Cuando era muy chica, Yesica soñaba con convertirse en médica. Sin embargo, con el tiempo fue cambiando. Pero si algo se mantuvo intacto fueron sus ganas de crecimiento, su incansable esfuerzo para superarse a sí misma. Justamente esto mismo hizo que, cuando apenas promediaba el colegio primario, solicitara a sus padres que la cambiaran de escuela ya que consideraba que no estaba aprendiendo lo suficiente. Y así fue. Lo que siguió fue convertirse en abanderada año tras año.
Finalmente, una vez que la medicina quedó atrás, se inclinó por la carrera de Ingeniería en la Universidad de San Juan. A eso le siguió una maestría en metalurgia extractiva y otra en administración, estrategia e innovación.
Cuenta que a nivel laboral siempre tuvo dos sueños importantes: trabajar en una importante petrolera y en una mina. A los 31 años ya cumplió ambos. Sin embargo, reconoce que Veladero fue el lugar que la transformó.
Hoy es Superintendenta del Valle de Lixiviación. Es la primera vez que una mujer ocupa un cargo tan relevante en la producción de la mina y, además, tampoco había sido un puesto desarrollado por una persona tan joven. A ella, lejos de asustarla, esto la motivó aún más. “Ser mujer en minería es un desafío personal y, si a eso le sumamos ser una persona muy joven, liderando áreas de trabajo, puede ser difícil. Al principio creo que fue un tabú; no sólo que las mujeres mineras estén en puestos de gestión sino también llamarlas a puestos operativos, pero ojalá que esto empiece a cambiar”, cuenta.
Sus días comienzan temprano, con reuniones junto al equipo de trabajo. Es la única mujer que lidera esas charlas porque, si bien con el paso del tiempo se han incorporado otras mujeres, el trabajo más arduo aún se concentra en los hombres. Yesica allí es la que lleva la voz de mando. En base a trabajo y disciplina, se ganó su espacio y hoy su mirada es la buscada por todos aquellos que aprendieron a respetarla.
“La primera reunión es a las siete y media de la mañana, donde realizamos la coordinación. Generalmente salgo al campo y vamos a ver los frentes. Es importante que se sepa bien qué se va a hacer, cómo se va a hacer, dónde se va a hacer y cuál es el impacto en lo que se va a hacer. No sólo en ese día sino también cómo vamos a ejecutar el plan de la semana. Habitualmente tenemos un plan de corto, mediano y largo plazo”, señala.
Su paso es seguro y su mirada es firme. Por fuera, por momentos parece una chica de hierro, con el ímpetu y la fortaleza para llevarse el mundo por delante. Su área, como muchas otras, exige máxima precisión, y ella misma no se permitiría jamás una falla en su trabajo. Sin embargo, por dentro no puede dejar de emocionarse cada vez que menciona a su familia.
Sus padres son su ejemplo. Ellos están orgullosos de los pasos de “soldado”, como la llama su papá Cacho: “Mi papá desde chica me ha dicho soldado porque para él soy una persona que siempre acompaña y que siempre hice caso. Como un buen soldado”, agrega.
Y el apodo no es tan errado. Para ella la disciplina y el trabajo en equipo es indispensable, no concibe el trabajo de otra manera: “Sos Veladero, no sos procesos, no sos mina, no sos mantenimiento, sos uno solo. Esa sinergia que hay, ese buen clima laboral, esas coordinaciones que tenés, cada vez más desafiantes, por la escala, por las condiciones operativas, por el clima. Porque el clima también te desafía. La verdad es que es muy gratificante pero tenemos que trabajar en equipo y de manera consciente”, afirma.
A punto de casarse con un joven que conoció también en una mina, la chica dura de Veladero se debate entre los encuentros que tanto ama con sus padres y hermanos, los preparativos para el casamiento, la construcción de su próxima casa y estar pendiente constantemente de que todo en la mina se encuentre bajo control.
Así de movido imagina su futuro. Pero lo único que le gustaría sumar es la llegada de más mujeres a la minería. Si bien el número fue creciendo, considera que aún se necesitan más mujeres en diferentes puestos. “Pienso que hay que seguir trabajando para invitar a que se sumen a esta experiencia. Hay un voto de confianza bastante valedero que quizás antes no estaba, para llamar a mujeres a puestos operativos. Que se sepa qué es el liderazgo a nivel de campo, cómo interactúa en la operación y cuál es el valor del negocio, no sólo hablo de procesos sino de la mina, geología, mantenimiento, procesos. Y en esto sí que me gustaría ser una referente en Veladero, abriendo paso a que muchas mujeres se sumen”, señala.
Ese camino ya está en marcha. Durante 2021, la mina dictó un entrenamiento para operadoras de camión Fuera de Ruta exclusivamente para mujeres. Luego de seis meses de programa, 17 mujeres del departamento de Iglesia quedaron certificadas para operar camiones gigantes y podrán ser convocadas para las vacantes laborales disponibles. Además, siguiendo los pasos de Yésica, entre los 53 participantes del programa de jóvenes profesionales de las carreras de geología, ingeniería y finanzas, el 70% son mujeres.
La vida a futuro de Yésica está allí. Esa mina le dio la oportunidad -que jamás defraudó- de cumplir todos sus sueños. Y aún va por más.