Entre las actividades y hábitos que se vieron modificados por la pandemia de coronavirus, la educación no estuvo ajena. Lo que antes era presencial, pasó a ser necesariamente virtual, tanto para resguardar la salud de alumnos y cuerpo docente, como para mantener la continuidad de las clases.
La educación universitaria tuvo resultados diversos, de acuerdo a las instituciones y a cómo fue gestionada la crisis en cada una de ellas: con qué recursos tecnológicos contaron, qué capacitaciones debió realizar el cuerpo docente, cuál fue la respuesta del alumnado. Si en el nivel de educación superior se dio la continuidad de las clases, fue gracias al esfuerzo de autoridades, docentes y alumnos.
“Nuestro Rector, el Dr. Héctor Porto Lemma, tomó la decisión de suspender las actividades académicas 72 horas antes de que se dictara el ASPO. Lo que significó todo un fin de semana de trabajo intenso: en pocos días, pasamos de tener 2700 cursos presenciales a convertirlos en 2700 cursos virtuales”, recuerda Pablo Navarro, secretario general de la Universidad de Morón, ante la consulta de Infobae.
“La universidad venía con la experiencia de trabajar con una plataforma de enseñanza, que se llama Blackboard, la cual daba apoyo a las clases presenciales. Ante la pandemia, lo que ha hecho la universidad fue adaptar esta nueva modalidad que veníamos experimentando: los alumnos cursaban, pero al mismo tiempo, los docentes mantenían la relación con ellos más allá de la cursada presencial, a través de foros de debate, recursos multimediales y todas las cosas que la presencialidad no te permitía hacer”, detalló Navarro. “Para los alumnos, la plataforma es muy intuitiva, así que nos tuvimos que encargar de capacitar a más de mil docentes para que cumplieran con el dictado de clases de la misma manera en que si lo tuvieran que hacer de manera presencial”.
A la vez, la Universidad de Morón estaba atravesando un cambio con la inversión en “pizarras inteligentes” para transformar sus aulas presenciales clásicas con tecnología de punta. “Esto permite que tanto el alumno como el docente puedan estar presentes dentro de esa aula física o en forma virtual al mismo tiempo. Entonces, supongamos que no todos los alumnos puedan estar en el aula o que un docente -por una cuestión de edad o de riesgos- no pueda estar en el aula. Con esta tecnología, se podrá dictar o tomar la clase en la plataforma, desde el lugar que se quiera”, explicó Navarro.
Hacia un cambio de paradigma
Ante la pandemia y la incertidumbre de si se volverá en 2021 a las aulas, la mirada de la Universidad de Morón está puesta un paso más allá. “Si volvemos o no volvemos, dependerá de muchos factores y decisiones que tomarán los organismos competentes. La Universidad de Morón tiene listos los protocolos correspondientes en caso de volver a las aulas, pero planteamos una modalidad ‘blend’. Es decir, una nueva realidad de clases presencial con las herramientas tecnológicas. Esto permite que los alumnos y docentes puedan coexistir en ambas modalidades al mismo tiempo”, explicó Navarro.
“Hoy entramos en una nueva dimensión, en la que la presencialidad convive con la virtualidad. Si nosotros decimos que esto fue un caso de éxito, es porque pudimos dictar clases respetando los días y horarios de las clases presenciales, al mismo tiempo en que utilizamos todas las fortalezas que nos da esta modalidad de clases mediadas por la tecnología. Yo creo que hemos tenido una mejor performance en el proceso de enseñanza - aprendizaje que aún en la misma presencialidad”, enfatizó Navarro.
Para darle sentido a su última sentencia, Navarro lo grafica de esta manera: “Yo soy docente hace veinte años, en la carrera de Abogacía. Y en la presencialidad, yo iba, dictaba la clase, dejaba los conceptos y volvía a la clase siguiente. Acá se dio algo continuo: yo daba clase a la hora y día determinado, interactuaba como en el aula y, a partir de ahí, empezaba toda una relación con los alumnos, con los foros de debate, recursos multimediales, mensajes. Además, había cierta crisis de la presencialidad: los alumnos venían cada vez menos, en los pasillos de la universidad no veías a tanta gente. Muchas de las personas de mi generación, vivíamos en la universidad, pasabamos mucho tiempo. En los últimos años, notamos que los alumnos tratan de estar lo menos posible en la universidad. Hoy el alumno cursa y se va a su casa, a trabajar, y no vuelve hasta el otro día de cursada. Entonces, en 2020 transitamos una oportunidad de cambio. Notamos que estaban todo el tiempo en la plataforma, repasando las clases, enviando mensajes, participando de los foros de debate. Los tuvimos cerca como nunca antes. Esto nos cambió para siempre”.
Desafíos de la post-pandemia
Aunque la pandemia llegó para cambiarnos, las preguntas que caben son: ¿cómo cambiar? ¿Hacia qué dirección? ¿Se volverán a los antiguos hábitos? La educación superior del futuro requiere ser repensada y desde la Universidad de Morón plantean salir de la binomia “clases presenciales” o “a distancia”, poniendo sobre la mesa una tercera dimensión que abarque lo mejor de los dos mundos.
“Planteamos la utilización de las mejores capacidades de ambas modalidades, las que están estandarizadas en la Ley de Educación Superior, para contar con la posibilidad de tomar clases sincrónicas con la Plataforma -aprovechando la fortaleza de la presencialidad-, al tiempo en que se optimizan los recursos de las plataformas de enseñanza, como los recursos multimediales y las actividades -fortalezas de la distancia-, sin perjudicar el concepto de disponibilidad que permite al alumno tener siempre a su disposición la clase sincrónica”, aseguran.
“Debemos repensar la educación presencial con clases mediadas por la tecnología. Esto me parece que es lo transformador. No nos sirve tener 60 alumnos sentados con una capacidad de atención limitada. Tenemos que ocupar los mismos espacios que ocupan los chicos en sus hábitos cotidianos. Mientras la educación pueda aggiornarse a los hábitos de los nativos digitales, vamos a mejorar mucho la performance académica”, puntualizó Navarro.
“Con esto podemos lograr una revolución cultural dentro de la educación. La Ley de Educación Superior tiene dos instancias bien definidas, la presencial y la educación a distancia. Ahora estamos atravesando un blend de estas dos modalidades. Yo estoy respetando las reglas de la presencialidad: estoy dictando una clase en el día y hora en que yo la tenía. Pero tengo todos los recursos tecnológicos que nos permite mejorar la performance del proceso de enseñanza. Durante 60 años dictamos clases con tiza y pizarrón. Ahora estamos a las puertas de algo nuevo y ver con qué tecnología vamos a ingresar al siglo XXI. Vamos por ese camino”, cerró Navarró.