Andrés Martínez ama a su querida San Juan. Su amor es tan grande que emociona. Su tonada al hablar, sus raíces, sus creencias, todo está enfocado en esa amada tierra. Hijo de padre tornero, comenzó junto con sus dos hermanos a trabajar desde muy joven con el oficio que había conocido casi desde la cuna. Sin embargo, un día la vida y esa cuota de suerte que suele aparecer en el momento preciso hizo que, a sus 18 años, comenzara a forjarse el sueño más importante que alguna vez haya imaginado.
Los inicios de una pequeña empresa familiar
Si bien aprendió el oficio desde muy niño, recuerda su infancia como un aprendizaje constante. Admite que muchas veces vivían con lo justo, porque todo ingreso que llegaba a la casa era para comprar nuevas herramientas y así lograr crecer en el trabajo. “Mi papá siempre, desde el día uno, desde que se compró la primera llave, el primer torno, ha pensado en grande. Él siempre decía “Esto no se puede hacer en otro lado que no sea en San Juan; se tiene que hacer acá y, a su vez, traer trabajos de afuera a San Juan”, recuerda.
La familia Martínez, tan unida y con una visión inamovible: el futuro está en San Juan. Y así sucedió. Un día, con apenas 18 años, surgió la posibilidad de reparar el generador eólico de Veladero. Si bien ya tenía experiencia en trabajos de metalurgia y su meta era absorber todo el conocimiento posible, esto se planteaba como un desafío inigualable. El más importante de su vida. Afortunadamente, el miedo no lo detuvo y decidió, junto con su hermano, estudiar la manera de solucionarlo. Héroes o nada.
“Ese primer día en Veladero no me lo voy a olvidar nunca. El generador eólico que está acá en Veladero es récord Guinness. Está situado a la mayor altura del mundo. Era algo muy complicado que se tenía que reparar, sino se debía desarmar. Nosotros, unos jóvenes intrépidos, logramos que se pudiera reparar sin desarmar. Y por suerte nos acompañó la gente de mantenimiento durante todo el proceso. Aprendimos muchísimo y eso yo creo que fue la primera cosecha, el primer fruto que comimos de Veladero”, señala.
A partir de ahí su vida cambió por completo, Veladero entró en su historia y ya nada volvió a ser igual. Hoy, junto con su familia son dueños de Indumet, una empresa que se dedica a la fabricación, mantenimiento y reparación de grandes componentes de la industria en general.
Como ellos, más de 402 proveedores sanjuaninos de diferentes rubros han logrado desarrollarse, incluso fuera de la provincia, gracias a su trabajo junto a la mina. De esta manera, la minería crea oportunidades y una fuente de valor para todo el país.
Pero cuando se sueña en grande, los límites son cada vez más altos. Hace un año y medio, aproximadamente, surgió un nuevo desafío: “Veladero consume o requiere las tolvas de los camiones fuera de ruta, los 793. Y esas tolvas no se fabrican en el país. Entonces, Veladero tomó la decisión de decir: “Bueno, desarrollemos las tolvas”. Entonces, nosotros, junto con la ingeniería y nuestra experiencia, porque nosotros ya veníamos reparando tolvas, comenzamos con el diseño”, aclara orgulloso Andrés.
Cabe mencionar que las tolvas son la “caja” donde los camiones mineros transportan hasta 240 toneladas de mineral. A partir de allí, Indumet decidió que comenzaría a fabricar sus propias tolvas. “El diseño es 100% nuestro. Incorporamos la máquina; hicimos la ingeniería; y empezamos a construir la tolva Indumet, diseño de San Juan, con ingeniería de profesionales de San Juan”, comenta con orgullo.
Hoy su vida se divide en su fábrica, ubicada en la ciudad y sus idas constantes a la mina, en donde también tiene su taller. Es un ejemplo de superación que parecería no tener fin. Su pequeña empresa sanjuanina creció tanto que constantemente suman nuevos trabajadores y equipos.
Andrés pasa sus días pensando en nuevas estrategias y formas de trabajo para Veladero. Su ejemplo y referencia en la vida son sus padres. “Algo que siempre valoro muchísimo es el amor que veo que mi papá le tiene a mi mamá. Esa unión que ellos formaron fue lo que hizo que pudiéramos estar dónde estamos hoy. Todo lo sacaron adelante, simplemente por el amor que se han tenido y el respeto que se han tenido toda la vida. Entonces yo creo que con ese amor que ellos nos han reflejado a nosotros, el trabajo, las ganas de crecer, de superarse, ya el combo me parece perfecto”, agrega emocionado.
La mina cambió la vida de Andrés. Su amor al referirse a ella es tan fuerte que contagia: “Veladero cambió San Juan. Ha dado trabajo a numerosas familias. Nosotros, en particular, pudimos armar una empresa de la que estamos orgullosos; con maquinarias nuevas; haciendo inversiones; apostando, porque creemos que va a venir más minería y vamos a seguir con trabajo y eso ya es motivo para continuar soñando”, concluye.