Era el verano de 1962. Y Antônio Carlos Jobim, como era su costumbre, se encontraba en el bar Veloso de Río de Janeiro, Brasil, bebiendo y charlando con su amigo, Vinicius de Moraes, cuando vio pasar por la calle Montenegro a una bella joven de unos 17 años. La muchacha, de cabello oscuro y ojos verdes, caminaba en dirección a la playa de Ipanema y era habitual que se detuviera a comprarle cigarrillos a su madre, sin percatarse de que era observada por esos dos hombres que pasaban sus tardes en el bar. No los notó ni el primer día, ni el siguiente, ni los restantes... Y tampoco supo que ella había sido la musa inspiradora del tema de bossa nova más conocido en el mundo hasta algunos años más tarde, cuando ya Ipanema era la capital mundial de ese género.
“Mira que cosa más linda, más llena de gracia. Es esa chiquilla, que viene y que pasa, con dulce balanceo camino del mar. Moza de cuerpo dorado por el sol de Ipanema, su balancear es más que un poema, es la cosa más linda que yo vi pasar...”, dice la letra del tema escrito por el poeta carioca al que Tom le puso su música. La joven, que atraía todas las miradas a su paso, tenía nombre y apellido: Helô Pinheiro. Y la canción que le dedicaron, la segunda más grabada después de Yesterday de The Beatles, llegó a un estudio por primera vez en agosto de ese año bajo el nombre de Menina que passa.
En marzo de 1963, en tanto, el productor Creed Taylor comenzó a buscar repertorio para el saxofonista Stan Getz que estaba por sacar un álbum. Y así fue como Jobim terminó grabando junto a éste en Nueva York una versión del tema, rebautizado como Garota de Ipanema, junto a Joao Gilberto cantando en portugués y Astrud Gilberto, en inglés. Y el éxito fue tal, que la canción se mantuvo 96 semanas seguidas en el ranking de la revista Billboard y el trabajo obtuvo cuatro Premios Grammy en los rubros Disco del año, Single del año, Mejor solista de jazz y Mejor grabación.
Hasta ese momento, nadie sabía quién era la dueña de ese “dulce balanceo” que había llevado a Tom y a Vinicius a componer esa pieza. Pero, en 1965, ambos se animaron a contarle a Helô, que de inmediato fue lanzada al estrellato como modelo y actriz, que había sido la destinataria de su creación. De hecho, luego de esa confesión, fue de Moraes quien se encargó de hacer pública la desinteresada participación de la joven en el tema, dedicándole unas palabras en una conferencia de prensa en la que le consultaron por ella. “Es una chica dorada, una mezcla de flores y sirenas, llena de luz y llena de gracia, pero cuya personalidad también está llena de tristeza porque siente que la juventud pasa y que no podemos retener la belleza. Ella es el regalo de la vida con su hermoso y constante fluir”, dijo.
Al año siguiente, Jobim estaba bebiendo como siempre en el bar Veloso, que como era de esperar con el tiempo adoptó el nombre de la canción gestada entre sus mesas, cuando un mozo se acercó para avisarle que tenía un llamado de Nueva York. Y, del otro lado de la línea, estaba el mismísimo Frank Sinatra para proponerle grabar “el tema de la garota”. Al poco tiempo, salió a la luz el disco Francis Albert Sinatra & Antonio Carlos Jobim.
¿Si entre Pinheiro y Tom alguna vez llegó a pasar algo? La verdad es que no. Es que la muchacha tenía novio y, con el tiempo, el músico terminó convirtiéndose en el padrino de una de sus hijas. Por su parte, Jobim se había casado en 1949 con Thereza Otero Hermanny, con quien tuvo dos hijos: Paulo y Dora. Y, tras divorciarse de ella en 1978, en 1986 se casó con la fotógrafa Ana Beatriz Lontra, con quien trajo al mundo a Joao Francisco y María Luiza Helena.
El músico, cuyo nombre completo era Antônio Carlos Brasileiro de Almeida Jobim, había nacido el 25 de enero de 1927 en el barrio de Tijuca. Era hijo de un diplomático que luego se dedicó a la literatura, Jorge de Oliveira Jobim, y de una mujer descendiente de pueblos originarios, Nilza Brasileiro de Almeida. Cuando sus padres se separaron, él se mudó con su madre y su hermana, Helena, a Ipanema. Y fue su padrastro, el matemático Celso da Frota Pessoa, quien le regaló su primer piano.
Cuando era adolescente, Tom empezó a estudiar música en el Colegio Brasileiro de Almeida, con el compositor de origen alemán Hans-Joachim Koellreutter. Y aunque luego comenzó a cursar en la facultad de arquitectura, no tardó mucho en dejar la carrera de lado para dedicarse de lleno a tocar en bares y clubes nocturnos de Copacabana. Al tiempo consiguió trabajo como pianista en la orquesta de la radio Clube. Y, en 1952, ya se había convertido en el arreglador del sello discográfico Continental.
Su primera composición grabada en estudio en 1953 con la voz de Mauricy Moura, fue Incerteza. La letra del tema era de Newton Mendonça, con quien años más tarde creó Desafinando, un clásico inmortalizado por João Gilberto y por Stan Getz y Charlie Byrd. Al año siguiente, en colaboración con Billy Blanco, alcanzó el éxito con Tereza Da Praia, interpretada por Lúcio Alves y Dick Farney. Y, en 1956, hizo su primer trabajo junto a Vinicius de Moraes, encargándose de las canciones de la obra Orfeo da Conceição de donde surgió el primer suceso de la dupla: Se Todos Fossem Iguais A Você .
A partir de ese momento, los logros de Jobim fueron incesantes. Y su relevancia internacional lo llevó, incluso, a radicarse en Estados Unidos, donde pudo desarrollar una carrera con proyección mundial. Pero tras un período en el que la bossa nova decayó, en 1974 regresó a su país para relanzarse de la mano de Elis Regina, con quien grabó el álbum Elis & Tom. Y, con mayor o menor exposición, siguió trabajando hasta el final de sus días, convirtiéndose en un símbolo cultural de Brasil.
De hecho, su último álbum, Antônio Brasileiro, salió a la luz tres días después de su muerte, ocurrida el 8 de diciembre de 1994, cuando tenía 67 años. Meses antes, le habían detectado un cáncer en la vejiga por el que fue intervenido en el Hospital Mount Sinaí, en Nueva York. Pero, cuando se estaba recuperando de la operación, sufrió una embolia pulmonar que le provocó un paro cardíaco y, finalmente, falleció. “Dediqué mi vida a la música brasilera, debido a que hay franceses para escribir música francesa y americanos para escribir música americana”, había dicho alguna vez.