"Muchas personas ajenas a la realidad venezolana me preguntan qué está pasando en mi país. Yo les explico que Juan Guaidó asumió la Presidencia transitoria de la República como Presidente del Parlamento, en ejercicio de un deber constitucional, con el propósito de evitar un vacío institucional establecido en la Constitución de Venezuela para llamar a elecciones limpias ante una dictadura que usurpó el poder cuando inventó resultados electorales, en un proceso que no aceptó observadores internacionales. Un régimen que además apresó a sus adversarios políticos, torturó y asesinó a quienes pensaban diferente", comenta Sebastián Arrechedera, un influyente analista político venezolano, con el objetivo de ponerle un manto de cordura a las operaciones provenientes del kirchnerismo, el castrismo y quienes denuncian un intento de golpe de Estado de parte del imperialismo (otro ismo) y sus lacayos en Latinoamérica.
Sebastián Arrechedera no puede salir de su asombro cuando lee el comunicado del bloque de Diputados del FpV alegando que "es un acto de desprecio a la libre determinación de la ciudadanía venezolana que viene decidiendo en el marco de elecciones democráticas y con veedores internacionales, que países de la región –o muy gravitantes en el mundo– por razones ideológicas y desde afuera pretendan ser quienes reconozcan o desconozcan a las autoridades surgidas de elecciones". Visiblemente molesto, aunque manteniendo las formas, se pregunta si estos socialistas por correspondencia "tienen un mínimo de conocimiento del éxodo de millones de venezolanos a pie, la gente muriendo de desnutrición y por falta de medicinas, mientras sufre la persecución del servicio secreto cubano (G2) sumado a una cúpula militar corrupta que encabeza el llamado 'Cartel de los Soles' que, en lugar de velar por la seguridad de la gente, está abocado de lleno al narcotráfico". Es un secreto a voces, pero escuchar de boca de un analista tan reconocido que "no apoyan a un cartel, SON el cartel" es muy fuerte.
Si bien el Grupo de Lima, encabezado por Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Chile y una decena más de países influyentes de la región, ven en Nicolás Maduro a un dictador de fiesta de disfraces; potencias como Rusia, China y la República Bolivariana de la Provincia de Santa Cruz lo apoyan sin reservas. Arrechedera tiene muy claro que se trata de un tema de negocios. "Hasta que quede la última gota de petróleo en el Orinoco, el ex chofer de Hugo Chávez formado en La Habana seguirá siendo el títere de países que viven a costa del hambre de los venezolanos. Maduro es de un cinismo tal que mantuvo tibio el cadáver del comandante en la isla, a pesar de que todos sabíamos que había fallecido meses atrás producto de un largo y doloroso cáncer que escondió junto a Raúl y Fidel Castro, para apropiarse de un país que lo tenía todo y hoy es tierra de nadie. La revolución bolivariana básicamente consiste en aniquilarle el deseo de vivir a millones de personas que eran felices y ahora cuentan con una libreta de racionamiento alimenticia. El fraude electoral hizo el resto. Y así fue que el 10 de enero asumió como lo que es: un dictador al mejor estilo Mussolini, Stalin, Franco o Juan Domingo Perón, quienes, como él, alegaron un injusto repudio de la comunidad Internacional y los organismos de DDHH".
Mientras tanto, el kirchnerismo defiende con uñas y dientes a una dictadura más que evidente por el simple hecho de que si cae el régimen, cae el sueño de volver al poder. Está claro que Argentina no pasa por su mejor momento económico, pero al lado de lo que sucede en Venezuela, es Singapur. Sin ir más lejos, el que más se está beneficiando con esta situación es Macri, por una razón muy sencilla: el chavismo es el espejo de lo que seríamos hoy si hubiera ganado el coleccionista de estatuas de cera de Villa La Ñata. Moreno hubiera chocado definitivamente el INDEC y Kicillof el dólar, mientras Hebe seguiría construyendo sueños compartidos por Julio de Vido, Amado Boudou, Luis D'elia y Víctor Hugo Morales. Un eterno 678 seguiría dedicándose cada noche a un enemigo diferente desde el canal que pagamos con nuestros impuestos. El chavismo es el kirchnerismo con realidad aumentada. Por eso Cristina justifica a un dictador como Maduro desde Facebook y manda a militantes enceguecidos a hacer vigilia frente a la embajada de Venezuela en Buenos Aires. Si cae Maduro se esfuma el retorno del peronismo al poder. De qué nos asombramos si son capaces de apoyar a Cristina con tal de volver.
Argentina es un país de locos. Estamos a nada de que un presidente no peronista termine por primera vez su mandato, en medio de una economía muy complicada. ¿Estaremos ante un cambio de época, en donde la gente prioriza la voluntad de encarar un camino distinto, más lento y doloroso, pero a su vez realista, frente a las promesas incumplidas durante décadas? Lo confirmaran las urnas en octubre. Algo que comparte Arrechedera, quien asegura que "el paso que está dando Venezuela, con millones de personas en las calles, es el de un pueblo convencido, que quiere terminar con años de sufrimiento y liberarse de aquellos que tanto daño le han hecho. Pero ese mar de gente lo está haciendo de manera cívica, sin armas, con la no violencia como filosofía". Tal vez se esté gestando un nuevo latinoamericano, menos visceral, consciente de que las urgencias se resuelven con calma.