Un viernes por la mañana Jennifer dejó a sus cinco hijos en el colegio New Cane Country Day School y desapareció para siempre. Ninguno de ellos volvió a verla jamás.
Desde ese 24 de mayo de 2019 en la vida de esos chicos pasó de todo: crecieron con su ausencia insoportable, tuvieron que mudarse a vivir con su abuela de más de 80 años, soportaron los horribles detalles que se fueron dando a conocer del caso en los medios, perdieron también a su padre trágicamente y debieron aceptar que un juez les dijera, en octubre del 2023, que su mamá estaba muerta. Que la inmensa cantidad de sangre derramada le pertenecía y que eso era suficiente para corroborarlo.
Hoy, contaremos la historia de Jennifer Farber, aunque paradójicamente sea más conocida con el siniestro apellido de su ex marido: Jennifer Dulos.
El exitoso griego, una mansión y cinco hijos
Los padres de Jennifer eran gente poderosa y muy bien conectada en los Estados Unidos. Su padre Hilliard Farber era banquero y filántropo. Su madre Gloria Ortenberg pertenecía a una influyente familia vinculada al mundo fashion. El tío de Jennifer, Arthur había fundado con su mujer Elizabeth Claiborne la reconocida empresa de ropa: Liz Claiborne.
Jennifer llegó al mundo después de su hermana mayor Melissa, el 27 de septiembre de 1968 en Nueva York. Vivió una infancia acomodada y tranquila. Después del secundario se graduó en la Universidad Brown y realizó una maestría en escritura en la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York. Las cosas marchaban muy bien para la familia Farber.
Fotis Dulos nació en Atenas, Grecia, el 6 de agosto de 1967, y pasó allí su adolescencia. Llegó a los Estados Unidos en 1986, con 19 años. La casualidad lo llevó a estudiar también en la Universidad Brown. Luego, hizo una maestría en Finanzas en la Columbia Business School. A los 33 años se casó con una graduada de la misma universidad: Hilary Vanessa Aldama. El matrimonio no duró nada y cuatro años después ya estaban divorciados. Ese mismo año fundó su propia empresa de bienes raíces que arrancó con éxito. Se especializó en inmuebles de lujo. Antes de separarse de su primera esposa, Fotis Dulos ya había empezado a escribirse mails con otra ex compañera de la universidad: Jennifer Farber. No se sabe si el romance comenzó estando él casado, pero lo cierto es que un mes después de separarse el empresario de origen griego y Jennifer Farber se casaron.
Era pleno verano, agosto de 2004.
Sin ningún problema económico, la familia Dulos creció con rapidez. Jennifer en tres embarazos se convirtió en madre de cinco hijos. Los primeros mellizos, Petros y Theodore, llegaron al mundo el 20 de abril de 2006 con cuatro minutos de diferencia. Luego, vinieron otros mellizos Constantino y Christiane. Y, por último, la menor de la troupe, Cleopatra Noelle.
Jennifer era dueña de una agenda ocupada, pero también tenía mucha ayuda, empleados y niñeras. Despuntaba el vicio de su profesión escribiendo para la plataforma de noticias e historias Patch.com, con sede en Manhattan, y manejaba además su propio blog.
Unos años después, en 2012, los Dulos se mudaron a una mansión en Farmington, Connecticut. Fotis la había construido con su compañía Fore Group, en 2011, especialmente para la familia. Mil metros cuadrados cubiertos edificados en tres plantas, en un terreno de una hectárea. Tenía seis dormitorios, siete baños, una cocina gigante con tres hornos y cuatro heladeras más una bodega, además de gimnasio, sala de teatro, cuatro enormes chimeneas de madera, un ascensor y, por supuesto, un gran generador eléctrico. Las pocas fotos que hay publicadas de ellos (tengamos en cuenta que a más poder menos exhibición y más restricciones legales para preservar a los chicos) muestran a una familia, bella, sonriente y con una vida de privilegios.
Olfato femenino
Fue en el mismo año en que se mudaron a la gran casa de sus sueños que, en su propio blog, Jennifer comenzó a mencionar problemas en su pareja. Se quejaba de que ella y Fotis estaban viviendo una vida cada vez más independiente el uno del otro. Distraídos y ocupados con la crianza de los chicos el mundo intrafamiliar siguió rodando, pero no mejoró.
Más bien empeoró.
En septiembre de 2012 tomaron una niñera llamada Lauren Almeida que estudiaba psicología. Comenzó trabajando los fines de semana y, poco a poco, empezó a participar de todos los eventos con los chicos. Cuando se graduó, en mayo de 2013, Jennifer le ofreció que trabajara para la familia full time. Aceptó. Trabajaría de lunes a viernes medio día y los sábados jornada completa. Lauren prácticamente sabía todo lo que pasaba en la familia. Al comienzo, contó Lauren, la relación entre la pareja era amable y normal. Ella no era la única que trabajaba para ellos, pero era la mano derecha de Jennifer sin lugar a dudas. Incluso viajaba de vacaciones con la familia a todos lados: St. Barth en el Caribe, al las playas de la Florida, a Grecia en varias oportunidades, a esquiar a Aspen…
Fue Lauren quien contó que la relación de los chicos con su padre era bastante más distante y exigente en lo deportivo que con su madre que era una persona muy suave y comprensiva.
Al tiempo Fotis le ofreció a Lauren que trabajara en su empresa Fore Group. Sería un desafío, así que Lauren aceptó y comenzó a dividir su tiempo entre cuidar a los chicos y los trabajos en la constructora/inmobiliaria.
En marzo de 2017, se fueron todos dos semanas de vacaciones con Lauren incluida. Primero se instalaron en Aspen, Colorado, en una casa del padre de Jennifer. Esquiaron durante toda la semana, los chicos eran excelentes deportistas. Una de esas noches hubo una fea discusión: Fotis pretendía llevar a sus hijos varones de 11 años a un club nocturno. Jennifer se espantó. Luego, volaron hacia las playas de Miami, donde se les unió Gloria, la madre de Jennifer. Se alojaron en el hotel W. Ahí los menores practicaron esquí acuático. Fue en esa semana que Jennifer habló con Lauren y con su madre de su relación resquebrajada con Fotis: les contó que sospechaba que él mantenía una relación con una colega.
A la vuelta lo habría confirmado y, a mediados de 2017, Jennifer le pidió formalmente el divorcio a su marido. Terminó alquilando una gran casona en New Canaan, a 113 kilómetros de allí, a dónde se mudó con sus hijos. Lauren siguió trabajando con ella.
Jennifer no anduvo con vueltas y pidió a la justicia la custodia total de sus cinco chicos. Esgrimió motivos serios: temía represalias físicas de su ex marido y aseguró que él tenía una aventura con una empleada y colega de origen venezolano, llamada Michelle Troconis. Su olfato no le fallaba en lo más mínimo.
Hablemos un poco de esa mujer llamada Michelle, quien se describía a sí misma como una cofundadora de equinoterapias en diferentes partes del mundo. También decía haber tenido una productora de televisión en la Argentina y mencionaba haber trabajado en un importante canal de deportes norteamericano. En 2007 Michelle había tenido una hija con un reconocido esquiador argentino llamado Gastón Begue. Luego, se había ido a vivir a Miami donde en el año 2013 se casó con un venezolano llamado Paul Enrique Giménez de quien se divorció en 2016. Justo cuando empezó a trabajar en la exitosa empresa inmobiliaria y constructora de Fotis Dulos.
Poco después habría comenzado el romance fatal.
Odiar demasiado
Jennifer contó que durante el proceso de separación Fotis se volvió cada vez más agresivo. Aseguró ante la justicia que él mostraba una conducta “irracional, insegura, amenazante y controladora”. Manifestó no solo estar preocupada por su seguridad sino también por la de sus hijos y, sobre todo, por el bienestar emocional de los menores. La justicia no le hizo caso y concedió una custodia compartida. Fotis podía visitar y llamar a sus hijos sin problemas.
El clima familiar se volvió violento y turbulento en todos sus aspectos. En esas discusiones, según denunció la propia Jennifer, su ex había amenazado con secuestrar a los chicos si ella no aceptaba el acuerdo financiero que él proponía. De hecho, ella alertó que ese mismo año él había comprado legalmente un arma.
El 3 de junio de 2017 Fotis enloqueció una vez más. Para él los chicos tenían demasiadas actividades y pretendía, en cambio, que practicaran más esquí acuático. Según Jennifer, lo que Fotis deseaba realmente era que sus hijos fueran esquiadores acuáticos profesionales, pero no era lo que ellos querían. Jennifer explicó que sus hijos tenían demasiado “miedo a desobedecerlo”. Ese día en concreto discutieron fuerte. Él puso su cara a milímetros de la de ella y la amenazó.
“Me asusté tanto que corrí a encerrarme en mi cuarto. Me siguió por las escaleras, entró y cerró la puerta y la bloqueó. Yo estaba atrapada y me atacó verbalmente y me intimidó físicamente”. Había testigos de esa situación: Lauren, y una de las hijas de la pareja. “Como no tenía por dónde escapar del dormitorio más que por la ventana y era un segundo piso, opté por gritar lo más fuerte que pude. Mi marido se puso muy nervioso porque temía que me escucharan sus propios primos quienes estaban en casa de visita”.
Jennifer aseguró, a todos lo que quisieron escucharla, que su ex, sin dudas, podría hacerle daño: “Quiere ganar a toda costa. Es peligroso y no sigue las reglas cuando cree que el otro está equivocado”.
La respuesta legal de Fotis a los dichos de Jennifer fue que el arma que había comprado era totalmente legal y para la seguridad familiar. Agregó que él nunca había obligado a los chicos a practicar esquí acuático, que lo hacían por propia voluntad. Y sumó algo más: en junio de 2017 su mujer había mentido y había contratado guardias armados para llevarse a sus hijos a un hotel en Nueva York donde les había dicho que “papá los iba a lastimar”. Fotis siguió furioso arremetiendo contra ella: sostuvo que su ex mujer lo calificaba de “psicópata” y que les decía a los chicos que a él no le importaban. Aseguró que ella les había comentado a los menores: “Puedo hacer que la mafia le quiebre las piernas a su padre con un bate de baseball”.
El odio estaba desatado y el “psicópata” en acción.
En diciembre del mismo año Fotis Dulos le envió un mail a Jennifer donde le escribió: “Nuestros hijos merecen una madre Y UN PADRE, no uno o el otro. Si no podemos vivir juntos deberíamos al menos llevarnos bien por su beneficio”. Pura palabrería.
Lo que pasó el 24
Poco después de la separación de la pareja, Michelle Troconis, la amante, quedó oficializada y se mudó a Farmington con su hija de 14 años.
Pero las broncas entre los ex siguieron escalando. En febrero de 2018 a la pelea de la ex pareja se sumó una demanda de la familia Farber contra Dulos: alegaban haberle prestado 2 millones y medio de dólares para desarrollar casas en Avon y New Canaan. Ese mismo mes murió el padre de Jennifer. Fotis cada vez estaba más acorralado y violento.
El 24 de mayo de 2019, en medio de esa eterna y virulenta separación, Jennifer se volatilizó. Tenía 50 años y la última vez que la vieron con vida fue cuando esa mañana llevó a sus hijos, de entre 8 y 13 años, al colegio en su Chevrolet Suburban negra.
Lauren Almeida (32 en ese momento) llegó a la casa de Farmington a las 11 de la mañana. Una de las camionetas de Jennifer no estaba en el garaje, solo estaba la Range Rover. Justo la que ella le había dicho que iba a utilizar. Seguramente había cambiado de ida. No vio nada raro, pero le llamó la atención que la cartera de su empleadora estuviera en el suelo en la entrada de la cocina y, también, que la dueña de casa hubiera dejado su taza de té llena y su barra de granola sin comer. Quizá se había ido apurada. La lavó y buscó toallas de papel, pero notó también que no estaba el rollo en la cocina y fue a la despensa para reponerlo. Se percató que de los doce rollos que había guardado la noche anterior solo quedaban dos. Quizá los chicos habían derramado algo. Acomodó un par de cosas y a las 12:30 fue a buscarlos al colegio. Se llevó a cuatro. Christiane había pactado que se iba con una amiga a jugar a su casa porque ella no tenía que ir al ortodoncista en Manhattan como el resto. Fueron a la casa, almorzaron los sándwiches que Lauren había comprado previamente. En veinte minutos habían terminado. Los chicos fueron a buscar sus Ipads para el viaje en auto hasta la ciudad. Noel no pudo encontrar el suyo y Lauren le escribió un mensaje a Jennifer para pedirle permiso y que Noel se llevara el Ipad familiar. Jennifer no respondió el mensaje y Lauren le dijo a Noel que lo llevara igual. Antes de entrar en la autopista Lauren volvió a escribirle a la madre de los chicos para decirle que se encontrarían en el departamento de Gloria Farber, la madre de Jennifer. Al llegar a las 14:30 volvió a mensajearla. Le sorprendió que Jennifer no estuviera allí, porque se suponía que sería ella quien llevaría a los chicos al ortodoncista para que Lauren pudiera volver a su casa. ¿Qué debía hacer? Decidió llevarlos hasta el dentista, sabía donde era. Los subió a un taxi. Quizá Jennifer estuviera allí. Mientras atendían a los chicos, ella se alejó para hacer llamados. No quería que los menores se asustaran. Pero que Jennifer no respondiera no era para nada normal. Lauren sentía un nudo en su estómago: Jennifer jamás había hecho algo semejante. Era preocupante, pero quería pensar que Jennifer aparecería por la puerta en cualquier momento. Primero llamó a su propia madre quien la calmó y le dijo que llamara a hospitales para descartar que su jefa hubiera tenido un accidente de auto. Después llamó a amigos de Jennifer. Nadie sabía nada. Terminada la consulta volvieron en otro taxi al departamento. En la computadora familiar que había llevado Noel pudo meterse para ver el calendario de Google de Jennifer para ese día. Vio una de sus reuniones y llamó para ver si ella se había presentado. No lo había hecho. Otra vez un agujero en su estómago. Algo le decía que todo estaba muy mal.
Con una amiga de Jennifer llamada Laurel y con Gloria llamaron a la policía. Denunciaron que una madre de cinco chicos estaba desaparecida y que era una mujer que estaba atravesando un complicado y violento divorcio. Lauren le dijo a las autoridades que sabía que el ex de su empleadora había comprado un arma ese año.
La policía se puso en marcha de inmediato.
Al rato, Fotis Dulos llamó a Lauren y ella no le respondió. Le temía demasiado. Decidió consultar con la policía si convenía responderle y le dijeron que sí. Lo llamó: “Fue una conversación extraña, dijo Lauren, él me preguntó cómo estaban los chicos pero no hablamos de Jennifer ni de lo que estaba pasando”. Fotis se aseguró de decirle que sus hijos tenían que estar el sábado en la casa de New Canaan para su visita supervisada e insistió en que ellos lo necesitaban.
Lauren se quedó con los menores y con Gloria. Pero en su cabeza circulaban los recuerdos de los eventos desagradables que había presenciado entre Fotis y Jennifer. Los gritos y ataques de él hacia ella. Había escuchado como él la amenazaba con llevarse a los chicos a Grecia para que ella no los viera nunca más y como Jennifer, temiendo a su exmarido, había contratado un guardaespaldas por un tiempo mientras paraban en un hotel neoyorquino.
Lo que se cree que ocurrió entre las 8 y las 17
La investigación determinó que Fotis Dulos (51) habría tomado esa mañana, sin pedir permiso, la camioneta de uno de sus empleados, Pawel Gumienny. Curiosamente, ese día Dulos se rapó y se hizo un corte muy parecido al que tenía Pawel. En ese vehículo, una camioneta Toyota Tacoma roja, se habría dirigido a un barrio cercano al de su ex. Estacionó el vehículo y bajó una bicicleta con la que pedaleó hasta la casa de Jennifer en New Canaan. Una vez allí, la esperó con paciencia. Cuando Jennifer volvió de dejar a los chicos en el colegio, Fotis ya la estaba acechando. La habría atacado violentamente en el garaje provocándole la muerte. Luego, habría sacado su cuerpo con la misma camioneta Chevrolet Suburban de Jennifer y habría limpiado la escena con la ayuda de su nueva pareja Michelle Troconis.
Después de la denuncia de Lauren y Laurel la policía fue hasta la casa de New Canaan donde encontró, con reactivos químicos, restos de sangre por todos lados. Ya todos sospechaban que Jennifer había sido víctima de una gravísima agresión entre las 8:05 y las 10:25 de la mañana.
Comenzaron a revisar las cámaras de vigilancia de la zona y vieron al ex de Jennifer, Fotis Dulos (51), y a su novia Michelle Troconis (44), bajar y subir varias veces de dos vehículos. Una era la camioneta perteneciente al empleado de Fotis. En las imágenes se visualizaba a la misma camioneta colorada llegar, a las 12:22, a la propiedad en la que vivía Jennifer con sus hijos. Había más videos donde se veía a Fotis, en su camioneta Ford Raptor, acompañado también por su novia arrojando bolsas de basura en treinta contenedores distintos en Hartford, Connecticut, el mismo día de la desaparición de Jennifer por la tarde.
Ese movimiento frenético ocurrió antes de las 17 horas que fue cuando todos empezaron a buscar a Jennifer. Como asesinos y encubridores, Fotis y Michelle, resultarían bien flojos.
Se cree que Fotis habría atado y colocado el cadáver de su ex en el baúl de la camioneta de la víctima que luego fue hallada cerca de Waveny Park, en New Canaan. Cinco días después de la desaparición de Jennifer, la camioneta Toyota Tacoma fue llevada a una lavadora de autos en Avon para ser limpiada a fondo.
¿Pero dónde estaba Jennifer? ¿Qué habían hecho con su cuerpo?
En esos tachos de residuos encontraron el corpiño totalmente ensangrentado de Jennifer, una camisa rayada gris y negra ensopada de rojo de la marca Vineyard Vines que llevaba puesta ese día y los precintos de plástico blancos con los que Fotis la habría atado. El ADN era de Jennifer. Pero también estaban los ADN de Fotis y de Michelle.
Un detalle morboso, pero que sugiere mucho: una cámara de seguridad de una casa vecina a la de Fotis Dulos mostró imágenes de humo saliendo de una de las chimeneas. La hora coincidía con los viajes repetitivos de Fotis y Michelle. Fueron tres columnas humeantes las que se vieron esa fatídica tarde. ¿Quién prende una chimenea en primavera?
No había mucho más que elucubrar: el tumultuoso divorcio era el móvil. Jennifer le tenía pavor a Fotis y con mucha razón.
Cuando lo acusaron, Fotis llegó a sugerir que ella misma estaba fingiendo su desaparición y se buscó abogado: lo comenzó a representar un amigo de toda la vida, Kent Douglas Mawhinney.
Arrestos y libertad bajo palabra
El 1° de junio de 2019 Fotis (51) y Michelle (44) fueron arrestados por primera vez para ser interrogados. Los dos se declararon inocentes. Pero las pruebas decían otra cosa. Fotis aseguró que no le había hecho nada a Jennifer. En julio Fotis entregó una declaración suya a la prensa diciendo que entendía que “la percepción del público sobre que soy un monstruo es por el poco conocimiento que tienen del caso. Pero yo confío en el sistema y le pido al público que haga lo mismo (...) Mis hijos son el centro de mi mundo. Me preocupo por ellos y Jennifer y les diría que es duro ahora, pero que todo ESTARÁ bien eventualmente”. Frase final compleja para consolar a los niños.
El empleado de Fotis dueño de la Tacoma roja, Pawel Gumienny, declaró a la policía que su jefe había insistido en que cambiara los asientos, pero que cuando él se mostró reacio a hacerlo porque no entendía lo que estaba pasando, Fotis se había puesto sumamente agresivo y le exigió que no dijera a la policía que Michelle había tenido las llaves de la Toyota Tacoma. Gumienny relató, además, una fea anécdota: cuando el perro de los chicos Dulos enfermó mortalmente y Fotis tuvo que sacrificarlo, su ex mujer no los habría dejado ir para despedirse del animal. Fotis le dijo que por eso “ella debería estar enterrada al lado del perro”.
En septiembre de 2019 los sospechosos fueron arrestados nuevamente. Ambos volvieron a declararse inocentes y salieron en libertad bajo palabra.
Fotis estaba acostumbrado a decidir, a ejecutar, a demostrar su poder, pero las cosas no estaban saliendo como él quería.
Muere el asesino
Michelle, mientras tanto, se defendía aduciendo que su ADN estaba en esas muestras de la policía por obvia contaminación: Fotis vivía con ella y lo había transferido. También aseguró que ella no sabía lo que había dentro de las bolsas que descartaron ese día. Pero hubo una llamada al celular de Fotis Dulos que había quedado en Farmington, en la mañana de la desaparición de Jennifer, que parecía una maniobra premeditada. Esa llamada había sido previamente pactada por Fotis con un amigo que vivía en Grecia. Cuando llamó la que respondió el celular fue Michelle. La fiscalía cree que lo tenían acordado para decir que Fotis estaba allí, en su casa, y así darle una coartada creíble.
La policía entrevistó a Michelle tres veces durante 2019. Inicialmente ella corroboró lo que había dicho Fotis: él había estado en su casa durante la mañana del 24. Pero en las siguientes entrevistas, ya sabiendo que la policía sabía que eso no era cierto, cambió su declaración dos veces y aseguró no haberlo visto. En octubre de 2019 Michelle hizo los bolsos y se fue de Farmington. La pareja había terminado.
Poco después Fotis encontró una nueva lealtad en su relación con una vieja amiga, Anna Curry.
El 7 de enero de 2020 Fotis fue imputado por la desaparición y el asesinato de Jennifer; Michelle por conspiración para cometer un asesinato y el abogado Kent Douglas Mawhinney también por conspiración.
Para no ir presos Michelle habría pagado dos millones de dólares de fianza y Fotis seis millones de dólares. Pero la empresa que pagó la de Fotis se enteró, dos días después, de que las tres propiedades presentadas como garantía por el acusado tenían serios problemas: dos estaban sujetas a ejecución hipotecaria y, la tercera, sobrevalorada.
El martes 28 de enero Fotis estaba citado para una nueva audiencia. Era muy probable que esta vez no pudiera esquivar la cárcel y quedara detenido hasta que se celebrara el juicio.
Tres semanas después de haber sido acusado por el crimen de su esposa, Fotis Dulos no soportó más al monstruo en el que se había convertido. Los garajes parecerían ser buenos lugares para malos escenarios, por los menos en esta historia: ese mismo martes 28 fue hallado inconsciente en el de su propia casa. Se había intoxicado voluntariamente con monóxido de carbono. Había conectado el tubo de una aspiradora al caño de escape de la camioneta y conducido ese veneno hacia al interior del coche.
Esa mañana Anne había estado con él y pensaban ir juntos al juzgado. Fotis cambió de idea a último momento: le dijo que prefería que fueran por separado, cada uno en su auto. Anna se marchó y al rato recibió una llamada del abogado de Fotis. Le preguntó dónde estaba su cliente que lo estaban esperando. Ella le avisó que él estaba yendo en su propio coche. El abogado chequeó con el GPS y le dijo que no podía ser de esa manera porque el rastreador le indicaba que Fotis estaba todavía en la casa. No se había movido ni un metro. Algo andaba mal. Llamaron al 911.
Cuando llegaron los rescatistas, por una ventana del garaje, lo vieron inconsciente. Le realizaron reanimación cardiopulmonar y consiguieron un pulso débil. Lo subieron de inmediato en una ambulancia y, luego, lo trasladaron en helicóptero al Centro Médico Jacobi para someterlo a una terapia de oxígeno en una cámara hiperbárica. No funcionó.
Dejó de respirar el 30 de enero a las 5:32. Tenía 52 años de edad. Sus hijos lo llegaron a visitar antes de ser desconectado del soporte vital y sus órganos fueron donados.
Fotis, antes de la maniobra para quitarse la vida, había dejado una hoja manuscrita donde proclamaba su inocencia y la de los demás imputados: “Me niego a pasar un hora más en la cárcel por algo con lo que no tengo NADA que ver”.
Para muchos el suicidio fue el reflejo de la horrible culpa que lo embargaba. Aunque podría haber sido algo menos empático que el sentimiento de culpa: egoísmo puro por no saber cómo enfrentar la mirada de sus hijos o cómo soportar la cárcel que llegaría irremediablemente.
En octubre de 2020 la soñada mansión de los Dulos se puso en venta.
Lo cierto es que los investigadores ahondaron en el móvil económico para el crimen: la familia de Jennifer tenía mucho dinero y, si bien Fotis había sido muy exitoso, al momento de los hechos poseía una deuda de siete millones de dólares. Creen que él podría haber pensado que podría acceder a los fondos fiduciarios que estaban a nombre de sus hijos en caso del fallecimiento de Jennifer. Los cálculos con las herencias suelen salir pésimo.
Juicio a la complicidad
El amigo y ex abogado de Fotis, Kent Mawhinney, se declaró no culpable y espera todavía su turno para sentarse en el banquillo de los acusados. Él también se las traía: su propia esposa había ido a la policía de South Windsor y dicho a las autoridades cuánto les temía a Fotis y a Mawhinney. Ella creía que estaban pensando en matarla. Luego de la desaparición de Jennifer sus dichos fueron tomados en serio. En una propiedad de Mawhinney descubrieron una tumba poco profunda. Había dos bolsas de cal y una lona azul, pero ningún cuerpo. Misterioso y siniestro también el amigo de Fotis.
El juicio que sí se llevó a cabo, en febrero de este año, es el de Michelle Troconis. “Jennifer está muerta. Y Fotis y Michelle Troconis querían que eso ocurriera. Ellos se pusieron de acuerdo para trabajar juntos y lograrlo”, dijo la fiscal Michelle Manning durante el juicio a Michelle Troconis. “Este juicio es muy simple. Es acerca de la conspiración y el encubrimiento. Es acerca de las acciones de Michelle Troconis y sobre cómo ella y Fotis Dulos conspiraron en conjunto para asesinar a la mujer que se interponía en sus caminos. Es acerca de la frustración de Fotis Dulos por no ver a sus hijos y como, cada vez que los podía ver, Michelle Troconis tenía que irse de la casa... Y ahora sabemos que a ella eso la enfermaba (...) La frustración se tornaba en furia y odio”, explicó la fiscal ante el jurado, “Escuchen sus propias palabras en las entrevistas con la policía, como ella describía a Jennifer, alguien con quien ella jamás interactuó. La describe como manipuladora, rabiosa y tóxica”.
En realidad, la acusada parecía estar describiéndose a sí misma.
El abogado de la acusada, el doctor Schoenhorn, cerró la presentación de la defensa con sus propios argumentos: “Cualquiera que haya sido el rol que jugó Fotis Dulos en la desaparición y, podría decir, en la probable muerte de Jennifer Dulos, Michelle Troconis no lo sabía. Ella no sabía que Fotis Dulos planeaba lastimarla. No hay nada que sugiera que Michelle podría ni siquiera pensar que Fotis podía ser capaz de hacer algo así (...) Este no es el juicio de Fotis Dulos y como es el de Michelle Troconis ustedes deben encontrar, más allá de toda duda razonable, que Michelle conspiró con Fotis Dulos, no solo para lastimar a Jennifer Dulos, sino también para asesinarla. Para declararla culpable deben encontrar más allá de toda duda razonable, varios elementos de que Michelle era parte del complot para deshacerse de la evidencia (...) que ella sabía lo que había ahí dentro y que sabía del propósito”.
En resumen: los abogados de Michelle no negaron que ella fuera en aquel auto tirando lo que creía basura. Solo dijeron que ella no sabía del contenido de las bolsas. Resulta extraño, por no decir ridículo, no preguntarse por qué uno tiene que andar tirando cosas por los vecindarios intentando no llamar la atención.
La fiscal Michelle Manning se ocupó de recordarle al jurado cómo debería haber estado ese garaje donde se cree que la víctima fue asesinada: “Había sangre desparramada por todos lados. En la parte de abajo de los dos autos, que estuvieron ahí, había huellas de pisadas y grandes manchas de sangre (...) su camisa y corpiño ensopados con sangre fueron descartados junto con precintos, esponjas y cinta adhesiva. Esto fue sin lugar a dudas un homicidio intencional, deliberado”.
El jurado pudo ver el video de la interrogación de Michelle donde hablaba de Jennifer y donde admitía haber mentido acerca de haber visto a Fotis Dulos en su casa en la mañana que la víctima se evaporó de la tierra. La escucharon decir: “No tengo idea dónde está Jennifer, ciento por ciento (...) Solo sé que fui como la novia estúpida que lo ayudó porque me lo pidió: ‘Vení y limpiá la casa’. Y así lo hice”. En ese mismo testimonio sostuvo que Fotis le había dicho que Jennifer era un monstruo. “Él la odiaba”, reveló, como si eso fuera una novedad.
La policía mostró las cámaras callejeras donde se veía a Fotis manejando las camionetas y a Michelle parando en diferentes sitios para arrojar las bolsas. En las fotos vieron las pruebas recuperadas de los contenedores de residuos. Además de la camisa, del corpiño y de los precintos ensangrentados mencionados antes, también exhibieron las imágenes de dos pares de guantes de goma, dos ponchos plásticos salpicados con sangre, una toalla, esponjas, un destornillador y unas llaves. También encontraron las placas alteradas, de uno de los autos, que Fotis había arrojado a una canaleta.
La familia de Jennifer suspiró. Reconocían la ropa, veían la enorme cantidad de sangre que había corrido. No había dudas del fin de Jennifer: “Ver la ropa de Jennifer empapada de sangre, su corpiño, lo que usó el último día de su vida, nos hizo imaginar de nuevo lo que debió haber atravesado el 24 de mayo de 2019. Esperamos que ver esto en tres dimensiones ponga fin a cualquier sugerencia de que Jennifer está desaparecida. Ella murió de una manera trágica, y su pérdida la sentimos más allá de lo que podamos expresar”.
Veredicto sin cuerpo
La madre de Jennifer, Gloria Farber (88), mantiene la custodia temporal de los cinco hijos de la malograda pareja que hoy tienen 17 años los mellizos mayores; 15 las mellizas del medio y Noel, la menor, 13.
El año pasado Gloria le pidió al juez que, ya que hasta el momento el cuerpo sigue sin aparecer, declarara legalmente muerta a su hija para que sus nietos pudieran disponer del dinero y de los bienes de sus padres para su subsistencia y universidad. El juez William P. Osterndorf, del Tribunal Sucesorio, emitió la declaración de muerte de Jennifer Dulos el 24 de octubre de 2023. Jennifer no podría haber sobrevivido a sus heridas. Punto. Muerta está. Fotis se llevó el secreto de lo que hizo con ella a su tumba. Michelle es la única que podría ayudar a esclarecer dónde está el cuerpo.
Por otro lado, parece que tampoco queda tanto dinero de aquella fortuna que empezó a amasar Fotis Dulos. Pagados los créditos y las deudas, los impuestos y los honorarios de los más de doce abogados involucrados de una u otra manera en el caso, el desarmado de sociedades y los gastos de los chicos (la niñera Lauren Almeida sigue trabajando para ellos) habría quedado poco para repartir.
Eso sí: se supo que Fotis Dulos, antes de suicidarse, le entregó a un amigo siete mil dólares para que se los diera a su hermana Rena Dulos y poder así concretar su deseo póstumo de ser enterrado en Grecia.
Gloria Farber declaró en el juicio contra Michelle Troconis el pasado 21 de febrero de 2024. Llegó muy elegante, vestida con un traje gris y envuelta en una gran chalina celeste. Entró caminando con la ayuda de un bastón. Juró levantando una mano temblorosa y se notó que ya no escucha tan bien. Sus cinco nietos, protegidos por la justicia ya que no se vieron imágenes actuales de ellos, asistieron al juicio para acompañar a su abuela en la declaración. Gloria contó que aquel 24 de mayo de 2019 ella tenía que encontrarse con su hija y con sus nietos en su departamento de Nueva York, pero que en vez de eso, recibió el llamado preocupado de Lauren Almeida y ya sabemos lo que siguió.
El veredicto del jurado llegó el 1° de marzo de 2024: Michelle Troconis es culpable.
Carrie Luft, la vocera de la familia Dulos, dijo a los medios al finalizar el juicio: “Hemos perdido a una madre, a una hija, a una hermana, a una prima, a una querida amiga (...) el veredicto es el resultado de la meticulosa recolección, análisis y presentación de evidencia que iluminó una excesiva lista de crímenes. El gran cuerpo de evidencia sirvió para poner luz en las hendijas que todavía quedan, la más importante de todas es que Jennifer Farber Dulos todavía no ha sido hallada (...) Es nuestra esperanza que con el resurgimiento del interés por el caso pueda aparecer alguna nueva pista para seguir”.
El representante legal del estado, Paul Ferencek, expresó: “Nuestro deseo es llevarle a los amigos y familiares de Jennifer algo de paz, y esperamos que algún día podamos darle la resolución al tema sobre dónde están los restos de Jennifer. Les aseguro que el estado de Connecticut y esta oficina jamás dejarán de buscarla”.
Michelle Troconis quedó sorprendida por el veredicto. Su hermana Claudia y su madre Marisela Arreaza dijeron que ellas siguen creyendo en su inocencia. Su padre Carlos Troconis aseguró: “Vine a este país tantos años atrás en busca de oportunidades, libertad y justicia. Traje a toda mi familia. ¡Tengo ocho nietos norteamericanos! Y hoy estamos devastados porque ha habido una gran injusticia en este juicio contra mi hija”.
Los jurados no compartieron en absoluto su mirada. Para ellos, Michelle Troconis fue la cómplice necesaria e indispensable del asesino. Y la declararon culpable de los seis cargos que se le imputaron: uno por conspiración para cometer un asesinato, dos por conspiración para alterar evidencia física, dos por alteración de la prueba y el sexto por obstaculización en el proceso para esclarecer la desaparición de Jennifer Dulos. En definitiva: culpable por haber limpiado con esmero la sangre de la ex esposa de su pareja y ayudarlo a deshacerse de sus restos. Casi tan cruel y despiadada como él.
Le fue impuesta una fianza de seis millones de dólares y el juez le pidió al estado que le retenga su pasaporte, que la mantenga bajo arresto domiciliario y que sea monitoreada hasta que se dicte la sentencia, algo que ocurrirá el 31 de mayo de 2024. Podría ser condenada a un máximo de 50 años de prisión. La única carta que podría quedarle por jugar podría tener que ver con la ubicación de los restos de Jennifer.
Hay que ver si la piedad, en la particular balanza de la justicia que construyó Michelle en su imaginación, pesa más que la conveniencia.