Iván IV Vasíliviech nació un 25 de agosto de 1530 en Moscovia- el territorio que bordeada a Moscú y como se llamaba a Rusia- y todavía es recordado por su mote, Iván El Terrible. Fue el primer zar de Rusia, porque decidió autoproclamarse de ese modo, inspirado en los emperadores romanos.
Los biógrafos atribuyeron su sadismo debido a las humillaciones padecidas de niño por parte de los boyardos -los señores feudales de la antigua Rusia- que querían terminar con su familia. Su figura, de una personalidad compleja, fue descrita de diversas maneras, como un hombre inteligente - el que unificó Rusia- y que tras muerte dejó un país grande y fuerte, pero también como un paranoico, un psicópata con arrebatos de ira y crueldad. Muy cruel.
Como si fuera una tragedia griega, el monarca que disfrutaba con la agonía de los que caían bajo el peso de su propia ley, de forma caprichosa, pagó con creces su maldad. En uno de sus enojos desbocados mató a su hijo mayor, su heredero Ivan Ivanovich de un golpe en la cabeza con su bastón de hierro. Algo que nunca se pudo perdonar y lo atormentó hasta su muerte.
El monarca era nieto del gran duque Iván Vasílievich III el Grande y era hijo de Basilio III de Moscú y su segunda esposa Elena Vasilievna Glinskaya. A los tres años de edad, al morir su padre, Iván fue coronado como Gran Príncipe de Moscú, pero fue su madre quien detentó el poder durante los cinco años siguientes hasta que murió, se cree que envenenada por los boyardos que querían hacerse del poder.
La muerte de Elena dejó acéfalo al país. El niño fue encerrado en un palacio del Kremlin, y sometido a humillaciones, viviendo como un mendigo. Su carácter se vio afectado por el maltrato de las familias de los boyardos Shuiski y Belski a quienes le molestaba su existencia. Esto alimentó el odio del niño que en cuanto pudo se dedicó a vengarse de estos clanes, con un nivel de violencia incalculable. Historiadores aseguran que durante su infancia sufrió desvaríos mentales sin vuelta atrás.
Al cumplir 13 años urdió su primer asesinato. Ante la mirada de los nobles, le echó encima una jauría de perros hambrientos al príncipe Andréi Shuiski, líder de ese clan. Ordenó a guardias leales a los suyos que lo atraparan y lo arrastraran hacia la calle, donde los perros lo devoraron. A pesar de semejante exhibición de sadismo, los boyardos no le hicieron mucho caso. Eso duró hasta que cumplió 17 años. Para ese entonces, ya era un joven atlético y musculoso, un lector curioso, se destacaba en la escritura y estudiaba retórica con el obispo Macario de Moscú. Éste era la cabeza de la Iglesia ortodoxa moscovita y fue quien respaldo al joven Iván en su coronación como zar, que ocurrió un 16 de enero. Para justificar la decisión y se lo respetara como zar, Macario dijo que Iván descendía de los primeros césares romanos.
El año de su coronación ardió Moscú. Buena parte de la ciudad, que estaba construida en madera, se prendió fuego y se corrió el rumor de que los boyardos eran los responsables. El joven zar sacó partido de la situación para acrecentar su poder.
A los pocos meses, eligió entre 1500 postulantes de la nobleza en edad de casarse, a su primera mujer, la primera de ocho. Anastasia Romanovna, con quien tuvo seis hijos ( Ana, María, Dimitri, Iván, Eudoxia y Teodoro I).
Por esos años, el principado de Moscovia estaba flanqueado por kanatos, estados tártaros, que ponían un freno a sus sueños imperialistas. Entre ellos estaban Kazán, Astracán, para controlar todo el río Volga y Crimea. Fue en 1552 cuando el zar sitió la capital de Kazán apuntando con 150 cañones. Un mes después, mataron a los nobles tártaros y no dejaron a nadie vivo en la ciudad. Al mismo tiempo, ordenó que las mezquitas fueran reemplazadas por iglesias ortodoxas y que la población estuviera conformada por colonos rusos. Todas esas victorias le permitieron anexar casi un millón de kilómetros, además de poner fin a las invasiones de la caballería tártara. Cada conquista de Iván El Terrible era festejada con canciones. Por ese entonces, murió su primogénito Dmitri, al poco tiempo de nacer.
Es probable que en ese período el zar comenzó a ser llamado Iván El Terrible.
Tiempo después, comenzó otra guerra. Esta vez con Livonia, las actuales Estonia y Letonia, para tener una salida al mar Báltico. La nueva conquista le permitió abrir el comercio con los países nórdicos. No obstante, a pesar de la victoria, Rusia fue atacada por Polonia, Lituania y Suecia, por sentirse amenazadas.
Tras la muerte de Anastasia de forma sorpresiva, el verano de 1560, cuando tenía solo 30 años, el carácter del zar se agravó, porque ella tenía el poder de calmarlo, reprimir sus ataques de rabia y era su consejera. La sospecha de Iván sobre los boyardos fue inmediata. Creía que ella también había sido envenenada, como su madre. A falta de certezas, mandó a torturar y matar a varios de ellos. Arqueólogos y expertos forenses dieron crédito a la teoría de Iván El terrible. Encontraron residuos de veneno en sus restos óseos.
Después de Anastasia, ninguna mujer pareció convencer a Iván El Terrible. Y el precio de no gustarle se pagaba con la vida. En 1561 se casó con María Temurykovna. Fue un matrimonio por conveniencia política. Con ella tuvo un hijo, Basilio, que murió a los meses de nacer. La mujer era analfabeta y no fue querida por el pueblo ni por su propio marido. Murió envenenada en 1569. Probablemente por el mismo Iván, que la detestaba.
La tercera mujer también terminó en una tumba. Marfa Sobakina, que había sido elegida entre 12 candidatas, murió pocos días después de la boda. Se atribuyó la muerte a un elixir de fertilidad que le había dado su madre, que le hizo perder mucho peso en pocos días y ya no podía mantenerse en pie durante la celebración del matrimonio. La locura y paranoia de Iván ya era galopante. Ante la sospecha mandó a ejecutar a unos cuántos súbditos.
La cuarta mujer se salvó por no quedar embarazada. Anna Koltovskaya, después de dos años (1572-1574) de intentos de lograr un embarazo, el zar perdió la paciencia y la envió a un convento donde vivió el resto de su vida. Fue la más afortunada. En 1575, Anna Vasilchicova, corrió la misma suerte de la anterior de no quedar embarazada, con la desgracia de que fue asesinada en el convento.
El sexto matrimonio con Vasilisa Malentyeva, una suicida a esta altura, fue descubierta en una amorío con un príncipe llamado Devletev. Todo terminó muy mal y con un espectáculo dantesco. El amante empalado, ella viendo su terrible agonía y por último, fue asesinada silenciosamente en un convento. En 1580 Iván El terrible vuelve a casarse. Eligió a María, una noble de la familia de los fundadores de Moscú. Terminó como todas, muerta. Fue ahogada por una infundada acusación de infidelidad.
El octavo y afortunadamente, último matrimonio (1581-1584) fue con María Nagaya, quien logró tener un hijo, el príncipe Dimitri, que murió a los siete años de edad. Esta zarina fue la segunda sobreviviente.
Al morir Anastasia, la primera esposa, Iván vivía desequilibrado, entre la euforia y la depresión, y creía que si los enemigos le habían arrebatado a su mujer tenía derecho a comportarse como un loco sanguinario.
Bajo su mando tuvo una guardia personal y una policía la Oprichnina que sembró el terror. Los miembros de esa fuerza, los opríchnik, que ejercieron una violencia extrema, fueron reclutados en zonas nororientales donde no habían grandes terratenientes. Eran unos 6000 y terminaron con sus enemigos. Todas las posesiones y los grandes latifundios quedaron en manos de la corona.
En sus últimos años de vida, cuenta la leyenda, que se jactaba de haber desflorado a mil vírgenes y posteriormente haber sacrificado a los hijos que hubiera tenido. No hay certeza de que esto haya sucedido, porque fue escrito por polacos. Pero después de todo, como no considerar que podría ser cierto cuando murieron seis de sus ocho esposas y llegó a arrebatarle la vida a su heredero, su hijo favorito, el zarevich Iván, de un golpe letal. El asesinato que le dolió hasta final de su vida. Dicen que se tiraba del pelo, de la barba y se arañaba.
El zar murió el 18 de marzo de 1584. Se creyó que había muerto por contraer sífilis, pero en sus restos encontraron una gran concentración de mercurio. En la época se trataba a la sífilis con mercurio, y eso probablemente era lo que provocaba el daño cerebral, los cambios de humor y brotes psicóticos. Otros historiadores piensan que Iván fue envenenado por los boyardos, como su madre Elena Glínskaya.