A nadie, hoy, se le ocurriría pedir “un Montagu de jamón y queso”. Lo verían como a un loco. Y, sin embargo, el invento del popular sándwich (o sánguche, también aceptado por la RAE), por lo menos lo que se preparan desde hace alrededor de 300 años, se los debemos a un señor con ese apellido. Por fortuna —sobre todo para él que la tenía y en cantidad—, John Montagu tenía un título nobiliario: era el IV Conde de Sandwich, distinción que creó el rey Carlos II de Inglaterra para su bisabuelo, Edward.
Hoy, que es el Día del Sandwich, John Montagu merece ser recordado en toda su dimensión. Lo curioso es que la creación del sándwich es apenas una ínfima gota en el mar proceloso de su vida, que fue agitada y prolífica. Pero la historia es así. A este refinado Lord se lo recordará más cuando el mozo traiga un especial de mortadela, que por su participación en la política inglesa, su aporte a la marina británica, su apoyo al almirante Cook en sus travesías por los océanos del mundo o sus ardientes y escandalosos romances en la corte real, que los tuvo y muy notables.
La versión más famosa indica que el Conde era muy aficionado al juego de ajedrez. Según cuentan, en un largo momento de ocio durante las negociaciones del Tratado de paz de Aquisgrán, en el que no quería interrumpir su juego, a Montagu le dio hambre. Y les pidió a sus sirvientes que le llevaran para comer un trozo de carne entre dos rebanadas de pan. Así, podría continuar sin levantarse de su silla frente al tablero. Dicen que esta comida sencilla y práctica llamó tanto la atención que otros comenzaron a pedir “lo mismo que Sandwich”, como lo conocían por su título nobiliario. Con el tiempo, esta combinación de pan y carne adoptó ese nombre y el sándwich se popularizó hasta nuestros días.
No obstante, uno de sus principales biógrafos, Nicholas Andrew Martin Rodger (autor de The Insatiable Earl: A Life of John Montagu, Fourth Earl of Sandwich (El Conde insaciable: una vida de John Montagu, IV Conde de Sandwich), contó una historia menos romántica y marketinera: sugirió que el primer sándwich de Montagu probablemente se consumió en su escritorio mientras atendía sus deberes de gobierno y no durante una sesión de juego.Como sea, la invención refleja el carácter pragmático del señor Montagu, y el sándwich continúa siendo considerado su gran legado cultural.
Para ser justos, otros investigadores del sencillo plato que llegó hasta nuestros días señalan que podría haber comenzado en la Grecia antigua, cuna de la civilización occidental y aún antes, en Egipto o Sumeria.
Primeros pasos
John Montagu nació el 13 de noviembre de 1718, quedó huérfano de padre a los cuatro años y heredó el título de Conde de Sandwich a los diez tras la muerte de su abuelo, Edward Montagu, 3er Conde de Sandwich. Su madre se volvió a casar y desapareció de su vida.
Fue educado en los prestigiosos Eton College y Trinity College de Cambridge, lo que le permitió acceder a un entorno académico exclusivo. Además de su educación, Montagu realizó el Grand Tour, una gira por Europa destinada a completar la formación de los jóvenes aristócratas. No obstante, él fue más allá de los destinos comunes, y extendió su recorrido a Grecia, Turquía y Egipto, entonces parte del Imperio Otomano. Este contacto con las culturas orientales despertó en él un interés que lo llevó a fundar varias sociedades orientalistas a su regreso a Inglaterra, un reflejo de su fascinación por ese mundo que a los ojos europeos resultaba exótico.
A su regreso a Inglaterra en 1739, Montagu ingresó a la Cámara de los Lores respaldado por el influyente Duque de Bedford. Allí se convirtió en una figura clave dentro de los Whigs Patriots, un grupo crítico de la administración del gobierno de Robert Walpole. Montagu sostenía que la defensa nacional debía basarse en la fuerza naval en lugar de en el ejército terrestre, lo que le otorgó respeto y consolidó su imagen como abogado de los intereses británicos.
El 14 de marzo de 1741, Montagu se casó en la iglesia de St. James con una joven de la nobleza, Dorothy Fane, de 23 años, con quien tuvo a John, su primogénito, que a su muerte heredó su título de Conde de Sandwich. El matrimonio no fue dichoso y terminaron por separarse en 1755. Ella se fue a vivir a un departamento en el Castillo de Windsor junto a Elizabeth, su hermana mayor. En junio de ese año, la prima de John Montagu, también llamada Elizabeth, escribió en una carta: “Supongo que sabes que Lady Sandwich por fin ha abandonado a su amable Lord. Para completar su buen trato, mantiene a su hija (Mary, de siete años) para educar con los Courtenay. Espero que Su Señoría sea más feliz de lo que lo ha sido durante muchos años”.
En ascenso
Mientras los avatares de su vida privada sucedían, en 1744, Montagu se unió al Duque de Bedford — nombrado Primer Lord del Almirantazgo en el gobierno de Henry Pelham— como comisionado. Impulsó la Escuadra Occidental que fortaleció el control británico en el Atlántico y permitió victorias decisivas como las de Cabo Finisterre frente a la flota francesa. Durante el Levantamiento Jacobita, Montagu asumió el rol de coronel y se mantuvo en el ejército, aunque una grave fiebre limitó su participación.
La carrera política de Montagu iba en ascenso. En 1746, fue enviado como ministro plenipotenciario al Congreso de Breda para negociar la paz en el contexto de la guerra de Sucesión Austriaca. Utilizó tácticas de inteligencia interceptando la correspondencia secreta de su contraparte francesa, lo que favoreció a Gran Bretaña en las negociaciones.
En 1748, Montagu volvió a tener un un rol preponderante en la marina del reino. Fue nombrado Primer Lord del Almirantazgo, cargo que ocupó hasta 1751. Durante esta etapa, promovió reformas navales, pero su alianza con Bedford y sus posiciones intransigentes generaron tensiones con el Duque de Newcastle, quien orquestó su destitución. Montagu se retiró en forma temporal, manteniéndose en contacto con sus aliados.
Durante su gestión, dio un fuerte apoyo a las exploraciones del capitán James Cook. Lo ayudó con fondos y le consiguió una audiencia con el rey. En reconocimiento, Cook nombró las Islas Sandwich (hoy Hawai) y otras islas en su honor. Montagu también recibió en su hogar a un joven tahitiano, Omai, llevado por Cook a Inglaterra, y donó objetos de las expediciones a la Universidad de Cambridge, evidenciando su interés en la exploración y el conocimiento del Pacífico.
Orgías, satanismo y escándalos
Su vida íntima, como su carrera pública, bullía. Durante los últimos años de su fracasado matrimonio, Montagu tuvo como amante de Fanny Murray, una de las cortesanas (eufemismo de la época para nombrar a las prostitutas VIP) más famosas de Londres. Murray tenía un abanico de amantes entre los que se contaban influyentes aristócratas y hombres de alto perfil. Era una mujer muy bella y se transformó en ícono de la moda en sus días de esplendor.
La relación de Montagu con Murray fue pública y escandalosa, provocando la atención de la sociedad y alimentando rumores y especulaciones. Según las crónicas de la época, el Conde se había enamorado de la mujer, y conservaba en su casa un retrato desnuda de ella. Además, ambos eran asiduos concurrentes al Hellfire Club, fundado por Philip, Duque de Wharton y luego a cargo de Sir Francis Dashwood, un reputado político que ponía su mansión para llevar a cabo orgías y ritos satánicos de los que el Conde de Sandwich era asistente.
Murray también formaba parte del “harén”, como le decían al grupo de mujeres que participaban del Divan Club, un grupo orientalista que el Conde de Sandwich fundó e integraban sólo nobles que hubieran visitado el Imperio Otomano.
Uno de los conocidos de Montagu, el periodista y político John Wilkes, que a su vez era rival político, aprovechó su conocimiento de la pareja y escribió un poema de tinte pornográfico llamado “An essay about women” (“Un ensayo sobre la mujer”), que era el vívido retrato de Fanny Murray. Allí se develaban las noches de Montagu y Murray en el Hellfire Club. El Conde de Sandwich, al leer el texto se sintió muy ofendido. Su venganza llegó cuando Wilkes fue juzgado por una disputa legal con el rey Jorge III, al que había criticado por el Tratado de Paris que puso fin a un largo conflicto con Francia. Durante el juicio, Montagu leyó el poema ante la Cámara los Lores, que declararon blasfemo y obsceno al escrito, y expulsaron a Wilkes, que huyó a París antes de ser detenido. Juzgado En ausencia, fue declarado culpable por difamación obscena y difamación sediciosa el 19 de enero de 1764.
Mientras eso sucedía, en 1763, Montagu había regresado al Almirantazgo durante el gobierno de John Stuart, donde promovió la reconstrucción naval. Pero fue destituido rápidamente y designado embajador en Madrid, aunque jamás asumió el cargo y, en cambio, lo nombraron Secretario de Estado para el Northern Department (Departamento del Norte), que hoy es la Secretaría de Asuntos Exteriores.
En 1771, el Conde de Sandwich tuvo su último rol destacado en la política al regresar al Almirantazgo. Durante ese mandato debió sortear la crisis con España por el desalojo británico de Puerto Egmont, Malvinas (que culminó con el reconocimiento británico a la soberanía de España sobre las islas) y el inicio de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. En este caso, Montagu defendió concentrar la flota británica en Europa para evitar invasiones, en contraste con quienes apoyaban el envío de mayores recursos a América del Norte.
Su último amor
Ese mismo año, inició una relación con Martha Ray, que se volvería importante en su vida personal. Ray era una cantante de origen humilde. Se convirtió, desde sus 17 años hasta su muerte a los 33, en mucho más que la amante de Montagu, como había sido Murray. Ella fue madre de sus otros hijos, que algunas fuentes ubican en cinco y otras en nueve. Uno de ellos fue el jurista y escritor Basil Montagu.
Sin embargo, jamás convivieron ni se casaron, algo que preocupaba a Martha Ray, que deseaba una estabilidad económica para ella y sus hijos, y no estaba segura de encontrar en Montagu. En ese contexto, la mujer inició una amistad con un capitán del ejército llamado James Hackman, que dejó la carrera militar para convertirse en pastor de la iglesia anglicana. El hombre se enamoró y se obsesionó con Martha, que jamás accedió a pasar el plano amistoso ni dejar a Montagu.
La tragedia estalló el 7 de abril de 1779, cuando Hackman asesinó a Martha Ray de un disparo a quemarropa en el vestíbulo de la Ópera Real de Covent Garden en Londres. Luego, quiso suicidarse, sin éxito. El caso fue cubierto con amplitud por la prensa británica. Hackman fue apresado y ejecutado por el crimen. Para Montagu, la pérdida de Martha Ray fue devastadora.
A partir de esa muerte, su vida cambió por completo. Tres años después, al no poder recuperar su ánimo, se retiró de la política y se recluyó en su finca en Hinchingbrooke House. Allí, solitario, pasó sus años finales. Murió el 30 de abril de 1792. Está enterrado en la capilla de Barnwell, en Northamptonshire. Si los lectores esperan el chiste más fácil y obvio del mundo sobre el destino de los restos del Conde de Sandwich, acá no lo leerán.