“Dejé de ducharme y solo me baño. Y cuando estoy en un lugar donde solo me puedo duchar me aseguro de que las puertas y ventanas de la casa estén cerradas. También dejo la puerta del baño y la cortina abiertas. Siempre estoy mirando hacia la puerta, observando, sin importar dónde esté la ducha”. Habían pasado más de dos décadas de la filmación de “Psicosis” y Janet Leigh seguía enfrentando el trauma que le había dejado la famosa escena de la ducha, allí donde muere acuchillada.
Su participación en la película más famosa de Alfred Hitchcock le costó mucho más que un trauma del que no pudo despojarse. También amenazas que le siguieron llegando durante años. “He recibido muchas cartas donde me decían que me iban a hacer lo mismo que Norman Bates le hizo a Marion Crane. Ahora no me llegan tantas como al principio, pero debo decir que fue bastante grave. Hasta el FBI tuvo que intervenir. Afortunadamente, nunca sucedió nada”, contó en una entrevista de la revista Woman’s World en 1984.
Todo por una muerte en la ficción. Claro que hay muertes y muertes, y la de Marion Crane – el personaje de Leigh - a manos de Norman Bates - Anthony Perkins - bajo la ducha de un oscuro hotel de pasajeros quizás sea la mejor lograda de la historia del cine, tanto que todo el mundo conoce esa escena, aún sin haber visto nunca la película.
Además, esa muerte es una verdadera rareza en la historia del cine, porque a ningún director se le ocurre matar a la protagonista casi al principio de la película. A ninguno salvó al maestro del suspenso, que decidió sorprender al público no solo con la tensión casi insostenible que logró con la trama sino también con ese recurso inesperado.
“Le apuesto lo que quiera a que en una producción corriente hubieran dado a Janet Leigh el otro papel, el de la hermana que investiga, porque no hay costumbre de matar a la estrella en el primer tercio del film. Por mi parte, el asesinato de la estrella era voluntario, ya que de esta manera resultaba todavía más inesperado. Esta es la razón, por otra parte, de que insistiera posteriormente en que no se dejara entrar al público después de comenzado el film, porque los retrasados hubieran esperado ver a Janet Leigh después de que ella abandonara la pantalla con los pies para adelante”, explicó Hitchcock cuando le preguntaron por qué lo había hecho.
“Psicosis”, estrenada un 16 de junio de 1960, ha creado una escuela y un mito a su alrededor. Su ambientación, la música y la manera de desplegar la historia han sido muchas veces imitadas, pero nunca superadas. Paradójicamente, fue una película de bajísimo presupuesto, rodada en blanco y negro, en los tiempos que Hollywood gastaba dinerales para poner a sus estrellas en la pantalla a todo color.
“El film no ha costado más que ochocientos mil dólares y he ahí en lo que consistía la experiencia: ‘¿Puedo hacer un largometraje en las mismas condiciones que un film de televisión?’. Utilicé un equipo de televisión para rodar con mayor rapidez. Sólo hice más lento el ritmo de rodaje en la escena del asesinato bajo la ducha, la escena de la limpieza y una o dos más que señalaban el transcurso del tiempo”, contó Hitchcock.
Secretos bajo la ducha
Desde el momento en que la incluyó en el guion de “Psicosis”, Alfred Hitchcock supo que la escena de la ducha se convertiría en el eje de la película. Por eso no tuvo reparos en dedicarle todo el tiempo necesario para que, a su juicio, quedara perfecta. La rodó entre el 17 y el 23 de diciembre de 1959, con 77 ángulos de cámara, de los cuales quedaron 50 luego de la edición.
La mayoría de las tomas son acercamientos, excepto en los planos que se dirigen a la ducha justo antes y después del asesinato. Según muchos críticos, la combinación de tomas cercanas con una duración corta hace que la secuencia resulte más potente de lo que hubiese sido si las imágenes fuesen presentadas solas o en un ángulo más amplio, lo que las convierte en un ejemplo de la técnica que Hitchcock describió como “transferir la amenaza desde la pantalla a la mente del público”. Lo que quedó dura en total tres minutos, durante los cuales el espectador queda prácticamente sin aliento.
La música de fondo potencia aún más el suspenso. El famoso movimiento con chirridos de violines, violas y violonchelos fue una pieza para cuerdas creada especialmente por el compositor Bernard Herrmann, titulada “El asesinato” (The Murder).
En una encuesta llevada a cabo en Inglaterra, este tema fue votado como el más aterrador en la historia del cine, superando a temas clásicos como “Ave Satani”, de Jerry Goldsmith para la película “La Profecía” (1976), “Samara’s Song”, de Hans Zimmer para la película “La llamada” (2002), el tema de Andrew Lloyd Webber para “El Fantasma de la Opera” (2004) y “Tubular Bells” de Mike Oldfield, que se usó para “El Exorcista” (1973).
Curiosidades de una escena
Esa escena de tres minutos exigió que Janet Leigh pasara horas debajo de la ducha durante los cuatro días que llevó filmar todas las tomas.
Lograr su aparente desnudez en la bañera fue otro problema. “En aquel momento todavía existía el código Hays –una serie de reglas que determinaban qué podía verse y qué no en las producciones estadounidenses–. No estaba permitido enseñar nada. Solo el hecho de salir en ropa interior en la primera escena de la película casi los hizo enloquecer, así que en cuanto grabamos la escena de la ducha me cubrí. Por mucho que la gente crea que vio algo, no vio nada, porque no se podía enseñar en ese momento”, contó Leigh en una entrevista.
Leigh y la diseñadora de vestuario hojearon revistas de strippers para inspirarse para tapar las partes más íntimas de la estrella. Al final encontraron parches de molesquín. Y para los planos más expuestos contrataron a una doble, Marli Renfro, que meses antes había sido una de las conejitas de Playboy.
Para que el grito aterrorizado de Leigh fuera verdadero, Hitchcock utilizó un recurso sorpresivo y cruel. Al filmar ese momento justo, cambió el agua caliente de la ducha por agua fría sin avisarle a la actriz.
La historia de la filmación arroja otros datos curiosos. El sonido del apuñalamiento del cuerpo de la protagonista fue creado clavando el cuchillo en un melón y la sangre fue imitada con jarabe de chocolate de la marca Hershey’s. El actor – en realidad la sombra – que apuñala a Leigh no es Anthony Hopkins porque cuando se filmó esa secuencia estaba ensayando una obra de teatro en Broadway y debió ser reemplazado por Margo Epper.
Que nadie lea esa novela
Hitchcock decidió filmar “Psicosis” luego de leer, durante un viaje por Inglaterra, la novela “Psycho”, del estadounidense Robert Bloch. El texto estaba basado muy libremente en el caso real de Edward Theodore Gein, alias “El carnicero de Plainfield”, un ermitaño de Wisconsin aficionado al asesinato de mujeres, el robo de tumbas y la fabricación casera de objetos con partes de los cadáveres.
El director quedó seducido por esa historia sencilla en la que un hombre solitario regentea un hotel rutero y vive con una madre anciana y enferma. La particular relación de Gein con su madre llegó a las páginas del libro de Bloch y desde allí, a las imágenes y sonidos de “Psicosis”.
Al volver a los Estados Unidos le pidió a Paramount Pictures que adquiriera los derechos de la novela para empezar cuanto antes el rodaje de la adaptación. A la compañía le salió barato: pagó sólo 9.000 dólares gracias a una trampa que le hizo a Bloch: nunca le dijo que el director de la película sería el gran Alfred Hitchcock.
Pero Hitchcock hizo, además, otra cosa que fue clave: encargó a su agente Peggy Robertson que comprara todos los ejemplares disponibles de la novela de Bloch. El objetivo era que cuando el público viera la película no conociera la trama ni el sorprendente y aterrador final de la historia.
El rodaje de “Psicosis” comenzó un 11 de noviembre de 1959 en los estudios Paramount en un absoluto secreto. Los actores tenían prohibido dar entrevistas y tampoco se permitía el acceso a la prensa.
El guion, que Hitchcock le encargó a Joseph Stefano, difería en algunos detalles de la historia original de Bloch. Una de las diferencias más evidentes es el aspecto físico de Norman Bates: mientras en la novela es un tipo calvo, con sobrepeso, miopía, adicto a la pornografía y el ocultismo, en la película se lo muestra como un joven delgado y tímido.
La otra alteración estaba en la famosa escena de la ducha: mientras en la película Marion muere acuchillada, en la novela se sugiere que el asesino la decapita.
Las dos muertes de Janet
“Psicosis” recibió cuatro nominaciones al Oscar en 1961: por Mejor Director, Mejor Actriz de Reparto para Janet Leigh, Mejor Fotografía y Mejor Diseño de Producción. El mismo año, Janet Leigh recibió una nominación para los Globos de Oro. Sin embargo, no obtuvo ninguno de los premios.
El gran éxito fue el económico y se lo embolsó el propio Hitchcock por encima de lo que la Paramount ganó con la película.
Por mucho que se tratase de Alfred Hitchcock y viniera de filmar dos obras maestras como “Vértigo” y “Con la muerte en los talones”, cuando el director presentó un guion donde su protagonista moría a cuchilladas a los 45 minutos de película, la compañía pensó que era una locura.
Para cubrirse, y como condición para producir la película, la Paramount le propuso a Hitchcock que renunciara a los 250.000 dólares que iba a cobrar a cambio de pagarle el 60% de lo que recaudara “Psicosis” en los cines.
Resultó un pésimo cálculo: la película fue la segunda en recaudación de año – solamente superada por la monumental “Espartaco” – y, cuando se hicieron las cuentas, la Paramount tuvo que pagarle 15 millones de dólares.
Aunque su participación en “Psicosis” le dio un espaldarazo enorme a la carrera de Janet Leigh, la actriz debió pagar otro precio, además del trauma que le dejó la escena de la ducha: no pudo volver a filmar con Hitchcock, que le explicó que jamás la volvería a convocar para una de sus películas porque el público había quedado tan desconcertado por el hecho de que la protagonista fuera asesinada repentinamente que hubiera sido un error “resucitarla”.
Para el director de “Psicosis” el personaje Marion Crane y la actriz Janet Leigh habían muerto juntas, en un mismo momento, bajo la ducha más inquietante de la historia del cine. RIP.