La revista Radiolandia del 14 de julio de 1956 es la edición número 1474. La publicación de tirada semanal y concentrada en el mundo del espectáculo, que se lanzó en 1930 y resistió hasta 1992, dedicaba la tapa a la estrella del cine de oro argentina Delia Garcés y el primer artículo a Mirtha Legrand, quien por entonces tenía 29 años. La entrevista destacada era al célebre actor Roberto Escalada, que decía “si cada sueño nos diera un pequeño interés, ahora sería millonario”. La página siguiente anunciaba un homenaje radial a Federico García Lorca e informaba el debut de Adolfo Stray y Beba Bidart en radio Splendid. En un salto de páginas, la revista le resguardaba espacio central al debut de Analia Gade en el cine hispano bajo la dirección de León Klimovsky. En los márgenes de los títulos, espacios reservados para las publicidades de las marcas de época: relojes Gladiador, el exterminador de moscas Finsecto, el jabón Lux, la loción N° 5 Jouvenel, la leche de magnesia de Phillips, el medicamento Evanol.
Infiltrada en ese retazo de la cultura del entretenimiento, se distingue el recorte de una publicidad y el anticipo de un nombre que cambiaría el mundo para siempre. El presagio toma una forma más profana y banal: es la marca de una fábrica de ropa interior. Sus dueños la llamaron “Internet”: desconocían que veintisiete años después sería el nombre que definiría a la principal red de comunicación de alcance mundial.
El hallazgo es obra de Raúl Álvarez, coleccionista de revistas antiguas. “Buscaba material para una exposición que estaba preparando cuando, de casualidad, encontré una publicidad de ropa interior femenina cuya marca era nada menos que Internet. Obviamente me llamó la atención; era una publicación de los años cincuenta”, sostuvo en un artículo publicado en el diario La Nación en enero de 2003. Álvarez patentó la idea de que las mujeres argentinas fueron las primeras en usar Internet.
La marca se promocionaba en las radios y revistas argentinas. “Cinturita chiquitita, bombachitas Internet”, rezaba el eslogan de la radio, aquel que Betty Elizalde pronunciaba con su cadencia característica en el programa Las siete lunas de Crandall. “El corte y modelado anatómico perfecto de bombachas Internet da forma y conforma su silueta. Suaves elásticos especiales de alta presión evitan que la bombacha se deslice, sosteniendo con precisión sus medias”, anuncia la publicidad en la revista Radiolandia con el título “Para lucirse en forma, Internet”.
Otro recorte rescatado de la hemeroteca subraya: “Ajusta lo justo porque ajusta a gusto”. La ilustración es una mujer de espalda sentada sobre sus piernas. “Internet, la bombacha anatómica a la medida de su medida en tres ajustes ideales”, anuncia. El comercial se nutre también de información en tono de promoción: “En materiales finísimos y en colores a su elección. Ahora también en perlón hilado importado y raso elástico, tul elástico, nylon, jersey y rayón”. Los slogans se multiplican en páginas de tono sepia: “Internet, tu ropa interior se fabrica con hilado importado perlón” ó “Ahora con bikinis Internet te sentirás ágil, fresca y súper cómoda”. Los anuncios giran en ese tono y se repiten en los semanarios Antena, El Hogar, Atlántida y Radiofilm.
El primer Internet nació en abril de 1953 en la oficina del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial bajo el número 330.374. Lo inscribió Ernesto Rigoni como una sociedad de responsabilidad limitada. Era un fabricante de ropa interior femenina que había creado una marca con la que se comercializaba los productos que confeccionaba Creaciones Zule, ubicado en Viamonte 611, casi esquina Florida, y que presumía la venta en las grandes tiendas. La etimología de Zule resulta sencilla: Zulema era la hermana mayor de los Rigoni, los dueños de la firma. Los otros eran Amelia, Rodolfo y Ernesto. Los varones trabajaban en la fábrica y las mujeres atendían en los puntos de venta.
Los orígenes del Internet argentino son más difusos. Patricia, heredera de la fábrica, estimó que la raíz “inter” proviene de la ropa interior y supuso que, tal vez, la última sílaba podría ser un derivado del responsable de la inscripción y la renovación del trámite en el rubro ropa interior: ¿el “net” final podría ser una deformación de Ernesto? “Sin duda por red no era, porque ninguno de ellos hablaba ni una palabra de inglés”, afirmó Patricia en la nota publicada en el diario La Nación.
“La ropa era excelente, mi mamá la usaba”, expresó por correo, como respuesta a la noticia, Beatriz Rodríguez. María Azar, otra lectora del artículo original, hizo un aporte al dilema: “Se me ocurre que sería bueno saber el nombre del fabricante de esas prendas, pues me parece (con mi conocimiento más bien adivinatorio del idioma) que net en alemán significa lindo, elegante. En la década del cincuenta, yo era chica, había muchos inmigrantes alemanes en nuestro país”. La mujer ensayó una lectura acertada: nett en alemán significa desde bonito hasta amable.
Ernesto fue el último de los hermanos Rigoni en morir. Falleció en 1987, la era previa al nacimiento de la triple W y dos años antes de que se fundara la Cámara Argentina de Internet, una asociación civil sin fines de lucro que reúne a los principales operadores y proveedores de Internet en el país. Los orígenes etimológicos de la empresa denominada Internet SRL -que abrió en Miró 241, esquina avenida Alberdi en el barrio porteño de Caballito, y que luego se mudó a Flores en la intersección de las arterias Rivera Indarte y Directorio- navegan en el mito y la suposición.
Ciriaco Melo trabajó quince años en Internet. En 2003, a sus 61 años, contó que la empresa fabricaba “básicamente bombachas, que se destacaban porque tenían portaligas, aunque también incursionó en fajas, biquinis y corpiños, que competían con los productos brasileños y realmente eran mejores”. Recordó que compraban la fibra, la cortaban en el subsuelo y la tercerizan con costureras particulares. Dijo, envuelto en una red de nostalgia, que no solía pasar por la puerta de la fábrica porque le daba tristeza: “Fue una época de libertad total. Si uno tenía hambre, sacaba plata de la caja y se iba a comprar algo de comer. Los dueños sabían que ninguno se iba a llevar algo de más”.
En el mismo artículo periodístico, Patricia apuntó que la casa de los Rigoni, que se encontraba a una cuadra de la fábrica, no estaba cerrada con llave y que la confianza de la familia en sus empleados tenía estrecho vínculo con la cosmovisión italiana del trabajo: “Las cosas se vivían de esa manera. Internet era la antítesis de lo que es una empresa en la actualidad”. Ciriaco aprobó esa concepción que hacía de la empresa una gran comunión: “Organizaban asados y nos llevaban a veranear a todos a una casa que tenían en Mar del Plata. Era una época hermosa”.
Internet quebró en la década del setenta. Patricia Rigoni certificó que las políticas de Martínez de Hoz, ministro de Economía en tiempos de dictadura cívico militar, llevaron la empresa a la bancarrota. Una cuenta de YouTube conserva el registro fílmico de la publicidad de las bombachas Internet. Tiene un solo video y cuatro suscriptores. Se llama “Internet es argentina” y lo presenta como un orgullo nacional: “¡Reclamemos para todos los argentinos los derechos de autor! Guita no vamos a ganar, pero con esto podemos cancherear durante años”, dice la descripción del único material audiovisual.