El recuerdo del trofeo Jules Rimet, una pieza que representaba a Niké, la diosa griega de la victoria, con alas estilizadas y los brazos levantados sosteniendo una copa que se entregaba a los campeones del mundo entre 1930 y 1970, no solo está ligado a grandes conquistas futbolísticas, sino también a dos robos increíbles. El galardón era una obra del escultor francés Abel Lafleur de aproximadamente 30 centímetros de altura hecha con 3,8 kg de plata esterlina bañada en oro con una base de lapislázuli. En su inicio, fue bautizado como Victoria, pero con el paso del tiempo se lo empezó a llamar Copa del Mundo (Coupe du Monde en francés). Finalmente, en 1946, fue rebautizado en honor a Jules Rimet, el presidente de la FIFA que impulsó la creación del primer Mundial en Uruguay en 1930.
De los dos impactantes robos, cabe mencionar que el primero, ocurrido en 1966, tuvo un héroe inesperado, un perro llamado Pickles que lo encontró olfateando un árbol mientras daba su paseo, mientras que el segundo, en 1983, tuvo como protagonistas a un grupo de delincuentes brasileños y un joyero argentino que aprovecharon las fallas en la seguridad, dieron el golpe en 20 minutos y se cree que convirtieron a la diosa griega en lingotes de oro.
El destino final del Jules Rimet sigue envuelto en misterio. La versión oficial sostiene que fue fundido, pero aún persisten especulaciones sobre su posible venta en el mercado negro.
Un perro con buen olfato
El primer robo del Jules Rimet ocurrió en 1966, en Londres, apenas unos meses antes del inicio del Mundial que ese año organizaba Inglaterra. El trofeo, que había llegado a Londres para ser exhibido al público, fue colocado en el Central Hall Westminster bajo estrictas medidas de seguridad, o al menos eso se creía. El 20 de marzo, un guardia de seguridad dejó momentáneamente su puesto para ir a tomar un café. Cuando regresó, para su sorpresa el galardón ya no estaba. La noticia fue un golpe para la Asociación de Fútbol inglesa y un escándalo mundial.
La policía de Londres, incluida Scotland Yard, inició una búsqueda masiva. Se desplegaron un centenar de agentes e investigadores, se ofrecieron recompensas y se siguieron varias pistas, pero todas resultaron ser falsas. El caso incluso tomó tintes cinematográficos cuando apareció una nota de rescate firmada por un tal “Jackson”, quien pedía 15.000 libras esterlinas a cambio de la Copa. El intercambio fue un fracaso: un policía encubierto tomó contacto quien resultó ser un ex soldado llamado Edward Betchley, que decía actuar en nombre de Jackson. Lo arrestaron, pero el trofeo seguía sin aparecer.
El 27 de marzo, David Corbett sacó a pasear a su perro Pickles como de costumbre por el sur de Londres. De repente, su mascota empezó a olfatear insistentemente un paquete envuelto en hojas de diario junto a un árbol. Corbett, curioso, rompió el envoltorio y encontró lo impensable: la figura dorada de Niké, la diosa griega de la victoria, con las inscripciones de los campeones mundiales grabadas. Se trataba, sin duda, del trofeo Jules Rimet.
Así fue como el perro Pickles se convirtió en un héroe nacional. Fue condecorado con una medalla de la Liga Nacional Canin y quien sabe premiado con algún hueso. Fue invitado a programas de televisión y celebrado en la cena de la selección inglesa tras ganar el Mundial. La fama fue tal que incluso protagonizó una película, The Spy with a Cold Nose. David Corbett, su dueño recibió una recompensa de 6.000 libras y un año de comida gratis para su perro, como gentileza de una empresa de alimentos para mascotas.
Claro está que el robo dejó en un mal lugar a las autoridades británicas y generó críticas internacionales en cuanto a las medidas de seguridad del trofeo. Para evitar nuevos incidentes, la Asociación de Fútbol inglesa (FA) encargó rápidamente una réplica del Jules Rimet, que aún se conserva en el Museo Nacional de Fútbol de Mánchester.
En esos tiempos,las reglas establecían que el trofeo debía ser entregado en custodia al equipo campeón después de cada Mundial y regresaría a la FIFA antes del torneo siguiente. Además, se estipuló que el primer país en ganar la Copa tres veces se quedaría con el trofeo de forma definitiva, un logro alcanzado por Brasil en 1970.
La desaparición definitiva
Luego de que Brasil ganara su tercer Mundial en 1970, la selección se quedó con el trofeo Jules Rimet de manera definitiva, tal como lo estipulaba el reglamento de la FIFA. La Copa fue exhibida con orgullo en la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) en Río de Janeiro, donde se convirtió en un símbolo nacional. No obstante, el 19 de diciembre de 1983, la historia del Jules Rimet llegaría esta vez a un fin inesperado por un atraco de un grupo de ladrones que se llevó el premio mayor en cuestión de 20 minutos.
Es que las fallas de seguridad estaban a la vista y fueron una tentación para el ideólogo del robo, Sergio Pereyra Alves, un empleado bancario que visitó la sede y advirtió que la vitrina estaba protegida con vidrios a prueba de balas, pero estaba burdamente adherida a la pared únicamente con madera y cinta adhesiva.
El robo fue un golpe audaz y meticulosamente planeado. Alves contó con la participación de dos ladrones experimentados, José Luiz Vieira da Silva, alias Bigode y Francisco José Rocha, alias Barbudo. Y además, del argentino Juan Carlos Hernández, un joyero radicado en Río de Janeiro que se encargaría de fundir el trofeo y vender el oro obtenido.
Esa noche, Bigode y Barbudo lograron quedarse en la sede, escondidos en el baño que nadie revisó antes de irse. Luego, redujeron al guardia de seguridad, desmontaron la vitrina por la parte trasera con facilidad y se llevaron el trofeo sin dejar huella.
<b>¿Qué pasó con el trofeo?</b>
La versión oficial indica que el trofeo fue llevado a la joyería de Hernández, quien lo cortó en pedazos y lo fundió. El oro obtenido se habría vendido en forma de lingotes por una suma de apenas 15.500 dólares. Los tres brasileños fueron capturados poco después gracias a una delación anónima, pero Hernández logró huir y se mantuvo prófugo durante más de un año antes de ser arrestado.
A pesar de las confesiones y del juicio que siguió, nunca se pudo confirmar por completo el destino final del Jules Rimet. Algunas teorías, como la publicada por la revista italiana Guerin Sportivo, sostienen que el robo fue ordenado por un coleccionista europeo y que el trofeo nunca fue destruido, sino que sigue oculto en el mercado negro del tráfico de arte.
En una entrevista que concedió a la BBC años más tarde Murillo Miguel, el investigador encargado de interrogar a Hernández, contó detalles del interrogatorio que duró horas: “Se notaba que era alguien muy astuto, muy hábil para este tipo de procedimientos. Fingía que no sabía nada. Entonces le dije que para los brasileños era una bofetada que un argentino hubiera convertido la Copa en lingotes de oro. Cuando le dije eso vi que en su rostro se dibujaba una sonrisa. Ese momento fue la prueba de que lo había hecho”. Hernández fue condenado en 1984, aunque jamás se declaró culpable del delito. Murillo Miguel nunca creyó que un reducidor tan hábil como Hernández hubiera fundido y vendido por poco más quince mil dólares un objeto que, por su historia, valía mucho más.
Lo único que se recuperó del trofeo fue su base original, de lapislázuli. Esta reliquia apareció en 2015, en un sótano de la sede de la FIFA en Zúrich, Suiza.
La desaparición definitiva del trofeo Jules Rimet en 1983 marcó un antes y después para la organización de fútbol. Desde entonces, se implementaron estrictas medidas de seguridad para proteger el nuevo trofeo de la Copa Mundial, introducido en 1974.
El original se guarda bajo resguardo permanente en la sede de la FIFA y nunca sale de sus instalaciones. Se exhibe únicamente durante la ceremonia de premiación al equipo campeón al finalizar cada Mundial. En ese momento, los jugadores tienen la oportunidad de levantar el trofeo sobre el terreno de juego. Una vez concluida la ceremonia, la FIFA guarda el trofeo original y entrega a la selección ganadora una réplica exacta. Esta medida se implementó a partir del Mundial de Alemania 2006 para asegurarse de que no corra la misma suerte que el Jules Rimet.
La actual Copa Mundial de la FIFA fue introducida en 1974, después de que Brasil se quedara con el Jules Rimet en 1970. Diseñado por el escultor italiano Silvio Gazzaniga, presenta dos figuras humanas que surgen desde la base y levantan con los brazos extendidos la Tierra, representando la universalidad del fútbol y la unidad de las naciones. Está hecho de oro macizo de 18 quilates. Pesa aproximadamente 6,1 kilogramos.