“Un actor no es una máquina, por mucho que quieran decir que lo eres”, le dijo Marilyn Monroe al periodista Richard Meryman en la última entrevista que dio apenas unos días antes de que se encontrara su cuerpo sin vida el 5 de agosto de 1962.
“La creatividad -explicó aquella tarde al reportero de la revista Life- empieza por la humanidad. Y los seres humanos, como tales, sienten, sufren”. Por eso, le confesó, le irritaba el descaro de los directores de películas cuando le pedían que llorara, de un momento para el otro, como si eso fuera algo que pudiera hacerse en automático, sin ningún costo emocional. O el menosprecio con que la habían tratado los ejecutivos de las cinematográficas cuando luchaba por conquistar un lugar en el cine. “Quiero decirle a la gente -declaró ante la grabadora de Meryman, la última a la que le hablaría en su vida- si soy una estrella, es porque la gente me hizo una estrella. Ningún estudio, ninguna persona, la gente lo hizo”.
Y ella, que para esa altura ya se había convertido en la mujer más famosa del país -quizás también, en la más criticada, deseada, burlada y admirada- citó a un dramaturgo alemán del siglo XVIII para explicar lo que sentía. “Goethe dijo: ‘El talento se desarrolla en la intimidad’, ¿sabes? Y es realmente cierto -expuso- Hay una necesidad de soledad para un actor, aunque creo que la mayoría de la gente no se da cuenta. Es casi como tener cierto tipo de secretos para ti mismo que dejas que todo el mundo conozca solo por un momento, cuando estás actuando. Pero todo el mundo está siempre tirando de ti. Todos quieren una parte de ti”.
Cuando Meryman le habló acerca del hecho de que se la consideraba una sex symbol, contestó: “Un símbolo sexual se convierte en una cosa. ¡Simplemente odio ser una cosa! Pero si voy a ser el símbolo de algo, prefiero serlo del sexo, que de muchas otras cosas de las que se tienen símbolos”.
Norma Jean, la niña detrás de Marilyn Monroe
Marilyn Monroe nació como Norma Jean Mortensen el 1 de junio de 1926 en Los Ángeles. Fue hija de Gladys Pearl Baker (su apellido de soltera era Monroe) y nunca conoció a su padre. Durante su infancia, vivió en orfanatos y en hogares de familias de bajos recursos que la acogieron a cambio del poco dinero que Gladys podía ofrecerles. Su madre “era una hermosa mujer que nunca sonreía”, según las propias palabras de Marilyn, y no podía criarla debido a sus trastornos psiquiátricos, por los que acabó internada en un hospital.
Durante el período en que Gladys intentó reacomodar su vida, a veces invitaba a Norma Jean a las habitaciones que alquilaba. A pesar de que su madre, en general, le hablaba muy poco, tuvo algunos recuerdos felices asociados a su infancia. Como por ejemplo, el día que quedó encandilada por una fotografía que guardaba Gladys y que, según ella le había dicho, era la foto de su padre.
“Estaba tan emocionada que casi me caigo de la silla -relató Marilyn a Ben Hecht, el escritor con quien redactó su autobiografía, “My Story”- Me sentía tan bien por tener un padre, por poder mirar su foto y saber que le pertenecía. Y qué fotografía tan maravillosa era. Llevaba un sombrero de ala ancha, una sonrisa alegre en los ojos y un bigote fino como el de Clark Gable”. Por eso, cuando la pequeña Norma Jean creó una especie de diario de recortes, lo primero que colocó fue la fotografía de aquel reconocido actor que le recordaba a la imagen de su padre.
Su imaginación y su mundo de fantasías fueron sus mejores amigos, y por ellos descubrió que lo que quería hacer cuando fuera adulta, era actuar. “Cuando tenía cinco años, creo, fue cuando empecé a querer ser actriz. Me encantaba jugar. No me gustaba el mundo que me rodeaba porque era un poco lúgubre, pero me encantaba jugar a las casitas”, contó a Richard Meryman. “Era como si pudieras crear tus propios límites. Podías crear tus propias situaciones y podías fingir. Cuando me enteré de que esto era actuar, dije ‘eso es lo que quiero ser’. Por eso, a pesar de que algunas de sus familias de acogida la mandaban al cine sola y la dejaban allí hasta entrada la noche, ella lo disfrutaba: “Me encantaba todo lo que se movía allí arriba y no me perdía nada de lo que pasaba”.
El mundo real no tenía nada para ofrecerle a Norma Jean. Durante el proceso de creación de “My Story” (alrededor de 1954), le confesó al escritor Ben Hecht que había sufrido abusos sexuales cuando era niña. “En su autobiografía -escribió Christian Casillo en “The public life of a public icon”- Marilyn reveló que por aquel entonces vivía en una pensión. El residente más rico de la casa era un anciano inglés al que ella llamaba ‘Mr. Kimmel’. Una noche, este hombre llamó a Norma Jeane a su habitación y cerró la puerta con llave. ‘Ahora no puedes salir’, le dijo, como si empezara un juego. La abrazó. Ella pataleó y luchó, pero él era más fuerte. No pudo escapar. Mientras la maltrataba, él le susurraba: ‘Sé una buena chica. Sé una buena chica’. Nunca se ha revelado qué le hizo exactamente el Sr. Kimmel a Norma Jeane. A veces ha sido etiquetado como ‘violación’, otras veces como ‘caricias’”.
Quizás por todo lo que aquello haya implicado para ella, Norma Jean tenía claro que no quería estar sola. Por eso, cuando la familia con la que vivía se mudó de ciudad sin ella, contrajo matrimonio con Jim Dougherty, un joven vecino al que apenas conocía. Ella tenía 16 años recién cumplidos, pero de esa forma evitó volver al uniforme azul y blanco de los orfanatos.
Su matrimonio no le trajo felicidad. Tampoco dolor. “Mi marido y yo apenas hablábamos. No era porque estuviéramos enojados, simplemente no teníamos nada que decirnos. Lo más importante que hizo mi matrimonio por mí fue acabar para siempre con mi condición de huérfana. Me sentía agradecida hacia Jim por ello”, contó en su autobiografía.
Cuando la Segunda Guerra Mundial se aproximaba, Dougherty se unió a la Marina y Norma Jean comenzó a trabajar en una fábrica de paracaídas. Durante aquella experiencia laboral, según coinciden sus principales biógrafos, fue descubierta por los fotógrafos que hacían dinero tomado fotos de jovencitas que ayudaran a levantar la moral de las tropas.
Empezó a posar para revistas dirigidas a público masculino, como U.S Camera, Peep, Laff y See, entre otras y se convirtió en una modelo pin-up asociada a la publicidad. Fue parte de campañas de empresas de marketing para servicios y productos, como American Airlines, las píldoras dietéticas Kyron Way, la cerveza Pabst y la loción bronceadora Tar-Tan. En 1945, ya era “la chica más anunciada del mundo”, según la Asociación de Publicidad de Occidente.
Mientras tanto, su esposo quería tener una familia, pero ella consideraba que no estaba lista para convertirse en una madre, ni en una ama de casa. Entonces se divorció y se mudó a una habitación en Hollywood. En su autobiografía, sentenció: “Este es el final de mi historia de Norma Jean. Tenía 19 años y quería averiguar quién era”.
Marilyn Monroe sale a la luz
Con el éxito de sus fotos, Norma Jean cambió su apariencia. El rubio platinado empezó a ser una marca registrada de su nueva carrera. Pero también cambió su nombre. Hay quienes aseguraron, como Joyce Carol Oates (autora de “Blonde”, luego llevada al cine por Netflix), que fue una condición de Ben Lyon, un ejecutivo de 20th Century Fox, quien le impuso aquella transformación de identidad para firmar su primer contrato con la compañía en 1946. Pero ella reconoció, en las entrevistas que aparecen en el documental “Marilyn por Marilyn” que no hubo nada traumático en esto: “Yo quería el apellido Monroe, que era el apellido de soltera de mi madre. Él siempre dijo que yo le recordaba a Jean Harlow o Marilyn Miller. Dijo ‘bueno, Marilyn va mejor con Monroe”.
Tras firmar con Fox, Marilyn dedicó sus primeros seis meses a aprender las artes escénicas. Se formó en actuación, canto y baile. Aunque trabajó incansablemente para superarse, Fox no le daba más que papeles de extra, como en “Dangeroues Years”, en 1946, o en “Scudda Hoo! Scudda Hay!”, donde se la puede vislumbrar fugazmente en una escena al caminar y saludar.
A pesar de su entusiasmo, la productora rescindió su contrato al año siguiente y Marilyn entró en un periodo de sombra y deriva. “Vivía como una vagabunda -relató Christian Casillo- A veces ganaba algo de dinero con sus trabajos como modelo, y otras pasaba largas temporadas entre un trabajo y otro. Muchos días solo podía permitirse una comida”.
En 1949, consiguió un breve contrato en Columbia Pictures, donde finalmente obtuvo su primer papel importante en un musical de serie B, “Ladies of the Chorus”. En esta película cantó y bailó por primera vez en pantalla, (fue muy conocido su número de Every Baby Needs a DaDa-Daddy) y recibió sus primeras críticas de la prensa. Su objetivo se mantenía intacto y quería profesionalizar sus capacidades frente a cámara al máximo, por lo que tomó clases con la entrenadora principal de teatro del estudio, Natasha Lytess.
Al año siguiente, protagonizó tres películas que catapultaron su fama y la posicionaron bajo la mirada del público y la prensa. La primera fue “Love Happy”, una comedia de los Hermanos Marx donde Monroe, en un papel breve, pero memorable, se aleja de Groucho contoneando sus caderas. Luego vinieron “The Asphalt Jungle”, dirigida por John Huston, y “All About Eve”, de Joseph Mankiewicz.
Aquellas películas la llevaron a compartir escena con grandes figuras de Hollywood, como en “Clash by Night”, en 1962, donde actuó Barbara Stanwyck. O en “Monkey Bussiness”, junto a Cary Grant y Ginger Rogers. Las críticas elogiaron sus interpretaciones, reconociendo su talento y potencial. Con este impulso, la carrera de Marilyn Monroe había despegado definitivamente.
Sin embargo, la película más importante para Monroe ese año fue “Don’t Bother to Knock”, su primer papel protagonista. Interpretó a una niñera psicótica, trastornada por la muerte de su prometido en la Segunda Guerra Mundial. Aunque había estudiado mucho con Michael Chekhov desde el otoño de 1951, así como con Lytess, su actuación no terminó de convencer a los críticos, pero ella dijo que era una de sus películas favoritas y creía que había hecho una de sus mejores interpretaciones.
El escándalo del desnudo y la actriz en ascenso
Monroe también había posado para lo que entonces se denominaba eufemísticamente fotografías “artísticas”, que era un código para imágenes de desnudos. Sus fotos más famosas fueron las de una sesión en la que apareció completamente desnuda en 1949, cuando todavía luchaba por sobrevivir como estrella de Hollywood. Aquella sesión se conoció como “Golden Dreams”. Le dieron a Marilyn 50 dólares por ella y se vendió a una empresa de calendarios.
En aquel entonces, las fotos no alcanzaron mayor popularidad, pero a medida que la carrera de Marilyn creció y llegó a la pantalla grande, su público se sorprendió en 1952 al enterarse de que había imágenes de ella, una estrella de cine, desnuda, en paradas de camiones y gasolineras de todo el país. “Monroe admitió que ella era la modelo, declaró que no tenía nada de qué avergonzarse y su fama quedó sellada”, escribió una de sus biógrafas, Sarah Churchwell en “The Many Lives of Marilyn Monroe”.
Sin embargo, un año más tarde, en 1953, el -en ese entonces, principiante- empresario Hugh Hefner compró los negativos a la empresa de calendarios por 500 dólares. “Utilizó ‘Golden Dreams’ para lanzar una nueva revista, Playboy, que prometía por primera vez poner el ‘famoso desnudo de Marilyn Monroe’ a disposición del gran público, que podía simplemente comprarlo en un quiosco -relata Churchwell- Hefner se hizo millonario con la venta de la foto, con la que Monroe nunca ganó más de los 50 dólares que recibió en 1949. Esa foto, y el escándalo que la acompañó, perseguirían a Monroe durante toda su vida”.
Fue ese, sin embargo, el año en que Marilyn tuvo papeles protagónicos en tres películas que fueron éxitos. “Niágara”, “Gentlemen Prefer Blondes” y “How to Marry a Millionare”. Su fama era indiscutida, pero sentía la hostilidad de los directores, que se empeñaban en rebajarla constantemente. “Recuerdo cuando conseguí el papel en ‘Gentlemen Prefer Blondes’. Jane Russell era la morena y yo la rubia. A ella le dieron 200.000 dólares y a mí 500 a la semana”, contó Marilyn en la entrevista con Life. Denunció que ni siquiera le habían dado un camarín. “Finalmente, dije “¡Miren, después de todo, yo soy la rubia, y la película es ‘Gentlemen Prefer Blondes’. Porque aun así siempre me decían: ‘Recuerda, no eres una estrella’. Yo dije: ‘Bueno, sea lo que sea, ¡soy la rubia!’.
Según la revista Time, a finales de 1953 había ganado más dinero para su estudio que cualquier otra actriz de Hollywood. Después de ‘How to Marry a Millionare’, la carrera de Monroe empezaría a dar un giro brusco, y luchó para que le dieran la oportunidad de interpretar un papel que no fuera el de una sexy corista en ciernes.
Ante la resistencia del estudio a modificar su contrato, Marilyn Monroe fundó su propia productora de cine en 1954. Dedicó el año siguiente a consolidar la empresa y comenzó a formarse en el método de actuación de Lee Strasberg en el Actors Studio. Finalmente, en 1955, Fox le ofreció un nuevo contrato que le otorgaba mayor control sobre sus proyectos y un salario más acorde a su ya indiscutido estatus.
Ese año, Marilyn Monroe protagonizó “The Seven Year Itch”, película que se convirtió en un éxito rotundo desde su preestreno. Una de las escenas más icónicas de la historia del cine nació allí: la imagen de Marilyn sobre una rejilla del metro en Manhattan, con su vestido blanco alzándose con el viento. La escena se filmó en exteriores, ante una multitud de personas que se agolparon para ver a la actriz en vivo. En la actualidad, las fotografías de aquella escena son mucho más difundidas que la película en sí.
La eterna pregunta sobre el talento de Marilyn Monroe sigue vigente. Algunos la asumen como un simple ícono sexual sin dotes interpretativas, sin siquiera haber visto sus películas. Sin embargo, en 1956, recibió elogios de la crítica por su actuación en “Bus Stop”, de Joshua Logan, quien declaró: “Por fin me di cuenta de que tenía la oportunidad de trabajar con la mayor artista con la que había trabajado en mi vida, y era Marilyn Monroe. No me lo podía creer”. Los críticos estuvieron de acuerdo y The New York Times declaró: “Agárrense todos a sus sillas y prepárense para una sorpresa estremecedora. Marilyn Monroe por fin ha demostrado su valía como actriz en Bus Stop. Ella y la película son estupendas”.
Marilyn continuó destacándose frente a cámara. Entre sus interpretaciones más aclamadas por la crítica se encuentra la de “Some Like Hot”, en 1959, comedia que le valió un Globo de Oro a la Mejor Actriz y se convirtió en un éxito tanto comercial como de crítica: la revista Variety se refirió a Marilyn como “una comediante con esa combinación de atractivo sexual y sincronización que simplemente no se puede superar”. Su última película completada fue el drama “The Misfits”, en 1961, cuyo guion había sido escrito por su tercer esposo, el dramaturgo Arthur Miller.
Varios años después de su muerte, en 1999, fue incluida en la lista de las 25 grandes leyendas femeninas de cine de todos los tiempos del American Film Institute. Su nombre aparece allí solo después de Katharine Hepburn, Bette Davis, Audrey Hepburn, Ingrid Bergman y Greta Garbo.
La soledad de una diva
“Era la mujer más famosa del mundo. Millones de personas habrían estado encantadas de tener su número de teléfono, comer con ella, hablar con ella, besarla. Sin embargo, se sentía sola. Estaba sola”, señaló su biógrafo Charles Casillo. La actriz tuvo tres matrimonios fallidos. Además de Dougherty, se casó en 1954 con el famoso jugador italiano de béisbol Joe DiMaggio. Pero no toleró la exposición de Marilyn -la anécdota dice que tuvo un ataque de celos durante la filmación de la escena del metro y el vestido blanco de “The Seven Years Itch”, y que interrumpió la grabación con escándalo. Tras 9 meses, la pareja que había enamorado a todo el país y protagonizado todos los titulares se separó..
Dos años más tarde, en 1956, Monroe se casó con el dramaturgo Arthur Miller, buscando un compañero intelectual que la comprendiera y que la viera en la intimidad como algo más que el símbolo sexual que la prensa nunca dejó de darle espectacularidad y al que todos soñaban con poseer. Los primeros años del matrimonio fueron felices. Vivieron en Nueva York, donde se hizo amiga del escritor Truman Capote y se sintió a gusto con el círculo intelectual de su esposo --por esta época, Marilyn era una entusiasta lectora de Joyce, Dostoievski y Hemingway, entre otros clásicos. Pero el matrimonio fracasó luego de los fallidos intentos de Marilyn de quedar embarazada, y los desencuentros a nivel personal que tenía con Miller, de quien, además, sospechaba infidelidades. Se divorciaron en 1961.
La lista de sus amantes probablemente siempre sea una incógnita. La última vez que la actriz se presentó en público fue en una gala en el Madison Square Garden de Nueva York, el 19 de mayo de 1962, donde cantó el famoso “Happy Birthday” al presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. Para entonces, se exacerbaban los rumores sobre su relación con el presidente de Estados Unidos y con su hermano, Robert, el Fiscal General de la Nación. Hay quienes afirman, como Frank A. Capell en “The Strange Death of Marilyn Monroe” o el documental de Netflix de Emma Copper “The Mystery of Marilyn Monroe: The Unheard Tapes” que aquellos vínculos podrían haber estado relacionados con los sucesos que rodearon su muerte.
El cuerpo de Marilyn fue hallado sin vida, en la cama, la mañana del 5 de agosto de 1962, en su casa de Brentwood, California. Aunque la autopsia determinó que la causa de la muerte fue la sobredosis de barbitúricos, las circunstancias que rodeaban su deceso sembraron dudas en la opinión pública. Hasta la fecha, la verdad detrás de su muerte sigue siendo un misterio.
Durante aquella última entrevista con Meryman, había dicho: “Confío en la gente. No creo que el público se vuelva contra mí, al menos no por su propia voluntad. Quizá puedan quedar impresionados por las historias que sobre las estrellas circulan en la prensa, pero creo que cuando el público va a ver una película, al final juzga por sí mismo. Los seres humanos somos criaturas extrañas y aún nos reservamos el derecho de pensar por nosotros mismos”.