Christina Hendricks, la voluptuosa pelirroja de la serie de culto Mad Men (2007-2015), que la hizo mundialmente famosa, se casó por segundas nupcias en abril pasado con George Bianchini, un camarógrafo de Good Girls (2020) donde compartieron sets. La boda celebrada en Nueva Orleans, la ciudad que fue el punto intermedio de encuentro de la pareja cuando vivía en distintas puntas de Estados Unidos, fue más especial que ostentosa. La cita para los invitados fue en el salón de la Casa Napoleón, un lugar emblemático del Barrio francés de la ciudad. El lugar, que fue residencia del alcalde Nicholas Girod y que había sido ofrecido por éste como refugio para Napoleón Bonaparte - algo que nunca se concretó-, sedujo a los novios por su combinación de clásicos estilos europeos y cubanos y cierta atmósfera decadente, de paredes descascaradas.
El vestido de la actriz que volvió a dar el sí a punto de cumplir 49 años, estuvo a tono con el ambiente vintage, que eligió un vestido blanco de encaje de cuello alto y una falda vaporosa de tres capas, de la firma británica Katya Katya y lució el pelo largo y suelto con un velo sujeto sobre su pelo como una vincha. En las manos, llevó un gran ramo de flores. Hendricks estaba tan feliz con su vestido, que confesó que cuando se hizo la primera prueba lloró de emoción. “Es que era demasiado hermoso”, le contó a People.
La celebración de la boda duró tres días para los invitados. Arrancó con un cóctel de bienvenida, en una mansión en la propiedad de Soniat House, seguido de un tour de fantasmas por el Barrio Francés. Este recorrido nocturno por la ciudad tuvo por finalidad que los invitados conocieran el lugar y tomaran confianza entre sí, como una forma de “romper el hielo”. La pareja usó de base la mansión para descansar y prepararse para los distintos eventos. También la actriz contó que el salón de la Casa Bonaparte fue decorado con abundantes flores frescas.
Entre los 76 invitados, estuvieron presentes el creador de Mad Men, Matthew Weiner, el actor Bryan Batt, el diseñador de moda Christian Siriano, que hizo el vestido del cóctel y las ex coprotagonistas de Good Girls, Retta y Mae Whitman. El número de invitados fue para Hendricks y Bianchini el número ideal. “Parecía la cantidad adecuada para que pudiéramos abrazar y visitar a todos y no sentirnos abrumados”, explicó a People.
La relación con Bianchini comenzó en el set en 2020, un año después de su separación de Geoffrey Arend, con quien estuvo casada a lo largo de 12 años. Esa relación concluyó en buenos términos. No tuvieron hijos. Solo quedaron unidos por sus perros. “Hoy damos nuestro siguiente paso juntos, pero por caminos separados. Siempre estaremos agradecidos por el amor que hemos compartido y siempre estaremos trabajando juntos para criar a nuestros preciosos perros”, dijo en un comunicado en redes sociales. La actriz ya había compartido en algunas notas que no tenía instinto maternal.
Esa pelirroja debilidad
Hace casi 10 años, la pelirroja, que originalmente es rubia, se despidió de Joan Holloway, el personaje inolvidable e influyente de una serie que recreó los lujos, excesos y problemáticas de los años 60s en una pantalla nublada por el humo del cigarrillo, de hombres que bebían whisky en la oficina a toda hora.
Las mujeres, como Joan Holloway, la jefa de las secretarias de la agencia de publicidad llegaba a la oficina de punta en blanco. El vestuario retro de la serie fue sumamente inspirador. También lo fueron las curvas de Hendricks, no se hablaba de su personaje más que de ello. Según un estudio realizado por cirujanos plásticos del Reino Unido, publicado por The Telegraph, los implantes mamarios habían aumentado en un 10 por ciento por su influencia, entre otras razones, En esos tiempos, se la elogiaba por representar una mujer con formas y no tan delgada, algo que dominaba en esa época (y en la actualidad). Sin embargo, a ella poco le interesaba ese lugar de referencia cuando se omitía cualquier tipo de crítica sobre su calidad actoral. “Estaba matándome con mi trabajo y la gente solo hablaba de mi cuerpo”, dijo en una entrevista concedida a GQ. Las palabras elogiosas sobre su belleza y su voluptuoso cuerpo, comparado con el de Marilyn Monroe, lejos de proporcionarle satisfacción le trajo descontento. Buscaba reconocimiento, que tuvo al ser nominada seis veces a los premios Emmy como mejor actriz secundaria.
Si bien la actriz consiguió muy buenos roles, después de su trabajo en Mad Men, como Another Period y Hap and Leonard, solo tiene palabras de agradecimiento para esa serie a la que alguna vez llamó “el amor de su vida”, aquella que cambió todo y le abrió las puertas a un mundo soñado, que le permitió trabajar con los actores y directores que siempre quiso. “Estoy profundamente orgullosa de ella. Estoy tan agradecida… Sé lo afortunada que fui”, expresó en una entrevista con El País. Se la podrá ver en otras series, también en clave retro, pero para quienes vieron la serie dirigida por Matthew Weiner y protagonizada por John Hamm como Don Draper, ella siempre será Joan, esa secretaria reservada y con confianza en sí misma, cuyo personaje fue creciendo y evolucionando a lo largo de las temporadas, junto con Peggy Olson (Elizabeth Moss), la primera redactora de la agencia Sterling Cooper.
Modelo de manos
Antes de ser una actriz hiper famosa, la estrella de Mad Men fue modelo publicitaria. Uno de los trabajos que hizo que recorrió el mundo y se desconoce que ella estuvo ahí es el afiche de la película multipremiada Belleza Americana (1999). Fue modelo de manos. Contó que la mano delicada que sostiene una rosa es de ella, pero el cuerpo debajo de la mano no es el de ella, sino de otra modelo. Cuando la estrella pasó por The Rich Eisen Show lo contó con lujo de detalle. “Solía ser modelo, y uno de los trabajos que conseguí fue ir a filmar un cartel de película”, relató Hendricks. “No tenía idea de qué era la película. Éramos dos modelos. Hicimos diferentes versiones de su mano, su estómago, mi estómago, su mano, mi mano y ambos. Mi mano entró y su estómago entró”. Además de tener una mano hermosa, también supo moverla con gracia. “Yo era bailarina de ballet, así que supongo que sé mover las manos de manera elegante. Probablemente me pagaron 100 dólares, o algo parecido. ¡Estaba encantada con tener un trabajo! No sabía que iba a ser American Beauty!”, exclamó.
Su debut como actriz tuvo lugar en la película Sorority, una ficción que no pasó por el cine sino fue directo a la pantalla chica. Allí trabajó junto a January Jones. Después de 8 años ambas volvieron a formar parte de un mismo reparto. January como Betty, la primera mujer de Don, cuya belleza fue comparada con la de la princesa Grace Kelly.
Este año Christina se sumó a la tercera temporada de Hacks, junto otras reconocidas figuras como Helen Hunt (Mejor Imposible ) y Christopher Lloyd (Volver al Futuro). La serie de Max Original, que conquistó varios premios Emmy promete capítulos que mantengan a esta serie en el podio de las comedias, con situaciones imprevisibles y divertidas. Se podrá ver a Christina a partir de este mes. La tercera temporada ya está de estreno.