El armisticio entre los países aliados y Alemania se firmó en el vagón número 2419 a las 5:45 del lunes 11 de noviembre de 1918 en Le Francport, cerca de Compiègne, Francia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas aliadas estaban en las puertas de Berlín, se ordenó a las SS volar ese vagón, que por orden de Adolf Hitler había sido llevado a Berlín y que poseía una fuerte significación para los alemanes. Allí se había firmado el armisticio de 1918 y luego la rendición de los franceses, cuando los nazis ocuparon Francia.
El número 11 como clave
La firma de este acuerdo no significó la paz -que se sellaría con el Tratado de Versalles celebrado el 28 de junio del año siguiente- sino que determinó un cese del fuego entre los aliados y Alemania. Ya se habían celebrado otros con Bulgaria, el Imperio otomano y el Imperio austrohúngaro. Debía entrar en vigencia a las 11 horas, para que fuera el día 11, del mes 11 a las 11, hora de Francia.
Los alemanes debían retirarse del otro lado del río Rin y liberar a los prisioneros. Se contemplaba la posibilidad de reparaciones de guerra y se mantendría el bloqueo naval a Alemania. Y los aliados ocuparían Renania y las cabezas de puente al este.
Hacía dos meses que la situación militar de Alemania estaba colapsada y sus ejércitos no estaban en condiciones de soportar una ofensiva enemiga. Y más aún después de la entrada de Estados Unidos en el conflicto.
El presidente norteamericano Woodrow Wilson siempre había proclamado la neutralidad de su país en el conflicto, aunque protestó por los ataques indiscriminados de submarinos alemanes a buques de pasajeros y de carga en los alrededores de las islas británicas.
En mayo de 1915 los alemanes habían hundido al buque británico Lusitania, donde murieron 1200 personas, entre ellas 128 estadounidenses. En septiembre de ese año Wilson logró la promesa alemana de no hundir barcos de pasajeros sin previo aviso.
Sin embargo, en febrero de 1917 Alemania volvió con su vieja modalidad de ataques. Además se habrían filtrado comunicaciones secretas en las que este país alentaba a México a declararle la guerra a los Estados Unidos, prometiéndole ayuda para recuperar los territorios de Texas, Arizona y Nuevo México. En el mismo sentido, Gran Bretaña presionaba con todos los medios a su alcance para que Washington entrase en el conflicto.
Con todos estos antecedentes, previo acuerdo del Congreso, Wilson declaró la guerra a Alemania el 6 de abril de 1917. Bajo el comando del general John Pershing, se embarcaron a Europa cerca de dos millones de hombres, de los cuales 1.400.000 participaron en combates, como los de Contigny, Château-Thierry, Belleau Wood y St. Michel. Hubo 116.516 norteamericanos muertos, entre ellos el teniente Quentin Roosevelt, hijo menor de Theodor Roosevelt, piloto de combate, que fue derribado el 14 de julio de 1918.
La última víctima
Entre los enrolados estaba Henry Nicholas John Gunther. De 23 años, nacido el 6 de junio de 1895, era nieto de inmigrantes alemanes -lo que le supuso soportar burlas y hostigamiento cuando estalló la guerra- vivía cómodamente con su familia en Baltimore y era cajero en el Banco Nacional, llevaba una tranquila vida social y solía asistir a misa en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Fue enlistado en la compañía A del Regimiento de infantería 313, perteneciente a la 79ª División, como sargento de suministros. No habría sido fácil para él sumarse al ejército. Tenía un buen empleo y hacía poco que se había puesto de novio. En julio de 1918 fue cuando lo trasladaron a Francia, peleó en Argonne y su unidad participó de la ofensiva aliada de septiembre de 1918.
Hay versiones que sostienen que cuando la censura militar revisó una carta que enviaba a Estados Unidos, en la que denunciaba el estado calamitoso de la tropa y que aconsejaba que nadie se enlistase, se lo degradó a soldado, se lo separó de su función en suministros y se lo envió a las trincheras, al violar disposiciones de difundir críticas y opiniones negativas.
Como los alemanes solían cortar los cables de las líneas de comunicación, se improvisaron una serie de postas con soldados que debían correr de una posición a otra con los mensajes. Cuando se necesitó a uno que cubriese la posición del regimiento con el cuartel de la brigada, Gunther se ofreció voluntario. Estuvo una semana desempeñando esa tarea, y en una oportunidad fue herido por un francotirador en una muñeca. Contrariamente a lo que se suponía, Gunther se puso una venda en la herida de la mano y volvió junto a sus compañeros.
El 11 de noviembre, en una mañana con mucha niebla, su unidad llegó a la villa de Chaumont-devant-Damvillers, una aldea ubicada a unas veinte millas al norte de Verdún, cerca de la frontera con Bélgica. Allí, se encontraron con una barricada donde los alemanes habían apostado una ametralladora.
El sargento Ernest Powell, amigo de Gunther, ordenó esperar a las 11 de la mañana, cuando entraría en vigencia el alto el fuego. No se sabe por qué Gunther, haciendo caso omiso, cargó con su fusil con bayoneta calada en dirección de los soldados enemigos.
Algunos de sus compañeros supusieron, después del hecho, que como Gunther había quedado afectado por su degradación, quiso redimirse de la vergüenza y dar una prueba de su valor.
Los propios alemanes le avisaron a Gunther a los gritos que estaba por entrar en vigencia el armisticio, hasta se pararon, hicieron gestos con sus brazos y efectuaron disparos al aire. Pero el soldado continuó su marcha y una ráfaga de cinco disparos de ametralladora terminó con su vida. Eran las 10:59 horas.
Cuando cayó a tierra, el sonido de la artillería cesó. Eran las 11 horas.
Todos entendieron que había muerto para demostrar su lealtad. Enterado el general Pershing de lo ocurrido, le devolvió a Gunther el grado de sargento y se le otorgó, post mortem la Cruz al Servicio Distinguido.
Primero fue enterrado en el cementerio de Chaumont-devant-Damvillers y luego su cuerpo fue trasladado al cementerio de Argonne.
Sus restos fueron repatriados a Baltimore en 1923 y sepultado en el cementerio del Santísimo Redentor. En su lápida, colocada en el 2010, puede leerse que fue “altamente condecorado por su valentía excepcional y acción heroica que resultó en su muerte un minuto antes del armisticio”.
En total 2.738 soldados y 320 estadounidenses murieron en el frente occidental en el último día de la guerra.
En el sitio donde murió Gunther pusieron un mástil con una bandera de Estados Unidos para recordarlo. Allí, se produjo la última muerte de la Primera Guerra Mundial.