Fue una pionera del humor irreverente y el chisme televisivo entre las mujeres, un ícono de las alfombras rojas de los grandes eventos del showbizz norteamericano. La amaron o la odiaron. Joan Rivers murió hace diez años, pero aún así, su vida y su legado continúan vigentes.
La leyenda
Joan Alexandra Molinsky, que nació el 8 de junio de 1933 en Brooklyn, era hija de inmigrantes rusos judíos, Beatrice y Meyer. Criada junto a su hermana mayor, Barbara, Joan creció en Prospect Heights y Crown Heights, dos de los mejores barrios residenciales de Nueva York. Su educación comenzó en la Escuela de la Sociedad de Cultura Ética de Brooklyn, donde se desarrollaron sus inclinaciones teatrales. Luego fue a la reconocida Academia Adelphi, donde su participación en actividades teatrales la hizo popular, y se convirtió en vicepresidenta del Club del Drama a los 16 años. Al graduarse continuó sus actividades académicas en Connecticut College, y luego se trasladó al Barnard College, donde recibió una licenciatura en literatura inglesa y antropología. Antes de empezar su carrera en el mundo del espectáculo, Joan era guía turística en el Rockefeller Center y asesora de moda en Bond Clothing Stores. Su representante, Tony Rivers, la animó a utilizar el nombre artístico de Joan Rivers, lo que supuso el inicio de su carrera como comediante.
Aunque al principio tuvo que hacer frente a algunos fracasos, su perseverancia la llevó a triunfar. Comenzó en los clubes de comedia de Greenwich Village y fue descubierta por el público en 1965 cuando apareció como invitada en The Tonight Show with Johnny Carson, donde desarrolló su estilo cómico. En 1986, fue la primera mujer en presentar un programa de entrevistas en una cadena de televisión nocturna, The Late Show with Joan Rivers, y también condujo The Joan Rivers Show con el cual ganó un Emmy como presentadora destacada. Rivers fue la reina de las entrevistas en la alfombra roja y presentó Fashion Police de E!, ciclo que la lanzó a la fama mundial.
Además, no sólo era actriz y conductora, también escribía y dirigía. En los años 80, Johnny Carson pensó que Joan era una persona con mucho talento y, por lo tanto, la convirtió en presentadora invitada habitual y guionista de su programa. En 1986, Joan Rivers comenzó su propio programa de televisión en Fox, que no tuvo éxito y llevó a que su amistad con Carson se cortara.
La cancelación de su programa fue el comienzo de una etapa difícil en su carrera. A pesar de este incidente, Rivers fue una gran inspiración para muchos. Después de su programa nocturno y la muerte de su esposo, Joan atravesó un momento difícil en su vida. El fracaso del programa dio lugar a la idea de que era una mujer con la que era difícil trabajar y, después de la muerte de su esposo, la gente la veía como una mala esposa que no pudo salvarlo. Pero incluso a pesar de estas dificultades, Joan continuó con sus éxitos.
Su inesperada muerte: ¿mala praxis?
En agosto de 2014, Joan fue a someterse a un procedimiento simple de garganta en la clínica Manhattan’s Yorkville. Le preocupaba conocer por qué estaba cambiando su voz y un reflujo estomacal. Se esperaba que fuera algo simple y estándar, pero no salió como se suponía. Durante todo el proceso, la actriz tuvo muchas complicaciones y dejó de respirar. Tardaron una hora en reanimarla y fue trasladada de inmediato al Hospital Mount Sinai. Desafortunadamente, una semana después, el 4 de septiembre de 2014, Joan Rivers murió a los 81 años.
La autopsia indicó que la causa de la muerte fue la falta de oxígeno en su cerebro. Durante los dos meses siguientes se llevó a cabo una investigación para averiguar qué había ocurrido. Se reveló que la clínica cometió varios errores graves. Pasaron por alto los signos vitales de Joan, le dieron la anestesia equivocada y llevaron a cabo el procedimiento sin su consentimiento. Melissa Rivers demandó a los médicos alegando que habían realizado procedimientos no autorizados. En lugar de una endoscopia, le practicaron una laringoscopia. Melissa describió la situación como impactante e indignante, y afirmó que los médicos se tomaron una selfie con Joan mientras estaba en coma.
Finalmente, el cuerpo médico admitió sus errores y, en 2016, la familia Rivers llegó a un acuerdo con la clínica. No se mencionó el monto exacto de la resolución. Melissa y sus abogados, Ben Rubinowitz y Jeff Bloom, enfatizaron la necesidad de mejorar la atención al paciente y de no olvidar a su madre. Además, anunció que había superado la batalla legal y se alegró de que los responsables de la muerte de su Joan hayan reconocido la responsabilidad. Melissa se dedicó a la seguridad de las clínicas quirúrgicas ambulatorias, y expuso un plan para hacer que estas instituciones fueran más seguras, al mismo tiempo que prometió trabajar para la implementación de regulaciones más estrictas.
Las más amada, la más odiada
Era una característica de Joan Rivers exagerar anécdotas o directamente mentir para generar interés. Melissa Rivers lo admitió, pero subrayó que la mayoría de las mentiras de su madre eran sólo métodos para hacer que sus historias fueran más divertidas. Uno de los cuentos inventados en una entrevista con Howard Stern fue cuando Joan contó que alguien murió durante una cena romántica en Le Cirque, un elegante restaurante de Nueva York. El restaurante hizo una declaración oficial que negó el incidente y dijo en broma que su crème brûlée era “para morirse”, pero nadie murió allí. Estos cuentos y mentiras eran parte de la magia cómica de Joan que utilizaba para hacer reír a la gente.
Rivers nunca se llamó a sí misma feminista; era una persona que hacía lo que quería y amaba la caballerosidad, le gustaba que los hombres le abrieran la puerta del auto. Aunque era famosa en el mundo de la comedia, todavía quería que la trataran como una dama. Sin embargo, fue criticada por no ser una buena esposa después del suicidio de su marido, lo que también tensó la relación madre-hija. Melissa compartió su historia sobre este momento difícil, diciendo que después del suicidio de su padre en 1987, comenzó a vengarse de su mamá. Dejaron de comunicarse durante un año entero. Joan y Melissa superaron estas dificultades y lograron restaurar su relación. De hecho, trabajaron juntas en programas como Celebrity Apprentice y Joan & Melissa: Joan is the Best? La hija reconoció que reconstruir su relación llevó tiempo, no fue una solución instantánea.
Rivers era famosa por sus ingeniosos comentarios sobre celebridades, algunas de las más hirientes burlas fueron para Elizabeth Taylor. Sin embargo, según Melissa Rivers, a Joan le gustaba Elizabeth Taylor. Reveló en su libro que algunos chistes no eran realmente sobre Elizabeth, sino más bien chistes sobre gordos que su madre asociaba con Taylor.
La carrera de Joan Rivers se caracterizó tanto por los elogios como por los escándalos. Su humor era a menudo tan radical que cuestionaba las normas sociales, por lo que se la consideraba una pionera feminista. Aunque Joan no era feminista, sentó las bases para que las mujeres entraran en la comedia, demostrando que podían ser tan atrevidas y sin reservas como los hombres. Su disposición a afrontar temas delicados como el aborto la distinguió de otras actrices y allanó el camino para otras mujeres en el ámbito.
La verdadera razón de sus cirugías
La comediante era famosa por sus chistes controvertidos y sus constantes cirugías plásticas. Era conocida por su actitud sin filtros y por hacer bromas sobre todo, incluida su vida personal. Sin embargo, ni siquiera Melissa estaba al tanto de algunos hechos ocultos hasta después de la muerte de su madre. Aunque Joan siempre estuvo abierta a compartir cualquier asunto sobre su vida, Melissa reveló que su madre guardaba secretos que no le contaba a nadie, por ejemplo, que se había sometido a muchas más cirugías plásticas de las que se creía.
Al contar historias Joan era grosera, vanidosa y una mentirosa incorregible, pero siempre parecía estar de buen humor. Rivers ocultaba sus celos a Elizabeth Taylor, considerando la hermosa apariencia de Taylor y su fama de toda la vida. Los comentarios agudos de Joan hacia otras mujeres estaban influenciados por sus propios miedos. Según admitió en una entrevista, ningún hombre jamás la elogió por su apariencia o su cuerpo, lo cual era la razón principal de su obsesión con la cirugía plástica. Nunca se abstuvo de hablar sobre la cantidad de cirugías a las que se sometió; bromeaba al respecto, diciendo: “Me he sometido a tantas cirugías plásticas. Cuando muera, donarán mi cuerpo a Tupperware”. Sin embargo, jamás dijo el número real de procedimientos, secreto que Melissa proporcionó en sus memorias, confesando que la locura de su madre por la cirugía plástica se debía a la inseguridad que había sentido durante toda su vida sobre su aspecto. En contra de la opinión pública, Melissa dijo que Joan no se sometió a tantas operaciones como la gente pensaba. Luego reveló una cifra sorprendente: fueron 365 los procedimientos quirúrgicos.
El vínculo entre Joan Rivers y su apariencia fue complicado. A pesar de que se sometió a muchos cambios, se mantuvo insegura sobre su imagen a lo largo de casi toda su vida. Como dijo Melissa, Joan logró estar contenta con su exterior cuando era mayor. La aceptación tardía indica que para llegar a un punto de paz con su aspecto físico necesitó cientos de procedimientos. Recién en su cumpleaños número 80, Joan admitió sentirse conforme al respecto, diciendo: “Sabes qué, para tener 80 años, no me veo tan mal”. Este fue el comienzo del camino del humor autocrítico a la autoaceptación. Melissa dijo que las bromas de Joan no se basaban en la envidia o la inseguridad, sino que eran una mezcla de amistad, humor y bromas alegres.
Lujos, fortuna y una caja fuerte insólita
Joan Rivers no solo habló abiertamente de sus cirugías, sino que también demostró su amor por el lujo: “La gente dice que el dinero no puede comprar la felicidad, pero yo siempre pensé que tener suficiente dinero podría al menos comprar una llave hecha para la felicidad”, dijo la comediante. En el momento de su muerte, su patrimonio neto se estimó en 115 millones de dólares, dejando además una gran cantidad de objetos carísimos, que fueron vendidos por Christie ‘s en un evento llamado “La colección privada de Joan Rivers”. La subasta mostró una variedad de artículos, desde joyas de lujo de Harry Winston y Chanel hasta artículos inusuales, como un cuenco para perros de Tiffany y una cama para perros de seda con forma de pagoda. La subasta, que incluía muebles de estilo Luis XVI, fue por un total de 29.952 dólares.
Melissa Rivers dijo que su madre pensaba que si tienes algo bonito, debes usarlo y disfrutarlo en lugar de guardarlo en el armario. Joan era famosa por ser una gran anfitriona que solía compartir con sus íntimos sus artículos de lujo. Según Marjorie Stern, una amiga de Joan, ella era la que siempre vigilaba de cerca la mesa para asegurarse que todos se diviertan. Un hecho sorprendente que se descubrió luego de su muerte fue que Joan guardaba su dinero en las cajas vacías de Milk Duds, una golosina equivalente a nuestro maní con chocolate. Le parecía un escondite inteligente, entonces cuando se iba de viaje escondía la plata ahí porque tenían el mismo tamaño que los billetes. Melissa se enteró cuando estaba limpiando el departamento de su madre, después de su muerte.
Según algunas fuentes, Joan solía esconder su dinero por la casa “para divertirse”, sobre todo en billetes de uno y cinco. Durante el proceso de ordenar las cosas de su madre, Melissa comprobó que había efectivo entre los libros y las revistas. En las memorias, contó una historia divertida sobre una ocasión en la que la policía detuvo a su madre para un control de seguridad y, mientras revisaban su cartera, salieron cosas insólitas, como una bolsa con cierre hermético llena de trozos de jamón y un frasco de sangre falsa.
Un gran legado
Joan Rivers no sólo era famosa por su humor escandaloso, sino también por su lado cariñoso como abuela. Melissa contó que su madre bordaba para relajarse, que solía irse a la cama, poner Investigation Discovery y bordar mientras miraba la televisión. Este pasatiempo tan inusual le daba una sensación de calma. La hija también reveló algunos rasgos inéditos de su madre, por ejemplo, sus terribles errores de ortografía. Al parecer, Joan hacía trampa en los crucigramas colocando palabras mal escritas en los espacios de los crucigramas. Más allá de sus faltas de ortografía, siempre tenía un enfoque práctico, y a menudo decía “A mí me funciona”. Cuando Joan murió, Melissa demostró su amor por los crucigramas colocando un libro de crucigramas y los bolígrafos favoritos de Joan en su ataúd. Melissa Rivers quería que su madre llevara su amor por los crucigramas al más allá.
Joan tenía un gran círculo de amigos en todo el mundo, por eso Melissa esparció las cenizas de su madre junto a amigos que estaban en diferentes lugares como Inglaterra, Escocia, México, Wyoming, California e incluso en sitios al azar. Las cenizas de Joan fueron arrojadas en los lugares más imprevistos, y Melissa confesó que guardaba una parte de ellas en su armario, cerca de sus zapatos. En las últimas páginas de las memorias de Melissa, hay una nota conmovedora del presidente Barack Obama, quien escribió: “Ella hizo reír a Estados Unidos y lo hizo pensar”. Posiblemente, así es como se debe describir el legado de Joan: un legado de risas y reflexiones inteligentes.