El piloto derribado por los rusos que debió morir tres veces y protagonizó un hecho histórico de la Guerra Fría

El 1 de agosto de 1977, hace 47 años, murió Gary Powers. Había cobrado fama en 1960, cuando los soviéticos derribaron el avión espía norteamericano que piloteaba. Su intercambio por un agente ruso fue inmortalizado en el cine por Steven Spielberg

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Gary Powers murió en un accidente de helicópteros hace 47 años, el 1 de agosto de 1977 (Getty Images)
Gary Powers murió en un accidente de helicópteros hace 47 años, el 1 de agosto de 1977 (Getty Images)

Cuando se conocieron los detalles del choque en el aire de dos helicópteros que cubrían una misma noticia para dos canales diferentes de televisión de Los Ángeles hubo quienes pensaron que, al morir en ese accidente, ese día, 1° de agosto de 1977, Francis Gary Powers había cumplido con su postergado destino. Porque Powers, antiguo piloto militar, experimentado piloto de pruebas y, en los últimos años, reportero televisivo, había estado cerca de perder la vida como consecuencia de sus vuelos: primero, al caer a tierra el avión espía que tripulaba; después, si hubiese alcanzado la moneda con veneno que llevaba para no ser capturado vivo y, más tarde, cuando un tribunal militar soviético que -según los usos y costumbres- debió condenarlo a muerte por espionaje lo envío a cumplir apenas tres años de trabajos forzados.

Esos tres “milagros”, además, le habían permitido a Powers convertirse en protagonista de otro hecho histórico: el primer intercambio de espías entre soviéticos y estadounidenses durante la Guerra Fría, realizado una noche neblinosa sobre el puente Glienicke, en Berlín.

Francis Gary Powers fue capturado por los soviéticos
Francis Gary Powers fue capturado por los soviéticos

En 1960, John Le Carré no había publicado todavía su novela emblemática sobre la Guerra Fría, “El espía que surgió del frío”, pero en el caso de Powers se podría parafrasear ese título para caracterizarlo. Era el espía que cayó del cielo.

El 1° de mayo de 1960, Día de los Trabajadores, era feriado en la Unión Soviética, pero su vigilancia aérea no descansaba. Ese día Powers despegó de la base aérea que los Estados Unidos tenían en Badaber, Pakistán, con la misión de sobrevolar territorio soviético y fotografiar sitios o silos de misiles balísticos intercontinentales (ICBMs) nucleares en las cercanías de las regiones de Sverdlovsk y Plesetsk, y una vez cumplida la misión aterrizar en Bodø, Noruega.

Volaba un Loockheed U-2, capaz de navegar a gran altura y muy difícil de detectar. O eso se creía, porque la fuerza aérea soviética lo encontró y el teniente general del arma aérea del régimen comunista Yevgueny Savitstky ordenó que lo atacaran.

De acuerdo con la versión oficial soviética, el U-2 fue derribado cerca de la localidad de Degtyarsk, en la región de los Urales, por uno de catorce misiles antiaéreos S-75 Dvina disparados contra el avión espía. Powers se eyectó y llegó a tierra con su paracaídas.

Como a todos los espías, la CIA le había entregado una moneda de plata perforada desde su canto por un alfiler envenenado capaz de matar en segundos: el drástico -y único- modo de eludir los previsibles interrogatorios y torturas.

Una fotografía publicada oficialmente en Moscú que muestra a pobladores rusos observando los restos del avión U-2 derribado sobre territorio soviético
Una fotografía publicada oficialmente en Moscú que muestra a pobladores rusos observando los restos del avión U-2 derribado sobre territorio soviético

Según los soviéticos, Powers no se decidió a usarlo, pero la versión que este contó después fue diferente. El impacto del misil tierra-aire destrozó el ala derecha, y él calculó que podía salir del avión antes de accionar los interruptores de destrucción para que el enemigo no se apropiara de los secretos técnicos, pero aprisionado por las mangueras de oxígeno no pudo moverse, ni para suicidarse ni para quemar el avión.

Estaba todavía atrapado dentro del U-2 cuando lo capturaron unos campesinos que lo entregaron a las autoridades. De inmediato fue a parar a Moscú para ser interrogado por la KGB.

También para convertirse en una carta fuerte y sorpresiva que la Unión Soviética iba a jugar muy pronto.

Nikita Khruschev ocultó información deliberadamente para dejar expuestos a los norteamericanos
Nikita Khruschev ocultó información deliberadamente para dejar expuestos a los norteamericanos

El ajedrez de Kruschev

Para 1960, el Muro de Berlín no tenía siquiera puestos los cimientos, pero las relaciones entre Moscú y Washington estaban en constante tensión. Cuando Powers fue capturado faltaban apenas 13 días para que los jefes de Estado de las cuatro mayores potencias del momento se reunieran en París para tratar el control de las armas nucleares.

Al día siguiente de la caída, el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Khruschev, anunció al mundo, que un “avión espía” había sido derribado en territorio soviético, pero se guardó un as en la manga: no dijo que Powers estaba vivo ni que el U-2 estaba casi intacto.

El presidente norteamericano, Dwight Eisenhower, asesorado por la CIA, respondió que no se trataba de un avión espía sino de una aeronave civil de investigación atmosférica de la NASA. Era lo que Khruschev esperaba y el 7 de agosto le respondió: “Debo decirles un secreto. Cuando hice mi primer informe, deliberadamente no dije que el piloto estaba vivo y bien... y ahora miren todas las cosas tontas que las autoridades estadounidenses han dicho”, anunció.

No solo Powers estaba vivo, sino que además se conservaban importantes secciones de su aeronave. Los soviéticos se las ingeniaron para recuperar la cámara de vigilancia, e incluso revelaron algunas de las fotografías que había tomado. La mentira de Eisenhower quedó expuesta a la opinión pública internacional cuando apenas faltaban seis días para la Cumbre de París.

El juicio en Moscú a Francis Gary Powers, acusado de espionaje. En el extremo izquierdo, con anteojos, está el abogado defensor Grinev (Foto de Keystone/Getty Images)
El juicio en Moscú a Francis Gary Powers, acusado de espionaje. En el extremo izquierdo, con anteojos, está el abogado defensor Grinev (Foto de Keystone/Getty Images)

El líder soviético llegó a la capital francesa el 13 de agosto con un objetivo preciso: que el presidente norteamericano le pidiera disculpas públicamente por el espionaje en territorio soviético. Eisenhower se negó.

La discusión entre el soviético y el estadounidense fue subiendo de tono hasta que el presidente francés, Charles De Gaulle, perdió la paciencia y cortó las protestas de Khruschev. “Está armando un gran escándalo con todo esto. Hay probablemente una tonelada de acero ruso atravesando el espacio francés todos los días sin mi permiso. No tengo ni idea de qué hay dentro de esos satélites y usted no me lo ha contado. Y yo no estoy armando un gran alboroto por eso”, le dijo

“Solo me preocupa lo que sobrevuela la Unión Soviética con un hombre dentro. Si no tiene hombres a bordo, no me molesta”, le contestó impasible el soviético.

En su libro “Eyes in the Sky: Eisenhower, the CIA and Cold War Aerial Espionage”, la historiadora Theresa B Tabak , cuenta que Eisenhower no dijo una palabra mientras el francés y el soviético discutían, y que solo hizo una anotación en su block de notas: “Muy interesante”.

La cumbre quedó trabada a partir de ese momento y el 16 de agosto Khruschev se fue de la reunión, sellando su fracaso.

Una vista del "Unity" o Puente Glienicker desde el lado americano, donde Gary Powers fue intercambiado por el espía ruso Rudolf Abel
Una vista del "Unity" o Puente Glienicker desde el lado americano, donde Gary Powers fue intercambiado por el espía ruso Rudolf Abel

Espía por espía

Tres meses después del portazo de Khruschev en la cumbre de París, Gary Powers escuchó en el imponente salón de las columnas de la Casa de los Sindicatos de Moscú como el presidente del tribunal le dictaba una pena sorprendente. Esperaba la muerte, pero solo fue condenado a tres años de cárcel y siete de trabajos forzados.

Por recomendación de su abogado, el día anterior, cuando se le permitió el uso de la palabra frente a los jueces, había esbozado una disculpa: “La situación en que me hallo no es buena. No he escuchado mucho las noticias desde que estoy aquí, pero entiendo que, como resultado de mi vuelo, se canceló la cumbre entre los dos estados por las armas nucleares y también la visita del presidente de Estados Unidos a Rusia. Sinceramente siento haber tenido algo que ver con esto. Ahora sé algunas de las consecuencias de mi vuelo y estoy profundamente arrepentido de haber participado en él”, leyó de un papel que llevó escrito.

La versión oficial soviética aseguró que la pena leve impuesta al espía se debía a que había mostrado un sincero arrepentimiento, pero en realidad se trataba el inicio de otro juego: el del intercambio de espías.

Los soviéticos estaban muy interesados en recuperar a uno de los suyos, Vílyam Guénrijovich Fisher, alias Rudolf Abel, capturado por el FBI en junio de 1957 y condenado a 37 años de cárcel, que estaba cumpliendo en una celda solitaria de una prisión de Atlanta, donde solo podía recibir a su abogado, James Donovan. En una de esas visitas, el espía soviético -que nunca había entregado información a sus interrogadores- le dijo a Donovan: “Si algún día un espía norteamericano cae en mi patria, puedo ser más útil vivo que muerto”.

Vílyam Guénrijovich Fisher parecía destinado a morir en la cárcel, pero todo cambió cuando el avión de Powers cayó en territorio soviético. Donovan convenció primero a los norteamericanos y después viajó a Berlín para negociar con los soviéticos. Las reuniones -contaría después- eran verdaderas partidas de ajedrez, donde cada palabra era un movimiento de piezas.

Finalmente lo logró, y con más éxito que el previsto: consiguió que, además de a Powers los soviéticos también liberaran a Frederic Pryor, un estudiante de Yale de 27 años, que preparaba una tesis en Berlín Oriental y cayó en manos de la Stasi, el servicio secreto de Alemania Oriental, acusado de enviar “documentos comerciales sensibles” a su país.

Tom Hanks encarna el papel del negociador Donovan en la película de Steven Spielberg "El puentes de los espías"
Tom Hanks encarna el papel del negociador Donovan en la película de Steven Spielberg "El puentes de los espías"

Sobre el puente Glienicke

El abogado Donovan fue uno de los hombres que asistieron al intercambio de espías realizado la noche del 10 de febrero de 1962 en el puente Glienicke, sobre el río Havel, entre la zona de Berlín bajo administración de los aliados y Postdam, Alemania Oriental.

La escena del intercambio se ha contado muchas veces y de diferentes maneras, pero sin dudas la más lograda es la que se puede ver en “El puente de los espías”, la película de Steven Spielberg donde Tom Hanks encarna al negociador Donovan y Austin Stowell personifica a Powers.

Dos hombres -Powers y Fisher- caminan de noche con paso tenso, controlado, envueltos por la niebla sobre un puente de 128 metros. Cada uno de ellos ha salido de los diferentes extremos y los dos saben que hay armas, muchas armas, apuntándoles. Caminan al mismo ritmo, como se les ha ordenado, y cuando se cruzan, exactamente en la mitad del puente, agachan la cabeza y no se miran. Eso también se los han ordenado. Después, dándose las espaldas, siguen caminando y llegan al mismo tiempo al otro extremo del puente. Solo entonces, los dos hombres, los soldados armados que apuntan desde las dos entradas, los oficiales y civiles presentes respiran aliviados.

El norteamericano Francis Gary Powers y el soviético Vílyam Guénrijovich Fisher
El norteamericano Francis Gary Powers y el soviético Vílyam Guénrijovich Fisher

Regresos con y sin gloria

Vílyam Guénrijovich Fisher fue recibido con honores en Moscú. Después de un período de reposo y tratamiento médico, se integró en la dirección del servicio de inteligencia y participó, entre otras cosas, en la formación de nuevos agentes. Fue condecorado con numerosas órdenes y medallas soviéticas por su inapreciable contribución a la defensa de la seguridad nacional.

Murió el 15 de noviembre de 1971 y fue enterrado en el cementerio Donskoie de Moscú. Su trayectoria inspiró tres libros: “El escudo y la espada”, de Kozhévnikov; “Desconocidos sobre un puente”, del abogado que había conseguido intercambiarlo, James Donovan; y “Un cazador patas arriba”, de Kiril Jenkin, amigo y discípulo del famoso agente soviético.

De regreso en los Estados Unidos, Gary Powers no tuvo tanta suerte como su colega soviético. En lugar de descansar y reponerse, apenas llegó fue largamente interrogado por la CIA, que después lo cedió a la Fuerza Aérea y finalmente a la compañía Lockheed, fabricante del avión espía U-2.

También tuvo que enfrentar las preguntas de una comisión legislativa integrada por los senadores Richard Russell, Prescott Bush y Barru Goldwater, a quienes tuvo que explicar, entre otras cosas, por qué no había saltado en paracaídas, por qué no había destruido el avión y, claro, por qué no se había suicidado.

Finalmente se determinó que había seguido órdenes, no había divulgado información crítica a los soviéticos y había actuado como “un buen joven bajo circunstancias peligrosas”, como dijeron los senadores.

Salvado su honor de espía, trabajó para Lockheed como piloto de pruebas desde 1963 hasta 1970, año en el que publicó un libro con su versión de los hechos. Pese a la caída de Powers, Estados Unidos siguió utilizando los aviones espías U-2, que resultaron claves, por ejemplo, para detectar las bases instaladas por los soviéticos en Cuba que desataron la llamada “Crisis de los misiles” en octubre de 1962.

Hasta el día de su muerte en el choque de helicópteros del 1° de agosto de 1977, Francis Gary Powers se cansó de escuchar, una y otra vez, la misma pregunta: ¿A qué altura volaba cuando fue derribado por los soviéticos?

Siempre respondía con la misma frase: “No lo suficientemente alto”

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