El niño nació un 28 de diciembre de 1954 y creció en Mount Vernon, un suburbio cercano al Bronx en Nueva York. Su infancia estuvo profundamente influenciada por la vida religiosa de su familia, ya que su padre era pastor pentecostal y su madre, además de trabajar en una peluquería, cantaba en el coro de la iglesia. Sus padres, muy dedicados a su formación, jamás lo llevaron al cine, pero sí se preocuparon por brindarle una buena educación.
Cuando era adolescente, la relación con sus padres pasó por momentos de tensión. A los 14 años, sus padres se separaron, y esta etapa fue especialmente difícil para él. Experimentó cierta rebeldía, cometió delitos menores y probó drogas, entre ellas la heroína. Preocupada por el rumbo de su hijo, su madre tomó la decisión de mandarlo de pupilo a una academia militar en Oakland, medida que no objetó y por el contrario, entendió que fue su salvación. “Esa decisión cambió mi vida, porque no habría sobrevivido en la dirección en la que iba. Los muchachos con los que salía en ese momento, mis compañeros de carrera, muchos terminaron presos”, recordó.
Con el tiempo, y aunque desde niño soñaba con ser un jugador de la NFL como sus ídolos Jim Brown o Gale Sayers, al final de su adolescencia se dio cuenta de que su futuro no estaría en el deporte. Ingresó a Fordham, una universidad privada y católica en Nueva York, donde por casualidad tomó un curso de Shakespeare que le abrió las puertas a una vocación que no había tenido en cuenta. Sorprendido por su propio talento y alentado por sus profesores, decidió probar suerte en el teatro.
En 1977, obtuvo su primer papel en la televisión en la serie Wilma, y cuatro años después debutó en el cine con la comedia Llámame Charly. Así comenzaría una carrera que lo llevaría a convertirse en uno de los actores más influyentes de su generación.
Respuesta: el chico de la foto es Denzel Washington