Paul McCartney en Buenos Aires: así fue el Big Bang que hizo de Los Beatles la banda más famosa del mundo

Este sábado que el músico brinda su primer show en River se cumplen 62 años del lanzamiento del debut discográfico de los Fab Four. “Love me do”, escrito para una novia, fue el “lado A” de su primer single

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Los Beatles en sus primeros años de popularidad: un mismo traje, un mismo corte de pelo. (Photo by Harry Hammond/V&A Images/Getty Images)
Los Beatles en sus primeros años de popularidad: un mismo traje, un mismo corte de pelo. (Photo by Harry Hammond/V&A Images/Getty Images)

George Martin abandonó la consola de grabación, entró a la sala y levantó la voz. Dijo que él había aceptado algunas condiciones pero que, entonces, ellos debían aceptar otras. Ellos eran John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best, el baterista al que Los Beatles echarían para siempre unos días más tarde.

Martin, el productor musical de EMI que les había dicho que sí en una audición, les había admitido una concesión impensable para los grupos de jóvenes que empezaban a gestarse en aquellos años ingleses: en vez de grabar una canción creada por un compositor profesional de la productora, podrían grabar algo propio.

Lo que Martin estaba decidido a imponer era que si Lennon tocaba la armónica, entonces la línea que dice “love me dooo” justo antes de que suene ese instrumento la tenía que cantar McCartney. Lennon no podía estar en la misa y en la procesión. Había que cambiar (mucho) la estructura de la canción para poder grabar esa armónica blusera y esa letra sencilla y pegadiza que, juntas, no se parecían a nada conocido.

Era junio de 1962 y Paul McCartney tenía 20 años. Sintió miedo, le transpiraron las manos, creyó que no estaba preparado para estar a cargo de las partes solistas de la canción. Y le dijo a Martin que sí, que haría lo que él decía que había que hacer. Fueron cuatro veces a los estudios de EMI en Abbey Road, esos que le dieron nombre al último disco que Los Beatles grabaron antes de divorciarse. Grabaron la canción con tres bateristas distintos -Pete Best, Ringo Starr y el sesionista Andy White-, y el 5 de octubre de 1962, exactamente sesenta y dos años antes de este sábado en el que Paul McCartney vuelve a desembarcar en la Argentina, salió a la venta el primer single de Los Beatles: “Love me do” era el lado A, “P.S. I love you”, el lado B. Así, por la suma de algunos hechos que se encadenan entre sí y que no parecen del todo grandes por separado, empiezan las revoluciones. O el Big Bang.

George Martin, el histórico productor musical de The Beatles: hizo la revolución junto a ellos. Northcliffe Collection - Beatles Collection
George Martin, el histórico productor musical de The Beatles: hizo la revolución junto a ellos. Northcliffe Collection - Beatles Collection

El primer hit de muchos

La leyenda cuenta -con varias buenas fuentes a lo largo de la segunda mitad del siglo XX- que Brian Epstein, el manager de Los Beatles, pidió 10.000 copias del single lanzado por sus representados. Eran para vender en su disquería de Liverpool pero, sobre todo, para empujar las ventas y posicionar a la banda en el emblemático chart del Reino Unido. Además, las dos cadenas de discotecas más importantes del Reino Unido, Mecca y Top Rank, enseguida sintieron el atractivo de “Love me do” y lo hicieron sonar cada noche.

En los rankings británicos “Love me do” no superó el número 17. Se trataba de una marca nada despreciable, aunque no era un boom total. Sin embargo, el single hizo que Los Beatles empezaran a consolidarse en las radios y hasta en programas de televisión, donde además hacían gala de su carisma y de esos trajes y cortes de pelo homogéneos de los primeros años. Esos que los volvieron un producto extremadamente llamativo de la industria musical a la que conmoverían cada vez más por la complejidad y creatividad de sus grabaciones.

“Love me do” era, sobre todo, una canción que Paul había escrito para deslumbrar a Iris Caldwell, una especie de noviecita que había tenido entre 1958 y 1959. Dice cosas como “Amame, sabés que yo te amo, siempre te voy a ser leal, así que, por favor, amame”. Y vuelve a empezar con la misma cantinela melosa. Hacia 1972, ya separados, John Lennon decía que era una canción “puro McCartney”, pero Paul aseguraba que como John había compuesto el puente del tema y buena parte de la música -tres acordes tan simples como inolvidables-, se trataba de una de las canciones en la que habían colaborado más mientras empezaban a convertirse en verdaderos compositores.

Esa primera canción spoilea una de todas las características que hicieron de Los Beatles un sonido único: la inconfundible armonía de voces entre John y Paul. Además, el sonido blusero que le aportaba la armónica de Lennon daba cuenta de que se trataba una banda joven que iba por todo, inclusive el masivo público estadounidense.

La armonía de voces de McCartney y Lennon, una de las características distintivas del sonido de la banda
La armonía de voces de McCartney y Lennon, una de las características distintivas del sonido de la banda

En efecto, “Love me do” formó parte de la artillería pesada con la que Los Beatles desembarcaron en los Estados Unidos en 1964, y llegó a liderar los rankings de ese país. Por culpa de “Love me do”, “Please please me” y “She loves you”, la revista norteamericana Newsweek publicó esta definición que empezaría a marcar una época: “El de Los Beatles es el sonido más escuchado en ese país desde las sirenas que daban aviso de los ataques aéreos durante la Segunda Guerra Mundial”. El mundo era cada vez más beatle.

Tres bateristas para una sola canción

El día que George Martin entró hecho una flecha a la sala de grabación, el hombre detrás de los tambores era Pete Best, baterista original de Los Beatles e íntimo amigo de sus otros tres integrantes. Juntos habían girado por Alemania, con un éxito inolvidable para ellos en Hamburgo, y juntos se presentaban en Liverpool, la tierra en la que eran profetas. La madre de Pete era, además, un refugio para la banda: las madres de Paul y John ya habían muerto, y ella los dejaba ensayar, les prestaba plata y hasta les preparaba alguno de sus platos favoritos. Iban a ser estrellas mundiales, pero todavía eran apenas adolescentes.

Fueron Martin y Epstein los que les hicieron saber que Pete ya no estaba a la altura de lo que Los Beatles podían ser. Su belleza, que obnubilaba a varias fanáticas en la prehistoria de la Beatlemanía, no lograba contrapesar su apatía, su falta de técnica, los tiempos desordenados a los que interpretaba su instrumento y su falta de carisma. Así que John, Paul y George le dijeron que lo querían mucho pero que debía irse. La primera grabación de “Love me do”, con Best en la batería, no vio la luz hasta 1995, cuando se publicó Anthology 1.

Liverpool era una usina de bandas de jóvenes conquistadas por Elvis Presley, Buddy Holly y los sonidos del skiflle, el primer género en el que intentó crecer John Lennon cuando todavía usaba pantalones cortos. En una de esas bandas tocaba Richard Starkey, que se hacía llamar Ringo Starr en el mundo artístico y que aceptó la invitación de esos chicos un poco más chicos que él a unirse a su banda. Hacia mediados de 1962 Ringo ya era el baterista oficial de los Fab Four y fue él quien, en septiembre de ese año, grabó en las sesiones que se convertirían en el primer single de la banda.

Los Beatles recibieron una condecoración de parte de la Reina Isabel II por ser parte de la Orden del Imperio Británico
Los Beatles recibieron una condecoración de parte de la Reina Isabel II por ser parte de la Orden del Imperio Británico

Y sin embargo, el sonido de esos tambores no convencía a George Martin. O no lo suficiente como para que fuera la batería de Ringo la que quedara inmortalizada en la grabación de “Love me do” que se incluiría en Please please me, el primer disco de Los Beatles. Así que convenció a Ringo de que tocara la pandereta, contrató a Andy White, un sesionista, y la banda grabó una vez más la canción. Esa versión se lanzaría en 1963, y ese tamborileo que suena a un costado de los grandes bombos es Ringo, algo disgustado pero convencido de que, a pesar de ese breve “corrimiento”, él ya era parte del equipo titular.

Las puertas abiertas para cambiar la historia

Lo más importante del lanzamiento del single encabezado por “Love me do” no fue su resultado en los charts. Ni siquiera que ese lanzamiento empezara a exportarlos más allá de Liverpool y de Hamburgo, esa ciudad a la que le deben todo su entrenamiento para las giras extenuantes que la vida les iba a presentar.

Lo más importante del lanzamiento de ese single fue que consolidó para siempre el vínculo artístico entre Los Beatles y George Martin, el señor al que se le ocurrieron algunos de los arreglos orquestales más importantes de la cultura pop. Y que, además, Los Beatles le hicieron saber a ese señor de camisa, corbata y prestigio en el mundo discográfico que ellos traían sus canciones consigo, y que eran esas canciones y no las de otros compositores las que querían dar a conocer. Que no eran sólo cuatro caras y cortes de pelo bonitos, sino sobre todo cuatro artistas repletos de ideas y de audacia.

El entendimiento y la confianza fue tal que, cuando Los Beatles editaron Please please me unos meses después, incluyeron sólo canciones de su autoría. Y lograron por primera vez llegar al primer puesto del chart británico.

En 2021 se subastaron cartas que John Lennon le había enviado a la fotógrafa alemana Astrid Kirchner, muy cercana a la banda durante los iniciáticos años de Hamburgo. Sobre esa canción que fue su primer hit, le decía: “¿'Love me do’? Bastante buena, pero podemos hacerlo mejor”. “Love me do” les había abierto la puerta para ir a jugar. La revolución había empezado, y efectivamente harían muchas canciones mejores que esa. Canciones inolvidables que la historia y la masividad convirtieron en himnos. Algunas sonarán esta noche en la cancha de River. Y todo gracias a esos versos acaramelados que un adolescente le inventó a su novia para que lo quisiera.

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