El plástico es un material reciclable que está presente en botellas, envases, tapitas, papel film, bolsas, sachets, potes, sillas, bidones, telgopor, radiografías, vajilla descartable, envoltorios de golosina y biromes, entre tantos otros productos que se utilizan a diario. Muchos de estos envases son, a la vez, reutilizables y reciclables. Por ejemplo, la bolsa plástica.
Según datos de la empresa DOW, en promedio, cada habitante genera 1,5 kg de basura por día. En esa línea, en la Ciudad de Buenos Aires se producen 6.760 toneladas de basura diaria, lo que equivale al peso de 600 colectivos. Más del 40% son residuos secos que se pueden recuperar si se separan correctamente.
Por esta razón, en el camino de la economía circular resulta esencial la concientización para la correcta separación de residuos en origen, una acción que facilita posteriormente la tarea de los recuperadores urbanos. Este es el objetivo de la última iniciativa de Dow, Necho y Amiplast.
“Esta campaña no sólo ayuda a concientizar y educar sobre la importancia del reciclado y el tratamiento de los residuos sino que, al mismo tiempo le da impulso a la economía circular ayudando a la reducción de plástico en el medioambiente”, afirmó Martín Bianchi, gerente de Sustentabilidad de Dow para Región Sur de América Latina.
Cómo se debe separar los residuos
De acuerdo con las prácticas actuales, la recomendación es utilizar dos bolsas diferentes, una negra para la basura general y otra verde para los reciclables. En relación, Necho ofrece al mercado sus bolsas Asurin verdes y negras, que ya se fabrican utilizando un porcentaje de material reciclado.
En la bolsa negra deben depositarse restos orgánicos (si no se realiza compost), papel y cartón sucios, vidrios como lámparas fluorescentes compactas, lámparas de bajo consumo, tubos fluorescentes, lámparas halógenas (aconsejable depositar las lámparas en los puntos de recolección especial), espejos, entre otros. Por otra parte, en la bolsa verde debe depositarse los materiales reciclables: plásticos limpios, papel y cartones secos, metales ferrosos, latas y envases de vidrio transparente o de color, entre otros.
“Las acciones individuales son muy importantes para fomentar la economía circular. Desde la empresa y a través de nuestra marca Asurin, buscamos colaborar en la separación de los residuos de manera segura, porque creemos que es muy importante el aporte que cada uno puede hacer respecto al reciclado y el manejo responsable de los desechos. Confiamos en que este proyecto conjunto ayudará a lograr el objetivo común”, señaló Marilú Filipuzzi, gerente de Marketing y Trade Marketing de Necho.
Dado que el plástico es un material noble, en su proceso de fabricación Necho recicla el 100% de su desperdicio y al mismo tiempo, recupera el desperdicio de otras empresas. De esta manera, fomenta el reciclado del material posconsumo y la economía circular. Por su parte, Amiplast recicla a través de cooperativas alrededor de 150 toneladas de plástico por mes.
En ese sentido, en la Ciudad de Buenos Aires y diferentes municipios a lo largo del país se despliegan Contenedores Verdes, Campanas Verdes o Puntos Verdes para los residuos secos. La bolsa verde tiene como destino el centro de clasificación y es abierta por un recuperador que separa los materiales aprovechables, mientras que la bolsa común con los residuos no recuperables va directo a disposición final.
Los materiales recolectados en dichas estaciones verdes van a diferentes cooperativas de recuperadores que agregan valor a los reciclables con tareas de clasificación y procesamiento. Luego, vuelven a la industria siguiendo el modelo de una economía circular.
Para 2030, Dow tiene el objetivo de lograr que un millón de toneladas de plástico sean recolectadas, reusadas y/o recicladas y para 2035 conseguir que el 100% de sus productos para empaques sean reutilizables o reciclables. Para esto, las alianzas colaborativas con los distintos eslabones de la cadena de valor son la clave.
Por lo tanto, las organizaciones están invitadas a sumarse a la Red de Economía Circular de la Ciudad de Buenos Aires para establecer un espacio de trabajo articulado entre los distintos actores que forman parte de la sociedad. La participación de entidades de diferentes sectores –empresas, ONGs y universidades- es de suma importancia para que cada actor social sea consciente de la gestión de los recursos y residuos, e incorpore los principios de la economía circular.