¿Y si este fragmento de un informe confeccionado a mediados del siglo XVIII ayuda a torcer la historia conocida hasta hoy? Dice así: “Los guaraníes no juegan a la pelota como nosotros, con la mano, sino que la envían y la vuelven a recibir con la parte superior del pie descalzo con gran rapidez y mucha destreza”. Hay otro que también puede contribuir a esa reformulación histórica. Dice así: “Después de la misa se reparten las faenas de toda la semana, y se van a comer y a jugar a la pelota, que es casi su único juego (...) Al sacar, tiran la pelota un poco en alto, y la arrojan con el empeine del mismo modo que nosotros con la mano. Y al volverla, los contrarios lo hacen también con el pie; lo demás es falta”.
Cada año, los jesuitas enviaban al Vaticano de Roma sus emblemáticas Cartas Anuas. Eran los informes que mandaban cada año a la Santa Sede para dar cuenta de las novedades centrales ocurridas durante ese período en sus misiones, aquellas a las que habían sido enviados para cumplir con su tarea evangelizadora hasta que el propio Papa dispuso su expulsión hacia 1770. Eran los años de expansión colonizadora de la Iglesia Católica y de la Corona española en Latinoamérica.
Esas cartas, que empezaron a viajar por el Atlántico a principios del siglo XVII para que Europa se enterara de cómo iban las cosas por América, son la principal fuente para dar cuenta de que eso de jugar a la pelota con los pies, eso que por nuestros días es el deporte más convocante y más lindo del planeta, fue un invento guaraní. Aunque la historia oficial diga que el fútbol fue creado en Inglaterra, en donde hacia finales del siglo XVIII, en los patios de las escuelas, los chicos jugaban a patear una pelota y en donde en 1863 se formalizó el primer reglamento conocido. Al fin y al cabo, fue en ese territorio británico que esa disciplina fue bautizada como internacionalmente la conocemos hasta hoy uniendo dos palabras: foot (pie) y ball (pelota).
Pero en 2010 el Vaticano publicó documentación que revelaría datos desconocidos sobre las raíces del deporte del que ahora mismo la Argentina ostenta el título de Campeón del Mundo. Ese año, L’Osservatore Romano, que es el diario oficial del Vaticano, publicó fragmentos de algunas de las Cartas Anuas jesuitas. Se trataba de una edición de 1639, en la que los misioneros describían la pelota que los guaraníes construían para su entretenimiento.
Lo primero que hacían, según esa publicación vaticana, era una bolita de arena húmeda. Después, encimaban sobre la bolita capas de pulpa del árbol mangaisí, parecido al caucho y especialmente pegajoso. De hecho, usaban esa misma pulpa para untar hojas de otros árboles y lograr así que los loros quedaran pegados y se convirtieran en sus presas.
Pero volvamos a la bolita: ya con las capas de pulpa encimadas, usaban una especie de bombilla hecha con bambú, soplaban las capas y la bolita entonces esas capas se inflaban. La bolita crecía y se convertía en pelota.
Esa publicación de L’Osservatore Romano, desconocida hasta entonces, inspiró a varios investigadores especializados en la cultura guaraní -algunos de ellos sacerdotes jesuitas- a seguir la pista de la pelota inflada hace unos cuatrocientos años. Los resultados de las investigaciones más serias se condensaron en un corto documental que jugó fuerte desde el título: Los guaraníes inventaron el fútbol, lo bautizó su realizador, el escritor y periodista paraguayo Marcos Ybáñez.
Al día de hoy, el sitio web oficial de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) sigue dando cuenta de la teoría que propone Ybáñez en su corto: que los guaraníes y su juego hicieron descubrir a los europeos que a la pelota podía jugarse con el pie y no con la mano, como hacían en España y Portugal, y que esa forma que tenían de jugar fue la génesis del deporte que nos desvela cotidianamente. Ese que hace que un padre o una madre salgan corriendo a asociar a su hijo a un club apenas unos días después de su nacimiento.
Hay un dato de los que los jesuitas dejaron consignados en sus informes que parece un presagio o una broma del destino. El juego guaraní se organizaba siempre después de las misas. ¿Qué día se hacían las misas en las misiones jesuíticas? El domingo, día simbólicamente destacado para los católicos. Esa costumbre, la de los domingos de misa, perdura hasta nuestros días. Y esa otra, la de jugar a la pelota con el pie los domingos, también. Aunque una fecha del campeonato pueda ir de un viernes a un lunes, el domingo es la jornada históricamente reservada al fútbol. No es casual que la Final de cada Mundial se juegue en ese día sagrado para los católicos y para los futboleros.
Los investigadores recorrieron las Cartas Anuas tirando de la punta del ovillo que había sembrado el diario del Vaticano. Supieron entonces, y de eso da cuenta el documental de Ybáñez que fue apoyado oficialmente -y difundido oficialmente- por la Secretaría de Cultura de Paraguay en 2014, que el juego guaraní no implicaba arcos como sí implica el fútbol moderno. Tampoco implicaba goles ni ningún tipo de conteo para obtener la victoria: se ganaba por cansancio.
Los jugadores se dividían en dos equipos y pateaban hacia arriba. El objetivo inmediato era que la pelota no cayera al piso. Cualquier parecido con el paisaje de las orillas de Copacabana o Ipanema en cualquier momento del año y las de Mar del Plata o Villa Gesell en verano y a partir de las cinco de la tarde no es pura coincidencia, sino más bien herencia.
El objetivo final de cada partida guaraní era resistir. A medida que pasaban las horas -a veces jugaban desde el mediodía hasta cuando se ponía el sol-, los jugadores se iban literalmente dando por vencidos. El agotamiento se les imponía. Ganaba el equipo del jugador que resistía más que todos los demás, o el que más jugadores activos tuviera tras el atardecer, cuando la oscuridad les impedía seguir.
Antes de ser expulsada por el Vaticano, la Compañía de Jesús encabezó distintas expediciones desde América hasta España y Portugal. En algunas de esas expediciones, para “exhibir” a los pueblos originarios que colonizaban, viajaron también algunos integrantes de las comunidades guaraníes. Según la documentación, en alguna ocasión los guaraníes mostraron su juego ante integrantes de la nobleza y de delegaciones reales, porque a los europeos les resultaba toda una novedad eso de que usaran los pies y no las manos.
La presencia de nobles y delegados de distintas casas reales en ese tipo de demostraciones era frecuente en aquellos años. Así habría viajado la sorpresa por lo de patear la pelota desde la Península Ibérica hasta el Reino Unido. Después, alcanzaron los patios de las escuelas más distinguidas de Inglaterra para que lo de patear la pelota se sofisticara y llegara, en la segunda mitad del siglo XIX, a tener su primer reglamento formal. Y un nombre tan pero tan eficaz que no hizo falta cambiarle nada en más de 150 años.
Football, así nombraron los ingleses a ese deporte que viajó en el tiempo. Desde el corazón cálido y húmedo de Sudamérica a las canchas amateurs y profesionales que van a llenarse de jugadores y de hinchas durante todo el fin de semana. Especialmente el domingo.