Es un fantasma. Fue real, un leve personaje de extraña trascendencia histórica de la Segunda Guerra Mundial. Pero el tiempo y sus mudanzas, la escandalosa tendencia de las redes sociales en ponerlo todo en duda, una investigación de la televisión de su país y cierto hastío intelectual lo han puesto al costado del camino.
La historia es esta. Yang Kyoungjong fue un chico coreano que nació en 1920. A los dieciocho años lo metieron de cabeza en el Ejército Imperial Japonés para luchar contra los rusos. Los soviéticos lo hicieron prisionero, lo enviaron a un campo de concentración y en 1942 lo convencieron, o lo obligaron, de luchar contra los alemanes en el frente oriental europeo. Los alemanes lo hicieron prisionero en el este de Ucrania y lo incorporaron a las filas de la Wehrmacht en el mismo frente oriental. Finalmente lo enviaron a la Península de Cotentin, en Normandía, para enfrentar el desembarco aliado de junio de 1944. Los paracaidistas americanos lo hicieron prisionero en la playa Utah el mismo día del desembarco. Enfrascados como estaban en el otro frente de la guerra, el del Pacífico, los americanos lo tomaron como japonés. Lo enviaron a un campo de prisioneros en Gran Bretaña. Lo liberaron en 1947. Luego, Kyoungjong viajó a Estados Unidos, se convirtió en ciudadano americano y vivió en Illinois, donde murió en 1992.
Una historia singular porque, como soldado, Yang parece haber sido cascoteado por la fortuna: siempre fue a parar a manos enemigas. Pero fue un tipo besado por la suerte porque fue el único soldado de la era moderna en servir en tres ejércitos distintos, todos enemigos entre sí, sin haber recibido una sola herida, un solo rasguño, sobrevivió además a las trincheras y murió en paz.
De todo esto, casi no hay pruebas. Es lo que enturbia la historia de Yang Kyoungjong. Pero hay historiadores prestigiosos que la respaldan, como el británico Antony Beevor, autor de célebres reconstrucciones de hechos trascendentes de la Segunda guerra como “Berlín - La Caída”, “Stalingrado”, “El Día D”, “Ardenas1944″ o “La Segunda Guerra Mundial - Una historia gráfica”. Es en este libro en el que Beevor se explaya sobre el carácter prolongado e internacional de la Segunda Guerra, a la que juzga como “una amalgama de conflictos entre naciones, una guerra civil internacional entre la izquierda y la derecha”, y cita la historia del coreano Yang Kyoungjong. En una de sus ediciones, la imagen del soldado coreano, o la de un soldado de perfil étnico oriental, ilustra la portada. El epígrafe de la foto sugiere en el libro de Beevor que se trata de Kyoungjong, pero no hay prueba que respalde esa sugerencia. Los archivos Nacionales de Estados Unidos no identifican al hombre de la foto y se refieren a él como “joven japonés”.
Dice Beevor: “En junio de 1944 un joven soldado asiático se rindió a un grupo de paracaidistas americanos durante la invasión aliada de Normandía. En un primer momento, sus captores pensaron que era un japonés, pero en realidad se trataba de un coreano. Se llamaba Yang Kyoungjong. En 1938, a los dieciocho años, Yang Kyoungjong había sido reclutado a la fuerza por los japoneses para integrarse en su ejército de Kwantung en Manchuria. Un año más tarde, fue hecho prisionero por el Ejército Rojo en la batalla de Khalkhin-Gol y enviado a un campo de trabajos forzados. Las autoridades militares soviéticas, durante un período de crisis en 1942, lo obligaron, junto con otros varios miles de prisioneros, a integrarse en sus fuerzas. Posteriormente, a comienzos de 1943, fue hecho prisionero durante la batalla de Kharkov, en Ucrania, por las tropas nazis. En 1944, vistiendo uniforme alemán, fue enviado a Francia para servir en un “Ostbataillon” que supuestamente reforzaba el Muro Atlántico desde la península de Cotentin, en la zona del interior próxima a la Playa de Utah. Tras pasar una temporada en un campo de prisioneros en Gran Bretaña, se trasladó a los Estados Unidos, donde no diría nada de su pasado. Se estableció en este país y falleció en Illinois en 1992″.
Beevor cita la historia de Kyoungjong, como un ejemplo más de cómo la guerra afectó la vida de la gente común, que es también una de las preocupaciones, literarias e históricas, de sus obras. Que un coreano apareciera en las filas del ejército japonés era normal porque, cuando Kyoungjong fue reclutado en 1938, Corea estaba bajo dominio japonés. Lo raro era que un soldado coreano al servicio de Japón terminara en las playas de Normandía como soldado alemán.
Sin embargo, la tesis de Beevor estaba respaldada desde años antes por el historiador americano Stephen Ambrose, que también es un cronista ávido de la Segunda Guerra, además del biógrafo oficial del Dwight Eisenhower, ex presidente de Estados Unidos y comandante supremo de las fuerzas aliadas cuando el desembarco en Normandía. Ambrose es autor, entre otros libros magníficos de “D-Day – The climatic battle of World War Two – El Día D – La batalla culminante de la Segunda Guerra Mundial”, y allí narra la sorpresa de las tropas americanas al dar con soldados orientales al servicio de los nazis.
Narra la incorporación de soldados del frente oriental en batallones llamados “Ost” (Este) por los alemanes, que creció luego de la derrota nazi en la decisiva batalla de Kursk ante las tropas soviéticas. Y relata: “En la playa llamada Utah, el día de la invasión, el teniente Robert Brewer, del Regimiento 506 de paracaidistas, de la 101 División Aerotransportada, capturó a cuatro soldados asiáticos que vestían el uniforme de la Wehrmacht. Nadie hablaba su lengua, eventualmente, supo que se trataba de coreanos. ¿Cómo fue que coreanos terminaron luchando por Hitler para defender a Francia de los aliados? Parece probable que hayan sido reclutados por el ejército japonés en 1938 (Corea era entonces colonia japonesa), capturados por el Ejército Rojo durante las batallas fronterizas con Japón de 1939, forzados a luchar para los soviéticos, capturados por la Wehrmacht en diciembre de 1944, forzados a luchar para los alemanes y enviados a Francia”.
Lo que sucedió después, y así lo cita Ambrose, son especulaciones del teniente Brewer y del propio Ambrose. Brewer supone que los aliados devolvieron a los soldados a Corea y el historiador arriesga que, si así sucedió, fueron reclutados de nuevo por el ejército de Corea del Norte o de Corea del Sur -fueron un único país hasta 1945-, y que hasta haya sido posible que se enfrentaran de nuevo a las tropas americanas en la guerra que estalló en 1950. Lo cierto es que el Día D, uno de cada seis fusileros de la Wehrmacht que luchó en Normandía pertenecían a los batallones “Ost”.
Sobre Yang abundan detalles de su vida, oscurecidos acaso por su empecinado silencio de posguerra, ya ciudadano estadounidense con vivienda fija en Illinois. Los datos no pueden ser probados, como muchas de las historias de la Segunda Guerra que se dan por ciertas. Yang nació el 3 de marzo de 1920 en Shin Euijoo; los japoneses lo reclutaron para que luchara en el ejército de Kwantung contra los soviéticos. El 11 de mayo de 1939, un grupo de cosacos mongoles entró en territorio de Manchuria para alimentar a sus caballos y se toparon con la caballería japonesa de Manchukuo; los combates se prolongaron hasta finales de agosto y terminan con la derrota japonesa. Kyoungjong permaneció prisionero casi tres años, hasta que en 1942, a sus veintidós años, los soviéticos lo envían a luchar a Ucrania. Los alemanes lo capturan en lo que es hoy también un escenario de guerra, la ciudad de Járkov. Pasa a los batallones “Ost”, integrados en su mayoría por prisioneros de guerra de los nazis, hasta el día del desembarco aliado en Normandía.
Toda la historia de Yang Kyoungjong fue puesta en duda en 2002, cuando un sitio de noticias coreano de Internet, DKBNews, rescató la historia narrada por Ambrose con el testimonio del teniente Brewer y la foto, de los Archivos Nacionales de Estados Unidos, con el epígrafe “joven japonés”, que Beevor sugiere es el coreano Kyoungjong, que así se transformó en un fantasma.
Uno de los lectores de DKBNews sí envió datos sobre el soldado de la foto. Dijo que se trataba de Yang Kyoungjong, dio su fecha y lugar de nacimiento, los sitios donde luchó, sus capturas, su liberación por parte de los aliados, su posterior viaje a Estados Unidos y su muerte en Illinois, el 7 de abril de 1992. El soldado fantasma volvía a cobrar vida. Pero ante el pedido de fuentes que DKBNews hizo a su espontáneo colaborador, no hubo respuesta. Kyoungjong volvió a su categoría de fantasma, sobre todo porque, afirmaba con cierta hipocresía DKBNews, Brewer había hablado de cuatro coreanos sin identificar a ninguno.
En diciembre de 2005, con la polémica todavía viva, el sistema de Radiodifusión de Seúl elaboró y puso en el aire un documental sobre la existencia de soldados asiáticos al servicio de la Alemania nazi, luego capturados por los aliados. El documental afirmó que si bien había habido asiáticos en las filas alemanas, no había pruebas claras de la existencia de Yang Kyoungjong. El costado de leve hipocresía de toda la historia que duda de la existencia de Kyoungjong, radica en que quienes dudan, ya sea el sitio de noticias DKBNews o el sistema de radiodifusión de Seúl, exigen pruebas de la existencia de Kyoungjong aunque ellos mismos sean incapaces de saber quiénes eran los cuatro soldados orientales capturados en Utah, cuáles eran sus nombres, cuál fue luego su destino y cuántos y quiénes fueron los soldados asiáticos, en todo caso coreanos, si hubo más de cuatro, que lucharon por Hitler en los días finales del Tercer Reich.
En el colmo de la especulación, el historiador Martin Morgan, autor de “The Americans on D Day – Los americanos en el Día D” afirma que el chico de la foto, señalado como “joven japonés” por los Archivos Nacionales, identificado como Yang Kyoungjong por una fuente anónima, sugerido por Beevor como Kyoungjong en su libro sobre la Segunda Guerra, es en realidad un soldado georgiano étnico, soviético, del 795 Batallón Georgiano del Ejército Rojo, que integraba un batallón “Ost” de prisioneros de guerra nazi. Morgan no aporta más pruebas sobre la identidad del muchacho.
En 2011, una versión libre de la historia de Kyoungjong se hizo película del cine coreano. Se llamó “My Way”, es un drama bélico, dirigido por Kang Je-gyu y protagonizado por Jang Dong-gun y Joe Odagiri, un actor japonés.
Las dudas sobre la identidad del soldado coreano amenazaron, amenazan aún, con borrar su terrible historia compartida con otros tantos miles que se vieron obligados a luchar en ejércitos de otros países ajenos al suyo, por causas que desconocían o detestaban, obligados a matar para no morir. Como hubiese dicho Jorge Luis Borges, lo dejó escrito en “Juan López y John Ward”, “Les tocó en suerte una época extraña”.
De todos modos, en Illinois está enterrado un hombre bajo una lápida que dice “Yang Kyoungjong”, que murió el 7 de abril de 1992.
Los fantasmas no tienen tumba.