“Estoy cansada de defender mi personaje. Soy lo que soy. Lo que ves, es lo que tienes”, dijo a New York Post. La actriz saltó a la fama gracias a su papel de Kimberly Drummond en la exitosa serie de la cadena NBC, que batallaba con sutileza contra el odio racial que todavía se sentía en el aire de Estados Unidos. Fue por ese motivo que marcó un antes y un después en los televidentes pero también en los integrantes de su elenco, especialmente Dana Plato, que mientras trabajó en Blanco y negro gozó de un mega estrellato, convirtiéndose en una de las adolescentes más famosas de la década del 80. Llegó al pináculo del reconocimiento como una estrella infantil pero pronto descubrió que ese mundo de aplausos y halagos tenía más trampas de las que pensaba.
Sus últimos días trató de limpiar su imagen en un programa de radio pero todo se salió de control y terminó siendo señalada por una multitud que ya no la quería como en sus años de oro. Entre tanto desprecio, a sus 34 años no pudo más con su vida: el 8 de mayo de 1999 se suicidó.
Entregada al nacer
Dana Michelle Strain, más conocida como Dana Plato, nació el 7 de noviembre de 1964 en Maywood, California. Cuando abrió los ojos por primera vez sólo fue recibida por su madre biológica, Linda Strain, quien era apenas una adolescente cuando la trajo al mundo. Los primeros meses estuvieron juntas pero la soledad y los miedos de Linda la hicieron tomar una difícil decisión: entregar a Dana en adopción. Así fue como la historia de la futura actriz cambió por completo. Dean Plato, el dueño de una empresa de camiones, y su esposa Florine Kay se hicieron cargo de la pequeña. Allí tomó el cariño de su nueva familia y también su apellido.
Su historia volvería a cambiar cuando sus padres adoptivos decidieron divorciarse. Nuevamente la pequeña Dana, que para ese entonces tenía 3 años, volvía a estar al cuidado de una madre sola. Aunque esta vez el marco y las posibilidades eran diferentes, vivían en el Valle de San Fernando, con un puñado de sueños y mucho amor. Florine le prestó atención al carisma y la belleza de su hija y entendió que podría desempeñarse muy bien en la actuación, los rizos bien armados y la mirada angelical fueron su pase para quedar en varios castings. Y así fue como Dana, desde muy chica, entró al mundo de la televisión, con tan sólo 7 años ya había protagonizado más de 100 comerciales.
A los 11 hizo su debut en la ficción formando parte de El hombre nuclear (1973). La madre de Dana era también su agente: se encargó de que la carrera de la hija tomara un rumbo particular. Para evitar que la pequeña actriz estuviera manchada por películas grotescas o fuera de su estilo, la mujer rechazó la participación de Dana en dos papeles, que otras niñas ocuparon: nada menos que Linda Blair para El exorcista (1973) y Brooke Shields en Niña bonita (1977). Leyenda urbana o no, lo cierto es que Blair también terminaría siendo víctima de una trágica historia.
Año tras año Dana fue escalando en la industria y sus posibilidades fueron en aumento. En 1977 comenzó su camino en la pantalla grande gracias al film Regreso a Boggy Creek (1977), una película de aventuras y suspenso que no tuvo muy buena aceptación en el público. Más allá de la negativa inicial, Dana tuvo revancha con El exorcista; viendo su madre el éxito de la película, dejó de lado sus prejuicios y aceptó que su hija participara en la secuela, El exorcista 2: el hereje (1977). De un modo u otro, había logrado su objetivo, Dana era buscada por los productores y muchos se estaban interesando en su perfil. La chica tenía un futuro brillante por delante; un futuro que no tardaría en opacarse con la sombra de los vicios.
Estrellato y malos hábitos
Tiempo después Dana participó del programa de talentos The Gong Show. Allí se le abrió otra puerta cuando uno de los productores la vio y la recomendó para una serie que estaba preparando la cadena NBC: Diff’rent Strokes, conocida en Latinoamérica como Blanco y negro, ficción en la cual Dana interpretaría a Kimberly Drummond, la hija de un millonario que había adoptado a los hijos de su fallecida ama de llaves. Así cambió su destino para siempre. Junto a la actriz trabajaban los actores Gary Coleman y Todd Bridges, más conocidos por sus papeles de Arnold y Willis. En esa época Plato tenía apenas 14 años y una naciente adicción por el alcohol, la cocaína y la marihuana.
Para la segunda temporada de la serie, a sus 15 años, solía presentarse a trabajar alcoholizada y los productores no sabían cómo ayudarla. Si bien detrás de cámaras demostraba varias falencias, cuando la luz roja se encendía Kimberly enamoraba al público. Su papel dentro del show se fue haciendo cada vez más importante; su rostro delicado acompañado por su sonrisa característica poco a poco se transformó en su marca registrada. Una de las grandes particularidades de la serie fue que en medio de una sociedad americana racista supo permanecer, crecer y dejar una huella que hasta el día de hoy se sigue recordando. Sobre todo la entrañable pregunta de Arnold, “¿De qué estás hablando Willys?”. Tanto Dana como sus compañeros Coleman y Bridge pasaron de ser simples actores a transformarse en estrellas de televisión, a quienes evidentemente les costó demasiado caro lograr manejar semejante responsabilidad.
¿La maldición de Blanco y negro?
Blanco y negro era un sinónimo de buena convivencia a pesar de las diferencias. La serie triunfó en gran parte porque los secretos del set permanecieron ocultos. Posiblemente, si las familias se hubieran enterado de lo que pasaba detrás de cámaras, el rating no hubiese sido el mismo. Hubo abuso de drogas, intentos de suicidio y estafas, pero algo importante que se mantuvo en el tiempo fue la famosa maldición que acompañó a la ficción.
Al parecer todos quedaron prendidos a los papeles de la serie y no pudieron destacarse en otras oportunidades actorales. El resultado de la maldición sentenció a Dana Plato pero también a sus compañeros. Gary Coleman, que interpretaba a Arnold, fue conocido por seguir pareciendo un niño cuando en realidad era un adulto: padecía un problema renal que impedía su crecimiento, y el pequeño gran actor falleció a los 42 años. Todd Bridges, quien hacía de Willis, tuvo que pasar por un infierno por culpa de un manager pedófilo; basándose en esas vivencias, tuvo problemas con el alcohol y las drogas; cuando se le cerró la puerta de la actuación, se le abrió la puerta de la cárcel. Las desgracias llevaron a todos los del elenco hacia sus peores destinos, y Dana Plato y su familia no iban a ser ajenos a la maldición.
Cuando la cámara se apagaba
Mientras los hogares de Estados Unidos veían a una típica adolescente sonriente, la realidad indicaba otra cosa totalmente diferente: Dana era una chica depresiva, triste e insegura. Si bien gozó de la fama, la verdad fue que siempre transitó el lado B del espectáculo. El abandono, la soledad y los problemas con su madre, lastimaron su psiquis hasta dejarla muy débil, y terminar en el camino de las drogas y el alcohol. A sus 14 años experimentó su primera sobredosis con Valium.
Dana y sus hermanos adoptivos de la serie estuvieron conectados desde el inicio por ese mismo motivo hubo rumores donde se comentaba que ella tenía un romance con Bridges. Lo que parecía ser sólo un chisme terminó siendo verdad, y si bien ellos prefirieron mantenerlo en secreto, Bridges lo confirmó en su autobiografía titulada Matando a Willis, “Dana y yo éramos muy unidos. Todo lo que hacíamos juntos tenía algo de inocente; éramos dos buenos amigos ansiosos por tener experiencias locas. Dana podía tener días de fiestas más extremos pero todo se puso más oscuro para los dos cuando se terminó el programa”. Al escribir esto Bridges realmente no exageraba; oscuros tiempos se estaban acercando.
El principio del fin
El año 1984 sería inolvidable para Dana: a sus 18 años mientras estaba programando la séptima temporada de Blanco y negro, quedó embarazada del guitarrista Lanny Lambert. La actriz entendió que se le acercaba un problema e intentó solucionarlo, habló con su jefes y les propuso involucrar su embarazo en la trama pero los productores no lo concibieron. Su papel de niña mimada y millonaria no podía traer semejante giro. Así fue que la única forma de solucionarlo fue un fugaz viaje de estudios a París. Los televidentes la esperaron pero con el paso de los capítulos se terminaron olvidando de Kimberly. Conrad Bain, quien interpretaba al padre de la familia, habló con ella antes de que la sacaran, pero Dana le dijo que estaba emocionada por convertirse en madre, y que cuando tuviera al bebé nunca más volvería a estar sola. Lo más triste es que la actriz, con ese pensamiento, llegó hasta lo más profundo de la depresión e incluso terminó arrastrando a su hijo al mismo destino.
Ese mismo año en que quedó embarazada se casó con Lambert y, a mediados de 1984, nació su hijo Tyler. Los primeros meses disfrutó de su maternidad pero con el paso del tiempo sintió que debía volver al ruedo. Al salir a la búsqueda de nuevos papeles, se topó con que nadie quería trabajar con ella, y así fue como a sólo cuatro años de haber dado el “sí”, se separó de Lambert y perdió la custodia de su hijo, por culpa de sus adicciones.
Mientras intentaba recuperarse, la muerte de su madre se sumó como una herida más. Su trabajo y su reconocimiento ya no existían; su maternidad era una constante lucha personal; y su familia seguía desapareciendo. Nuevamente rodeada por la soledad buscó una solución en la revista Playboy, posó desnuda y logró que se hablara de ella. A la par aceptó algunos papeles secundarios en películas de bajo presupuesto, como Sospechoso de asesinato (1989). Sin embargo, todavía le quedaban varios obstáculos a su vida.
Del plató a la cárcel
Sus dificultades económicas fueron cada vez mayores, sobre todo cuando su representante se fugó con buena parte de sus ahorros y la dejó en la ruina. Sin nada más que perder, Dana viajó a Las Vegas para buscar nuevas oportunidades y terminó trabajando en una lavandería. El sueldo era muy bajo y las deudas muy altas, pero lo que más la seguía comprometiendo eran sus adicciones. Sin querer, la actriz volvió a ocupar las tapas de los diarios pero no como esperaba. En 1991 fue arrestada por robar un videoclub con una pistola de aire comprimido; había robado 164 dólares. El empleado del local la reconoció al instante, cuando llamó al 911 dijo, “Me acaba de robar la joven que hacía de Kimberly en Blanco y negro”. Dana fue detenida, y al instante la noticia conmocionó a toda la opinión pública. Y así fue como Wayne Newton, un animador de Las Vegas, pagó una fianza de 13 mil dólares y logró devolverle su libertad, aunque la misma fue condicional.
En enero de 1992, la rubia volvió hasta tras las rejas luego de falsificar una receta para conseguir Diazepam. Luego de 30 días encerrada, entró en un programa de rehabilitación de drogas e intentó rehacer su vida, y volvió a actuar… sólo que de un modo muy particular.
Una chica triple X
Fue una de las primeras actrices en protagonizar un videojuego. Si bien Night Trap no tuvo el éxito que esperaban, se lo considera como el primer eslabón de un ciclo increíble que luego le abrió el camino a Mortal Kombat. Mientras la rehabilitación le ofrecía más oportunidades a Dana, la vida le acercó a su madre biológica. La televisión se alimentó de ese momento y su primer encuentro fue televisado. La relación continuó por un tiempo y luego de asimilar su pasado la actriz dijo que había sido un tiempo maravilloso pero breve. Plato había trabajado en casi todos los formatos posibles: series, televisión, cine, videojuegos y revistas. Claramente era una persona que no tenía problemas con el trabajo, fue por eso que no rechazó la oportunidad de hacer películas para adultos.
Dana trató de aplacar sus deudas con su incursión en el porno soft. Si bien ya había trabajado en Compelling Evidence (1996), y apareció desnuda en Prime Suspect, su papel más jugado fue en Different Strokes: The Story of Jack and Jill...and Jill (1998) en la que interpretó una lesbiana. Tratando de encontrar nuevamente su norte fue que halló su final.
Sus últimas horas
Dana volvió a creer en el amor y se juntó con Robert Menchaca, que le ofreció una vida más austera y ella aceptó. Su último tiempo vivió entre la tranquilidad de la simpleza, ya que la pareja se desplazaba y convivía en una casa rodante. Se llevaban bien aunque ella seguía luchando con los fantasmas del pasado. Su trabajo era variable, cada tanto la llamaban para trabajar en películas eróticas pero nada en lo que pudiera destacarse.
Su final comenzó a hacerse visible en marzo de 1999, cuando Dana fue defenestrada públicamente por Jennifer Wejbe, una excompañera de cuarto en Los Ángeles. La mujer la acusaba de haberle robado plata, advertía que nunca había dejado de consumir cocaína y que vivía en medio de una pila de platos sucios. También contó que mendigaba en Hollywood. Cuando Dana se enteró se presentó en el programa de radio de Howard Stern para hacer su descargo, contar la verdad y lavar su imagen pero al parecer la maldición de Blanco y negro todavía la seguía complicando. Si bien reconoció su pasado oscuro, afirmó que hacía años que se encontraba limpia de drogas y alcohol. Los oyentes comenzaron a llamar al programa pero no para apoyarla sino todo lo contrario. Plato trató de frenar los dichos de la gente ofreciéndose a hacerse un análisis para demostrar que no mentía, aunque se terminó retirando entre medio de enojos y gritos. Así pasó su ante último día con vida: renegando de la vida que había llevado.
El final
Al día siguiente Dana y su pareja emprendieron un viaje rumbo a Los Ángeles. Al ser 8 de mayo, un día festivo por el Día de la Madre en los Estados Unidos, se acercaron hasta Moore en Oklahoma para saludar a la madre de Robert. Durante la reunión Dana se retiró para acostarse en la cama de su casa rodante. A los minutos estaba muerta. La autopsia reveló que había ingerido calmantes y un relajante muscular muy fuerte, su pareja Robert Menchaca le dijo a la policía que Dana se sentía mal y tomó Lortab y Valium antes de quedarse dormida. Su muerte fue en principio tratada como un accidente pero terminó siendo declarada como un suicidio. Ante ese final todos apuntaron en contra de Stern y su programa de radio, pero él negó que la entrevista hubiese contribuido a la muerte de la actriz.
Las pruebas de laboratorio revelaron concentraciones mortales de los poderosos medicamentos carisoprodol e hydrocodone acetaminofén en su torrente sanguíneo. El cuerpo de Dana Plato fue incinerado días después pero su historia no iba a quedar ahí. En una de sus últimas entrevistas, dijo en tono de chiste, “Posé desnuda para Playboy. Gary está demandando a sus padres. Todd fue arrestado. Ese Drummond sí que fue un pésimo padre”, haciendo alusión a los personajes de la serie.
La muerte de la actriz no sólo impactó a la industria del entretenimiento sino también a su familia. Siete años después se volvió a hablar de ella cuando su hijo Tyler Lambert acusó a Robert Menchaca de contribuir a la muerte de su madre, por no haberle dado inmediatamente asistencia médica. Según Tyler la última pareja de Dana había hecho abandono de persona. Tyler nunca pudo superar la prematura muerte de su madre y siguió sus pasos, como si la maldición hubiese pasado de generación: en 2010 y con tan sólo 25 años, el hijo de Dana Plato se suicidó de un disparo a la cabeza, dos días antes del aniversario número 11 de la muerte de su madre.