Cuando se apagaron las luces, las estrofas del Himno Nacional Argentino entonadas por Ricardo Mollo junto con la música de la Orquesta Filarmónica de Mendoza estallaron desde los parlantes. El público, una multitud de 140 mil personas que se juntó en el Paseo Hermitage, rugió porque ya sabía lo que se venía. Justo cuando comenzaba la estrofa final, el “coronados de gloria vivamos”, Mollo se corporizó, dejó su mochila en el suelo del escenario y arengó a la multitud, como si hiciera falta, para avivar todavía más ese fuego que terminaría de explotar en la promesa del “o juremos con gloria morir”.
El arranque del show de Divididos en el Movistar FRI Music de Mar del Plata no fue un simple gesto épico que quedó ahí y ya. Fue, sobre todo, un aviso: a partir de ese momento comenzaron a sonar canciones que no sólo recorrieron buena parte del repertorio del trío, sino que también sirvieron de homenaje a algunas de las distintas músicas populares argentinas.
“No es reedición, es redención”, aulló Mollo sobre el estribillo del notable “Amapola del ‘66”. Esa fue la clave de esta noche y de lo que Divididos viene haciendo sobre el escenario: hacia sí mismos, con una trayectoria que supera los 30 años, y también hacia sus maestros.
Cuando dicha canción entró en su valle, sostenido por la pericia de Diego Arnedo en el bajo y la batería pirotécnica de Catriel Ciavarella, hubo un cameo hacia Almendra con “Plegaria para un niño dormido” y un saludo a Luis Alberto Spinetta: “Feliz cumpleaños Luis, donde quiera que estés”, dijo el cantante y guitarrista antes de mandar un beso al cielo. Un gesto que también se vio luego del “Tengo” de Sandro y antes del “Sucio y desprolijo” que patentó Pappo.
El momento acústico, habitual en sus recitales y en el que “la aplanadora” muestra capacidad de sensibilidad, fue tomado por lo autóctono: la power-chacarera propia “Huelga de amores” -con Arnedo en guitarra-; “Vientito del Tucumán”, un poema inédito de Atahualpa Yupanqui con música original del grupo; y “Guanuqueando”, del jujeño Ricardo Vilca, con Mollo en voz, Arnedo en un bombo legüero y los músicos jujeños de Tres Mundos que sumaron quena, sikus, guitarra y charango.
Rubén Rada fue el otro invitado de la noche: el uruguayo aportó congas tribales para el medley “Que tal” / “La rubia tarada”, que se vio engrosado por un fragmento de “Black Magic Woman”, popularizado por Carlos Santana.
Después de una jam en modo AC/DC para “Paisano de Hurlingham” y el indeleble motivo de bajo de “Ala delta” -tan fuerte y al compás de las olas del mar que rompían atrás del escenario-, quedó espacio para el infaltable “momento Sumo”: versiones de “Crua Chan”, “Nextweek” y “El ojo blindado” casi en continuado, separadas por una poderosa versión de “El arriero” (otra vez Yupanqui), en donde Mollo terminó de despuntar su garganta poderosa: caló hondo en la multitud al alargar el sentimiento y el sentido de aquello que versa “las penas y las vaquitas se van por la misma senda”.
El cierre de la edición verano del Movistar FRI Music, libre y gratuito, tuvo además, con sendos shows, a la banda local Científicos del Palo y la cantante Julieta Rada. Con los últimos rayos del sol de una tarde plena, rondando los 30°, los marplatenses dieron muestra de su gran catálogo -una vital fusión entre el rock, el funk y el reggae- a través de canciones como “Mulo” -adelanto de su próximo disco, “Justicialista, Vol. II”-, “Cristo o perdón” y la elocuente “Marplatense”.
Más tarde, Julieta Rada se puso al frente de su banda con la excusa de darle rodaje a las canciones de “Bosque”, su tercer y último disco, que publicó en 2019. Con su voz tan suave como poderosa, en un combo que une al r&b con un pop refinado, entonó algunas como “Sencillo”, “Corazón” y “Visionario”, además de rendirle tributo a su padre -que lo vio todo desde un costado del escenario- con una lectura de su “Malísimo”.
Además de la multitud presente, más de 2 millones y medio de personas de todo el país y América Latina siguieron los shows vía streaming, a través de las redes de Movistar Argentina y Movistar Play.