Si bien existen variadas crónicas y anécdotas graciosas respecto a muchos de nuestros próceres, en el caso del general Manuel Belgrano son contadas y/o poco conocidas. Por ello, y al haber hallado estas “perlitas” brindamos en este artículo una muestra del humor del Creador de la Bandera.
Chichón en la frente
Sabido es que por cuestiones de salud y por no ser un jinete consumado, muchas veces don Manuel se movilizó en coche en las tantas travesías kilométricas que realizó en sus campañas. En 1811 Jorge Pacheco, quien había sido capitán de Blandengues, le facilitó un carruaje para su movilidad por las tierras entrerrianas. Con fecha 10 de abril de ese año y desde Concepción del Uruguay; Belgrano escribía a su amigo entre otras cosas:
“Gracias por el coche; debe Ud. hacer quitar lana a los asientos porque están muy altos, y todavía tengo un chichón en la frente de esas resultas”.
El hermano “desconocido”
Estando en Madrid en 1790, Manuel esperaba la llegada de su hermano Carlos con papeles e instrucciones familiares con ansiedad, así lo manifiesta en cartas a sus padres.
Sin tener noticias de su arribo recibió la sorpresa en persona. Así le contaba a su padre el reencuentro tras varios años de distancia en carta del 8 de diciembre:
“Ayer a las 8 y media de la mañana, estando escribiendo mis cosas al Bufete, lo vi entrar y no le conocí hasta algún momento después y que le oí el metal de su voz. Verdaderamente aún en las cosas más pequeñas de la naturaleza hace el tiempo sus estragos”.
Engolfado
En 1802 al frente del Consulado en Buenos Aires escribió a su amigo de Chile Dn. Manuel de Salas:
“He estado bastante enfermo de mis ojos y aún actualmente no noto mejoría mayor. Esto, junto con otras atenciones benéficas a mi País me han hecho posponer mi viaje a Europa, y me hallo aquí engolfado, sin tener tiempo muchas veces ni aún para curarme”.
Esos Cordobeses
El 25 de junio de 1807, Belgrano escribió a Dn. Jaime Nadal y Guarda que iba camino a Salta previa estancia por Córdoba dándole noticias sobre la lucha contra los ingleses que tomaron Montevideo y que 24 barcos se habían hecho ver por Atalaya y que había mucho entusiasmo y que sólo se oye “vencer o morir”, demostrándole que la moral estaba alta. Sin embargo no pudo evitar ironizar respecto a la situación particular de Nadal y de la ciudad mediterránea:
“Ud. es prudente y sabe tomar el mejor partido, no lo hay igual que oír, ver y callar cuando a uno le tocan de cerca; esos Cordobeses vivirán como todo Pueblo chico que aspira a los honores de gran Capital; mejor sería que viniesen a romperse las cabezas a la par de nosotros”.
“Reproches” a la Junta
Desde Santa Fe, el 8 de octubre de 1810, camino al Paraguay y esperando la llegada de la artillería, escribió al secretario de la Junta, Dn. Mariano Moreno:
“…trabajo cuanto me es posible para acelerar la marcha, pero como Vms. no adhirieron a mi pensamiento de que viniera en posta el tren y municiones, aún me detendré para salir de la Bajada, adonde iré mañana con los Blandengues, que pueden ser Blandengues de todos los demonios”.
Juan José, el encapotado misterioso
Desde la Bajada del Paraná, el 27 de octubre también le escribía a Moreno ansioso de tener noticias de su primo:
“Nada me dice V de nuestro Ejército del Perú, ni tampoco de nuestro Castelli, Yo espero por momentos, según el cálculo de nuestro Juan José, embozadito en su capita, la noticia de la toma de Potosí…”. Nota: Embozado: Cubrir el rostro por la parte inferior hasta las narices o los ojos.
Costumbres femeninas
En carta desde Jujuy del 16 de abril de 1813, Belgrano escribía al gobernador de Salta -Feliciano Chiclana- sobre realistas y patriotas, acciones para detener el espíritu de venganza y las repercusiones de la Capitulación luego de la batalla de Salta. Para el final deja una divertida semblanza sobre la moda a raíz de un bando que Chiclana quería emitir reglamentando los peinados:
“¿Cómo quiere V meterse a publicar bando contra las mujeres? Déjelas V que lleven el pelo como les de la gana, haga V poner en ridículo la moda y verá cómo se la quitan: si lo tienen por distintivo de antipatriotismo, mañana se pondrán otro y a cada momento andará V con bandos y al fin nada conseguirá, con desdoro de su autoridad. Yo me acuerdo, que siendo niño, quisieron ridiculizar en Buenos Aires, la moda de los moños en la cabeza, y se los pusieron a los toros, y así las mujeres los abandonaron; las mujeres, muchas veces, hacen y dicen, por charlar con las de su sexo, tengan o no opinión”. (Mitre en Historia de Belgrano, 1887, T II, pág. 724).
Como Adán
Carta a su amigo y compañero José de San Martín desde Jujuy, 2 de enero de 1814:
“…yo me hallo con una porción de gente nueva a quien se está instruyendo lo mejor posible, pero todos cual Adán”.
¿Qué concepto se ha formado Ud de mí?
En la conocida carta que Belgrano le enviara a San Martín desde Lagunillas el 25 de setiembre de 1813, donde le comenta que la militar no ha sido su carrera y sobre las dificultades de cumplir con su obligación, además de platicar sobre el uso de la lanza y la caballería; Belgrano utiliza un curioso párrafo para graficar sobre la llegada del oficial irlandés Jorge Orr a servir en el Ejército patriota:
“Ya el Gobierno me escribió acerca del Capitán Orr; se verá por estos Países con un Mundo nuevo y estoy cierto que se admirará de nuestros trabajos que son inmensos y mucho más de nuestra Caballería, toda con armas de fuego, casi sin armas blancas y la más de ella a pie porque no hay cómo montarla”.
Como podemos apreciar el manejo de la ironía belgraniana en todo su esplendor.
Como una niña curiosa
Con Tomás de Anchorena, en ese entonces Secretario de Guerra del Ejército Auxiliar, Belgrano tenía una estrecha relación de confianza, por ello sus cartas tienen un tono intimista que nos muestran otras facetas de su personalidad. En una misiva desde Jujuy, del 29 de mayo de 1813, le escribía a Anchorena, que estaba en Potosí, entre otras cosas:
“No me deje V con curiosidad, porque la tengo más que una niña, y siendo menos perezoso, escríbame cuánto convenga saber, tal vez, y sin tal vez, la contestación de ésta me encontrará en el camino…”.
Leer a Washington como castigo
En la misma epístola a Anchorena le daba instrucciones para vigilar la conducta de un Capitán y le proponía un correctivo:
“Hay un Dr. Rocha de Capitán en el número 6, cuya conducta política, debe velarse; he pillado una carta suya que escribía a Buenos Aires a otro su paisano de La Paz, que dice mucho; vea V de entrar en conversación con él, y hacerle leer y meditar a Washington”.
“Hacerse humo”
Encontrar en los documentos belgranianos este tipo de expresión que consideramos -equivocadamente- “moderna” nos pone de manifiesto que, muchas veces, los modismos se reciclan o bien se mantienen en el tiempo:
“…que entiendan los Pueblos, que suceso de Vilcapugio no es el del Desaguadero, que el Ejército no se ha hecho humo, que existe, y existirá a pesar de los viles cobardes, así oficiales como soldados que en los primeros momentos de la acción fugaron, abandonando a su General…”.
Por la plata…
Si bien la correspondencia entre Belgrano y San Martín es conocida y ha sido estudiada largamente, siempre la relectura permite encontrar algún párrafo “distinto” al cariz del documento. En este caso, el párrafo final de la misiva enviada desde Ticucho el 26 de enero de 1814, nos demuestra, una vez más, el conocimiento de Belgrano de las gentes – hoy diríamos que don Manuel tenía calle:
“Las solicitudes de plata lloverán, y es preciso hacerse el tramposo para libertarse de ellas; el furor del patriotismo se ha convertido mucho ha, en platinismo”.
Pío y Manuel
Fueron condiscípulos en España y había entre ellos una relación de respeto mutuo. En 1812 comandaban sendos ejércitos enfrentados en Tucumán, luego de una larga persecución desde Jujuy. Pío Tristán, comandante del ejército realista envió una nota caballeresca a Belgrano pidiendo por el prisionero coronel realista Ángel Huici -que había caído en Las Piedras- enviando 50 onzas para su manutención y buen trato, prometiendo que también serían bien tratados los prisioneros en su poder. Firmó el oficio al ejército patriota de esta manera:
“Campamento del Ejército GRANDE, setiembre de 1812″.
Belgrano devolvió el dinero y firmó su respuesta:
“Cuartel General del Ejército CHICO, 17 de setiembre de 1812″.
Exactamente una semana después el “Chico se comió al Grande” en la Batalla de Tucumán.
Los Generales andantes
Acantonado con el ejército en Fraile Muerto, “perdiendo un precioso tiempo que debíamos aprovechar…//andamos todavía a la expectativa del fin de los tratados” le escribía nuestro Manuel a su amigo y compañero querido José de San Martín con fecha 7 de julio de 1819. En uno de los puntos, trata el problema que tuvo el Libertador con el general francés Brayer contándole una experiencia similar. Es dable de destacar los términos que Belgrano utiliza para calificarlo, además de la sutil ironía de la que era un Maestro:
“Mucho tiempo ha que estoy convencido lo que son estos Generales andantes; aquí he tenido uno cerca de dos años, que ni sabe nuestra organización militar ni una de nuestras leyes, ni durante todo este tiempo le he oído hablar cosa que huela a milicia; toda su ocupación ha sido de interventor de Revistas; me dijo que entendía de fundir cañones y me hizo gastar y echar a perder los metales. En fin, ya lo han retirado, y me alegro verme libre de un bulto que también tiene la cualidad de petardista. Y sirva esto para su Gobierno, porque dicen que va a plantar viñas por esos puntos”.
El cartero duerme dos veces
Belgrano y Güemes mantuvieron una nutrida correspondencia desde 1816, hasta en forma diaria a veces, entre Tucumán y Salta, por lo que la comunicación era fluida. Sin embargo, una demora motivó el siguiente comentario de don Manuel a su amigo:
“El pliego de V ha tardado siete días: los maestros de posta se duermen mucho”.
Juego de palabras
Belgrano hace gala de su sentido del humor en un juego de palabras con el apellido de un jefe realista apellidado Ricafort proveniente de la península y precedido de fama:
“El tal Recafort o Rocafort debe ser algún catalán sanguinario y picarón: espero que en nuestras manos ha de ser Rocafeble”. Carta a Güemes del 25.Dic.1816. Nota: Feble significa: falto de fuerza corporal, débil, flaco.
No sólo Ricafort fue víctima de las bromas de Belgrano en cartas a Güemes también lo fue otro jefe realista como veremos a continuación:
“¡Qué bueno sería que el nuevo en la carrera de Jujuy Dn. Canterac viniese a enterrarse en la cantera que le abrirán nuestros bravos!”. 22.Feb.1819.
Money, money, money
Ya hemos visto que el léxico que don Manuel utilizaba en sus cartas era peculiar en cuanto al uso de frases que aún hoy podemos escuchar; en el párrafo siguiente tenemos una muestra cabal de ello en un mensaje a Güemes desde Tucumán del 19 de febrero de 1817:
“Hoy han salido cien caballos según me avisa el Gobernador para entregar a su padre político de V; bueno es que vayamos consiguiendo, aunque sea de a puchitos esta arma tan precisa que Yo no tengo por falta del money”.
Cotorra
Una de las facultades de los grandes hombres es la de saber reírse de sí mismo. Manuel Belgrano no escapa de esa sentencia como lo escribía el 3 de marzo de 1817 desde Tucumán a su amigo Martín Güemes:
“Es un milagro el equipo medio regular con que ha salido la tropa de la división, a la que he puesto poncho verde, porque a todos se los he proporcionado por falta de los otros y en memoria de que a su General le llamaron un día chupa verde, con la que fue feliz”.
Si fuera muchacho…
A pesar de los males físicos que lo aquejaban en 1819 tenía ánimos de chancear con su sobrino político Ignacio Álvarez Thomas en carta desde la Posta de la Candelaria el 7 de abril:
“…si fuera muchacho como V, estaría haciendo chiquillos que dejarán destroncada a la pobre Carmen…”.
Esta es una manera diferente de recordar a uno de nuestros Padres de la Patria, Manuel Belgrano, hombre extraordinario que superó a su época pues su pensamiento y legado aún siguen vigentes.