La obsesión de Michael Jackson, su afición por las películas clase B de terror, las ganas de interpretar a un monstruo (con los años se convertiría en uno de verdad), su vocación por estirar los limitaciones, su ambición por convertirse en el artista más importante de su tiempo, hicieron que Thriller (el álbum y el video) marcaran su tiempo y que reconvirtieran el negocio de la música para siempre.
Para eso, Michael invirtió 20 veces más de lo que se gastaba en un video, obligó a cambiar sus modos y reglas a MTV, trajo a los directores de cine al mundo de los videoclips y le dio nueva vida a un álbum que ya parecía estar en una meseta comercial hasta convertirlo en el más vendido de la historia.
Buena parte de la leyenda de Michael Jackson se asienta en el video de Thriller, ese videoclip que nadie quería financiar ni producir.
El 2 de diciembre de 1983, la cadena MTV emitía por primera vez el video de Thriller de Michael Jackson. A partir de ese momento nada volvería a ser igual en el mundo de la música.
Thriller, el videoclip que cambió todo
La anterior parece una afirmación desmesurada, pero se ajusta estrictamente a lo sucedido. Todo lo relativo a Michael Jackson es propenso a la hipérbole. Sin embargo, Thriller sigue siendo a más de cuatro décadas de su estreno el video más influyente de la historia, el que revolucionó a una industria.
El álbum Thriller de Michael Jackson salió a fines de 1982. El éxito fue inmediato. El primer single fue The girl is mine. El público se vio seducido de manera fulminante por las canciones de Michael. Off The Wall, su disco anterior también había llegado a la cima de los rankings y había tenido grandes críticas. Pero ahora se trataba de otra cosa. Este álbum era el ingreso a una nueva dimensión.
En la producción estaba el prestigioso e influyente Quincy Jones. Thriller llegó al número uno muy rápido y ahí permaneció durante meses. En el competitivo mundo del pop de los ochenta, Michael Jackson lograba destacarse. Los singles se editaron uno tras otro. Todos con gran éxito. Millones de copias vendidas y permanentes pasadas en la radio. The girl is mine, Billie Jean, Beat it, Wanna be startin’ somethin’, Human nature, P.Y.T (Pretty young thing). De octubre de 1982 hasta septiembre del 83. El disco ya se encontraba entre los más vendidos de la historia. Cada aparición de Michael era un boom. Los chicos de todo el mundo intentaban imitar sus mágicos pasos de baile.
En el medio surgió un nuevo agente en la industria: el video musical. Piezas fílmicas que ilustraban la canción, como publicidades de tres minutos y medio de un producto llamado canción. Mientras los directivos de las discográficas intentaban determinar su utilidad, se creaba MTV, el primer canal que dedicaba la totalidad de su programación a los videos. Era un vehículo novedoso y había que explorar sus posibilidades. Pero parecía que nadie se animaba a hacerlo, que nadie quería arriesgar demasiado. En Epic, sello de CBS, se discutió bastante cuál sería el corte del disco que ameritaba un videoclip. Se inclinaron por Billie Jean. A Michael le gustaba mucho el video de Don´t you want me del grupo Human League. Llamaron a Steve Barron, su director, y le propusieron el trabajo. Barron aceptó. Venía de la publicidad pero le interesaba el mundo de la música. Había presentado una propuesta para la nueva canción de Joan Armatrading pero al manager de la cantante no le había gustado. Una puesta al día de la historia del Rey Midas, en este caso un artista que transforma todo lo que toca. Con esa misma idea se presentó ante Jackson que, como era de esperar, quedó seducido de inmediato con la posibilidad de iluminar cada cosa con la que entraba en contacto.
El presupuesto casi no se discutió. Fue el estándar de la época: 50 mil dólares. La CBS no estaba dispuesta a gastar más. Para que las baldosas se encendieran a cada paso del futuro Rey del Pop tuvieron que contratar un electricista de la zona que inventó con ingenio y poco dinero un circuito algo precario pero efectivo. Los decorados estaban pintados y los planos eran lo más cerrados posibles para que no se notaran las miserias de la producción. Nada demasiado diferente a los demás videos del momento. Lo que era distinto era el protagonista. El carisma de Jackson traspasaba la pantalla. Los directivos, al ver el producto terminado, quedaron muy satisfechos: el álbum iba a multiplicar sus ventas cuando la pieza estuviera en el aire. Pero se encontraron con un inconveniente imprevisto. No tenían dónde pasarlo. MTV se negaba a hacerlo. Sus autoridades aducían que eran una emisora de rock y que no pasaban música negra. Sus detractores lo veían de otra manera. Acusaban al canal de racismo. Rick James, el artista de Motown, lo dijo abiertamente: “MTV es racista”. El legendario directivo CEO de CBS, Walter Yetnikoff llamó al director general de MTV y lo amenazó: “Si no pasan Billie Jean, les saco los videos de todos mis artistas”. CBS había tomado la precaución de firmar un contrato con el nuevo canal en el que se reservaba el derecho de prohibir la emisión de sus artistas luego de una intimación.
La pelea de Michael Jackson contra MTV
MTV se comprometió a pasar a Jackson pero no aclaró la frecuencia. Al principio el video se emitía dos veces por día. Luego, llegó el turno de Beat it. MTV en medio de las negociaciones había sostenido que esa era mejor canción debido a la intervención de la guitarra de Eddie Van Halen. Barron se negó a dirigir el segundo clip consecutivo de Jackson. Llamaron a otro director proveniente de la publicidad, Bob Giraldi, quien debido al suceso de Beat it fue contratado de inmediato para el de Say say say, el tema que unía a Paul McCartney y Michael Jackson. En el set los periodistas le consultaron quién era la mayor estrella, Giraldi dijo que en sus filmaciones la única estrella era él. Apenas se publicó la declaración, las dos estrellas (de verdad) le pidieron explicaciones: “Nunca nadie pidió tantas veces perdón en tan poco tiempo” contó Giraldi tiempo después. A esa altura el presupuesto se había multiplicado por cuatro: 200 mil dólares. Fue un nuevo éxito. A partir de ese momento, ambos videos entraron en la heavy rotation (eran de los más emitidos) y el disco seguía vendiendo. De a poco, junto a Beat it y Billie Jean, videos de otros artistas negros (todavía no había dudas de que Michael Jackson era un artista negro) comenzaron a aparecer en MTV. El primero de ellos aunque hoy parezca extraño fue Rockit de Herbie Hancock.
En esos años, las discográficas tenían una regla no escrita pero estricta: sólo se hacían dos videos por álbum. Pero Michael y su ambición no respetaban reglas. Quería hacer un tercer clip. Pero para eso debía convencer a Yetnikoff y compañía. El álbum seguía muy arriba en los ránkings pero parecía que su vida comercial se estaba agotando. A un año de su salida se creía que había dado todo lo que podía. Y eso era mucho. El video que Michael quería ni siquiera era sobre uno de los temas que habían aparecido como singles. Él pensaba en Thriller, esa canción que Rod Temperton había bautizado Starlight cuando la compuso. Su ilusión era hacer de monstruo. Llamó al director cinematográfico John Landis que venía de filmar Colegio de Animales, Los Hermanos Caradura (Blues Brothers), De mendigo a millonario y, en especial, Hombre lobo americano. Michael quería metamorfosearse como lo hacía el protagonista de esa película.
Hasta ese momento los videoclips eran asunto de directores publicitarios, no de directores cinematográficos consagrados. Tenía su lógica: debían vender canciones.
Jackson al llamar a Landis (después lo haría con muchos otros como Scorsese o John Singleton) modificó esas reglas de juego. Él quería contar una historia. Landis se entusiasmó. Entre los dos escribieron un guión. Su pieza duraría más de catorce minutos. Ya no sería una mera ilustración de la canción. Ellos filmarían un corto cinematográfico. Pero claro, antes tenían que convencer a los directivos de CBS.
Después de los primeros tanteos de allegados, la respuesta siempre fue la misma: el disco ya está muerto, no vamos a poner un peso más. Michael y Landis seguían insistiendo. Hasta que un día Jackson llamó a Yetnikoff por teléfono. Le pidió por favor que le financiara el clip. El estentóreo ejecutivo parecía dispuesto a darle el gusto; al fin y al cabo era su artista más vendedor. Le preguntó cuánta plata necesitaba. Michael, con su voz delgada y su aire inocente le dijo: “800 mil dólares”. Del otro lado de la línea se produjo un largo silencio. A lo sumo se escuchó alguna respiración agitada, una especie de estertor. Yetnikoff, controlándose, le pidió a Jackson que le pasara con Landis. Cuando el director se hizo con el auricular comenzó una secuencia digna de dibujo animado. El ejecutivo gritaba e insultaba, parecía que del aparato salía fuego; Landis impostó serenidad y esgrimía algunos débiles e inconclusos argumentos: siempre lo tapaban los gritos de Yetnikoff. La conversación (por llamarla de alguna manera: era un monólogo exasperado) se cortó de manera súbita. Michael miró a Landis con ilusión y le preguntó: “¿Qué dijo?”.
El backstage de Thriller
Jackson estaba decidido a hacer el video pese a la negativa de CBS. Lo financiaría él. Landis le dijo que no, que buscarían productores. Se les ocurrió filmar el making of del video y venderlo como un especial de una hora. 45 minutos de documental y 15 del corto.
CBS aceptó poner 100 mil dólares en ese proyecto. MTV dijo que no se apartaría de su norma: el canal no producía videos de ningún artista. En ese momento apareció Showtime, la cadena que recién estaba comenzando a operar y quería instalarse en el mercado. Puso 250 mil dólares por la exclusividad durante un mes. MTV cuando se enteró decidió poner otro tanto para tener la exclusividad posterior (que era casi exclusividad total porque Showtime no llegaba al millón de suscriptores). MTV encontró una argucia para justificar la excepción a su regla y evitar que otros artistas pidieran lo mismo: ellos estaban poniendo dinero para producir un film de una hora, no un videoclip.
El presupuesto se excedió. Llegaron al millón de dólares. Veinte veces más de lo que salían el resto de los clips; 150 mil dólares más de lo que había salido producir todo el álbum. La diferencia la puso Jackson confiado en que el producto final valdría la pena. O, tal vez, obsesionado con hacer de monstruo y filmar su (breve) película de zombies.
La esposa de Landis, Deborah Nadoolman, una vestuarista de gran éxito en Hollywood que venía de hacer Los Cazadores del Arca Perdida, consiguió la campera colorada de Michael. El maquillador fue el mismo de Hombre Lobo Americano. Para la novia de Michael hicieron un largo casting. Jennifer Beals, la actriz de Flashdance, fue la primera opción pero rechazó el papel que recayó en Ola Ray, cuyo mayor logro profesional anterior (y posterior) fue el de haber sido conejita de Playboy. La voz en off del final recayó en Vincent Price, ícono del cine de terror de décadas anteriores. Price hizo un pésimo arreglo económico. No aceptó un porcentaje y exigió mil dólares de salario.
La grabación duró diez días. Unas semanas después, John Landis llevó a Michael a ver el primer corte. En la sala a oscuras, también estaban sus hermanos. Según cuenta un productor en I Want My MTV, la historia oral del canal musical, en la parte en que Michael dice: “No soy como los otros chicos”, se escucharon las carcajadas de sus hermanos. Jackie le dijo al oído a Tito, mientras remedaba la voz de Michael: “Él no es como los otros chicos”. Michael lo escuchó y le reprochó sin levantar la voz: “Eso fue poco amable, Jackie”.
A pesar de la satisfacción de todos los involucrados, Thriller estuvo a punto de no ver la luz. Michael, quince días antes de su estreno, llamó en medio de la noche a un colaborador y le pidió que destruyera el master. Estaba arrepentido de su creación. Creía que atentaba contra sus creencias religiosas (eran épocas en que estaba influenciado por los Testigos de Jehová). Fue disuadido bastante rápido pero exigió que se incorporara una placa explicativa al comienzo del corto: “Debido a mis fuertes convicciones personales quiero remarcar que esta película no apoya las creencias ocultistas”.
El estreno de Thriller
El video tuvo una premier en un cine de Hollywood. Landis contó que a pesar de haber estado en los Óscar, en los Globo de Oro y en Cannes nunca vio una alfombra roja con tantas estrellas. Al finalizar la exhibición la sala aplaudió de pie. Eddie Murphy pidió a los gritos que lo pasaran de nuevo. Y así sucedió: el estreno de Thriller tuvo un bis.
El video se convirtió en un fenómeno irrepetible. Si MTV hasta ese momento tenía tres categorías de videos: los que pasaban mucho (heavy rotation), los de exhibición media y los que se veían una vez por día, con Thriller creó una cuarta: el video que emitían todo el tiempo. Hasta dos veces por hora. En una esquina de la pantalla había una cuenta regresiva que indicaba cuánto faltaba para que volviera a aparecer.
El efecto que provocó sobre las ventas del álbum fue increíble. Las revitalizó y fue el factor determinante para que Thriller, el disco, se convirtiera en el más vendido de la historia (hasta que fue desbancado hace unos años por el Grandes Éxitos de los Eagles).
Michael quiso competir en los Premios Óscar de ese año con su creación. Para ello debía ser estrenado en pantalla grande. Encontraron la manera de cumplir con ese requisito poniéndolo en un doble programa con Fantasía, el clásico de Disney.
El video de Thriller revolucionó la industria. Los ratings de MTV se multiplicaron. El canal le debe su fama al artista que al principio se negaba a pasar. Los artistas negros tuvieron un nuevo medio de difusión. Los videos hicieron explotar a la industria discográfica de los ochenta y los artistas debieron reconvertir su imagen y sus carreras. Impuso un nuevo paradigma. El estreno de Thriller es, junto a la primera aparición de Elvis y a la actuación de los Beatles en lo de Ed Sullivan, es uno de los tres grandes momentos televisivos musicales de la historia.
Jackson a lo largo de su carrera siguió elevando la vara con cada uno de sus videos. Black or White (también de Landis), Bad, Scream, Smooth Criminal o Jam son algunos de los deslumbrantes ejemplos. A partir de él, la música ya no sólo se escucha; también se mira.