Los primeros en llegar fueron campesinos del pueblo de Grábovo, en el territorio en disputa del Donbas, en Ucrania, a unos 40 kilómetros de la frontera con Rusia. Los campos de cultivos se habían convertido en un escenario aterrador, con columnas de humo, restos de un avión y más de doscientos cadáveres diseminados en un terreno de unos 15 kilómetros cuadrados. Los cuerpos estaban carbonizados y casi desnudos, se notaba que el fuego había consumido las ropas.
Ocurrió hace diez años, el 17 de julio de 2014, y hasta hoy sigue siendo la tragedia aérea de mayor magnitud en lo que va del Siglo XXI. Ese día, un misil tierra-aire lanzado desde territorio ucraniano derribó al vuelo MH17 de Malaysia Airlines que había partido desde Ámsterdam, en los Países Bajos, con destino a Kuala Lumpur, en Malasia con 283 pasajeros y 15 tripulantes a bordo. Fue derribado y cayó en un territorio de guerra, disputado desde hacía meses por el ejército ucraniano y las milicias separatistas prorrusas.
Desde el primer momento – en una disputa atravesada por intereses geopolíticos – se discutió si el derribo del avión era un acto de guerra deliberado o un accidente. No hubo dudas de que la aeronave había sido alcanzada por un misil: lo que estuvo en cuestión desde el principio fue si el Boeing 777 de la aerolínea malaya había sido un blanco intencional o si el ataque fue producto de una confusión. Tampoco quedaba claro si el disparo era obra de las fuerzas ucranianas o de las milicias separatistas apoyadas por Rusia.
La llamada Guerra del Donbas, iniciada el 6 de abril de ese año, llevaba por entonces poco más de tres meses, con enfrentamientos entre el ejército de Ucrania y las milicias prorrusas. El origen del conflicto se remontaba a las protestas del Euromaidán, en noviembre de 2013, cuando se produjeron masivas manifestaciones en la Plaza de la Independencia de la capital ucraniana, Kiev, ante la negativa del gobierno a firmar el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la Unión Europea.
Esas protestas provocaron en febrero de 2014 la caída del presidente Viktor Yanukóvich, que se negaba a firmar el tratado, y su reemplazo por un gobierno alineado con Occidente. Como respuesta, en el este del país, manifestantes prorrusos tomaron los gobiernos locales y proclamaron la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk, en el Donbas. En abril, la situación había escalado a un conflicto armado entre europeístas, prorrusos y separatistas que sería el germen, ocho años más tarde, de la llamada “operación militar” rusa en Ucrania ordenada por Vladimir Putin el 24 de febrero de 2022.
Esa era la situación el 17 de julio de 2014, cuando el vuelo MH17 de Malaysia Airlines fue derribado sobre el Donbas minutos antes de que entrara, como lo marcaba su ruta, en el espacio aéreo ruso.
Las víctimas y los responsables
Según la lista de pasajeros que tenían las autoridades de Países Bajos, de las 298 personas que murieron por el derribo del avión, 80 eran niños. La mayoría de las víctimas eran ciudadanos de Países Bajos, un total de 192, y había también 40 malayos y diez británicos.
En un primer momento hubo confusión con la identidad de los pasajeros, entre los que se incluyeron varios ciudadanos estadounidenses que en realidad no había abordado el avión. Entre las víctimas se contaban el vocero de la Organización Mundial de la Salud, Glenn Thomas; el ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida, Joep Lange; el diputado neerlandés Willem Witteveen; la abuela del primer ministro de Malasia, Najub Razak, y el australiano Liam Davison. Entre los restos fueron recuperados pasaportes en buen estado que luego ayudaron a identificar con exactitud a las víctimas y sus nacionalidades.
Hacia la tarde del 18 de julio, en el lugar del siniestro habían recuperado 181 cadáveres de los 298 pasajeros, y al día siguiente los forenses comenzaron a recopilar muestras de ADN, fotografías de rasgos distintivos, como cicatrices y tatuajes.
A mediodía del 22 de julio, un tren con los cuerpos de los fallecidos llegó a Járkov, donde les esperaban forenses malasios y holandeses, con la intención de trasladarlos a los Países Bajos. A esa ciudad llegaron también los especialistas aéreos de Malasia para analizar las cajas negras del avión.
Mientras tanto, las acusaciones cruzadas entre Ucrania, los Estados Unidos y los países de la Unión Europea, por un lado, y Rusia y las milicias separatistas del Donbas, por el otro, contribuían poco y nada para determinar qué había sucedido realmente con el vuelo malayo.
El presidente estadounidense Barack Obama dijo que había “evidencia” de la responsabilidad de los rebeldes prorrusos, mientras miembros de la inteligencia estadounidense aseguraban que el avión había sido derribado por un misil tierra- aire. Desde Países Bajos, también se señalaba a a un misil lanzado por milicianos prorrusos, pero estos aseguraban que no tenían armas capaces para destruir el avión.
Al mismo tiempo, los gobiernos de Rusia y Ucrania se acusaban mutuamente, en una polémica que se prolongaría durante años.
La culpa es del otro
El equipo de expertos liderado por el Consejo de Seguridad de Países Bajos demoró más de un año en producir el informe sobre el caso del vuelo MH17. Conocido en octubre de 2015, el documento aportaba detalles técnicos de relevancia para la investigación, aunque dejaba algunos interrogantes sin contestar y no asignaba ningún tipo de responsabilidades con respecto a los autores.
La investigación aseguraba que el vuelo MH17 fue derribado por “la detonación de un misil fuera del aparato en la parte izquierda de la cabina de mando” e identificaron el proyectil que pertenecía a la serie 9M38, “como los instalados en los sistemas de misiles tierra-aire BUK”. Este misil es de fabricación rusa, lo que generó una controversia entre los investigadores de Países Bajos y los rusos que también formaban parte del equipo y sostenían que no había información suficiente para hacer esa afirmación.
Este desacuerdo dio lugar a otra investigación, donde se determinó que el tipo de esquirlas identificadas en el MH17 no se correspondía con las de las ojivas transportadas por los misiles 9M38M1, sino con modelos más viejos de la serie que habían dejado fabricarse en 1986 es decir, que ya no eran empleados por las fuerzas armadas rusas pero que algunos de ellos sí podrían estar en manos del ejército ucraniano. Pese a ello terminaron por reconocer que el misil que impactó contra el avión era un BUK.
La investigación tampoco arrojó datos que pudieran determinar con exactitud desde dónde se había lanzado el proyectil y marcó un extenso sector de 320 kilómetros cuadrados del este de Ucrania. Esto provocó la respuesta del gobierno ucraniano, que ubicó un área mucho más reducida que, casualmente, estaba bajo control de las milicias prorrusas. A su vez, los expertos rusos aseguraron que el misil había sido lanzado desde una zona al sur de la localidad de Snizhne, que estaba controlada por fuerzas ucranianas.
El juicio en Países Bajos
Mientras la polémica entre todas las partes involucradas seguía sin resolverse, la justicia de Países Bajos inició una causa penal contra quienes consideraba los responsables del derribo del vuelo MH17.
El veredicto llegó en noviembre de 2022 – cuando la guerra entre Rusia y Ucrania llevaba ya nueve meses – con un saldo de tres condenados y un absuelto, todos juzgados en ausencia. Los rusos Igor Guirkin y Serguéi Dubinski y el ucraniano Leonid Kharchenko fueron “declarados culpables” de asesinato intencionado al derribar el avión, mientras el ruso Oleg Pulatov fue absuelto, según la sentencia leída por el juez Hendrik Steenhuis.
Según la acusación, los condenados formaban parte de las fuerzas separatistas apoyadas por Moscú y tuvieron una influencia decisiva en la decisión de activar el sistema de misiles BUK en una base militar en Rusia, aunque no fueron ellos los que pulsaron el botón.
“El tribunal opina que el MH17 fue derribado por el disparo de un misil BUK desde un campo agrícola cerca de Pervomaisk, matando a los 283 pasajeros y 15 miembros de la tripulación”, dijo el juez Steenhuis.
La sentencia provocó la reacción del gobierno ruso, que negó toda responsabilidad en la caída del Boeing de la empresa aérea malaya y acusó al tribunal de actuar bajo presión. “El desarrollo y la conclusión del proceso judicial muestran que la sentencia se debió a cuestiones políticas”, criticó el Ministerio de Relaciones Exteriores en un comunicado. Y agregó: “El juicio tiene todas las posibilidades de convertirse en uno de los más escandalosos de la historia de procesos judiciales. A lo largo de todo el procedimiento, el tribunal estuvo bajo una presión inédita de responsables políticos neerlandeses, representantes de la fiscalía y de los medios de comunicación, que impusieron una solución al proceso motivada políticamente”.
El último informe
Tres meses después de terminado el juicio con tres condenados en ausencia a prisión perpetua, un nuevo informe Equipo Conjunto de Investigación integrado por expertos de seis países dejó en claro que el caso del derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines distaba – y todavía hoy dista – de estar resuelto.
Eso surge de las contradicciones que surgen en el propio informe. “Hay fuertes indicios de que el presidente ruso decidió suministrar el BUK TELAR a los separatistas de la RPD (República Popular de Donetsk)”, señaló el Equipo en un comunicado del 8 de febrero de 2023, pero a la vez aclaró que “la investigación llegó a su límite, se agotaron todas las pistas, así que la investigación fue suspendida. Las pruebas son insuficientes para otros procesamientos”.