Cultura nacional: por qué las obras en Santa Catalina ponen en alerta a un patrimonio histórico en la Ciudad de Buenos Aires

La manzana en la que se encuentran la iglesia y el monasterio, donde se presume que aún hay elementos arquitectónicos de la época colonial, corre riesgo ante una posible nueva construcción. Por qué es un lugar relevante tanto para los vecinos como para los profesionales de la arqueología y cómo se debería preservar

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La iglesia y el convento
La iglesia y el convento fueron propiedad de las Monjas Catalinas desde el siglo XVIII hasta 1970 (Basta de Demoler)

Quienes recorren el Microcentro porteño pueden ver que aún existen edificaciones pertenecientes a los primeros años de vida de la Argentina. Sin embargo, quedan pocas construcciones en pie previas a esa época, lo cual resulta una dificultad al momento de conocer cómo era la vida en Buenos Aires durante la época colonial.

Unos de los elementos arquitectónicos que la ciudad mantiene del período de dominio español son la iglesia y el monasterio de Santa Catalina, que están ubicados en la manzana comprendida entre Avenida Córdoba y las calles Viamonte, San Martín y Reconquista.

Ambos establecimientos fueron declarados Monumento Histórico Nacional, lo que les permite gozar de protección integral y estructural. No obstante, recientemente se pudieron constatar tareas de movimiento de suelos y el empleo de maquinaria pesada que implican el desarrollo de una obra con un impacto significativo en la zona.

Esta amenaza ha puesto en alerta a la comunidad local, ya que se trata de un Área de Protección Histórica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por su reconocido valor patrimonial. Cabe destacar que Santa Catalina es una de las cuatro iglesias en la Capital Federal que aún conservan el arte del siglo XVIII.

La manzana donde se encuentran
La manzana donde se encuentran la iglesia y el monasterio Santa Catalina es un Área de Protección Histórica de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Rodolfo Seide/Santa Catalina)

“Los objetos arquitectónicos permiten seguir el curso de una historia. El problema de su pérdida es que la gente tiende a olvidarse que esto pasó acá”, afirma la doctora Ana Igareta, investigadora adjunta del CONICET por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata y curadora de colecciones arqueológicas del Museo de La Plata.

La manzana donde están la iglesia y el monasterio ha sido propiedad de las Monjas Catalinas desde el siglo XVIII hasta 1970. Tras un estudio que se realizó en 2001 para Casa FOA a cargo de Daniel Schavelzon, se estima que allí se ocultaron elementos de valor durante las invasiones inglesas para evitar que fueran robados o vandalizados.

Asimismo, el relevamiento sostiene que allí habrían sido inhumadas distintas personas vinculadas con el convento. Se cree que esta práctica se realizaba en una sala ubicada sobre la actual calle Viamonte. Los restos nunca fueron retirados y permanecen en su sepultura original.

“Se detectó la posible existencia de una capilla destinada al entierro de esclavos africanos, cuyas actividades en Buenos Aires durante esa época representan para la arqueología algo que apenas se empieza a perfilar: tener esto en un terreno que no ha sido construido en su totalidad es una posibilidad única”, revela Igareta.

La investigadora también señala que aunque intervenciones arquitectónicas anteriores hayan alterado una parte del registro, es muy probable que existan elementos que hayan quedado intactos, lo cual demuestra aún más el valor de la conservación de Santa Catalina y su entorno.

Una investigación arqueológica detectó que
Una investigación arqueológica detectó que en Santa Catalina se escondieron objetos de valor durante las invasiones inglesas (Rodolfo Seide/Santa Catalina)

Más allá de la protección de espacios de valor patrimonial por parte del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, las tareas de movimiento de suelo realizadas en la zona se presentan como una real amenaza para las investigaciones que pueden realizarse allí.

Frente a este panorama, la ONG Basta de Demoler y los vecinos de la zona han presentado un proyecto de expropiación por causa de utilidad pública para construir una plaza. En sus fundamentos, se afirma el valor histórico del lugar, la importancia cultural en torno a las universidades y museos de la zona, así como la cuestión ambiental ligada a la necesidad de espacios verdes en el centro porteño.

“Planificar el futuro de una ciudad como Buenos Aires, que pretende atraer turismo, implica reconocer cuál fue el origen de esa sociedad y qué participación tuvieron diferentes grupos humanos en su construcción y cuáles fueron los espacios donde ocurrieron eventos que definieron el rumbo de la historia nacional”, asegura la arqueóloga.

La conservación de los espacios patrimoniales como Santa Catalina representa un desafío para la Capital Federal. Cuidarlos y transitarlos le permiten a la gente no solo entender cómo se vivía en la época colonial, sino poder contar sus propias historias en el futuro, más allá de las transformaciones que van sucediendo.

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