida”, aseguró Gonzalo Uribe, presidente de Kimberly-Clark en América Latina.
Los países alcanzados por este proyecto son Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay.
Esta alianza entre Kimberly-Clark (la compañía que fabrica pañales y toallitas húmedas Huggies) con UNICEF no es nueva. En 2019 se estableció a través de una contribución de 7.2 millones de dólares. Esta primera fase (desde 2019 a 2022) impactó positivamente en la vida de más de tres millones de niños, familias y profesionales de la salud en 15 países de América Latina y Caribe.