A pesar de la gran popularidad de San Roque (Rocco en italiano, Rocher en francés), la información sobre su vida es muy fragmentaria para poder componer una biografía completa, sin embargo, es posible, gracias a los numerosos estudios realizados, esbozar un perfil del santo en términos generales y desarrollar una serie de informaciones esenciales sobre su breve existencia terrenal.
Entre las diversas “correcciones” propuestas a las fechas tradicionales se ha ido imponiendo la que hoy parece más consolidada: el Santo nació en Montpellier entre 1345 y 1350 y murió en Voghera entre 1376 y 1379 muy joven con no más de 32 años. Según todas las biografías, los padres, Jean y Libère De La Croix, eran una pareja de virtudes cristianas ejemplares, ricos y adinerados pero dedicados a obras de caridad.
Entristecidos por la falta de un hijo, dirigieron continuas oraciones a la Virgen María de la antigua iglesia de Notre-Dame des Tables. La iglesia original de Notre Dame des Tables (también llamada Dama des Taoulas, cuyo nombre recibió de los cambistas de Montpellier del siglo XII) se encontraba en el corazón del antiguo pueblo de Montpellier, en la actual región de Occitania, en Francia. Fue consagrada por el obispo Ricuin hacia el año 817. Destruida a finales del siglo XVI como consecuencia de las guerras de religión francesas, se convirtió más tarde en lugar de paso para la oración de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Se cree que la oración dedicada a la Virgen bajo esa advocación hará que la que realice la petición quede embarazada.
La Virgen escuchó los ruegos de Libère, quien dio a luz un varón que recibió el nombre de Rog, Rotch o Rocher. Lo extraño es que el niño nació con una marca en forma de cruz en el pecho. La vida de Rocher creció cubierta de algodones y rodeado de todo lo que podían otorgar las clases altas en la región de Occitania en el siglo XIV. Sus padres eran católicos devotos, por tanto, desde pequeño le enseñaron a practicar los consejos de la vida cristiana. Según la tradición, su padre fallece antes de que Rocher cumpliera 18 años y su madre dos años después. Rocher quedó a cargo de toda la fortuna de la familia, campos, bienes, sirvientes; pero esa vida le era extraña y escuchando la palabra del Señor vendió todos sus bienes, ingresó en la tercera orden franciscana y, vistiendo el hábito de peregrino, se comprometió a ir a Roma a orar sobre la tumba de los apóstoles. Con bastón, manto, sombrero, cantimplora y capa partió de Montpellier empujado por su afán de peregrino y poder llegar a Roma. La ruta y la fecha de su partida son desconocidas. Aparentemente, llegó a Italia atravesando los Alpes y luego se dirigió hacia Roma. Otra versión es que llegó en barco, partiendo desde la Riviera Francesa y llegando a puerto en Roma.
Lo cierto es que en julio de 1367 se encontraba en Acquapendente, localidad de la provincia de Viterbo, donde, ignorando los consejos de quienes huían de la peste, Rocher pidió servir en el hospital local. Acá su nombre cambia a Rocco. Se relata que al trazar la señal de la cruz sobre los enfermos, invocando la Trinidad de Dios para la curación de las víctimas de la peste, Rocco se convirtió en el instrumento de Dios para realizar curaciones milagrosas. En Acquapendente Rocco permaneció durante unos tres meses hasta que la epidemia desapareció y luego se dirigió hacia Emilia Romagna, donde la enfermedad arrasó con mayor violencia, para poder prestar asistencia a las desafortunadas víctimas de la peste.
La llegada a Roma puede fecharse entre 1367 y principios de 1368, cuando el Papa Urbano V acababa de regresar de Aviñón. Es muy probable que Rocco haya ido al hospital del Espíritu Santo, dado que era el más famoso de toda la ciudad y estaba a las puertas de la basílica de San Pedro y es aquí donde tuvo lugar el milagro más conocido de Rocco: la curación de un cardenal, liberado de la peste después de haber trazado en su frente el signo de Cruz. Fue precisamente este religioso quien presentó a Rocco al pontífice: el encuentro con el Papa fue el momento culminante de la estancia de Rocco en Roma. Este encuentro sí se halla documentado en los archivos vaticanos, en las agendas de aquel tiempo. La salida de Roma tuvo lugar entre 1370 y 1371.
Diversas tradiciones hablan de la presencia de Rocco en Rímini, Forlì, Cesena, Parma, Bolonia. Se sabe que en julio de 1371 se encontraba en Piacenza, en el hospital de Nuestra Señora de Belén. Aquí continuó su labor de consolar y asistir a los enfermos, hasta que descubrió que había sido golpeado por la peste. Por iniciativa propia o quizás ahuyentado por la gente, se alejó de la ciudad y se refugió en un bosque cerca de Sarmato, en una cabaña cerca del río Trebbia. Y es acá donde entra en esta historia el famoso perrito que todos los días le llevaba un pan a su lugar de ocultamiento. Pero ¿de dónde sacaba el pan el perro?, de la mesa del almuerzo del señor feudal de esas tierras. El hombre un día se dedicó a seguir al pichicho ante tal extraña situación y ante la sorpresa se encontró en la destartalada cabaña a Rocco. Éste le relata su historia y el señor feudal le pidió que se quedara y que le construiría una ermita y una capilla, pero Rocco, ya curado le agradeció al señor de esas tierras y decidió seguir su camino. Cuenta la tradición que el señor construyó una Iglesia, pero no hay registro de que haya existido en el lugar.
Mientras tanto, en todos los lugares por donde Rocco había pasado y sanado con la señal de la cruz, su nombre se hacía famoso. Todo el mundo hablaba del joven peregrino que traía la caridad de Cristo y el poder milagroso de Dios. Después de su recuperación, Rocco retomó su viaje para regresar a su tierra natal. Las antiguas hipótesis sobre los últimos años de la vida del Santo no son verificables. La leyenda dice que Rocco murió en Montpellier, donde había regresado, o en Angera, a orillas del lago Mayor. Lo cierto es que, de regreso a casa, se vio implicado en los complicados acontecimientos políticos de la época: Rocco fue detenido como sospechoso y llevado a Voghera ante el gobernador. Al ser interrogado, para cumplir su voto no quiso revelar su nombre, limitándose a decir que era “un humilde servidor de Jesucristo”. Encarcelado, pasó cinco años viviendo esta nueva prueba como un “purgatorio” para la expiación de los pecados. Cuando ya estaba cerca la muerte, pidió al carcelero que le trajera un sacerdote; entonces ocurrieron algunos hechos prodigiosos, que llevaron a los presentes a advertir al gobernador. Los rumores se difundieron rápidamente, pero cuando se volvió a abrir la puerta de la celda, Rocco ya estaba muerto: era el 16 de agosto de un año comprendido entre 1376 y 1379.
Antes de morir, el Santo había obtenido de Dios el don de convertirse en intercesor de todos los apestados que habían invocado su nombre. Al querer dar sepultura del cuerpo, fue lavado y su nombre fue descubierto por la anciana madre del gobernador que había sido su nodriza. Lo advirtió por el detalle de la cruz roja en su pecho. Lo reconoció como Rocco de Montpellier. San Rocco fue enterrado con todos los honores de la nobleza y su sepelio duró 7 días.
En su tumba de Voghera, inmediatamente comenzó a florecer el culto al joven Rocco, peregrino de Montpellier, amigo de los últimos, de los apestados y de los pobres. La apertura del proceso de canonización de San Roque se remonta a 1377, por parte del Papa Gregorio XI, pero no existen documentos al respecto. La santidad de Rocco fue ciertamente reconocida “ex consensu Ecclesiae: culto inmemorial”, que el Papa Urbano VIII aprobó con decreto solemne en 1625. Pero, según Francesco Diedo, ya en 1414 en Constanza, debido al estallido de una peste en la apertura del Concilio, los padres conciliares invocaron a San Rocco, llevando su imagen en una solemne procesión y obteniendo su protección.
La devoción al santo, si bien comenzó probablemente en Montpellier, pronto se extendió por toda Europa y especialmente en el sur de Francia, también en Alsacia, en Córcega, en París, Amberes, Lisboa, Colonia, Nuremberg e incluso lo países de Escandinavia y Polonia. En Italia su devoción se extendió a más en las regiones del Véneto, Roma, Voghera, Piacenza, Brescia, Abruzzo y hacia el sur. Igualmente, en España, en la región central de Castilla-la mancha, Cataluña y Galicia, sobre todo. De acá pasó a América y la devoción se extendió por todo el continente. En Buenos Aires, se construyó la capilla de la tercera orden de San Francisco dedicada al santo a principios del siglo XVII y sigue funcionando hasta el día de hoy
¿Por qué su cuerpo no está más en Montpellier? Dada la fama de santidad de Roque, es que el Dux de Venecia solicitó al papa Inocencio VIII el traslado de su cuerpo y se hizo en 1485. Es la única iglesia cofrade veneciana diseñada también como santuario de su santo titular.
La primera iglesia que debió ser construida al trasladarse sus restos se ha transformado profundamente a lo largo de los siglos. Es un edificio muy sobrio de una sola nave (iluminada por cuatro altos ventanales de una ojival a cada lado) con tres capillas absidales enmarcadas por pilastras, pertenece a la tradición veneciana de las iglesias conventuales (como Santa María dei Servi o Santa María della Carità) o monásticas (San Gregorio). Pero mientras en San Rocco las capillas laterales son simples salas absidales con bóvedas de crucería, la central, destinada al altar donde se conserva el cuerpo del santo, es un majestuoso espacio cuadrado que tiene un ábside, pero está cubierto por una cúpula en penachos.
Unos meses después de la inauguración de las obras, en marzo de 1490, la capilla lateral izquierda del presbiterio ya debía estar terminada y lista para acoger la reliquia del cuerpo de San Roque que fue trasladado desde la iglesia de San Silvestro. La reliquia permaneció colocada en el altar posteriormente dedicado al Santísimo Sacramento hasta marzo de 1520, cuando, con una solemne procesión, fue colocada en un altar temporal para el que estaba destinada desde 1493. La construcción del altar se llevó a cabo en 1517. El altar-relicario es el centro de una compleja escenografía, centrada en el culto al santo, que afecta a toda la capilla con los frescos de la cúpula y del ábside iniciados en 1528 y los lienzos de las paredes confiados a Jacopo Tintoretto en 1549.
Sometida a investigaciones estáticas a partir de 1680 para verificar su estabilidad, la iglesia fue finalmente demolida casi en su totalidad y reconstruida por el arquitecto Giovanni Scalfarotto entre 1726 y 1733. En esta operación, Scalfarotto mantuvo el siglo XV presbiterio y las dimensiones de la nave anterior. En el marco de esta operación, se retiraron y luego se reubicaron todas las pinturas, se desprendieron con una técnica innovadora, se eliminaron algunos frescos y todos los altares preexistentes.
Frente al templo de San Rocco en Venecia se encuentra la muy famosa “Academia de San Rocco”.
Que san Roque no libre de todos los males, pero muy especialmente de la peste de las malas intenciones y pensamientos.