En su quinta edición, Open House volvió a erigirse como una plataforma de exposición para emprendedores en una experiencia enriquecida por la sinergia colectiva.
Se trata, en esencia, de un mercado conformado por una comunidad creativa, compuesta por consumo local, producción independiente e identidad propia. “Creemos en el networking como bandera de resistencia”, aseguraron.
Para esta edición, realizaron un evento de mayor alcance, utilizando diversas locaciones y variadas actividades, como un desfile, un workshop, un pop-up store y el definitivo after party.
“Open House es una plataforma para emprendedores, que busca generar y fomentar el networking entre diseñadores, marcas independientes emergentes y todo lo que tenga que ver con la industria del diseño. Si bien está más basado en la moda, también sumamos otros rubros como cerámica, joyería, fotografía, ilustración”, explicaron.
Tanto en la edición pasada como en esta quinta vuelta, además de la sede central -en su showroom ubicado en Palermo-, sumaron un espacio de experimentación artística en Villa Crespo. “Pero este año subimos la apuesta sumando, además, otras tres locaciones: el desfile, de la marca Cvnt, fue en la Casa Museo Fernández Blanco; la feria pop-up store duró dos días y se realizó en la galería de arte Casa Walsh; y por último hicimos un workshop, un shooting colectivo entre varias marcas participantes, fotógrafos, estilistas, con los que hicimos un cruce de dinámicas para generar un montón de contenido para las marcas, algo que es muy importante para todos ahora. Esto fue en Espacio Bronx, un espacio de diseño de mobiliario, que queda en Coghlan”, explicaron.
La misión de Open House es “ayudar a que la industria del diseño emergente se potencie y que, uniéndonos, se haga un poco menos complicado poder alcanzar diferentes metas individuales: ya sea generación de contenido, generación de prendas, alianzas entre marcas, colaboraciones... Eso es lo que fomentamos, utilizando como pretexto el pop-up store y el evento como tal”.
Esta iniciativa surgió porque “como emprendedores, nos dimos cuenta de que cada vez que íbamos a una feria o eventos, empezábamos a conocernos entre nosotros, los expositores, y surgían cosas orgánicamente, colaboraciones. Eso nos parece que ayuda un montón a que la industria crezca un poco más rápido, porque conseguís aliados que entienden por lo que estás pasando y porque buscan lo mismo que vos. Ese es el espíritu del evento como tal”.
Del pop-up store participaron 26 marcas: Anunnaki, Cvnt, Hula, Not Office, Trópico, Mono Denim, Nativo, No Corpa, Carolo Giladas, Faker, Jungla, Nipper, Pecar, Pupilo, Sista, Hertz, Haiku Encuadr, Olaza, Esteta Studio, Masón, Imo, X.enju, Imperium, Zig Zag y Chic.
Estas firmas generaron un mix entre indumentaria masculina y femenina, muchos direccionados hacia el no-género. “También tuvimos accesorios, zapatos, sandalias, velas de cera de soja, un bakery orgánico, tatuajes, una chica que hace tragos con kombucha... Más allá de la moda, buscamos que haya una mezcla entre emprendedores que tengan algo diferente, que puedan aportar desde otro lugar, con productos que no son fáciles de conseguir”, detallaron.
Durante los dos días de feria, pasaron unas 800 personas, “un número que va creciendo año a año”. En tanto, por el desfile, de la marca Cvnt, pasaron unas 250 personas. “Apuntamos a que en el próximo Open House desfilen otras marcas”, prometieron.