Fue un hito médico. Aunque Louis Washkansky vivió solo 18 días con el corazón de otra persona en su cuerpo, la cirugía que le realizaron marcó un antes y un después en la historia de la Medicina del siglo XX y abrió un abanico de esperanzas para millones de personas con afecciones cardíacas.
Durante las primeras horas del domingo 3 de diciembre de 1967, el cirujano Christiaan Barnard realizó el primer trasplante de corazón humano en el Hospital Groote Schuur en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Antes de que se realizara aquel primer trasplante de corazón, los médicos y cirujanos trabajaban en alternativas para tratar enfermedades cardíacas graves: la base eran los medicamentos, las cirugías paliativas (como la creación de desvíos arteriales o reparaciones valvulares), y los dispositivos mecánicos experimentales que ayudaban al corazón a bombear sangre.
Para esa fecha, los trasplantes de órganos no vitales se estaban desarrollando, pero los cardíacos aún presentaban desafíos únicos debido a la gran complejidad técnica que implicaba realizarlos y a los riesgos inmunológicos que implicaban.
La historia
A los 9 años, Louis Washkansky, lituano de origen judío, emigró con su familia a Sudáfrica, en 1922. Cuando comenzó a trabajar, lo hizo en un local de venta de alimentos en Ciudad del Cabo, durante la Segunda Guerra Mundial. En esos años, también practicó deportes: fútbol, natación y levantamiento de pesas. Pese a esto, en poco tiempo, su salud comenzó a deteriorarse sustancialmente: era diabético y tenía una enfermedad coronaria incurable, lo que le ocasionó tres infartos de miocardio. El último derivó en una insuficiencia cardíaca.
Esas afecciones llevaron a Louise al Hospital Groote Schuur de Sudáfrica en abril de 1966, donde fue atendido por el médico Barry Kaplan, quien terminó derivándolo con el cirujano sudafricano Christiaan Barnard. Luego de realizarle varias pruebas de laboratorio y un examen en profundidad, este especialista en corazón concluyó que ya no había nada convencional que pudiera hacer para ayudarlo.
En enero del año siguiente, Washkansky fue derivado con el cardiólogo Mervyn Gotsman, del Hospital Groote Schuur y allí fue sometido a una cateterización cardíaca: le confirmaron un problema severo en su corazón y, nuevamente, fue derivado con Barnard para que evalúe si era candidato a una cirugía.
Louis Washkansky ya se encontraba en una condición crítica, la insuficiencia cardíaca terminal causada por una enfermedad coronaria avanzada y los tres infartos lo dejaron en un estado tan delicado que ninguno de los tratamientos conocidos le resultaban efectivos. Le habían administrado cuidados médicos intensivos, pero su salud se deterioraba tan velozmente que se convirtió en el candidato ideal para un procedimiento experimental.
Hasta ese momento, los criterios médicos para saber si un paciente podía ser receptor de un trasplante de corazón se basaban en la gravedad de su enfermedad y en la ausencia de alternativas terapéuticas. Esta conjunción hizo que Washkansky fuera seleccionado para ese procedimiento porque, más allá de su enfermedad cardíaca, estaba relativamente saludable y eso aumentaba sus posibilidades de sobrevivir a la cirugía que se practicaría por primera vez.
Seis meses antes, el equipo médico liderado por Barnard ya había realizado trasplantes renales y pruebas experimentales en animales, lo que le dio confianza para intentar el primer trasplante de corazón humano.
El corazón que latía
Cuando se supo del acontecimiento médico sin precedentes del 3 de diciembre de 1967, en el mundo comenzó a hablarse del “milagro” de Ciudad del Cabo y todas las cámaras apuntaron al cirujano, que pasó al estrellato por su logro. Eso también hizo que fuera tan criticado como admirado. Las críticas fueron porque decidió sacarle el corazón a una joven cuando este aún latía. Y se animó a hacerlo cuando el concepto “muerte cerebral” todavía generaba un sinfín de repudio y no estaba del todo estudiado ni debatido.
La otra protagonista de la hazaña fue Dénise Darvall, la joven de 25 años considerada con muerte cerebral luego de haber sido atropellada por un hombre ebrio mientras ella estaba junto a su madre. El 2 de diciembre de 1967 se la dio por muerta en el mismo hospital donde Louis esperaba un milagro.
Fue el mismo Barnard quien habló con el padre de la joven para decirle que había alguien con una posibilidad de vida y que esa estaba en el corazón de su hija. El hombre que acaba de perder a su esposa e hija se tomó unos minutos para aceptar que le quitaran el corazón y los riñones, que fueron utilizados en otro trasplante.
No se sabe si Edward, el padre, pensó en la posibilidad de que el corazón de su hija pudiera latir en otro cuerpo o, simplemente, quiso ayudar a ese hombre que la doblaba en edad y de ese modo brindarle una oportunidad de sobrevivir.
En la madrugada del 3 de diciembre se inició la intervención que llevó un total de 9 horas: Barnard le quitó el corazón a Dénise mientras latía y con absoluta calma lo pasó al cuerpo de Louis. Luego lo hizo bombear y cuando su equipo médico le confirmó que latía solo sintió alivio. Su tarea estaba hecha y ya había quedado en la historia.
Al despertar Louis supo que, efectivamente, tenía un nuevo corazón que era de una joven blanca. Louis era sudafricano y en ese tiempo el racismo hacía estragos especialmente en el país en el que reinaba el apartheid . Dénise salvó dos vidas. El trasplantado vivió 18 días y en ese tiempo dio entrevistas y contó que planes tenía para el futuro.
Murió el 21 de diciembre de 1967 debido a una neumonía causada por su inmunosupresión, no por el rechazo del órgano: después de la cirugía, Washkansky recibió drogas para suprimir el sistema inmunológico y evitar que su cuerpo rechazara el corazón. Tal vez esas drogas también lo dejaron susceptible a una enfermedad. La autopsia reveló que su nuevo corazón estaba en perfecto estado.
Pese a ello, el hito ya se había realizado y Barnard demostró que el corazón de una persona podía latir en el cuerpo de otra. Lejos de esta nueva información quedaron todas las responsabilidades que la poesía le daba al corazón, sus sentimientos y recuerdos.
El después
El trasplante marcó el inicio de una nueva era en la cirugía cardíaca, demostrando que era posible reemplazar un corazón humano de forma exitosa. Aunque la supervivencia inicial fue limitada, los avances en medicamentos y técnicas convirtieron a los trasplantes de corazón en procedimientos con altas tasas de éxito hasta la actualidad. Durante la década de 1970 se desarrollaron drogas más efectivas que hicieron que estos procedimientos tuvieran mejores resultados finales. Cirujanos de todo el mundo buscaron copiar el logro del sudafricano. Los médicos estadounidenses Adrian Kantrowitz y Norman Shumway fueron los primeros hacerlo. Aunque la técnica de Barnard era exitosa, los pacientes no lograban sobrevivir mucho tiempo.
Después de aquel primer trasplante a Washkansky, quedó claro que los medicamentos inmunosupresores de la época (como los corticosteroides y la azatioprina), eran insuficientes para prevenir el rechazo y mantener al paciente libre de infecciones. En la década de 1980, la introducción de la ciclosporina aumentó notablemente la supervivencia de las personas trasplantadas.
También mejoraron las técnicas quirúrgicas con procedimientos más precisos, con menor tiempo de isquemia (interrupción del flujo sanguíneo) durante el trasplante. Los avances en preservación de órganos también jugaron un papel importante.
En enero de 1968, Barnard volvió a realizar el mismo procedimiento, esa vez el paciente fue el odontólogo Philip Blaiberg, quien vivió más de un año tras el trasplante. Eso demostró que los operados podían tener una buena calidad de vida después del procedimiento. Como buen antecedente, ese nuevo hito colaboró para que mejoran también los programas de trasplante de corazón, que se expandieron en todo el mundo. Así se convirtió en una opción viable para miles de personas con afecciones cardíacas.
El primero en Argentina
El primer trasplante de corazón en el país se realizó el 31 de mayo de 1968 en la Clínica Modelo de Lanús, bajo la dirección del doctor Miguel Bellizi, convirtiéndose en el decimonoveno en el mundo. Desde entonces, Argentina avanzó de forma importante en la consolidación de un sistema de procuración y trasplante regulado por el INCUCAI, organismo que busca garantizar un proceso equitativo y transparente en este tipo de intervenciones. Además, en 1990 se efectuó el primer trasplante cardíaco infantil: el cirujano Florencio Vargas lideró el equipo que practicó la intervención en el Hospital Italiano de Buenos Aires, ocho años después del pionero infantil en Estados Unidos.
Actualmente, 7345 pacientes esperan un trasplante en Argentina, 161 de ellos necesitan un corazón. En 2024, se realizaron 84 trasplantes cardíacos.