Kleons es un corcel negro, un pura sangre de salto. Cuando sus ojos se cruzan con los de su jinete, entre ellos surge una conexión mágica: mimos, caricias y cruces de miradas que conmueven. Queda en evidencia que entre Fabio Mazzarella y ese ejemplar de pelaje negro existe una historia de satisfacciones, frustraciones, alegrías, tristezas, risas y lágrimas. “Kleons Kayenne es mi caballo preferido. Lo tengo desde hace siete años. Con él competimos en más de cien torneos y conseguimos setenta títulos. Es un animal noble, con un coraje y una valentía que lo hacen único. En el desempate contra reloj no hay quién le gane”, dice con orgullo Mazzarella.
Es viernes. Por las caballerizas del Club Hípico Alemán, en Palermo, hay un desfile incesante de caballos y jinetes que realizan los últimos entrenamientos de la semana. Llama la atención que todos los que reconocen a Fabio se paran y se toman su tiempo para saludarlo o pedirle una foto. ¿Cómo consiguió este venezolano convertirse en alguien querido y respetado por todos? “Desde que llegué a la Argentina me dediqué a la cría de caballos de salto y carrera. Hoy tengo quince en estos studs y siete más corriendo en los mejores hipódromos del país, y otros tantos en Estados Unidos e Italia. Eso hace que todo el tiempo esté interactuando con personas vinculadas a este mundo. El cariño es por mi relación con los animales y no por mi parecido con Ricardo Arjona”, dice entre risas.
–Usted viene de Venezuela, país que atraviesa una crisis social y económica muy complicada. ¿Por qué eligió invertir en Argentina en este momento?
–¿Está insinuando qué voy detrás de los conflictos? (lanza una carcajada). Primero, no vengo de Venezuela. Es mi tierra, el lugar donde nací y a donde todos los días sueño con volver. Pero hace rato que trabajo en los Estados Unidos y Europa. En Venezuela soy uno de los dueños de Teleplástica, empresa que fundó mi papá Antonio y que heredé junto a mis tres hermanos, Ángelo, Massimo y Francisco. Hace tiempo que mi trabajo lo estoy desarrollando afuera.
–¿Siente que ser un empresario extranjero en este país es un desafío? Le doy un ejemplo: desde que nos encontramos esta mañana, el dólar subió más de 8 pesos...
–Sí, es algo bastante parecido a lo que pasa en Venezuela... Es complicado cuando tenés un tipo de cambio tan dispar y volátil. Muchos de los empleados que cuidan y entrenan mis caballos son hombres muy reconocidos en el mundo y vinieron hasta acá porque considero que son los mejores. Ahora sus sueldos están dolarizados y eso complica un poco las cosas.
–Y sin embargo...
–Parafraseando a Joaquín Sabina, “todo lo que un hombre hace en la vida es por amor”. Vine muchas veces a distintos torneos y me enamoré de quien hoy es la mamá de mi hija. Nos fuimos a vivir a Italia. Allí nos casamos y tuvimos a Giulia, la luz de mis ojos, mi gran amor.
–¿De Italia se vino para acá con su esposa y su hija?
–Sí. Mi mujer extrañaba mucho a su familia y decidimos venir por un tiempo. Pero la cosa no funcionó, nos separamos, y como mi hija está aquí con su mamá decidí quedarme para estar cerca de ella.
De Venezuela al mundo. A los siete años cuando su abuelo lo llevó al hipódromo, nació su pasión por los caballos. Participó en más de cien torneos y ganó setenta títulos (Gentileza / Luciano Raele)
–¿Le gusta Argentina?
–Sí, me deslumbró desde el primer día. Tiene cosas hermosas, únicas, esas que sólo se consiguen acá. Sus mujeres, la comida, la calidad de la gente...
–Lo llevo de nuevo a su pasión... ¿Sigue compitiendo en torneos de salto?
–Sí, y es algo que nunca dejé de hacer. Es más: hace dos años gané el Toscana Tour, torneo que se realiza en Italia. ¡Cumplí 36 años compitiendo y salí campeón! Yo me enamoré de los caballos a los once años, cuando mi abuelo me llevó a un hipódromo. Desde que me subí arriba de un animal nunca más me bajé. Mientras el cuerpo aguante no voy a dejar de saltar.
–¿Cuándo y cómo se produjo esa transición de jinete profesional a empresario dedicado a la cría y venta de animales?
–Comencé hace unos años y fue la manera de terminar de cerrar un círculo, de cumplir un sueño. Cuando sos jinete, viajás por el mundo gracias a un sponsor, la persona o empresa que se dedica a criar esos animales. Y lo que pude es articular mi vida y mi trabajo, haciendo las dos cosas. Hoy mis grandes negocios son los caballos de salto y los de carrera.
–¿Cuántos corceles tiene actualmente corriendo en Argentina?
–En total son siete: Alparamis, Mouthshot, Moresecret, Libre Pensamiento, Danceable, Guerrera Fina y Virtual Image.
–Si un “burrero” lee esta nota, ¿a qué caballo debería ponerle unos pesos?
–Si leen que corren Alparamis o Guerrera Fina no duden... ¡ganan seguro!
–¿Criar caballos en Argentina es un negocio rentable en un momento tan particular del país y el mundo por la pandemia de coronavirus?
–Como todo en la vida, es un muy buen negocio siempre y cuando lo hagas de manera seria y profesional. Además de conseguir crías de purasangre, le dedico mucho tiempo y dinero a la formación, al entrenamiento y al cuidado. No importa si tengo que invertir en los mejores profesionales, porque sé que ése es el secreto. Cuando al trabajo le ponés pasión y amor, el éxito está asegurado.