La pandemia, por sorpresiva y masiva, paralizó el mundo de un momento a otro, derrumbando el consumo energético. En 2019, la producción y consumo en el mundo de gasoil, por ejemplo, fue de 27.801.000 barriles por día, en tanto, en 2020 fue de 25.765.000, según datos del Centro de Estudios de Energía Política y Social (CEEPYS). Pero ahora, cuando la sociedad pareciera estar dejando atrás al COVID-19, el movimiento industrial aumentó exponencialmente llevando el consumo a valores superiores a los de antes de la aparición del Coronavirus.
“La pandemia redujo fuertemente la demanda de combustible en el mundo, el consumo de crudo a nivel global pasó de 100 millones de barriles por día a 75 millones, aproximadamente. Sin embargo, el panorama actual se explica por el crecimiento sostenido de la demanda a raíz de la salida de la pandemia junto con la incertidumbre producto de la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias”, manifiesta Martín Bronstein, director del Centro de Estudios de Energía Política y Social (CEEPYS).
Estos dos factores provocaron un fuerte aumento de los costos de todos los insumos energéticos. “. “Argentina, para mencionar un dato, ha importado GNL el año pasado a un promedio de 8,33 dólares y ahora el promedio base es de entre 27 y 28 dólares”, explica Bronstein.
El impacto en materia de energía que trajo el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania se debe, principalmente, a que Rusia es un gran productor y exportador de energía. Los países más poderosos del mundo han iniciado una serie de sanciones entre las que se encuentra la reducción drástica en la compra de insumos energéticos rusos lo que, no obstante, también les trajo complicaciones a ellos mismos.
“Europa históricamente dependió de Rusia; para su abastecimiento de gas en un 40% y en un 30% de petróleo, ahí se explica su fuerte dependencia de la energía rusa. Para paliar esta situación, Estados Unidos está aumentando fuertemente sus exportaciones de gas natural licuado hacia Europa. Sin embargo, la crisis energética en Europa no cede y el GNL ya volvió a superar la barrera de los 50 dólares el millón de BTU. Por su parte, Rusia está buscando nuevos mercados y con ese objetivo se está volcando hacia el continente asiático, más precisamente a China”, contextualiza el director del CEEPYS.
Inflación y escasez: enemigos de la política “verde”
El alza en los precios de la energía tiene un impacto directo en el costo de los productos que se usan en el día a día en todo el mundo. Europa superó el 9% de inflación anual, valores que no se habían visto antes. Francia y Gran Bretaña están gastando decenas de miles de millones de euros en subsidios a los consumidores para que no se le disparen las boletas.
En la misma línea, Estados Unidos alcanzó su máxima inflación en décadas. “Biden, el presidente líder de la lucha contra el cambio climático, está llamando a las productoras de petróleo y gas a que produzcan más y a que bajen los precios de la energía. Esto es un fenómeno que está atravesando todo el mundo”, recalca Bronstein.
Europa, hasta hace poco estaba con un déficit diario de 1 millón de barriles de gasoil que los tenía que rescatar o utilizar de sus reservas estratégicas almacenadas. Alemania, el gran país verde de Europa, reactivó el carbón para consumo eléctrico y usará el gas ruso para llenar sus reservas para el invierno. La decisión implica un replanteamiento del abandono de esa energía fósil, en tanto el gobierno también evalúa aplazar la desconexión de las tres últimas plantas atómicas del país.
Según diversos analistas internacionales, esta es la crisis energética más grave que hubo hasta el momento.
Si bien los factores que construyeron esta realidad parecen coyunturales, tienen raíces profundas y estructurales que deben conocerse para comprender la situación que se está atravesando. “Quiero destacar que estamos viviendo una problemática mundial. Esto sucede porque estamos saliendo de circunstancias bastante anormales”, subraya Bronstein.