Además de neurólogo y difusor de la neurociencia, Facundo Manes también tiene mirada y perspectiva de político. Cree fervientemente en la necesidad de “encontrar un proyecto que nos una, que nos haga sentir parte a todos los argentinos”.
En este décimo y último episodio de “Vení que te leo”, Alejandro Finocchiaro se abre al diálogo con Manes, después de haber conversado con Mark Kent, Mateo Salvatto, Federico Andahazi, María Julia Oliván, Eduardo Sacheri, Diego Brancatelli, Mario Pergolini, Carlos Rottenberg y Claudia Piñeiro en las entregas anteriores.
“Entre muchas virtudes, Facundo logró que una disciplina que, a simple vista parece críptica e indescifrable, se convierta en algo que se puede divulgar, se puede entender pero nos muestra cómo las neurociencias son parte de nuestra vida cotidiana, cómo nos afectan, cómo nos relacionamos con los demás”, lo definió Finocchiaro.
Como en cada ocasión de “Vení que te leo”, el fuego de la charla se abrió con una cita de un libro. En este caso, extraída de “El cerebro argentino”, libro de Manes, específicamente del capítulo “Hay equipo”. “Una de las postales tradicionales de nuestro país, que no distinguen capitales y pueblos, son esos descampados, esas plazas, esos parques y esas calles con chicos jugándose la vida en un picado. Puede no haber arco, pueden o no tener camisetas a todo. Pero lo verdaderamente imprescindible son las ganas, la mismísima pelota y el equipo. Lo sabe el que juega y lo sabe también su compañero. Para jugar no basta ser efectivo con las capacidades motoras y de juego, sino también con las habilidades sociales”.
Alejandro Finocchiaro: -¿Hay equipo entre los argentinos? ¿No podemos formar un equipo? ¿Qué nos pasa con eso?
Facundo Manes: -Bueno, tuvimos equipo. Vos mejor que nadie sabés que la Ley 1420 fue un proyecto de nación, no solo fue un proyecto educativo: una escuela en cada pueblo. La democracia fue un proyecto colectivo, también. Hoy necesitamos un nuevo proyecto colectivo. Cuando no hay un proyecto colectivo, cuando no hay un proyecto estratégico de país, el equipo es más difícil. Cuando alguien en el 81 quería normalizar la universidad o recuperar la justicia, o normalizar la AFA… si iba por cada camino, no lograba la democracia exponencialmente: fuimos por un proyecto democrático y al otro día se normalizó la AFA, hubo justicia, se normalizó la universidad. Creo que nos está faltando, para que haya equipo, un proyecto de país que no sea de un grupo, que no sea de una coalición, que sea el de todos los argentinos, como fue la ley 1420, como fue la democracia. El desafío nuestro es encontrar un proyecto que nos una, que nos haga sentir parte a todos los argentinos, que para mí es el conocimiento, es el paradigma del conocimiento, que es invertir en la gente, invertir en la innovación, ciencia y tecnología y vincular esto con el sector productivo. Allí vamos a entender que son importantes las instituciones, la geopolítica, la educación, la nutrición, la salud. Si tenemos un proyecto de país que es exportar básicamente materias primas, no valoramos la importancia de todas estas cosas. Yo creo que hay equipo, pero nos falta un sueño colectivo, un sueño en común.
Finocchiaro: -¿Es tan difícil explicarle a un extranjero por qué en la Argentina somos pobres. ¿No te parece que se puede trabajar sobre esa idea de salir de la decadencia?
Manes: -Sí, coincido que el proyecto colectivo que nos debe unir, más allá de la ideología y clase social, es el proyecto de desarrollo inclusivo. Soy optimista por dos cosas: primero, porque nunca hicimos el tratamiento correcto, dimos volantazos para un lado y para el otro, pero nunca hicimos el camino al desarrollo en las distintas administraciones. Nunca hicimos políticas de estado orientadas al desarrollo. En 1970, la economía argentina era más grande que la economía brasileña. Hoy, el estado de San Pablo y sus alrededores, tiene una economía más grande que la de nuestro país. En 1975, Argentina tenía un 5% de pobres. Hoy vamos a llegar a la mitad de los argentinos en la pobreza. Somos el país con mayor recesión de los últimos 60 años, más que Chad, Burundi, Congo y Haití. Hace medio siglo que tenemos el mismo ingreso per cápita que hoy: es medio siglo perdido. Es un país en decadencia, son datos y nadie puede tirar la primera piedra. ¿Cómo salimos de eso? Con un proyecto de desarrollo como el que hicieron los países que se desarrollaron. No tenemos que inventar la rueda, pero tenemos que cambiar las prácticas de siempre. Y acá nunca hicimos el tratamiento correcto. Yo soy médico, por la tarde atiendo en mi consultorio. Y si viene un paciente diabético que está en mal estado, si yo le pregunto “¿Qué estás tomando?” y me dice que está tomando la medicación correcta, yo soy pesimista, porque está muy mal pero tomando la medicación correcta. Pero si el mismo paciente viene mal y yo le digo “¿Que está tomando?” y está tomando la medicación equivocada, soy optimista aunque lo vea mal, porque nunca tomó la medicación adecuada. Y Argentina nunca invirtió lo suficiente en innovación, ciencia y tecnología como para entrar en el camino del desarrollo y que impacte en el PBI. Y nunca lo vinculó con el sector productivo. Además soy optimista porque Argentina es una frustración, pero lo es porque todavía hay esperanza y expectativa. Nadie tiene esperanza sobre algo que está muerto.
Finocchiaro: -¿Cómo invertimos en el cerebro de los chicos? ¿Qué tenemos que hacer?
Manes: -Primero, tenemos que entender que la mayor riqueza de una sociedad no está en los recursos naturales, ni en los capitales financieros, está en los recursos cognitivos, sociales y emocionales de las personas que componen esa sociedad. Y tenemos que entender que cuando hablamos de esto y cuando hablamos de educación, muchos nos responden que hay otras prioridades, como la economía. Y lo que tratamos de explicar es que el capital humano y la educación, es la discusión económica de nuestro tiempo. La competencia de los países es por el sistema educativo, científico, de innovación. Ahí está la soberanía y la base del desarrollo social. Tenemos que invertir en la gente, en la nutrición, la salud, la educación, para que aquella gente pueda aprender, investigar, innovar, ser creativa. Y ese vínculo entre la innovación y el sector productivo, es el camino para sacarnos de la pobreza. Además de algo humanitario, que es darle a todo el mundo el potencial de desarrollar su capacidad, tenemos que hacerlo para desarrollar nuestra economía. La mejor inversión de un país es en su gente. Si no aprendemos esto, vamos a llegar a un 70% de pobres, aún sin pandemia. Porque la Argentina tiene una economía que es básicamente primaria y de productos derivados de los recursos naturales con poca innovación, poca marca, poca ciencia. Si no cambiamos esta mentalidad, lamentablemente todos los gobiernos van a fracasar y vamos a seguir administrando la pobreza, a seguir discutiendo el subdesarrollo sustentable. Necesitamos un cambio de mentalidad colectiva, para saber que no está mal tener recursos naturales, pero que tampoco tenemos tantos como pensamos (...).
Finocchiaro: -Para nosotros, los argentinos, siempre es: “Soy de Ford o soy de Chevrolet”, “Boca o River”, “Maradona o Messi”. Pareciera que nos regodeamos en la diferencia en lugar de buscar puntos de encuentro. ¿Hay alguna retribución que tenemos que opera para que nosotros siempre queramos diferenciarnos del otro en vez de ver qué nos une?
Manes: -El ser humano es así: somos tribales. Una de las respuestas a por qué prevalecemos frente a otras especies ante la evolución, es porque vivimos en tribu, en comunidades. Nosotros fuimos la especie que logró vivir en grupos muy complejos: los chimpancés viven en docena, los erizos viven aislados y nosotros vivimos en La Matanza, en Quilmes, en Salto, en Nueva York… Y ser tribales, fue importante porque quedar fuera de un grupo hace miles de años, significaba tener menos comida, o tener menos defensas frente a una amenaza. La tribalidad implica que uno privilegie el grupo antes que la verdad. Y también hay otra cosa que privilegiamos antes que la verdad: sobrevivir. Entonces vamos por la vida con esquemas mentales, con sesgos y tomamos todo lo que coincide con nuestros prejuicios, con lo que pensamos. E ignoramos todo lo que no coincide con lo que pensamos, incluso olvidamos más lo que no coincide con nuestro sesgo. Por eso miramos los programas de televisión que dicen lo que queremos que nos digan, leemos a quienes nosotros le creemos. Cuando alguien nos confronta con evidencia que contradice nuestras creencias, nos produce un malestar cognitivo, algo que se llama disonancia cognitiva, que es insoportable. Entonces, lo que hacemos es ignorar eso y buscamos a otro que opine como nosotros. Somos así todos: los norteamericanos, los ingleses, nosotros. En todos los países hay grieta y la grieta los impacta negativamente. Pero en Estados Unidos, Inglaterra o España, nadie discute la ley, nadie discute a la ciencia, el conocimiento, la tecnología. La grieta los impacta negativamente, pero no tanto porque tienen un proyecto. Nosotros, al ser un país pobre y no tener un proyecto, la grieta nos mata, nos embrutece, nos hace ser más pobres. Pero todos somos tribales. Lo que pasa es que el antídoto para eso es tener un proyecto de nación, que nos haga ir a todos para el mismo lado.
Finocchiaro: -¿Vos venís de una familia rica?
Manes: -No, yo no nací ni en una elite social, ni cultural, ni política, ni económica. Mi viejo era un médico rural, mi vieja no terminó sexto grado, era hija de una familia de inmigrantes croatas. Mi viejo nos decía a mí y a mi hermano que había dos cosas importantes en la vida: el amor y el conocimiento, porque reflejan dos de las mejores cualidades de la especie humana, que son la inteligencia y la generosidad. Mi mayor arma para levantar la autoestima y perseguir mis sueños, para conocer el mundo y tener una voz en la ciencia internacional en mi área, para volver al país para crear laboratorios e institutos, fue la educación. Con eso yo construí mi identidad, fue la mejor brújula para poder navegar un mundo incierto, volátil y complejo.
Finocchiaro: -¿Y te esforzaste, te costó llegar a ser quien sos?
Manes: Mucho, mucho. Primero, yo siento que no llegué a ningún lado todavía. Tengo ideas, proyectos, pero me costó mucho. Porque no tengo mucho talento, no soy tan inteligente como la gente piensa. No sabía inglés. Pero tengo voluntad y tengo esfuerzo y trabajo mucho. Y hoy sé, por la ciencia, que más importante que el coeficiente intelectual es la mentalidad flexible. En Inglaterra hicieron un experimento en el que pusieron a chicos con un alto coeficiente intelectual, pero que pensaban que la inteligencia era fija, que no se expandía. Y eligieron a chicos con menor coeficiente intelectual, pero que pensaban que la inteligencia era flexible y que se expandía con esfuerzo, trabajo. A ambos grupos los enfrentaron con problemas matemáticos muy difíciles. El grupo con mayor coeficiente intelectual y que tenía mayores chances de resolver esos problemas, empezaron a hacer los ejercicios y se frustraron ante cada error. Y al final, los abandonaron. El otro grupo, que tenía menos chance de resolver los problemas, se equivocaban pero seguían intentándolo porque creían que la inteligencia se expande. Y al final, lograron mejores resultados que los que tenían mejor coeficiente intelectual. Yo pertenezco a este grupo, con menos coeficiente intelectual pero que va para adelante y trabaja.
Finocchiaro: -Dentro de 100 años, ni vos ni yo vamos a estar aquí. Si vos figurases en el diccionario, ¿qué te gustaría que dijese respecto a lo que aportó Facundo Manes?
Manes: -Me gustaría que dijese que fui un ser humano. “Facundo Manes ha sido un humano, con todas las vulnerabilidades de un ser humano, con todas las ventajas de un ser humano, con todos los sueños, con todos los complejos. Un ser humano que ha vivido”. Creo que el mayor desafío que tenemos los seres humanos es vivir la vida, darnos cuenta de que nuestro bienestar tiene que ver con muchas cosas a las que no le damos mucha bolilla durante el día, como los vínculos con los demás, los propósitos de involucrarse con su sociedad. Con disfrutar el presente. Aceptar las emociones negativas también es parte de nuestro bienestar. Creo que nos pasamos la vida ambicionando llegar a ser tal cosa y la vida es todo lo que hacemos y no disfrutamos mientras queremos tener posición sobre tal cosa. Y haberse dado cuenta de esto, creo que es clave para cualquier persona. Me gustaría que se refleje esto, que “Facundo Manes trabajó en su vida para ser un ser humano”. Me parece muy importante que, cuando uno muera, uno pueda decir en su último pensamiento: “He vivido”. Me parece que es un orgullo decir eso, no importa haber llegado en los términos de lo que otros valoran. Pero haber vivido, estar convencido de que uno vivió, me parece un desafío enorme, enorme, enorme.