Además de enseñarle al mundo que el tamaño poco importa, hay algo en Danny DeVito que lo hace extremadamente simpático, incluso cuando interpreta a un ser desagradable: se hace querer. Pero a pesar de las alegrías que le dio al mundo, el italoamericano tuvo una vida marcada por la tragedia y el dolor.
Danny DeVito es uno de los actores más pequeños de Hollywood, ya que mide 1,47m. El actor nació con la enfermedad de Fairbank, también conocida como displasia epifisaria múltiple, o MED, una afección musculoesquelética que afecta e inhibe el desarrollo del crecimiento del hueso y el cartílago. Además de una estatura adulta inferior a la media, las personas con MED son más propensas a sufrir artritis de aparición temprana, dolor en las articulaciones, curvatura de la columna vertebral y dificultad para caminar. No la tuvo fácil.
A pesar de esa condición, DeVito nunca fue objeto de burlas o acoso por su estatura pero eso limitó la cantidad de papeles a los que pudo acceder. Aún así el actor cree que fue más una ayuda que un obstáculo cuando se presentó a las primeras audiciones. “Porque no era tan normal. Al principio, cuando me presentaba a un papel, la gente decía, ‘Oh, tengo dos papeles de Shakespeare como ese para vos’”.
Padre alcohólico
Daniel Michael DeVito Jr. nació el 17 de noviembre de 1944, en Asbury Park, Nueva Jersey, Estados Unidos, en el seno de una familia italoamericana. Su madre, Julia, tenía 40 años cuando él nació y ya era mamá de dos hijas adolescentes. Es decir, la llegada de Danny fue una especie de sorpresa: “No lo buscaba, pero estoy muy orgullosa de él”, dijo en una entrevista. Y su padre, que se llama igual que el actor, se dedicó a trabajos de baja remuneración para mantener a la familia, incluyendo la atención en una tienda de dulces, una tintorería y un salón de billar, era alcohólico, lo que hizo que el joven DeVito se criara en un ambiente familiar tenso.
“Mi papá tenía problemas con el alcohol y estaba enfermo en ese sentido. Era un hombre dulce en el día, pero al tomarse una copa, se volvía loco. Me sentía vulnerable”. La adicción de su papá fue en parte lo que llevó a Danny a dejar su casa a los 14 años, cuando convenció a sus padres para que lo enviaran a un internado católico. De ese modo, podría escapar de la heroína, que invadió Asbury Park a finales de los años 50 y atrapó a algunos de sus amigos. “Lo que hacíamos en aquellos días era robar productos farmacéuticos. Uno de mis mejores amigos murió en la cárcel. No fue algo raro”, recordó el actor.
Después de graduarse del colegio en 1962, Danny empezó a trabajar como esteticista en el salón de belleza de su hermana. Un año después, se matriculó en la New York ‘s American Academy of Dramatic Arts para poder aprender más sobre cosmetología. Pero mientras estaba en la academia, se enamoró de la actuación y decidió seguir su carrera como actor. Durante este tiempo, conoció a otro aspirante a actor, Michael Douglas, en la Conferencia Nacional de Dramaturgos en Waterford, Connecticut. Más tarde, los dos colaborarían en numerosos proyectos y, a finales de la década del 60, compartieron un departamento en Manhattan, Nueva York, por el que pagaban de alquiler 75 dólares cada uno por mes.
En 1968, Danny consiguió su primer papel en el cine cuando apareció como un matón en Dreams of Glass (1970). A pesar de este pequeño triunfo, el actor se desilusionó de la industria cinematográfica y decidió centrarse en las producciones teatrales. Hizo su debut en el Off-Broadway en 1969 en The man with the flower in his mouth. Siguió con papeles teatrales en The shrinking bride y Lady Liberty. En 1975, el director Milos Forman y Michael Douglas se acercaron a él para que apareciera en la versión cinematográfica de la película Atrapado sin salida, protagonizada por Jack Nicholson. Con el éxito de taquilla casi garantizado y la posibilidad de exposición nacional, Danny aceptó el rol.
Atrapado sin salida se convirtió en un gran éxito, tanto de crítica como de recaudación, y aún hoy se ubica como una de las mejores películas de todos los tiempos. Sin embargo aquel trabajo hizo muy poco para ayudar en la carrera de Danny: en los años siguientes fue relegado a pequeños papeles en películas y apariciones especiales en programas de televisión. Su gran oportunidad llegó en 1978 cuando audicionó para la serie Taxi , que se centraba en la vida de Louie DePalma, un taxista de Nueva York. En el casting, casi fue rechazado cuando los productores le dijeron que necesitaba mostrar más actitud para conseguir el papel. Danny arrojó el guion de golpe y gritó: “¿Quién escribió esta mierda?” Ahí, los productores se dieron cuenta de que DeVito era perfecto para el rol, lo incorporaron, y la serie o fue un gran éxito entre los años 1978 y 1983.
Louie DePalma, interpretado impecablemente por DeVito, se convirtió en uno de los personajes más memorables (y despreciables) de la historia de la televisión. Si bien los televidentes lo odiaban, fue muy elogiado por la crítica: ganó un premio Emmy y fue nominado en otras tres ocasiones. A lo largo de las décadas del 80 y 90, Danny mantuvo su condición de gran actor con papeles memorables en películas como Dos bribones tras la esmeralda perdida (1984), Por favor maten a mi mujer (1986), Tira a mamá del tren (1987) y Gemelos (1988). También tuvo un gran éxito detrás de cámaras: dirigió películas-en las que también actuó- como La guerra de los roses (1989) y Hoffa (1992).
Más tarde, DeVito se adaptó a una nueva generación de cinéfilos cuando le dieron el papel del Pingüino en el exitoso Batman regresa (1992) de Tim Burton. Esto le valió una nominación a Mejor Villano en los MTV Movie Awards. Ese mismo año, junto con su esposa Rhea Perlman, cofundó Jersey Films, que ha producido muchas películas y programas de televisión populares, incluidos Tiempos violentos (1994), El nombre del juego (1995), El lunático (1999) y Erin Brockovich, una mujer audaz (2000).
Salud mental
Como ya se dijo, DeVito consiguió su primer papel principal en el cine en Atapado sin salida, la adaptación de la novela de Ken Kesey ambientada en un hospital psiquiátrico. Un rol que llevaba en el corazón y por el que estaba dispuesto a aceptar desafíos agotadores. Para prepararse e interpretar a un enfermo mental que soporta aterradoras alucinaciones, DeVito pasó tiempo observando a los residentes de un centro en la isla de Wards en Nueva York. “Sacaba trozos de ellos, cosas que no estaban en el libro. Y Martini (su personaje) fue derribado en el mar en la Segunda Guerra Mundial, así que me imaginaba el agua subiendo a la habitación. Por eso siempre me sentaba sobre las piernas en la silla porque en su mente, el agua sube”, explicó.
La película se filmó en el Hospital Estatal de Oregón, y durante el rodaje DeVito sufrió un grave episodio de salud mental, desarrollando una ansiedad de separación tan severa de su entonces novia, Rhea Perlman, que inventó un amigo imaginario para hacerse compañía. Tan extremo fue el ataque que, como consecuencia, el actor tuvo que recibir tratamiento psiquiátrico durante un largo tiempo.
El restó
En el 2006, DeVito apareció en el programa The View para promocionar la película Una Navidad muy prendida, pero lo más memorable de la entrevista fue que el actor estaba borracho. Él mismo admitió que la noche anterior había salido con su amigo George Clooney a tomar limoncello y que aún no estaba sobrio. Anécdota que llevó a DeVito a lanzar su propia marca de limoncello y, a la vez, la bebida condujo al actor al negocio de los restaurantes. Conoció al empresario gastronómico de Florida David Manero y, con un tercer socio, abrieron DeVito South Beach en Miami, con una inversión de 7,5 millones de dólares para renovar un edificio y crear un menú caro, cuyo precio inicial fue de un promedio de 75 dólares por persona.
A DeVito le gustaba aparecer en el restaurante y saludar a los clientes, pero en el 2010, la empresa comenzó a tener problemas cuando Manero no pudo pagar los préstamos que había pedido para abrir el lugar. Ese mismo año, los empleados demandaron al restaurante, alegando que los estafaban con los cheques de pago y en las propinas. Un camarero se metió en las computadoras de la empresa y encontró pruebas al respecto, por lo cual DeVito se tuvo que enfrentar a la ley en Florida. El actor se retiró, se separó de sus socios, y el restaurante cerró definitivamente en el 2011.
Un amor de años
A pesar de las dificultades DeVito, al menos, tenía una relación firme en la que apoyarse: la que mantuvo por más de 40 años con su esposa. Comenzó su vínculo en 1970 con la actriz Rhea Perlman, conocida por participar en la serie Cheers, y por ser coprotagonista junto a DeVito en Matilda. Danny y Rhea se enamoraron, se casaron y tuvieron tres hijos: Lucy (41), Gracie (39) y Jake (37). Aunque se trata de uno de los matrimonios de famosos más duraderos de Hollywood, en el 2012, DeVito y Perlman se separaron. Al año siguiente, se volvieron a juntar pero la segunda vez no duró, y terminaron de nuevo en el 2017.
DeVito y Perlman siguen oficialmente separados pero declararon ser “más amigos ahora que en sus últimos años como pareja, que fueron demasiado tensos”. Suelen hablar y están de acuerdo en casi todo lo importante. “Somos amigos. Somos felices. Todos están contentos”, afirmó él cuando la prensa hablaba de una posible depresión del actor. De hecho, cuando le preguntaron qué es lo más cerca que estuvo de la muerte, DeVito con su característico humor dijo: “Una vez estuve en el mismo aeropuerto que Dick Cheney”, expresó refiriéndose al político y empresario estadounidense que se desempeñó como vicepresidente de George W. Bush, del 2001 al 2009. Y ácido agregó: “Él es el diablo, ¿verdad?”
Al cumplir 80 años el reconocido actor puede sentirse realizado porque, como él mismo dijo, ha sido “muy afortunado y feliz” en su vida. “Tengo una gran familia y trabajo mucho, y eso es lo que me gusta hacer”.