Engaño, persecución y huida a la Argentina: la increíble historia del primer matrimonio igualitario del siglo XX

El 8 de junio de 1901, en La Coruña, España, un sacerdote celebró un casamiento más entre un hombre y una mujer. Sin embargo, cuando se supo que eran dos mujeres, se desató un escándalo. La pareja -que tenía una hija- viajó a la Argentina. La decisión que tomaron en Buenos Aires, el descubrimiento del engaño y la reivindicación oficial más de un siglo después

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La fotografía de José Sellier
La fotografía de José Sellier con Marcela Gracia Ibeas y "Mario Sánchez" (en realidad Elisa Sánchez Loriga) luego de su boda el 8 de junio de 1901 en La Coruña, Galicia, España

La Coruña, sábado 8 de junio de 1901, un día normal en la ciudad gallega. Son las 7:30 de la mañana, todavía no hace calor y las personas comienzan su día en la ciudad costera. En la parroquia de San Xurxo (Jorge), el cura, Don Víctor Cortiella, acaba de celebrar el matrimonio de Marcela Gracia Ibeas y Mario Sánchez. Mario era un converso del ateísmo y fue bautizado en esa misma parroquia unos días antes por el mismo párroco que celebró su casamiento. El papá de Mario era inglés y “hereje” (en verdad era anglicano, pero para la época era un hereje) y nunca supo explicarle religión a su hijo dado que la madre había fallecido al morir éste. Fueron testigos del matrimonio don Miguel Hermida y doña Ricarda Fuentes. Solo ellos cuatro y el sr. Cura párroco estuvieron allí, no más. Luego, salieron los cuatro hacia el estudio fotográfico de José Sellier, un francés que se había afincado en la ciudad, para hacerse una foto de rigor como marido y mujer. Después fueron a desayunar, y cada uno a su trabajo, así era la vida de aquel entonces. La noche de bodas fue en la pensión Corcubión, de la calle de San Andrés. El domingo, el flamante matrimonio paseó por la ciudad como si nada y luego cruzaron la frontera con Portugal.

Hasta acá todo normal y común para la época, una historia más de los miles de historias de amor de principios del S. XX. Pero no todo era lo que parecía. En el templo parroquia de san Xurxo (Jorge). el Sr. Cura párroco don Víctor Cortiella había oficiado el primer y único matrimonio igualitario por iglesia de toda España (y del mundo de aquel entonces). Mario Sánchez era en verdad una mujer y se llamaba Elisa Sánchez Loriga.

Vamos al principio. Marcela, de dieciocho años, y Elisa, de veintitrés, se conocieron en 1885 en la Escuela Normal de Maestras de La Coruña, Galicia, donde se formaban las futuras profesoras de enseñanza primaria. Las jóvenes no tardaron en forjar una amistad que pronto devendría -en palabras de Manuel Rivas, autor del prólogo de “Elisa y Marcela. Más allá de los hombres”, del investigador Narciso de Gabriel- en “una de las más extraordinarias historias de amor de todos los tiempos”. Debemos ubicarnos en tiempo y lugar. La España de aquella época era ultracatólica, monárquica y conservadora. La monacal región de Galicia era el corazón de todo ese estilo de vida donde latía y ondeaba sobre el horizonte la catedral de Santiago Apóstol, cual torre de vigía de la hispanidad católica.

A medida que la relación se consolidaba, también crecían las sospechas y luego de que llegara a sus oídos los rumores y temeroso de un posible escándalo, el padre de Marcela, capitán del Ejército, resolvió enviar a su hija bien lejos. En concreto, a un internado en Madrid. Lo cierto es que los 600 kilómetros que separaban la ciudad costera gallega de la capital no fueron suficientes para bajar la intensidad de aquel vínculo. Al cabo de cuatro meses, y habiendo culminado sus estudios, se reencontraron en su Galicia natal cuando Elisa fue destinada como profesora interina en la pequeña parroquia de Couso. Muy cerca, en la aldea de Calo, se instaló Marcela, ya como maestra superior.

Marcela y Elisa, fotografiadas luego
Marcela y Elisa, fotografiadas luego de ser detenidas en Portugal

Este amor prohibido duró diez años. Aunque separadas por 30 km de un pueblo al otro (5 horas a pie), se las arreglaban para verse, sin levantar sospechas ni nada de eso. Encuentros por estudios, excursiones y demás artilugios que tuvieron que inventar para poder verse furtivamente, sobre todo en el punto medio entre ambos pueblos, la ciudad de Santiago. Ahí era más fácil perderse entre la gente, para que los encuentros no generaran sospechas.

Marcela, a pesar de estar enamorada de Elisa, quedó embarazada de un joven del pueblo cercano de Dumbría, un tal Adolfo Sánchez. Pero el amor verdadero era más fuerte y con Elisa decidieron pergeñar un engaño. En el día de su boda Marcela vestía un largo vestido negro bordado con canutillos, lo que disimulaba aún más su incipiente embarazo, y en la cabeza llevaba una peineta de la que colgaba una mantilla de encaje negra que le caía hasta la cintura. Mario/Elisa lucía un traje oscuro con chaleco, camisa blanca y el pelo cortado a lo chico con raya a la izquierda. Y como vimos hubo boda.

Como dijimos más arriba, tomaron un diligencia hacia Portugal, y recién ahí fue donde una vecina notó el parecido de Mario con Elisa, a lo que Marcela le respondió: “No, señora, es un primo suyo que se le parece mucho”. Las maestras vivieron como marido y mujer durante dos meses en Oporto, hasta el 16 de agosto de 1901. Mientras tanto, en España, la cosa se estaba poniendo turbia, porque si bien Marcela se había casado con Mario, ¿Dónde estaba Elisa? Y lo raro es que siendo tan amigas la una de la otra, al irse Marcela, Elisa también desapareció de la faz de la tierra. Y ahí comenzaron las sospechas. Al final, todo el ardid salió a la luz

Primero en Galicia y luego en toda España y el Portugal el escándalo corrió como reguero de pólvora. “Me engañó diciéndome que iba a casarse porque había dejado encinta a la joven con la que convivía”, se lamentaba el padrino en las páginas del diario La Voz de Galicia, cuando días después se descubrió que se había celebrado, como tituló el periódico coruñés, “un matrimonio sin hombre”.

La portada de "La Voz
La portada de "La Voz de Galicia" cuando se desató el escándalo en España, con el título "Un matrimonio sin hombre"

El 18 de agosto de 1901, a petición de la policía española, fueron detenidas y encarceladas. Las liberaron 13 días después, porque un movimiento solidario liderado por activistas portuguesas exigió su libertad. Además, se realizaron varias colectas públicas para ayudarlas económicamente. En Portugal, Marcela dio a luz a una niña. María Enriqueta Sánchez nació el día de Reyes de 1902. Fue, dijeron, una niña “bonita y fuerte”. No se sabe con certeza si el parto tuvo lugar en el mismo Hotel Gibraltar donde las dos mujeres residían.

El pobre cura párroco fue sancionado. Marcela y Elisa fueron excomulgadas de la Iglesia católica según bula del arzobispo de Santiago Don José María Martín de Herrera y de la Iglesia y el decreto fue leído en todas las parroquias no solo de Galicia, ¡sino de toda España! Por supuesto que el ministerio de educación les revocó las licencias para enseñar y fueron despedidas de sus trabajos.

Dado que la vida en la península era imposible, hicieron lo que muchos en esa época: se embarcaron para Argentina. Pero tuvieron la precaución de viajar por separado. Elisa lo hizo primero. Pasados tres meses, la siguieron Marcela y su hija.

Al llegar, Marcela adoptó el nombre de Carmen y Elisa el de María. Ya no eran dos sino tres las mujeres que huían y debían alimentarse. Cualquier trabajo honesto era bienvenido. Por el día, Marcela limpiaba casas y por la noche se dedicaba a coser. El dinero no alcanzaba para las tres, y Elisa se casó con un danés 25 años mayor que ella, de nombre Christian Jensen. Era comerciante y puntal de la comunidad danesa en Buenos Aires. Pero la cosa no funcionaba bien en este matrimonio. Elisa le dijo a Christian que tenía una hermana viuda y una sobrina, y que deseaba darle un mano, dado que están desamparadas. Grave error. Christian se dió cuenta del engaño y le pidió a las autoridades la nulidad del matrimonio. No había divorcio en aquella época, solo separaciones, pero, por algún motivo, el juez, debido a las pruebas presentadas por Christian, declaró nulo el matrimonio.

Ambas siguieron viviendo en Buenos Aires, pero no se supo mucho más de la vida de estas mujeres, que -aunque a través de un engaño- llegaron a ser el primer matrimonio igualitario del S. XX. Algunos dicen que Elisa murió a los 58 años; y otros que María Enriqueta ingresó a un convento de clausura en esta ciudad de Buenos Aires. Pero la verdad se perdió en el tiempo por falta de datos fehacientes.

En 2018, La Coruña le
En 2018, La Coruña le puso el nombre Marcela y Elisa a una cortada de la ciudad

El 9 de junio de 2018, en la ciudad de la Coruña, en el barrio de San Roque de Afuera, cerca de la plaza de Náutica, se inauguró la calle “Elisa y Marcela”. Para el alcalde de la ciudad gallega, Xulio Ferreiro, las dos mujeres recordaban que “la pluralidad y la diversidad son una riqueza en esta ciudad” y señaló que merecían la calle por el contexto en que lucharo. Además, evocó la importancia de las mujeres en la ciudad, aludiendo a María Pita, Rosalía, Isabel Zendal o Pardo Bazán. Esta última escribía en 1901, un mes después de la boda de las dos mujeres, en el diario “La ilustración Artística” : “…Ni el caballero de Eon, ni siquiera aquella doña Feliciana Enríquez de Guzmán, que se disfrazó de hombre para seguir al campamento al galán de quien estaba enamorada, le ponen la ceniza en la frente a la maestra de escuela de Calo, con su completo de paño obscuro, su corbata torera, su sombrero flexible y su tipo de muchacho.”

Cien años después, el mundo cambió. Y estas dos mujeres que lucharon por su amor, se ven reivindicadas en una calle en la ciudad que las vio casarse, y así convirtiéndose en el primer matrimonio igualitario del S. XX.

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