El día que un cerrajero alemán fundó el partido político que abrió la carrera de Hitler hacia el poder

El 5 de enero de 1919, en un hotel de Múnich, el dirigente ultraderechista Anton Drexler creó en Partido Obrero Alemán (DAP), la agrupación política a la que Hitler se incorporó 9 meses más tarde como el afiliado 555 y dio lugar al nazismo. La historia del hombre que abrió las puertas para que se desatara la mayor tragedia del siglo XX

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Adolf Hitler y Goebbels visitando
Adolf Hitler y Goebbels visitando la taberna Sterneckerbraü, primer lugar de reunión del NSDAP en 1920. República de Weimar (Crédito: The Grosby Group)

Fue una reunión pequeña, con muy escasos concurrentes, la que se realizó el domingo 5 de enero de 1919 en uno de los salones del hotel Fürstenfelder Hof de Múnich. Afuera, el frío del invierno castigaba la ciudad, pero allí, en la sala, se vivía un clima enardecido. No había mujeres en el grupo y la atención de los pocos presentes se centraba en tres hombres, los que llevaban las voces cantantes. Uno de ellos era Karl Harrer, un periodista de pluma torpe pero flamígera; los otros dos compartían el oficio de cerrajero y se llamaban Michael Lotter y Anton Drexler. Es probable que los ocasionales huéspedes de establecimiento no dedicaran ni siquiera unos segundos a observar – y mucho menos a escuchar – a esos hombres que participaban de uno de los tantos cónclaves que realizaban los grupúsculos políticos de la convulsionada Alemania derrotada en la Gran Guerra. Si lo hubiesen hecho, tampoco habrían podido imaginar que allí se estaba incubando la mayor tragedia del siglo XX. Porque al finalizar la reunión había quedado conformada una nueva agrupación política: el Partido Obrero Alemán (DAP), la semilla del nazismo.

El hombre que con más fuerza había impulsado la creación del partido era el cerrajero y mecánico ferroviario Drexler, de 35 años, que hasta poco antes había militado en el extinto Deutsche Vaterlandspartei, un partido ultraderechista muy activo en los últimos años de la guerra. Formaba parte también de la Sociedad Thule, un grupo ocultista que reivindicaba la superioridad de la “raza aria”, en el que para poder ingresar los miembros debían jurar que por sus venas no corría ni una pizca de sangre judía ni negra. Desde hacía meses, Drexler buscaba darle forma a un nuevo partido de ultraderecha que sostuviera tres pilares ideológicos: el antisemitismo, el anticomunismo y el pangermanismo. Al principio, el cerrajero también había impostado algunas posiciones anticapitalistas, pero las abandonó rápidamente para lograr el apoyo de algunos industriales alemanes, como el director de la fábrica de camiones Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg (MAN), Paul Tafel, que le aportaba fondos para su aventura política.

Karl Harrer, el periodista que
Karl Harrer, el periodista que presidió el DAP en un principio (Crédito: Captura de Video)

La fundación del DAP era también resultado de la resolución de una puja entre Harrer y Drexler. El periodista pretendía que el grupo se mantuviera como un club nacionalista semisecreto, mientras que el cerrajero quería sacarlo a la luz pública para convertirlo en una agrupación de masas, la posición que finalmente prevaleció. A pesar del indudable liderazgo de Drexler, ese domingo la presidencia del partido quedó formalmente en manos de Karl Harrer, para aprovechar su prestigio como periodista. En el triunvirato de mando lo acompañaron el propio Drexler y su colega Lotter. Esa situación se mantuvo durante unos pocos meses, hasta que finalmente reemplazó a Harrer en la presidencia y lo desplazó a un cargo meramente honorario.

Para entonces estaba claro que la línea política la marcaba Drexler, que la puso en blanco sobre negro en “Mi despertar político”, un folleto que meses después leería con avidez un cabo del ejército llamado Adolf Hitler.

Una Alemania en crisis

El Partido Obrero Alemán nació en el fragor de una Alemania en crisis, cuyo futuro se disputaba de manera violenta. El final de la Primera Guerra Mundial había dejado al Kaiser Guillermo II con los días contados. El 9 de noviembre de 1918, en medio de una gran conmoción política y social – motorizada por levantamientos obreros – debió abdicar y se formó un gobierno socialdemócrata conducido por Philipp Scheidemann, que proclamó la República alemana desde una ventana del Reichstag.

En el final de la
En el final de la Gran Guerra, el Kaiser Guillermo II debió abdicar

Pero el poder estaba en disputa, pocas horas después Karl Liebknecht, que dirigía junto con Rosa Luxemburgo la Liga Espartaquista, anunció la creación de la República Socialista Libre de Alemania, que incluía la formación de consejos de obreros y soldados, como había ocurrido en la Revolución Rusa en octubre de 1917.

El gobierno socialdemócrata – claramente anticomunista – logró el apoyo del Estado Mayor del ejército para reprimir los levantamientos y frenar la insurrección revolucionaria. Para lograrlo de manera completa, ordenó acabar con los dirigentes espartaquistas, tarea que quedó a cargo de grupos paramilitares de ultraderecha.

La oleada revolucionaria no se detuvo. Para enero de 1919, el mismo mes de la fundación del DAP, los espartaquistas – sin el apoyo de Luxemburgo ni de Liebknecht – volvieron a las calles. Ante el hecho consumado, los dos dirigentes decidieron sumarse, pero fueron detenidos y ejecutados por orden del gobierno. Después de eso, el conato de revolución fue sofocado, aunque los enfrentamientos continuaron durante meses en algunas provincias.

Con todo, pudieron celebrarse las elecciones, las sesiones de la asamblea constituyente y la proclamación de la Constitución de Weimar. En los comicios, el triunfo fue de los socialdemócratas encabezados por Friedrich Ebert, pero para obtener la mayoría y poder gobernar debieron pactar con los partidos de centro. Así se formó la Coalición de Weimar, y Ebert fue elegido presidente de la República, mientras que Scheidemann fue designado jefe de Gobierno.

Rosa Luxemburgo, de la Liga
Rosa Luxemburgo, de la Liga Espartaquista (Crédito: Captura de Video)

El “afiliado 555″

Esa era la situación en septiembre de 1919, con una Alemania gobernada por una coalición centrista preocupada por los ataques que recibía desde la izquierda y la ultraderecha, cuyas actividades el Ejército debía vigilar. Para las tareas de inteligencia, los militares utilizaban informantes encubiertos seleccionados entre la propia tropa.

Uno de ellos era Adolf Hitler, un cabo de 30 años que todavía estaba reponiéndose de las secuelas de un ataque con gas venenoso casi al final de la guerra. La derrota le había caído muy mal al suboficial Hitler, que culpaba a los socialdemócratas por haber promovido el humillante armisticio y acusaba también a los políticos socialistas y marxistas de haber traicionado y “apuñalado por la espalda” al Ejército y a los ciudadanos alemanes. Así pensaba cuando, el 12 de septiembre de 1919, el capitán Karl Mayr le ordenó que se vistiera de civil y fuera a espiar una reunión del DAP que se realizaría esa noche en el salón de la cervecería Sterneckerbräu, de la Avenida Tal 54, en Múnich.

Al entrar al local se encontró con una reunión de pocas decenas de personas, encabezadas por Drexler. El desarrollo del mitin, contaría él mismo después, le resultó anodino, con temas impregnados de “un ridículo provincialismo”. Luego de escuchar al orador de la noche, Gottfried Feder, estaba a punto de irse para elaborar el informe para su superior cuando se inició un debate que lo retuvo.

El cerrajero alemán Anton Drexler,
El cerrajero alemán Anton Drexler, creador del Partido Obrero Alemán (DAP), la semilla del nazismo (Crédito: Grosby Group)

En una improvisada mesa redonda, uno de los presentes, de apellido Baumann, sostuvo que Baviera debería separarse de Alemania y anexarse a Austria, una propuesta que indignó al hasta entonces silencioso espía, a pesar de ser él mismo austríaco. Tomó la palabra y en una breve pero tajante intervención no solo hizo callar a su interlocutor, sino que impresionó con su fervor y sus dotes para la oratoria a los dirigentes del partido, especialmente a Drexler.

Al terminar la reunión, el líder del DAP se acercó a Hitler, le entregó un ejemplar de “Mi despertar político”, le propuso sumarse a la organización y lo invitó a participar, ya como orador, en un próximo mitin que se realizaría un mes más tarde, el 16 de octubre. El joven informante aceptó y se convirtió en el afiliado número 555 del Partido Obrero Alemán, una numeración mentirosa, porque para ocultar la escasez de partidarios, la lista de integrantes del DAP se iniciaba con el número 500.

Un ascenso vertiginoso

En el mitin del 16 de octubre, Adolf Hitler volvió a mostrar sus capacidades como propagandista, con las que sedujo a las apenas 111 personas presentes, que salieron “electrizadas” luego de escuchar su primer discurso como integrante del partido. “En un torrente de palabras irresistible y de tensión creciente, durante treinta minutos descargó todas las pasiones, afectos que se habían acumulado en él desde los lejanos días del asilo para hombres, con todos aquellos sentimientos de odio almacenados en sus monólogos frustrados; como en una erupción volcánica, que tenía su base en la falta de contacto y de conversación de aquellos años anteriores, salían despedidas las frases, disparadas las locas imágenes y las acusaciones”, describe Joachim Fest, en “Hitler. Una biografía”.

Uno de los asistentes a ese debut, Hans Frank, resumió así sus sensaciones de esa noche: “Me impresionó mucho desde el primer momento. Era totalmente diferente de lo que se podía oír en otros actos políticos. Tenía un método totalmente claro y simple en el que todo brotaba del corazón y nos tocaba a todos la fibra sensible”.

Para entonces, el futuro führer del “Reich de los Mil Años” había comenzado su vertiginosa carrera ascendente en el Partido Obrero Alemán como encargado de propaganda. Pronto llegaría a lo más alto, desplazando a Drexler.

Los dotes de HItler para
Los dotes de HItler para la oratoria sorprendieron a los dirigentes del DAP, especialmente a su conductor, Anton Drexler (Crédito: Captura de Video)

Del DAP al Partido Nazi

El DAP, que no contaba con un programa y apenas tenía una “ley fundacional” tuvo una vida efímera. El 24 de febrero de 1920, durante un mitin en la sala de fiestas de la Hofbräuhaus de Múnich, con asistencia de unas dos mil personas, cambió su nombre a Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y proclamó el programa de los 25 puntos que regiría al partido nazi hasta su prohibición.

Los redactores de ese documento fundacional fueron el viejo líder Anton Drexler y la nueva luminaria del grupo, Adolf Hitler. Por iniciativa de este último, se creó un grupo paramilitar uniformado, llamado más tarde Sturmabteilung (SA), similar al de las Camisas negras de Mussolini, así como postulados altamente racistas y antisemitas. Además, en los puntos más salientes del programa ya se prefiguraban la futura guerra para obtener el “espacio vital” y la persecución de los judíos que llevaría al Holocausto. Allí se podían leer exigencias como estas:

-La reunificación de todos los alemanes, sobre la base del derecho de los Pueblos a la autodeterminación, a fin de crear una Gran Alemania;

-Reivindicamos espacio y tierras (colonias) que permitan alimentar a nuestro Pueblo y establecer en ellas nuestro excedente de población;

-No puede ser ciudadano, sino quien posee la cualidad de miembro de la comunidad nacional. No puede serlo sino quien tiene sangre alemana, cualquiera que sea su confesión. Ningún judío, consecuentemente, podrá ser miembro de la comunidad nacional.

Por iniciativa de HItler, se
Por iniciativa de HItler, se creó un grupo para militar uniformado llamado Sturmabteilung, SA, similar a los Camisas Negras de Mussolini (Crédito: Captura de Video)

-Es necesario impedir toda nueva inmigración de personas no-alemanas. Demandamos que todas las personas no-alemanas llegadas a Alemania desde el 2 de agosto de 1914 sean constreñidas a abandonar el Reich inmediatamente.

Hitler por Drexler

Con Hitler como orador estrella y líder de masas, el partido creció de manera vertiginosa, hasta que, en junio de 1921 estalló una revuelta interna, cuando una parte de la dirección intentó forzar una unión con el derechista Partido Socialista Alemán (DSP). Hitler, que se encontraba de viaje en Berlín, volvió rápidamente a Múnich y amenazó con renunciar a su puesto, lo que en la práctica significaría la extinción del NSDAP.

Con ese solo gesto, abortó la movida de fusión y a la vez logró quedarse con la dirección absoluta e incuestionada del partido al poner como condición para su permanencia que Drexler fuera desplazado de la presidencia. El cerrajero esotérico quedó entonces relegado a un cargo puramente simbólico, el de “presidente honorario”, hasta que renunció al partido en 1923, cuando el NSDAP fue prohibido temporalmente luego del intento de golpe de estado de noviembre de ese año, del que se había negado a participar.

No fue, sin embargo, el final de su carrera política. En 1924 se presentó y fue elegido para integrar el parlamento de Baviera en representación de otro partido de ultraderecha. Volvió a afiliarse al NSDAP en 1923, después de que Hitler fuera nombrado canciller. Sin embargo, aunque fue recibido con honores, sólo se lo utilizó como una figura propagandística, como cuando se le entregó la Orden de la Sangre, en 1937, como “veterano” del primitivo Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán.

Anton Drexler murió casi olvidado en su Múnich natal el 24 de febrero de 1942, cuando la semilla política que había plantado 23 años antes al fundar el Partido Obrero Alemán había crecido hasta convertirse en un monstruo que arrasaba a Europa y amenazaba a toda la humanidad.

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