Respetuoso del pasado, con los pies en el presente, pero con la mirada siempre hacia el futuro: con la misma perspectiva con la que se maneja Mario Pergolini a la hora de comunicar y desarrollar nuevos negocios, fue cómo se dio esta charla con Alejandro Finocchiaro para una nueva entrega de “Vení que te leo”.
En este séptimo episodio -después de haber dialogado con Mark Kent, Mateo Salvatto, Federico Andahazi, María Julia Oliván, Eduardo Sacheri y Diego Brancatelli- Finocchiaro se entrega a un ida y vuelta en el que, además de dos personas, dialogan las épocas. Lo que pasó, lo que sucede y lo que vendrá, unidos en el relato y las respuestas dadas por esa particular voz.
Como en cada ocasión, Finocchiaro introduce la charla con una lectura seleccionada. En este caso, eligió un fragmento de “De animales a dioses”, firmado por Yuval Harari: “Cuando la cultura moderna admitió que había muchas cosas importantes que todavía no sabía y cuando esta admisión de ignorancia se unió a la idea de que los descubrimientos científicos nos podían proporcionar nuevos poderes, la gente empezó a sospechar que, después de todo, el progreso real podía ser posible”.
Finocchiaro: -Sos una de las pocas personas de la Argentina que la gente asocia a la noción del futuro, ¿Cómo se hace para ser un clásico de los medios y a su vez un hombre que está asociado permanentemente a la vanguardia?
Pergolini: -Más allá de si esa percepción es real o no, yo creo que siempre todos los pasos que he dado en los medios, en un punto, fueron pasos tecnológicos también. Lo descubrí con el tiempo. Me di cuenta cuando, por ejemplo, en mis primeros programas de radio hacíamos ediciones distintas: aprendí a editar para poder ser no solo un conductor y poder saber las posibilidades que tenía, aprendí a operar. Cuando fundé mi productora, Cuatro Cabezas, yo creo que era más un logro tecnológico aplicado a los contenidos y que esa mezcla te ponía en ese lado. Caiga Quien Caiga es un buen ejemplo de tecnología indetectable, hacer ediciones que no se utilizaban. Fue el primer programa que tuvo mail. Armé las primera radios truchas que había en la República Argentina (se ríe): tenía una radio que se llamaba “El bulo de Berlín” y era muy loco porque habíamos diseñamos el transmisor también, entonces había que seguir la radio en la frecuencia, porque a medida que se iba calentando, se iba cambiando de frecuencia. ¡Era una radio que empezaba en el 89.9 y terminabamos en el 106.8! También armé uno de los primeros pre-internet, que se llamaban BBS y que terminó siendo una gran compañía que se llama Sion. Creo que todas esas cosas, en realidad, siempre fueron búsquedas tecnológicas para acceder a gente, a audiencias.
-En todos los proyectos que integraste, fuiste un líder, pero nunca fuiste un solista. Fuiste un descubridor de talentos, un mentor. Y ahora, a lo mejor, estás en proyectos que quizás son menos públicos para la gran audiencia. ¿Cuánto descubriste que influyen los equipos en los resultados?
-Soy el resultado de los equipos que armé. Si me preguntan cuál creo que es mi talento, yo creo que tengo un buen talento para armar equipos. La verdad que si uno ve los productos más públicos que hice, pueden decir: “De acá salió Andy, De la Puente, Gantman…”. La verdad que es gente híper creativa y que ha trabajado para que a mí me vaya bien. También suelo decir que eso me llevó a ser jefe de mis amigos, lo cual, ahora que tengo 56, a la larga terminé transitando una vida casi en solitario. Es muy difícil ser jefe de los amigos. Es como compartir un negocio con tu mujer, tienen que haber muchas cosas muy sólidas y muy claras sobre quién toma las decisiones y de qué forma. He transitado largo tiempo con estos equipos y la verdad es que siempre me ha ido super bien. En los últimos 15 años, que me dedico a la tecnología, y es lo que más me gusta, se da algo que ya lo perdí en los medios, es esa forma que hay de trabajar de los grupos tecnológicos, cómo comparten. Yo venía de un palo en el que si tenés una idea, la tenés que callar hasta que la lleves adelante porque sino te la pueden sacar. Y en el mundo tecnológico, al contrario. Yo tengo un hijo mayor que, a través de una de nuestras empresas tecnológicas desarrolló un producto. Y tuvo la suerte de calificar para presentarlo en San Francisco. Fue para allá y me llaman para decirme: “Sabés que hay alguien que está haciendo algo muy parecido”. Y lo primero que se me ocurrió decirle es: “Bueno, Tomi, cuidado”. Y me dijo: “No, ellos tienen una parte resuelta que yo no tenía, y yo resolví algo que ellos no tenían”. Y terminaron fusionándose más que siendo competencia. Y eso el mundo tecnológico lo tiene muy presente. Lo mismo pasa en el mundo de YouTube ¿Qué lleva a hacer tanta gente tutoriales para nadie? Hay un hecho en compartir, en las redes (que también es el mundo del odio, de las cloacas verbales) que a mí me gusta. Y creo que eso arma otros nuevos equipos. Esa observación que haces está bien, porque soy consecuencia de los equipos que armé.
-¿Cómo le explicarías a una persona común la importancia de desarrollar tecnología, inteligencia artificial, lo que viene?
-Te cambio el enfoque: porque yo muchas veces me quejo de que estamos educando mal a estas nuevas generaciones. Pero creo que estamos utilizando las herramientas que teníamos y nos cuesta mucho readaptarlas para estas nuevas generaciones. No hay dudas de que en 10 años un médico no va a ser lo que es hoy en día: un médico está pasando a ser una persona que está viendo un montón de datos y que una máquina los lee mejor, tiene más sutilezas para verla. Si antes a mi mamá la atendía un médico joven, le decía: “No querido, traeme a tu papá porque me parece más serio”. Hoy en día, si yo te pongo a un médico muy viejo y con mucha experiencia, y una inteligencia artificial que te lee tu radiografía para saber si tenés cáncer de mama, estoy seguro que vas a decir: “No no, señor, váyase, déjeme a la inteligencia artificial que puede ver sutilezas de colores que su ojo ya no puede ver”. Yo creo que todos vamos a necesitar en nuestras profesiones saber sobre inteligencia artificial, saber sobre código. Vamos a trabajar muy vinculados a ese tipo de cosas. Hoy en día, no enseñar código, no enseñar las bases de la programación o no entender las inteligencias artificiales, vamos a lograr no tener ingenieros que sepan, ni médicos. Vamos a tener operarios, nada más (...).
Sobre el acceso a la información: “La gente se asombraría la cantidad de horas que los chicos están viendo como juegan otros, más que jugando. También es cierto que están sucediendo cosas por la forma en que la tecnología nos va seleccionando y que nos llega nada más lo que nos gusta y no lo que no nos gusta. Cada generación, cada sociedad tiene su dispositivo, su forma de relacionarse. Hay cosas muy masivas en el mundo de los videojuegos: hace poco se jugó una final de Counter Strike regional, lo transmitimos nosotros y lo vieron, en vivo, un millón y medio de personas. Salvo ‘Masterchef’, no hay nada en la televisión argentina que lo vea un millón y medio de personas. El resto está muy por debajo de ese número. Y vos decís: ‘Pero cómo, yo no me enteré’. No te enteraste porque no te tenés que enterar, ya te saltea la información, nada te va a avisar de que está ese juego. No hay nada en tu celular, no hay nada en los mails, en los WhatsApp que se mandan entre amigos, no hay nada que los vincule a ese mundo. Pero esas cosas pasan. Antes pasaban más cosas a nivel global, todo el mundo sabían que estaban los Oscar, los Martín Fierro. Y es complicado en un mundo decir: ‘Pero, ¿cómo tengo el control de todo?’. Lo siento, pero ese control ya no existe más. Y vos decís: ‘¿Cómo se informan estos chicos?’. Estos chicos se informan de otra manera: lo que vos llamabas último momento, que escuchabas por radio o televisión, para ellos es un trending topic, eso es un último momento.
Sobre sus referentes: “Para nosotros, Lalo (Mir) fue la locomotora de una generación. Él, al igual que (Juan Alberto) Badía o (Héctor) Larrea, fue siempre muy generoso con la gente que venía por detrás o con gente que empezaba y le veía algo. En un negocio en el que la vanidad está muy por arriba de todo, es muy difícil encontrar gente así. A mí me hubiese encantado ser así. Badía era un tipo que si te veía que tenías algo, te ayudaba, te apoyaba, todo para que a vos te vaya bien. A Lalo yo lo iba a ver a Radio del Plata, cuando estaba con (Elizabeth) Vernaci. Yo tenía 16 años y lo veía con un entusiasmo increíble. Al día de hoy, Lalo es así. Toda la gente que es referente y realmente fueron grandes en el negocio, fue gente que supo hacer equipos y no taparlos, algo que es fundamental”.